El Plan de la Azotea | Ariste...

By typingmarmog

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// Fake dating AU que sigue la línea básica de la novela // "Miré a mi amigo en la luz tenue del atardecer, s... More

1. La banca del parque
2. ¿Amigos?
3. Confesión
4. Moretones y raspones
5. ¿Te cae?
6. Como en la primaria
7. Agua de limón
8. De su mejilla
9. ¿Por y para quién?
10. Tan cerca
11. Valentía de ebrio
12. En la oscuridad
13. ¿El último?
14. Ardor de estómago
15. Helado de cereza y chocolate
16. Una mano diferente
17. Si no lo eres
18. La respuesta equivocada
19. La palabra con "J"
20. Labios
21. Momentos inesperados
22. La noche en el bosque
23. El color rojo
24. Sala de espera
26. Recuerdos
27. El tiempo que se agota
28. Impulso
29. Opuestos
30. Verdades y preguntas
31. Esconderse
32. Evento escolar
33. Enfermería
34. Chat
35. Noche estrellada
36. Segunda vez
37. Afuera del colegio
38. Entre palomitas y helado
39. Comenzar de nuevo
40. A la luz del sol
41. Llamada
42. Antes
43.El segundo plan de la azotea
Epílogo
EB: El beso del baño
Secuela: El Plan del Vestíbulo

25. El paso de las horas

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By typingmarmog

N/A IMPORTANTE: Hola! Hoy es April Fool's Day y en conmemoración hice una encuesta en mi Twitter (@yamuyneta ) preguntándoles si les gustaría que escribiera dos finales para este capítulo, uno real y uno falso, a lo que dijeron que sí (así que si no les gusta pues peléense entre ustedes lol)! En el capítulo del viernes les aclararé cuál es el verdadero. Espero que les guste.

Disclaimer: no tengo ningún estudio en medicina, así que lo descrito aquí no tiene ningún sustento médico ni científico, solo es con fines de entretenimiento.


Para el medio día, Temo ya estaba en terapia intensiva. Ninguno de nosotros sabía muy bien lo que aquello significaba pero mi primo nos explicó a grandes rasgos que era a dónde llevaban a los pacientes más críticos, lo cual no pintaba nada bien.

Los médicos nos habían dicho que solo podían pasar a verlo familiares directos y mayores de edad, por lo que el único que calificaba para entrar era Pancho.

Estuvo aproximádamente una hora ahí y cuando salió estaba hecho un mar de lágrimas de nuevo.

Yo había llamado a mi mamá la noche anterior, pero le era imposible trasladarse pues no teníamos coche y tampoco con quién dejar a Arqui, por lo que tendría que enfrentarme a lo de Temo yo sólo, al menos hasta que pasaran las primeras cuarenta y ocho horas y pudiéramos trasladarnos de regreso a Oaxaca.

Ese día pareció transcurrir muchísimo más lento de lo normal, como hacen siempre las cosas malas en la vida, y no pude evitar que mi mente se llenara de pensamientos negativos y que recordara los momentos con mi amigo con nostalgia, pero parecía que las lagrimas se me habían agotado porque por más triste que me sintiera ya ni siquiera podía llorar.

En algún punto mis primos regresaron al campamento por nuestras cosas y la camioneta de Pancho, por lo que al menos pudimos cambiarnos de ropa.

Diego y yo no interactuamos mucho más después de lo que me había dicho sobre él y mi amigo, lo cual probablemente quería decir que había notado que mi reacción no había sido la mejor, y aunque al principio estaba seguro de que lo que tenía que hacer era alejarme, ya no estaba tan seguro.

Pasó otra noche. Algunos se fueron a un hotel cercano, pero yo sabía que no iba a poder descansar estuviera donde estuviera, por lo que decidí quedarme en el hospital junto a Pancho y Julieta, moviéndome por las sillas para intentar encontrar una posición menos incómoda y dormir.

Me desperté como mínimo unas diez veces, sobresaltado por las pesadillas y con dolores diferentes cada hora. Sobra decir que en la mañana ya tenía las ojeras de un tono entre violeta y verde y mi piel y cabello estaban hechos un desastre, tenía el rostro grasoso y sucio mientras que mis rizos estaban muy enredados.

A las ocho ya estábamos todos levantados y muy conscientes de que quedaban aproximadamente quince horas para que dejaran de administrarle el sedante a Temo y viéramos cómo se encontraba. Yo estaba volviéndome loco de no poder verlo ya que cada vez que Pancho entraba a visitarlo, salía viéndose peor.

-¿Si les digo que soy su novio no creen que sirva de algo?-pregunté una hora después, pasando mis dedos entre mis rizos con frustración.

-No eres familiar, Ari.-me contestó Julieta con un tono de lamento.-No se puede.

Yo bajé la mirada a mis pies, apretando la mandíbula. Sabía que las reglas existían por una razón lógica, pero en ese momento no me importó en lo más mínimo y las odié con toda mi alma.

-Déjame ver qué puedo hacer.-dijo de pronto Robert, que había regresado del hotel con los niños, y yo asentí.

Él era doctor, él sabía cómo funcionaba un hospital, y saber que iba a intentar hacer algo me devolvió un poco de esperanza.

En lo que mi primo se fue, yo me dediqué a mirar a los hermanos de Temo. Ambos parecían muy preocupados, se notaba que habían estado llorando; muchas veces los adultos piensan que los niños por ser pequeños no entienden lo que sucede a su alrededor, pero yo digo que no les dan el crédito que se merecen.

Le preguntaban a Pancho por el estado de su hermano mayor y asentían con expresiones consternadas cuando les contestaba, sufriendo en silencio y algo confundidos, pero sufriendo al fin y al cabo.

De pronto Robert regresó a la sala de espera y me hizo una seña para que me acercara con discreción.

Tomó mi hombro y se inclinó hacia mí para hablar en voz baja.

-Hablé con las enfermeras del piso y me llevaron con el doctor en turno.-dijo.-Puedes entrar en un ratito, pero solo va a ser una hora.

Mi expresión se transformó de inmediato, abrí los ojos y me enderecé inconscientemente.

-¿En serio?

-Sí, ahorita va a venir la jefa de las enfermeras para llevarte, nada más intenta pasar desapercibido.-me aconsejó él, y en cuanto terminó, lo estreché contra mí.

-Gracias.-susurré.-De verdad, muchísimas gracias.

-De nada.-contestó Robert, devolviéndome el abrazo.-Pero Ari... Recuerda que Temo se va a ver muy mal, va a tener cables y tubos por todos lados, la cara raspada, una venda en la cabeza...

Yo asentí, comenzando a imaginármelo como lo describía y sintiendo una presión en el pecho a consecuencia.

Volvimos a sentarnos a esperar. Pasó otra hora, ya eran las diez y la enfermera no salía, yo comencé a desesperarme, a pensar que tal vez no iba a poder cumplir con su palabra, pero quince minutos después una mujer bajita y de cabello oscuro le hizo señas a Robert, el cual me indició que me parara y la siguiera, lo cual hice.

La enfermera me repitió lo que mi primo había dicho, y yo escuché atentamente y le aseguré que iba a esforzarme por ser lo más invisible que pudiera.

Subimos a un elevador y luego caminamos por varios pasillos, dando un par de vueltas hasta que finalmente llegamos a la puerta correcta.

Entré con pasos lentos, aguantando la respiración sin darme cuenta y la enfermera cerró la puerta detrás de mí.

Temo estaba acostado en la cama de hospital con los ojos cerrados; su pecho subía y bajaba con delicadeza al ritmo del monitor cardiaco. A primera vista, uno pensaría que solo dormía profundamente, pero bastaba un segundo para que te dieras cuenta de que no era así.

Me acerqué a él y miré la venda que rodeaba su cabeza y que provocaba que su cabello ondulado saliera disparado hacia arriba en mechones desordenados. Luego mis ojos bajaron a su rostro con cuidado, como si mirarlo con demasiada intensidad pudiera dañarlo de alguna forma; tenía un moretón en el pómulo izquierdo y un raspón que se había puesto entre rojo y marrón que seguro se había hecho golpéandose contra alguna roca.

Tenía el brazo enyesado doblado contra su torso, mientras que el otro descansaba sobre el colchón con la palma hacia arriba pues en ese antebrazo le habían colocado la intravenosa por la cual le administraban sus medicamentos, entre los cuales estaba el sedante que lo mantenía dormido.

Estuve observándolo por un minuto, parado frente a él sin saber qué hacer, ¿debía hablarle? eso es lo que siempre lo hacían en las películas, ¿podía tocarlo? ¿lo lastimaría de algún modo?

Terminé por sentarme en la orilla de la cama con cuidado de no acercarme demasiado y antes de darme cuenta ya había tomado su mano. Me dediqué a examinar sus dedos largos y cubiertos de vello delgado, uno de los cuales tenía ese aparato que indicaba su ritmo cardiaco, pues era mucho más sencillo que ver su rostro herido.

Estando ahí me di cuenta de por qué Pancho había salido llorando tantas veces, Temo parecía Temo pero no lo era, solo estaba su cuerpo magullado en una cama, mientras que su alma, lo que todos adorábamos realmente de él, se encontraba en otra parte, quizás soñando en un mundo donde no la gente cruel que había sido capaz de hacerle eso no existía.

Pasaron algunos minutos y finalmente me armé de valor para volver a mirar su rostro. Decidí concentrarme en las partes que no habían sido heridas, como sus pestañas largas y ligeramente rizadas, o el hecho de que ya le había crecido un poco la barba y el bigote, y no pude evitar sonreír con tristeza al imaginármelo quejándose de tener que afeitarse tan seguido.

Un nudo se formó en mi garganta al visualizarlo así, con el ceño fruncido y pasando la mano por su mandíbula, y supe que si quería hablarle tenía que ser en ese momento.

-Temocles...-comencé con la voz ligeramente entrecortada, y luego solté un sonido entre carraspeo y carcajada para intentar tranquilizarme.-Ay... ya te vi riéndote de mí por hablar sólo.

EMPIEZA FINAL 1:

Sostuve su mano, pasando mis dedos debajo de sus nudillos y comenzando a acariciar su palma con mi pulgar.

-Pero la neta ahorita no me importa hacer el ridículo.-seguí mientras miraba como su piel cambiaba de color con mi contacto.-Porque te tengo que decir algo muy importante.

Subí la mirada a sus parpados cerrados y suspiré profundamente.

-Mira, ya sé que me pediste que no le contara a Diego del beso porque decidiste darle una oportunidad.-confesé, frunciendo el ceño ligeramente.-Y también sé que si fuera un buen amigo, estaría feliz por ti, porque hayas encontrado a alguien que te corresponde como te mereces, pero no puedo, Temo.

Me acomodé en la cama acercándome más a él, poniendo su mano en mi regazo y acariciándola con cuidado.

-Porque aunque pasé mucho tiempo haciéndome pendejo y convenciéndome a mí mismo de que lo que siento por ti es simple cariño de amigos, por fin me di cuenta de que no es así.-dije, sintiendo como mis ojos comenzaban a arder.-Ya sé que me tardé un chingo y que te hice sufrir por eso, pero tenía miedo de lo que significa quererte como más que a un amigo.

Bajé la mirada a nuestras manos unidas mientras sentía que una lagrima resbalaba por mi mejilla, la primera en varias horas.

-La verdad todavía tengo miedo. Soy un cobarde, Temo.-anuncié en el momento en que una lagrima caía sobre mi dedo.-Y por eso necesito que despiertes cuando se acabe el tiempo; para que sigamos con esta lucha, para que me ayudes a ser más valiente.

Mi voz se rompió de nuevo y un sollozo escapó mi garganta antes de que pudiera detenerlo. Saberlo, pensarlo y decirlo en voz alta eran tres cosas completamente diferentes.

-Y si no le hubieras dicho nada a Diego, para que escucharas que estoy enamorado de ti.-dije, rindiéndome al impulso de recostarme a su lado apoyado en mi costado, con mi rostro a la altura de su cuello.-Pero sé que no puedo hacerte eso, no puedo volver a confundirte, así que sobre todo necesito que despiertes para que seas feliz, aunque eso signifique perderte.

Doblé su brazo para ponerlo sobre su pecho, y quedar con mi torso contra su costado, entrelazando nuestros dedos y apretando. Respiré contra su cuello, inhalando lo que pensé que sería el olor característico de Temo a loción floral, pero encontrándome con un aroma a desinfectante en su lugar.

Con mi mano libre acaricié la mejilla del castaño lentamente, como si de un momento a otro pudiera despertar. Besé su sien y me acomodé a su lado, cerrando los ojos.

Me quedé dormido con lagrimas secas en mi piel y el pitido del monitor cardiaco metiéndose en mis sueños.

EMPIEZA FINAL 2:

Me levanté de la cama y caminé hacia la cabecera para quedar más cerca de él, volviendo a sentarme en el colchón pero ahora con nuestros costados presionados el uno contra el otro como en el baño de aquella fiesta donde nos habíamos besado por primera vez.

-Necesito decirte esto antes de que me arrepienta, ¿sí?-dije con un suspiro, concentrando mi mirada en la pared blanca frente a nosotros.-Temo... todo este tiempo pensé que el que te estaba ayudando era yo...

Cerré los ojos por un momento y me concentré en encontrar las palabras correctas, como si aquello pudiera influir en algo.

-Pero no es cierto. Tú fuiste quien llegó a poner mi vida de cabeza, a hacerme compañía, a quererme como soy.-seguí, esbozando media sonrisa sin poder evitarlo.-Si crees que soy un desmadre ahorita, me hubieras visto antes de que llegaras.

Volteé a ver su rostro inconscientemente como esperando ver una sonrisa en él, y cuando no lo hice, simplemente tomé su mano y la sostuve entre las mías con cuidado, sintiendo su piel entibiarse poco a poco.

-Y sé que lo que tendría que hacer es apartarme y dejar que seas feliz con Diego, con la persona que siempre ha estado aquí para ti, la que siempre ha tenido claro lo que siente y la que no te ha hecho que pases tu tiempo llorando por ella.-dije, sintiendo como se me hacía un nudo en el estómago por los nervios.-Pero por más que quiero no puedo, Temo.

Liberé una de mis manos para tomar su rostro con suavidad, acariciando su pómulo sano con mi pulgar.

-Porque sé que no serías feliz con él. He visto como lo miras y como me miras a mí, y esos ojitos que tienes no mienten.-anuncié, pasando mi dedo por sus pestañas lentamente.-Y también estoy consciente de que te hice sufrir todo este tiempo por no saber quien era, pero las cosas cambiaron; tú las cambiaste.

Me acerqué a su oído con los ojos entrecerrados y apreté sus dedos, intentando tomar valor de su contacto para que las palabras salieran de mí. Saberlo, pensarlo y decirlo eran tres cosas diferentes.

-Por eso necesito que despiertes cuando se acabe el tiempo. Para que sigamos con nuestra lucha, para que me ayudes a ser más valiente...-susurré con mi nariz rozando su oreja, mandando un montón de escalofríos por mi cuerpo mientras una lagrima se escapaba de mis ojos.-Pero sobre todo para que escuches que estoy enamorado de ti.

La habitación se vio sumergida en un silencio que hizo que mi corazón se acelerara. Ahí estaba, lo había dicho, era libre. Estaba enamorado de Temo.

Me acerqué a besar su frente con más lagrimas comenzando a resbalarse por mis mejillas, porque de pronto me di cuenta de que si no despertaba, esa sería la única vez que lo escucharía, y tan solo considerar la idea hacía que comenzara a dolerme el pecho.

Mis labios chocaron con su frente y yo cerré los ojos, disfrutando de sentir la calidez de su piel mientras le rogaba al cielo que esa no fuera la última vez que lo besara.

Estaba a punto de recostarme a su lado cuando de repente algo me detuvo.

El sonido del monitor cardiaco había cambiado, ya no marchaba con regularidad como antes, sino que los pitidos se escuchaban demasiado rápido. Apenas había comenzado a asimilar lo que eso significaba cuando alguien abrió la puerta con una expresión aterrada.

Algo no estaba bien con Temo.

N/A: Hagan sus apuestas, ¿cuál creen que es el final real? ¿cuál les gustaría que fuera el verdadero?

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