"NO NECESITO DECIR ADIÓS"
La mezcla de gritos entre narnianos y telmarinos realmente me ponía muy feliz. La alegría que en este momento sentía podría contagiar a cualquiera. Pues no todos los días finalmente se consigue la paz.
Los pueblerinos del castillo nos saludaban bondadosamente y nos arrojaban pétalos de rosas.
Arriba de mi precioso caballo Kit -quien regresó a casa después de que le ordené que se fuera- le sonreía sinceramente a mi pueblo.
Ellos nos recibieron con los brazos abiertos, está más que claro que nos quieren para ser los reyes y reinas de este increíble mundo. Esta fue... nuestra gran entrada triunfal.
Bajé de mi caballo cuando terminó todo. Estaba feliz, estaba muy feliz por finalmente haber acabo con la interminable guerra. Después de tanto tiempo las cosas no parecían estar a mi favor. Hasta ahora.
Amablemente un hombre se ofreció a cepillar a Kit y después llevarlo al establo, acepté dándole las gracias y después salí de ahí.
Caminé hasta la colina que daba una vista completa del majestoso atardecer. No había silencio, de hecho los narnianos y telmarinos conviviendo hacían demasiado ruido mientras compartían palabras, comidas o simplemente reían. Y eso me volvía una loca feliz.
Me levanté inmediatamente al ver al gran león parado a mi lado.
—Aslan— le digo en tono de confusión.
—Hola querida— aprieto la mandíbula esperando no ser reprendida o algo por el estilo. Lo miro arrugando la frente.
—¿Por qué?
El león sonrió y después me miró con su inigualable dulzura —Tú mundo no tenía nada preparado para ti. Y aquí, en Narnia aprenderías. Y lo hiciste.
—Sobreviví— respondí suspirando.
—Así es pequeña. Y estoy eternamente agradecido por haber cuidado de todos en mi ausencia.
Lo miré y le sonreí dulcemente. Caminé para irme a descansar, después de todo, acabamos de salvar a nuestro pueblo.
—Querida— me llama Aslan, giro mi torso para escuchar lo que tiene que decirme —Es por eso que ésta vez puedes elegir tú misma si quieres regresar o habitar para siempre en tu tierra.
—¿Qué?— pregunto confundida.
—Peter y Susan han aprendido todo lo que este lugar les puede ofrecer. Edmund y Lucy podrán regresar. Pero tú— el león camina hacia mí sin despegar la mirada —Tienes esa elección.
Mi respiración se acelera, sin los mayores hermanos Peevensie, este lugar no será el mismo. Lucy y Edmund saben cómo proteger al pueblo. Pero ahora me doy cuenta de que es aquí donde nuestra gran aventura ha concluido.
Pero, ¿También para mí? Que se supone que es lo correcto. Estoy tan ansiosa de ver a mi familia, a mi madre. Pero también ésta es mi familia, Caspian, Stefan y los narnianos. Como puedo decidir a uno o a otro, cuando ambos me hacen infinitamente feliz.
—Yo...
Aslan tomó mi mano con su gran pata delantera y me miró, transmitiéndome todo su amor, calma y comprensión —No tienes que decidirlo ahora, querida.
Le asiento y después me voy.
(...)
Amor, tiempo, muerte.
Llegaré a casa. Degastada hasta los huesos. Llegaremos a casa. Porque sé que este amor es doloroso, tan difícil de extraerlo de éstas venas.
Me gustaría decirles algo que pueda explicar. Pero ya no hay más razones para luchar, para sufrir y algunas otras para amar.
Es hora de revelar todos mis secretos. Y esta vez seré totalmente honesta. Lo prometo.
Intento mantenerme concentrada en la cara adolorida de mi soberbia familia. No necesito la mentira perfecta para saber todos los sentimientos que están reprimiendo ahora.
—Narnia pertenece a los narnianos tanto como a los humanos. Los telmarinos que quieran quedarse y vivir en paz serán bienvenidos.
—Pero para los que lo deseen, Aslan los podrá regresar al lugar de sus ancestros— completé por mi hermano.
—Hace muchas generaciones que dejamos Telmar— interrumpió un telmarino.
—No nos referimos a Telmar. Sus ancestros fueron bandoleros del mar, piratas que encallaron en una isla. Ahí descubrieron una grieta, una rara cueva que los trajo aquí desde su mundo. El mismo mundo de nuestros reyes y reinas. Puedo regresarlos a esta misma isla es un buen lugar para los que deseen un nuevo inicio.
Silencio.
—Yo iré— miré al lord Glozelle —Yo aceptaré al oferta.
—Y nosotros— la esposa del difunto Miraz se ofreció, junto a su bebé y otro hombre.
—Por haber hablado primero. Su futuro en ese mundo será bueno.
Aslan suspiró profundo y el gran árbol que estaba casi a nuestras espaldas se comenzó a abrir, justo por la mitad. Dando acceso a una extraña entrada. Al cruzar por medio de los dos grandes troncos, desaparecieron, haciendo un escándalo en la multitud.
—Quisiera ir también— mi corazón palpitó con fuerza al escuchar la ronca voz del atractivo Stefan.
Durante la guerra, supe que estaba bien en varias ocasiones, trataba de no descuidarlo mucho.
Mis ojos se cristalizaron al darme cuenta de que no lo volvería a ver. Lo miré tratando de sonreírle, orgullosa. El chico caminó despacio hacia mí y puso sus manos atrás de mi nuca.
Sus grandes y brillantes ojos azules estaban apagados, poco a poco la prolongada situación en la que vivió todos estos años, sin padre o madre y viviendo en un lugar en el que no era feliz. Dios, él se merecía esto más que nadie.
—Pórtate bien, ¿quieres?— le sonreí mostrándole dos filas de perlados dientes.
Y después nos abrazamos. Tendría que aprender a vivir sin él. Y eso no me gustaba. Duramos unos segundos aferrándonos con fuerza al otro.
Finalmente el chico me soltó y se dio la vuelta sin decir un último adiós. Le agradeció a Aslan, se despidió de Caspian y luego se marchó.
Los murmullos y gritos de asombro continuaron.
—¡Como sabemos que no nos conduce a nuestra muerte!— gritó un hombre de la multitud.
—Señor si mi ejemplo puede servir de algo, escogeré a algunos ratones y los haré cruzar sin tardanza— le dice Reep.
Pero Aslan nos miró. Buscando una segunda opción.
—Es hora— dice Pet.
—¿Es hora?— le pregunta Ed.
—Se acabó. Nos vamos. Después de todo, aquí ya no nos necesitan más.
Peter le estaba entregando su espada a Caspian. Mi hermano se aferró a ella.
—La cuidaré hasta tu regreso.
—Ese es el problema. No volveremos— vi la forma rígida del rostro de Caspian. Sus ojos se abrieron y miraba hacia algún lugar.
—¿Ya no?— pregunta inocente Lucy.
—Ustedes dos sí. Al menos, creo que eso planea él.
—¿Por qué? ¿Han hecho algo malo?
—Todo lo contrario querida, pero todo tiene su tiempo. Tu hermano y tu hermana han aprendido todo lo que podían de este mundo. Ahora deben vivir en su mundo.
—Descuida Lu. No es como esperaba, pero es lo correcto. Un día lo entenderás.
—Que hay con ella— pregunta Caspian refiriéndose a mí. Todos me miraron incluido Aslan.
—Es su decisión.
Miré a Caspian reprimiendo las ganas de llorar. Sin esperar un segundo más me lancé a sus brazos, aplastándolo contra mi cuerpo. Quería decirle que todo estaba bien, pero tuve toda la noche de ayer para decidir y sigo sintiendo unas horrendas ganas de vomitar cada vez que pienso si mi decisión final es la correcta.
No iba a llorar, no quería que me recordara de esta forma porque no tenía idea de lo que pasaría.
Vi como los demás se despedían de nuestros amigos. Pero que dolorosa partida.
Caspian sólo me observó, con lágrimas en los ojos. Impotente. Frágil. Justo en este momento, no era el chico duro y valiente que conocí por tres años.
—Caspian— el pulso del chico se aceleró y me miró aún con más desesperación —Es hora de que vuelva a casa.
Sonrió melancólico —Sí. Lo entiendo.
He estado hasta el límite, así que dime algo que me gustaría oír. Hazme cambiar de opinión porque justo ahora esto que siento es lo correcto, yo lo sé. Por favor has que tus preciosos ojos cafés se queden junto a los míos toda la vida, en este lugar. En este mágico lugar.
Pegó su frente con la mía. Respiré profundo, tratando de eliminar el gran nudo en la garganta y el gigante agujero en mi estómago.
No tenía idea de que decir. De cuales palabras eran las correctas.
—Te amo— miré al chico apretando la mandíbula, no quería que jamás olvidara esto que estoy diciéndole —Eres lo único que me mantuvo con vida por mucho tiempo. Eres mi hermano.
—Yo también te amo Dory.
Los dos reímos. Quité el collar que un día me dieron para cuidarme y se lo entregué, él apretó su mano con fuerza. Protegerlo. Eso es lo que haría aún si yo no estoy más.
Y después me di la vuelta o no me iría.
Abracé a mi querido amigo enano, con palabras sencillas le agradecí todo lo que pude. Sonreí melancólica al ver como Lucy abraza a Q.A, despidiéndose.
—Me alegra haber venido— escucho que le dice Susan a Caspian.
—No fue suficiente el tiempo juntos.
—No habría funcionado lo nuestro.
—¿Por qué no?
—Porque soy mil trescientos años mayor que tú— logro sonreír por el comentario de Susan. Siento como una mano toca delicadamente con la mía y después yo misma las entrelazo.
Susan caminó un poco y después de pensárselo por unos segundos regresa y hace lo que todo este tiempo estuvo esperando. Finalmente besa a Caspian.
—¡Sí!— susurro emocionada al igual que el resto del pueblo. Y después se abrazan, increíblemente yo no podía borrar la gigante sonrisa de mi cara.
—Supongo que lo voy a entender cuando sea grande— Peter ríe por el comentario de Lucy.
—Soy más grande y no creo que lo quieras entender— hago cara de indignada al comentario de mi novio, por lo que los demás ríen.
Edmund me mira juguetón y me susurra un "te quiero'".
Al final de su abrazo, Susan lo mira y después camina hacia nosotros.
Miré todo y a todos, por última vez. Y sonreí antes de caminar hacia el gran tronco.
Me veía preciosa. Me sentía amada. Había tenido una vida llena de aventuras, peligro y romance. Y era hora de que el ciclo llegara a su fin.
Fui la última en cruzar.
Estaba sorprendida, no me había dado cuenta de cómo extrañaba esto. Los chicos traían puesto su uniforme de su colegio. Mientras que yo, lucía con el vestido, los guantes y el decorado en la cabeza, con el que los conocí. El magnífico día que los Pevensie llegaron a mi vida.
Había muchos jóvenes con el mismo uniforme y otras personas esperando el tren.
Esto era extraño. Diferente.
El tren se paró justo frente a nosotros y de él salieron personas, mientras otras entraban.
—¿Qué tu no vienes, Phyllis?— pregunta un chico que no había visto jamás.
Los chicos se miraron y comprendieron que tenían que recoger sus maletas. Giré hacia atrás donde sorprendentemente mi maleta café se encontraba.
No tenía idea de porque o que hacía allí, de hecho no tenía idea de que haría. Creo que en todos los años que estuve planeando esto, siempre quedaban cabos sueltos.
Edmund me miró y con su cabeza señaló el tren.
Tomé la pequeña maleta deprisa y subí al tren junto con mis amigos.
—¿No habrá algún modo de volver?— miré a Edmund confundida —Olvidé mi linterna en Narnia.
Los cinco reímos.
Así que es momento de apagar las luces y cerrar las puertas. Ahora lo sé.
Así que esta noche, dejémonos de hacernos daño.
Es hora de alejarme y continuar. Pero les prometo, que trataré de recordar la belleza colateral.
Ahora necesito otra historia.
Y porque no comenzar, con una nueva aventura. Otra mágica aventura.
IMPORTANTE.
Hola chicas. Escribir este capítulo realmente fue complicado y tengo que admitir que me hizo llorar.
En fin, comenten si quieren que continúe la historia con un tercer libro de la tercera peli o si lo mejor sería dejarla hasta aquí
Las QUIERO muchísimo, gracias por todo
XOXO