2. ¿Amigos?

11.9K 992 408
                                    

Pasaron semanas enteras y no supe nada de mí mejor amigo. Me mantuve ocupado, me distraje con lecciones de manejar de mi tía Blanca, haciendo videos en vivo para mis seguidores, cuidando a mi hermano; pero por más que lo intenté, no pude sacarme a Temo de la cabeza.

Estaba volviéndome loco pensando en sus bromas, en la forma en que sonreía, en cómo me ayudaba a enfrentar mis problemas y lo seguro que me hacía sentir cuando me abrazaba, porque los mejores amigos piensan en eso, ¿no?

Pero otra parte de mi mente no me dejaba olvidar su expresión en el parque cuando le dije que no le correspondía, que no lo quería de la misma forma; una expresión tan herida y enfadada que no quería volver a ver en él jamás.

Me obligué a mí mismo a no contactarlo, pero todo se fue al carajo cuando lo vi en la escuela días después.

Ya era hora de la salida y yo estaba en entrenamiento de básquetbol cuando vi a Temo caminando por el patio. Nuestras miradas se encontraron y él comenzó a alejarse de inmediato. Antes de pensármelo bien y recordar todas las razones por las cuales debía mantener mi distancia, ya estaba persiguiéndolo y llamándolo por la explanada:

-Temo, Temo, Temo.-dije.-Aguanta.

Él se dió por vencido, se detuvo y se dio la vuelta para encararme.

-¿Qué pasó?-respondió secamente, sin parecer molesto o contento, sino algo peor: indiferente.

-Mira, sé que necesitas tu espacio pero tampoco tienes que hacer como si no existiera.-le dije, rogándole con la mirada.-Eres mi mejor amigo, ¿no?

Él frunció los labios y asintió con la cabeza, evidentemente molesto.

-Y tú el mío.

-Pues ahí está, vamos a la misma escuela, vivimos hasta en el mismo edificio.-le contesté, encogiéndome de hombros.-La neta sí me duele que estemos alejados.

-A mí también.-dijo Temo, y aunque era lo que quería escuchar, en su expresión aún estaba ese dolor que le había causado al rechazarlo.

-Mira, podemos seguir siendo amigos, ¿sabes?-le dije, juntando las cejas.-Las cosas no tienen por qué cambiar.

Mi amigo se quedó en silencio, lo miré a la expectativa de que me respondiera pero no lo hizo.

-La neta nunca quise lastimarte o confundirte.-seguí, mordiéndome el labio por un segundo.-Y lo que menos quiero es que te sientas rechazado, al contrario, voy a apoyarte en todo como siempre.

Temo me miró con una expresión extraña, como si se hubiera suavizado con mis palabras, y comenzó a caminar hacia un banca a su izquierda.

-Aceptarme no ha sido fácil, Aristóteles.-me dijo, mientras se sentaba.-En estas semanas he estado viendo películas, he estado leyendo, y entendí que la aceptación comienza por uno mismo.

-Bien dicho.-le respondí sin poder evitar sonreír a medias con orgullo, al escucharlo más seguro de sí mismo.

-Y también acepto que me hace falta mi amigo Aristóteles.-continuó, y sentí que mi corazón daba un salto al escucharlo.

-Pues es que aquí estoy, y estaré siempre, Temo.-le respondí, con mi sonrisa ensanchándose, pero aguantando las ganas de tomar su brazo.-Y... han sido días muy gachos al no saber nada de ti.

-Sí, pero me han servido para tomar fuerza y decidirme a actuar.-me explicó, con un tono seguro.-Ari, le voy a decir a mi papá que soy gay.

Lo miré por un segundo, sin saber cuál era una respuesta pertinente, pero él siguió hablando antes de que pudiera intervenir:

El Plan de la Azotea | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora