El Plan de la Azotea | Ariste...

De typingmarmog

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// Fake dating AU que sigue la línea básica de la novela // "Miré a mi amigo en la luz tenue del atardecer, s... Mai multe

1. La banca del parque
2. ¿Amigos?
3. Confesión
4. Moretones y raspones
5. ¿Te cae?
6. Como en la primaria
7. Agua de limón
8. De su mejilla
9. ¿Por y para quién?
10. Tan cerca
11. Valentía de ebrio
12. En la oscuridad
14. Ardor de estómago
15. Helado de cereza y chocolate
16. Una mano diferente
17. Si no lo eres
18. La respuesta equivocada
19. La palabra con "J"
20. Labios
21. Momentos inesperados
22. La noche en el bosque
23. El color rojo
24. Sala de espera
25. El paso de las horas
26. Recuerdos
27. El tiempo que se agota
28. Impulso
29. Opuestos
30. Verdades y preguntas
31. Esconderse
32. Evento escolar
33. Enfermería
34. Chat
35. Noche estrellada
36. Segunda vez
37. Afuera del colegio
38. Entre palomitas y helado
39. Comenzar de nuevo
40. A la luz del sol
41. Llamada
42. Antes
43.El segundo plan de la azotea
Epílogo
EB: El beso del baño
Secuela: El Plan del Vestíbulo

13. ¿El último?

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De typingmarmog

A la mañana siguiente yo iba en una camioneta con mis primos, camino al edificio Córcega para juntarnos con el resto de la familia para la primera comunión de David.

Tenía unas ojeras enormes por la falta de sueño, pero ni siquiera tenía tiempo para preocuparme por ello porque estaba demasiado ocupado pensando en lo que haría cuando viera a Temo y pudiera hablar con él a solas.

Estaba aterrado de lo que significaba lo que estaba sintiendo, porque de pronto descartarlo como algo que sienten todos por sus mejores amigos comenzaba a parecerme poco acertado, sin embargo tampoco estaba seguro de que significara algo más, porque yo no era gay, y entonces eso quería decir que todos mis sentimientos se debían a algo más, ¿verdad?

Llegamos al edificio y entramos al departamento de mis tíos Blanca y Eugenio, donde ya estaba la mayoría de los invitados, exceptuando a los López.

Conversé un rato con mi mamá y mis sobrinos, que por suerte no preguntaron por mi supuesto novio, porque no tenía ganas de mentirles en ese momento.

Unos minutos después Temo entró por la puerta, y aunque nos sonrió a todos había algo extraño en su mirada.

-Mírate, ¿Quién te vería tan galán?-le dije como saludo, poniendo mi mano en su espalda e intentando tratarlo como siempre.

Él volvió a sonreír, pero antes de poder contestarme mi abuela nos interrumpió:

-Ah no, eso sí que no.-dijo con un tono ponzoñoso.-Este es un evento religioso y no voy a permitir que ustedes vayan juntos sabiendo lo que todos ya sabemos.

-A ver abuelita, Ari es tío de David y Temo fue invitado por nosotros.-intervino Juan Pablo con un tono imponente.

Yo tomé el brazo de mi novio falso en un intento de reconfortarlo aunque su padre ya lo abrazaba de modo protector.

-Las parejas no deberían atentar contra las buenas costumbres.-contestó mi abuela apuntándonos con el dedo índice a forma de amenaza.-A Airstóteles lo dejamos estar aquí porque es familia, pero a ese muchachito no lo quiero aquí.

-Dísculpeme doña Imelda pero éste es un evento de mi hijo y yo sí quiero que tanto Temo como Aristóteles estén aquí.-interrumpió Julieta antes de que yo pudiera decir todo lo que se me pasaba por la cabeza.

Volteé a ver a mi amigo y me encontré con una expresión herida, llena de dolor en la mirada.

-Pues si ellos van a estar, yo no.-anunció mi abuela, y en es momento supe que todo estaba punto de irse al diablo, porque aunque parecía que la mayoría de mi familia pensaba a nuestro favor, sabía que no iban a dejar que mi sobrino estuviera sin ella en un día como ese.

Temo se soltó de mi agarre y del de su padre y salió corriendo. Mi mente comenzó a trabajar a toda velocidad, intentando averiguar si sería una mejor idea seguirlo para hacerlo sentir mejor o quedarme para enseñarle a mi abuela que no iba a conseguir que yo me doblegara ante ella.

Pancho y yo nos miramos como decidiendo quién debía ir a ayudarlo, pero él salió detrás de mi amigo antes de que pudiera decir nada por lo que opté por la segunda opción, ya que sabía que mi amigo entendería que enfrentarme a mi familia era parte de nuestra lucha, y porque sabía que su padre podría reconfortarlo.

Julieta comenzó a reclamarle a mi abuela mientras que mi madre se acercó a mí para abrazarme. Mis emociones comenzaron a mezclarse, sentía enojo contra mi familia, impotencia por Temo y miedo por alguna razón que me era desconocida pero que comenzó a llenar mis ojos de lágrimas, ¿cómo era posible que pensara de esa forma? ¿si yo fuera gay realmente me tratarían así?

-Pues entonces hagan lo que les dé la gana.-dijo ella acercándose al sofá para sentarse después de la discusión con Julieta, Blanca, mi mamá y Juan Pablo.-Yo me quedo.

-No, abuelita. Yo quiero que vayas a mi primera comunión.-le pidió David, tomando su mano con un tono arrepentido.

Tampoco quería que otros sufrieran por la intolerancia de mi familia, así que me solté del brazo de mi mamá y caminé hacia ellos aguantando las lágrimas que amenazaban con resbalarse por mis mejillas y en su lugar poniendo la expresión más asqueada que pude para espetarle:

-Ve, abuela. Ya lograste lo que querías, Temo no va.

~~~

Pasaron un par de horas y con ellas la misa y la comida de David. Aún estaba muy enfadado y no podía sacarme a mi amigo de la cabeza, así que aunque pensaba que sería bueno darle espacio le mandé un mensaje:

De: Ari

Cómo estás?

Pasaron unos segundos y vi que junto a su nombre aparecía la palabra escribiendo, así que esperé a que me contestara sin despegar la mirada de la pantalla.

De: Temocles

¿Puedes venir a mi depa?

Mi corazón dio un salto. Era la primera vez que íbamos a estar a solas desde lo sucedido en la fiesta y no estaba seguro de lo que iba a decirle, ni si quería discutirlo, pero tampoco iba a negarme, así que en lugar de responderle con otro mensaje salí del departamento de mi tía Blanca y toqué en la puerta de enfrente antes de poder pensármelo dos veces.

Me quedé ahí por unos segundos, los cuales me parecieron eternos y efímeros al mismo tiempo, hasta que él abrió la puerta.

Tal como temía, Temo tenía los ojos y la nariz roja, además de la piel húmeda de sus mejillas que delataba que había estado llorando, lo cual hizo que una oleada de culpa y vergüenza me invadiera; porque mi familia lo había llevado a eso, a sentirse así de mal, así que en cuanto entré y él cerró la puerta, me rendí a mis impulsos y lo jalé hacia mí para apretar su espalda con mis brazos.

Temo dudó un momento pero después llevó sus manos sobre mis hombros y puso su cabeza en mi clavicula, dejando su nuca contra mi nariz. Pensé que su cabello olía bien, como a toronja y frambuesa, y noté que ya no llevaba el traje de la primera comunión, sino que se había cambiado a una playera naranja muy suave y a un par de pantalones deportivos.

Pasé mi mano por su columna, tal como había hecho la noche anterior en aquel baño, y comencé a sentir esa extraña calidez en mi estómago que solo llegaba cuando estaba con él, pero una alarma se encendió en mi cabeza: no sabía por qué ni como, pero ese abrazo parecía diferente a los demás, como si significara algo distinto para nosotros, la pregunta era ¿qué?

Sentí que él también pasaba sus dedos por mis omóplatos y cambiaba su cabeza de lugar para dejar su nariz contra mi hombro, y la calidez comenzó a aumentar hasta subir a mi pecho.

-¿Estás bien?-le pregunté, sin atreverme a aumentar mi voz a más que un susurro, como si aquello pudiera romper el momento.

-Voy a estarlo.-contestó con su boca contra mi camisa.-Pero antes te tengo que decir algo.

Nos separamos poco a poco y finalmente ambos regresamos las manos a los costados.

-Dime.-respondí, analizando su expresión, que era de entre tristeza y temor.-Por favor.

-Me voy a regresar a Toluca.-dijo, bajando el rostro.-Hoy.

Y entonces entendí por qué ese abrazo se había sentido diferente: porque era uno de despedida.

-¿Qué?-pregunté, con mi cerebro trabajando más rápido que mi boca.-Pero, ¿por qué?

-Es demasiado, Ari.-se lamentó mi amigo con la voz rota.-Ya no puedo estar aquí.

-No puedes irte así nada más, Temo.-dije, sintiendo como las lagrimas se arremolinaban en mis ojos.-Todavía no cumplimos nuestra misión.

De pronto la expresión del moreno cambió a una ofendida.

-¿Es neta?-espetó ya con las mejillas mojadas.-¿Esa es la única razón por la que no quieres que me vaya?

-¡Claro que no!

-¿Y entonces?-me preguntó, enojado.-¿Por qué debería quedarme en un lugar donde mis compañeros de la escuela me molestan, donde la familia de mi... mejor amigo me odia y donde mi propio hermano no soporta ni tocarme?

Yo me quedé callado. Quería decirle muchas cosas y al mismo tiempo no estaba seguro si era lo correcto, ¿estaba siendo egoísta al desear que se quedara o podía decirle lo mucho que significaba para mí y rogarle que no se fuera?

-Porque eres de las personas que más me importan, y no quiero quedarme sólo.-dije, bajando la mirada.

-Perdón, Ari, pero no puedo quedarme por eso.-contestó Temo con tristeza.-Después de todo lo que ha pasado no es suficiente.

-Pero yo te voy a ayudar.-afirmé, sacudiendo la cabeza.-Nadie va a volver a hacerte nada mientras yo esté contigo, ¿okey?

-No necesito un guardaespaldas, Aristóteles.-dijo, limpiándose las lágrimas de las mejillas.-Necesito estar en un lugar donde me quieran.

Yo quería su cercanía, hacerle saber que hablaba en serio, así que antes de considerar si era buena idea o no, di un paso hacia él y nuestros torsos quedaron a un par de centímetros de tocarse.

La calidez que sentía en mi estómago y en el pecho se extendió a todo mi cuerpo y pensé que estaba perdiendo el control.

-Yo te quiero, Temo.-le anuncié con toda honestidad, clavando mis ojos en los suyos.-Como nunca he querido a nadie, y no puedo dejar que te vayas.

Él me miró con una combinación de confusión y miedo y luego puso una mano en mi hombro como si él también necesitara tenerme cerca.

Limpié una lagrima de su mejilla con mi pulgar, igual que había hecho días antes en la escuela, y dejé mi mano ahí, contra la piel húmeda de su rostro. Parecía tan frágil y pequeño, y me dije que costara lo que costara no iba a dejar que nadie lo dañara de nuevo.

De pronto nuestros rostros estaban acercándose y mis ojos se cerraron sin mi permiso como si mi cuerpo quisiera besarlo, pero eso no tenía sentido porque yo no era gay.

En ese instante, con su respiración chocando contra la mía, me di cuenta de que ese beso iba a significar mucho más que el anterior, pero no tuve oportunidad de averiguarlo, porque de pronto se abrió la puerta del departamento, que estaba a unos metros a nuestra izquierda y escuché la voz de Pancho.

Nos separamos de inmediato y volteamos hacia la entrada con sorpresa para encontrarnos con su papá acompañado de un chico castaño que exclamó:

-¡Cuauhtémoc!

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