Horas después de esa misma noche, estaba acostado en casa de mi primo y Julieta, mirando el techo con sentimientos extraños rondando por mi mente.
Había sido un día mucho más intenso de lo que esperaba. Contarle a mi familia que Temo era mi novio fue un desastre mucho más grande del que creía que iba a ser. Que mi papá me sacara de la casa solo me hizo entender lo cerrado que estaba en realidad, y que hacer que cambiara de opinión iba a ser muy difícil, pero no iba a darme por vencido.
Luego, ver a mi mamá tan triste y contrariada me había hecho sentir horrible, pero no había vuelta atrás, Temo y yo íbamos a enfrentarnos a todos a como diera lugar, incluso si eso significaba que mi madre estuviera mal por unos días.
Intenté conciliar el sueño, pero mis emociones eran un desastre, así que después de alrededor de una hora de dar vueltas entre las cobijas, tomé mi celular y le mandé un mensaje a mi amigo; porque no soportaba la culpa de haber hecho que mi padre lo insultara otra vez.
Perdón por lo que dijo mi papá
Era tarde, así que en realidad no esperaba una respuesta, pero para mi sorpresa en unos segundos aparecieron los tres puntitos en la pantalla que indicaban que Temo estaba escribiendo su respuesta.
No es tu culpa
Suspiré, acariciando el celular sin darme cuenta. Supuse que tenía razón, en realidad el único culpable ahí era mi papá, pero yo seguía sintiéndome muy avergonzado al recordar sus palabras.
Además, yo soy el que te tendría que pedir perdón
Por?
De nuevo aparecieron los tres puntitos, pero de pronto se desconectó. Me salí de la aplicación para checar que el internet estuviera funcionando, cuando mi celular comenzó a sonar y la foto de mi amigo apareció en la pantalla.
Dudé un segundo; no sabía si era buena idea contestar siendo tan tarde, pero no podía dejar que la llamada se fuera a buzón.
-¿Temo?-susurré, pegando el aparato a mi rostro.-¿Qué pasó?
-Nada.-contestó él después de unos segundos.-Solo... no quería hablar por mensaje.
-¿Ah sí?-dije, frunciendo el ceño.
-Sí.-siguió él, con un tono dubitativo.-Además...
Mi amigo se quedó callado, pero podía escuchar su respiración al otro lado de la línea.
-¿Qué?
-Quería escuchar tu voz.-susurró.
-Ah.-dije con sorpresa, sentándome en la cama, ¿Qué se suponía que significaba eso?-Yo...
-Te decía que yo tendría que pedirte perdón a ti.-me interrumpió Temo con un tono de voz diferente, como nervioso.-Por haber hecho que te sacarán de tu casa.
-No, Temo.-respondí de inmediato.-A ver, escúchame bien, tú no hiciste nada, ¿okey?
-Pero...
-Pero nada. Aquí los únicos que tienen que disculparse son mi papá y mi abuela.-dije con un tono serio.
-Bueno.-contestó él suspirando.-¿Y qué puedo hacer entonces?
-¿Ahorita?
-Pues sí, menso.-dijo Temo con una risita que despertó esa calidez que a veces se asentaba en mi pecho cuando hablaba con él.
-Irte a dormir.-le sugerí sonriendo, esperando que lo pudiera notar en mi voz. Se sentía bien sonreír después de un día como ese.-Porque mañana es tu primer día conmigo como tu novio falso, y vas a necesitar tu descanso.
-¿Ah sí?
-Claro. Presiento a que voy a ser un novio falso muy exigente.-dije, encogiéndome de hombros, olvidando que no podía verme por un segundo.
-Híjole, en ese caso yo creo que sí me voy a acostar.-respondió Temo, y casi podía ver su expresión alegre en mi mente.
-Que descanses, Cuauhtémoc.-dije bostezando y volviendo a recostarme en el colchón.
-Que descanses, Ari.
La línea se quedó en silencio. Yo apreté el celular contra mi cuerpo por un segundo, aún sonriendo a medias, y me fui a dormir.
~~~
El siguiente paso del plan era lidiar con los imbéciles de la escuela, lo cual no pintaba nada fácil. Estaba seguro de que Zac y Ben se encargarían de hacernos la vida imposible, pero al menos teníamos a la dirección del colegio de nuestro lado.
Mis primos me llevaron a la escuela temprano, pero yo me quedé afuera, esperando a que llegara Temo. Tardaron más de lo normal, pero al cabo de unos minutos ví cómo se acercaba la Burra a las puertas.
Bajaron Julio, Lupita y mi amigo, el cual tenía una expresión extraña, como contrariada. Se despidieron de su papá, al que yo saludé con una sonrisa, y luego éste volvió a subirse a la camioneta.
Yo extendí mis brazos para rodear a Temo, suponiendo que así es como uno saludaría a su novio, pero él negó con la cabeza.
-¿Qué?-pregunté, regresando mis brazos a mis costados lentamente.
-No les he dicho nada todavía.-dijo él entre dientes para que sus hermanos no lo escucharan.
-¿Por?
-No sé...-contestó mi amigo encogiéndose de hombros.-Es que Julio sigue sin hacerse la idea, y no quiero confundir a Lupita.
-¿Cómo que confundirla?-dije, comenzando a caminar a su lado con sus hermanos varios metros delante.
Temo volteó a verme con una expresión pensativa, como si estuviera decidiendo si decírmelo o no, pero en lugar de hablar, tomó mi mano repentinamente.
Pude sentir el momento exacto en el que mis mejillas comenzaron a enrojecerse, pero giré la cabeza hacia enfrente con la esperanza de que mi amigo, novio falso, o lo que fuera, no lo notara.
-¿Qué haces?-dije, carraspeando un par de veces.-Tus hermanos...
-Van muy distraídos.-me interrumpió él, sacudiendo su mano libre para quitarle importancia.
-Okey...
Sus dedos estuvieron entrelazados con los míos durante el trayecto hasta el salón, y yo estuve muy consciente de su contacto todo el tiempo.
Comenzamos a hablar de una serie que acababa de salir mientras subíamos las escaleras. De pronto sentí que su pulgar acariciaba el dorso de mi mano lentamente, pero él seguía hablando con naturalidad, sin inmutarse en lo más minímo, así que supuse que era inconsciente e intenté concentrarme en lo que decía.
Llegamos al salón y nos sentamos juntos, soltándonos de las manos para dejar las mochilas. Por suerte, Zac y Ben aún no llegaban, así que los demás compañeros no nos hicieron caso.
Temo miró a nuestro alrededor con cuidado y luego se inclinó hacia mí.
-Nadie nos está viendo.-susurró.
Yo esbocé media sonrisa. Teniéndolo tan cerca me di cuenta de que había cambiado de loción, ahora olía a algo menos dulce, más fresco y su...
-¿Ari?
-¿Eh?-dije, sacudiendo la cabeza.-Perdón, este... sí. Tienes razón, nadie nos está haciendo caso.
-Eso es bueno, si no están Zac y Ben a nadie le importa que estemos juntos.-contestó él.-¿No?
Yo solo asentí e intenté ignorar su loción de nuevo.
Temo ladeó la cabeza ligeramente y me miró con el ceño fruncido.
-¿No dormiste bien?-me preguntó, tocando mi frente con su dedo índice un par de veces.-¿O por qué andas tan distraído?
-No, no. Para nada.-contesté haciéndome para atrás mientras carraspeaba.-Estoy bien.
-Bueno... si tú lo dices.-dijo, aun con el ceño fruncido.
Y en ese momento entró el profesor seguido de Zac y Ben, que parecían tan molestos por algo que ni siquiera miraron en nuestra dirección.
El día en la escuela fue casi como siempre, en realidad no hubo mucho más contacto o interacciones románticas entre nosotros, hasta que llegó la hora de la salida.
Estábamos acabando de recoger las cosas con nuestros compañeros aún en el salón y me puse a pensar qué haría un novio real en ese momento:
-Te llevo la mochila.-le dije, extendiendo mi mano hacia él.
-¿Qué?-preguntó Temo alzando las cejas con media sonrisa.
-No te hagas.-dije sonriéndole también y poniendo los ojos en blanco.-Bien que me escuchaste.
-Bueno.-contestó mi amigo riendo y clavando sus ojos amielados en los míos.-Toma, pues.
Ni siquiera se me ocurrió voltear a ver las reacciones de mis compañeros porque estaba demasiado ocupado mirando la sonrisa de oreja a oreja y las mejillas rosas de Temo mientras tomaba su mochila.
Comenzamos a caminar hacia la salida del salón y él me dijo con un tono burlón:
-Parecemos novios de primaria.
-¿Por?-pregunté, empujándolo con el hombro.
-Porque eso de llevarse las cosas lo hacen los niños chiquitos.-contestó mi amigo con un tono de burla.
-Uy, pues entonces te la devuelvo.-dije, fingiendo estar ofendido y comenzando a quitarme la mochila.
-No, ahora te la quedas.-respondió Temo riendo, alejándose unos pasos.-Lo hubieras pensando antes de pedirme que fuera tu novio.
Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos después de eso. Volteé a ver amigo amigo que seguía sonriendo pero parecía nervioso. Recordé la noche en la banca del parque, cómo lo había lastimado, su expresión herida. No quería que volviera ilusionarse, pero tampoco iba a hacerlo sentir como que no lo quería.
-¿Quién puede pensar bien teniendo una cara como la tuya enfrente, Cuauhtémoc?-pregunté, bajando la mirada.
-Menso.-dijo él, y aunque no vi su rostro, me di cuenta de que tenía un tono contento.
Bajamos las escaleras en silencio, y cuando llegamos al patio Temo se detuvo. Yo me volteé para quedar frente a él.
-Oye, Ari.-dijo, rascándose la nuca.
-¿Eu?
-¿Quieres venir a cenar a mi casa?-preguntó, jugando con el cuello de su camisa.
-Claro, Temo.-contesté, esbozando media sonrisa.
Mi amigo también sonrió, y luego extendió su mano hacia mí para que le diera la mochila.
-Ya me voy.-dijo, apretando mi mano un segundo mientras le pasaba sus cosas.-Ahí vienen Lupita y Julio.
-Bueno, nos vemos al rato, entonces.-contesté, fingiendo como que no sentía cosquillas en la mano después de haberlo tocado.
-Espero que estés listo.
-¿Para qué?
-Para decirle a mi familia que somos novios.