"ESTÚPIDO MIEDO, ESTÚPIDO ÉL"
Estoy segura de que me veía tan imponente como me sentía emocionalmente. Los vi a los cuatro, todos habían crecido, las facciones de Peter se veían más grandes, al igual que las de Susan. Lucy se veía tan adorable como siempre, pero se notaba su crecimiento y Edmund.
No podía ni si quiera pronunciar su nombre sin que el alma entera me retumbara. También había crecido bastante, ya no era el niño pequeño que vi por primera vez, pero tampoco el hombre adulto que vi por última vez.
Mi casi impecable vestido blaco me portaba confianza, valentía y belleza. A pesar de ser, sólo un pedazo de tela bien fabricado.
La serenidad y calma de mis facciones realmente me austaba. Me atrevo a decir, que desde hace muchos años no me veía tan despreocupada, pero ¡por Dios! estaba explotando gracias a un millón de emociones.
El enano hizo una reverencia a lo cual solo lo miré -Majestad.
-Bienvenidos, reyes y reinas de Narnia- dije calmada. Como si verlos no me hubiera afectado en lo más mínimo, aunque esto por supuesto, había puesto mi patética vida de cabeza.
Susan, Peter y Lucy me veían con una enorme sonrisa, se les notaba a kilómetros lo felices que estaban por verme. Y luego estaba él... sus ojos estaban cristalizados mientras me veía hipnotizado.
Vi como Lucy se iba a acercar a mí, involuntariamente di un paso atrás. La niña cambió su sonrisa a una de tristeza y confusión. Mi corazón palpitó más rápido y reprimí las ganas de quebrarme ahí mismo.
-Hemos estado esperando su llegada- les dije lento y con el semblante rígido -Me temo que no hay tiempo que perder.
(...)
Las aguas cristalinas se veían preciosas, el lugar era precioso. Hemos estado en un pequeño bote desde hace un rato.
Todos estábamos en silencio, al menos yo no tenía deseos de hablar.
Me alejé lo más posible de los Pevensie, no quería ver a ninguno a la cara. Pues no tengo idea de que decir o hacer, ¿Debí correr a los brazos de los hermanos en cuánto los vi? No, no creo que eso haya sido lo apropiado.
-Que quietos están- dijo la menor refiriéndose a los árboles.
-Son árboles ¿Qué esperabas?- le contesta cortante el enano .
-Solían danzar.
-Poco después de que se fueron los telmarinos nos invadieron. Los sobrevivientes se ocultaron en el bosque. Y los árboles ellos... se sumieron en un sueño profundo del que no han vuelto a despertar.
-No lo entiendo. ¿Aslan dejó que esto pasara?
-¿Aslan? Nos abandonó al mismo tiempo que ustedes- todos lo miramos, era cierto, jamás volví a ver a Aslan, aunque me ayudó eso lo sé. No entiendo cuáles fueron sus motivos ni porque me dejó aquí adentro.
Sentí la miradas de los hermano en mí, pero como era de esperarse... ni si quiera los miré.
-No quisimos abandonarlos- dijo Peter melancólico.
-Pero eso no cambia las cosas ¿O sí?
-Llévanos con los narnianos. Eso sí.
Miré a Edmund a pesar de que intentaba no hacerlo y se veía tan... en ese instante recordé la fuerza con la que lo amaba. Y como el perderlo me hizo añicos. No sé lo que pasa por su cabeza, pero ahora no se encuentra en este mundo. Solo desearía que... mi corazón no palpitara tan fuerte cada vez que lo veo.
Navegamos por el río hasta que por fin el camino concluyó. Peter me extendió su mano para ayudarme a bajar del bote y solo la miré. Como podía hacerme esto, se va y cuando regresa cree que las cosas serán como antes. Lo miré y lo ignoré olímpicamente, no quería su ayuda para bajar del bote. Sin embargo, les ayudé a arrastrarlo hasta la orilla del mar.
-Hola, ¿Qué tal?- giré, Lucy estaba hablando con un gran oso, ay no -No te asustes. Somos amigos.
Vi como el oso se acercaba sin saber controlarse, esto es lo que pasa cuando telmarinos nos invaden.
-¡Lucy aléjate del oso!- le grité asustada.
-No se mueva majestad- dijo Trumpkin al mismo tiempo que yo.
Lucy ya estaba corriendo hacia nosotros con el oso atrás de ella. El animal no puede contenerse, en eso se convirtió, en un animal tan común como los que habitan en mi origen natal.
-¡Aléjate de inmediato!- le gritó Susan con el arco preparado, pero la pequeña no lo iba a lograr. Susan tendría que disparar y tenía la sensación de que no se atrevería.
La pequeña niña calló y el oso aprovechó para atacarla.
-¡Dispara Susan, dispara!- le gritó su hermano menor.
El grito de Lucy se mezcló con el rugido del oso. Antes de que pudiera hacerle un solo rasguño solté la flecha, acabando con el feroz animal.
Todos me miraron atónitos al darse cuenta de que fui yo quien mató al animal. Aunque no encontraba lo extraño después de todo eso es lo que hago, salvar a mis... amigos.
-¿Por qué el oso no se detuvo?- preguntó Susan.
-Creo que el hambre no lo dejó- le respondí. Compartí miradas con Trumpkin y nos acercamos al oso, me arrodille al lado del animal. Está muerto. Los demás se acercaron con su hermana que estaba temblando del miedo.
-Era salvaje- comenta sorprendido Edmund.
-Creo que ya no era inteligente.
-Cuando te tratan como un animal en eso te conviertes. Nada es como lo recuerdan, Narnia es mucho más salvaje- el enano me miró y yo le asentí. Metió su cuchillo en el animal para sacar cosas aprovechables.
-Gracias- susurró la pequeña. Vi en sus ojos la bondad e inocencia que la destacaban de cualquier persona en ambos mundos. Y finalmente mi corazón se ablandó, la miré sintiendo los ojos cristalizados.
Tragué duro y pestañee pensando que decir -No dejaría que te hicieran daño, Lu.
Y luego miré a Edmund. Él estaba aquí, desee por tantos años que esto pasara que ahora es como un sueño, no fue para nada como el día que tanto soñé su regreso, pues el paso del tiempo lo había cambiado todo. Lo había extrañado, extrañaba todo de él y no resistía aquella atormentadora sensación.
-Thalia...- se iba a acercar pero nuevamente lo impedí dando un paso atrás. Todos los años que pasamos juntos aquí en Narnia nos habían unido de una manera muy compatible. Sabía que estaba sufriendo, sufría al igual que yo.
No soporté la idea de estar vulnerable ante él, así que di la vuelta y hui, lejos.
Susan se acercó temerosa de mi rechazo después de media hora. Había estado sentada en una roca mirando el paisaje, llorando en silencio y armándome de valor para volver a verlo.
-Thalia... debemos seguir- asentí sin si quiera mirar a la chica.
Ellos me habían abandonado, se fueron sin mí y ese sentimiento jamás lo podriá superar, pero también necesito respuestas así que suspiro profundo.
-Susan- la chica volteó inmediatamente -¿Mis padres...?
La chica suspiró y se sentó a mi lado -Ellos están bien. Te quedarías en casa del profesor Kirke, no habría problema.
Suspiré aliviada, al menos esa parte de mi vida seguía como debería.
-Pasó un año Thalia- la miré, sabía a qué se refería. Suena tan loco -Cuando salimos y tú no... estuvimos buscando la manera de volver. Dejamos de intentarlo al darnos cuenta que tú destino era estar aquí. Aslan hace las cosas por algo. Y yo creo que Narnia te necesitaba más a que nosotros.
-Los primeros meses fueron terribles- me sinceré con ella. Necesitaba esto -Todo era una locura. Ayudaba a los narnianos que lograron salir de Cair Paravel.
Miré a otro lado intentando no llorar, honestamente se sentía bien hablar al respecto por fin.
-Cuando los narnianos estuvieron relativamente a salvo... ahí fue cuando todo se derrumbó. Le pedí a Aslan que me ayudara a terminar con los días lo más rápido posible o no podría soportarlo. No podía sin ustedes.
Esperé un minuto, encontrando las palabras perfectas para describir lo que me pareció un par de años solamente y no todo un siglo. Tratando de explicar lo inexplicable.
-Sé que me ayudó. Los días pasaban tan deprisa que a veces yo... ni si quiera tenía tiempo de pensar en cómo se fueron.
Limpié las lágrimas que habían caído de mi rostro y miré a Susan quien también lloraba. Le sonreí a mi amiga genuinamente. La chica se abalanzó a mis brazos y esta vez no me negué.
Me sentía feliz, muy feliz de hecho. Ella al fin estaba aquí.
-Deberías ir a hablar con Edmund- sentí como mi cuerpo entero se tensó. No estaba lista o tal vez no quería enfrentarlo. No creo que sea buena idea.
-Esto es difícil para mí- le dije temblorosa.
-También para él- lo pensé dudosa -Oye Thal... lo que pasó no fue culpa suya y debiste verlo cuando se dio cuenta de que no estabas. Eso lo devastó.
Sin decir nada más la chica se marchó, dejándome con un millón de preguntas. Tal vez tenía razón. Edmund no tenía la culpa, sé que no quiso abandonarme. Pero era más fácil pasarme el tiempo culpándolo que extrañándolo.
Había tomado una decisión. Hablaría con él, después de todo, aquel anillo de propuesta de matrimonio aún lo atesoraba con mi vida.
Hola chicass, les pido una sincera disculpa por no ser constante. La escuela me estaba matando pero ¡ya son vacaciones! Actualizaré lo más pronto posible.
Tengo escrito casi todo este libro, sólo falta corregir y agregar multimedia
Las quiero muchísimo
No se olviden de votar y comentar, ¡comenten todo lo que puedan!
Besos y abrazos de mucho mucho amor.
-Nani