32. Evento escolar

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N/A: Éste capítulo es mucho más largo de lo normal porque les prometí en Twitter que si ganábamos contra las vecinas les iba a dar cap de 2500 palabras, y éste casi llega a las 3000. Espero que les guste!

Esperar a que Temo y Diego llegaran de la esquina hasta la puerta de la escuela fue eterna y efímera al mismo tiempo. Me pasaron cientos de cosas por la cabeza y a la vez solo una: "¿Qué chingados está haciendo él aquí?".

Se suponía que ese día iba a ser para Temo y para mí, para que recuperáramos el pedazo de nuestra amistad que el plan de la azotea nos había robado, para pasar tiempo juntos sin preocuparnos de nada, y sin embargo ahí estaba una de las pocas personas que me hacía verdaderamente miserable caminando con el chico del que estaba enamorado, tocándolo como si le perteneciera.

Era inevitable. Mi estómago se incendió en un instante.

La maldita sonrisa de satisfacción de Diego hacía que me entraran unas ganas enormes de partirle la cara, pero tuve que reprimir mi impulso encajando mis uñas en las palmas de las manos y apretando la mandíbula.

-Hola.-dijo Temo en voz baja una vez que se acercaron.

-Temo...-dije con media sonrisa falsa.-Diego.

-Hola Aristóteles.-me saludó el chico de ojos verdes, moviendo su mano por el costado de mi amigo lentamente.

Nos quedamos en silencio unos segundos, dejando que el ambiente se cargara de tensión y compartiendo miradas indescifrables. Temo parecía verdaderamente incómodo, sus hombros estaban rígidos y se pasaba la lengua por los labios cada pocos segundos como siempre que estaba nervioso.

-Pues hay que entrar ¿no?-dije finalmente, girándome en dirección a la escuela, a lo que los otros contestaron afirmativamente.

Pasamos al dar el nombre de Carla, y cuando nos aventuramos dentro de la escuela me di cuenta de que no había entendido la magnitud de sus palabras cuando había dicho que era una escuela para niños ricos. El lugar era espectacular.

Lo primero que vimos fue un patio grande que tenía marcadas canchas de fútbol y básquet pero que en ese momento estaba ocupado por cientos de sillas que apuntaban a una tarima que estaba siendo usada como escenario.

Había puestos de comida por todas partes, juegos mecánicos como si fuera una feria, y estaba lleno de chicos que definitivamente iban mejor vestidos que nosotros y cuya ropa era demasiado cara para ir a una feria escolar.

Los primeros minutos nos dedicamos a observar a nuestro alrededor, asimilando las opciones que teníamos, para luego decidir que la mejor idea era buscar algo de beber pues hacía mucho calor. Estaba a punto de ofrecerme como voluntario para ir a buscar algún lugar donde vendieran refrescos cuando Temo se me adelantó:

-Yo voy.-dijo, dando un paso de costado, provocando que Diego lo soltara.

-Te acompaño.-sugirió su novio, caminando en la misma dirección.

-No, de verdad. No te preocupes.-insistió mi amigo quitándole importancia con una sacudida de mano.-Voy rápido. Mejor ve checando si te quieres subir a algún juego.

Y se alejó con pasos rápidos, no sin antes voltear sobre su hombro y vernos a los dos con una expresión atemorizada  por un segundo.

Observé a Diego con detenimiento, intentando entender qué es lo que le veía mi amigo, pero no podía encontrarle ni medio cabello atractivo en toda la cabeza.

-¿Qué haces aquí?-le espeté finalmente, cruzándome de brazos.

Él me dirigió una mirada divertida y se acomodó el cuello de la camisa que llevaba, enarcando la ceja.

El Plan de la Azotea | AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora