Llovía a cántaros en el purgatorio. El agua caía del cielo con la intensidad de una cascada y golpeaba con fuerza los vidrios de las ventanas y el techo. El cielo se tiñó de negro poco antes del mediodía y trajo consigo una noche prematura que impedía ver el exterior de la casona y los alrededores. Las persianas permanecieron bajas, y las cortinas, cerradas; dejaron apenas algunas hendiduras por las cuales los más curiosos se detenían a observar la tormenta. De vez en cuando, la luz de algún relámpago feroz se colaba por los pequeños espacios y creaba sombras danzantes en los pasillos de la construcción. Los truenos eran aplacados por las gruesas paredes que suavizaban sus salvajes rugidos. Al menos, tuvieron luz durante toda la jornada.
No había mucho para hacer en Villa Ocampo. Los niños todavía no tenían juguetes nuevos y no podían decidir qué canal mirar en la televisión. Varios pequeños estaban sentados en el piso, dibujando o leyendo. Otros tantos jugaban a las escondidas entre los numerosos recovecos de la construcción.
La tarde transcurrió con tediosa lentitud.
Las hermanas Valini exploraron la casa, desde el sótano hasta el ático, en un intento por hacer limpieza de todo aquello que no les pertenecía y tampoco estaban interesadas en retener. Las pertenencias de don Ocampo eran demasiadas para organizar en una sola tarde.
Entre cajas viejas con adornos navideños y aparatos antiguos cuya función no comprendían, encontraron algunos objetos que decidieron guardar. Entre los elementos personales del fallecido, rescataron un viejo álbum fotográfico que mostraba el lado más amable de Lucio, siempre junto a su esposa. Cada imagen en escala de grises reflejaba el amor que sentían el uno por el otro. También hallaron un retrato de la pareja que decidieron limpiar y colgar en el living, en honor a quien les había salvado la vida. Anahí le había contado a Irina parte de lo ocurrido y eso fue más que suficiente para que decidieran honrar su recuerdo.
Guardaron algunos ornamentos festivos y objetos decorativos menores, pero acordaron deshacerse de las prendas de vestir y de todo lo que no comprendieran. Necesitaban hacer espacio.
Irina ya no lo odiaba. Lo respetaba.
Olga e Inés prepararon la cena de aquella noche. Ambas empleadas decidieron permanecer en la casona y trabajar para El Refugio. Todavía quedaban muchos cambios por hacer. Necesitaban más mesas y camas. Quizás incluso construyeran otro edificio anexo no muy lejos de la casa principal. Los planes eran todavía simples esbozos mentales por los que se preocuparían a su debido tiempo.
El timbre sonó cuando ya estaban sirviendo el postre a los niños que se dividían entre las distintas habitaciones de la casona. Algunos cenaban en el piso, otros, en las escaleras. Se tomaban turnos entre los que preferían su comida más bien temprano y los que se aguantaban el hambre hasta casi medianoche. No había forma de organizarse para una sola tanda porque no alcanzaban ni los platos.
—¿Quién carajo viene hasta acá con esta tormenta? —pregunto Irina de mal humor.
No habían escuchado ningún vehículo acercándose, pero era posible que la lluvia hubiese ahogado el sonido.
De nuevo se oyó el timbre. Delfina temía que se tratase de Soriarte. Quizás el general hubiese regresado en busca de venganza. Irina supuso que se trataba de don Lucio que venía a reclamar su hogar. O tal vez era el abogado que necesitaba ultimar algún detalle sobre el testamento.
El timbre sonó por tercera vez, acompañado de energéticos golpes en la puerta de madera.
—¿Debería abrir? —preguntó Olga, preocupada.
—Sí, no nos queda otra opción —respondió Delfina—. Podría ser una persona perdida que busca refugio de la tormenta.
Expectantes, las hermanas observaron desde el hall mientras la empleada abría la puerta.
—¡¿Qué carajo les pasa?! Me voy a resfriar —puteó Anahí cuando entró en la casona. Era imposible enfermarse en el purgatorio, pero lo dijo sin pensar, por costumbre. Estaba empapada de pies a cabeza y no quedaban rastros de sus quemaduras.
—¿Ani? ¿Qué hacés acá? Te fuiste hace casi una semana —preguntó Delfina.
Irina tan solo la observaba con los ojos llenos de lágrimas.
—Sí, ya sé. El juicio duró apenas dos horas; entre poner mi vida en una balanza, las ventajas y desventajas de cada elección posible y toda la burocracia de mierda, me volvieron loca, pero me hicieron jurar que no diría nada de cómo se lleva a cabo o me enviarían directo al infierno. Después aparecí en el puto parque donde desperté la primera vez. No tenía ni idea de dónde estaba o cómo llegar hasta acá. Quise ir a El Refugio, pero el ascensor todavía no andaba así que pregunté por todos lados hasta que no sé cómo terminé en la parrilla a la que había ido con Lucio y pregunté a un mozo que me dijo que la casa quedaba en esta dirección. —Tomó aire—. Pero como no tenía ni un mango para tomarme un taxi, me puse a caminar y me acordé que iba a tardar como tres días. Y empezó a llover así que me embarré toda, se me arruinó el pelo, el maquillaje y la ropa. Además, los pies me están matando —se quejó—. Pero acá estoy. Ahora, ¿podrían darme una toalla y algo para comer?
En el fondo, se sentía mal porque un hombre había dado la vida para que ella pudiese marcharse, y, al final, optó por regresar. Le hubiese gustado decidirlo antes y ahorrarle a Lucio todas las preocupaciones y el sacrificio, pero fue justamente su partida lo que la impulsó a quedarse. Quería aprender más sobre él, quería poder observar la fotografía de ambos cada noche y soñar que él estaba bien y que un día volverían a verse. Ella lo esperaría allí, en su hogar. Mantendría limpio el estudio y bailaría tango todos los días para poder retener en su sonrisa todo lo que él le había enseñado.
Le hubiera gustado conocerlo en otro momento de su existencia. Durante los días previos al juicio, Anahí tenía la mente en sus propios problemas y el rencor por la traición de su pareja teñía de oscuro su corazón. Suponía que en otras circunstancias quizá le hubiese podido corresponder a Lucio. Temía incluso que al leer sus memorias naciera un cariño desproporcionado por él. Ya era tarde. Solo podía esperar que el destino volviera a cruzar el camino de sus almas.
Sin importar el barro y la humedad, las hermanas Valini abrazaron a Anahí. La rodearon con cariño y ansiedad, con unas ganas inmensas de compartir con ella el tiempo que tenían por delante.
—Regresaste —susurró Irina, todavía incrédula.
—No había elección que hiciera feliz a la gente que abandoné entre los vivos. No puedo volver a consolar a mi vieja y a mi hermana. Pero tampoco quería que ustedes también sufrieran por la despedida —explicó.
—Gracias por volver —murmuró Irina. Había asumido que su mejor amiga iba a reencarnar, tal y como le dijo a Lucio.
—No lo hice especialmente por vos, boluda, lo hice por todos. Que no se te suba a la cabeza —contestó la pelirroja con tono burlón.
—Da igual. Mientras estés acá, el motivo no importa.
NOTA A LOS LECTORES
Y.... se acabó. Sé que algunos lectores se quedarán con un sabor agridulce en la boca, pero considero que este es el final ideal para Purgatorio. Y quisiera aprovechar para decir algunas cosas al respecto.
Antes que nada, quiero darte las gracias por haber leído la novela completa. Espero que no te hayas aburrido demasiado. Sé que no es perfecta, que podría completar ciertos vacíos y dar más información sobre el worldbuilding, pero le tengo mucho cariño a sus personajes. Escribí la novela entre 2015 y 2017 más o menos, creo que mejoré bastante desde que puse las primeras palabras en un archivo nuevo.
Hay muchos elementos del mundo y del pasado de los personajes que tengo en mis anotaciones y que decidí no colocar dentro de la trama porque no aportaban a lo que deseaba contarles. Perdón. Si les quedaron incertidumbre, siéntanse libres de consultarme sus dudas por acá.
Ahora bien, hay algunas preguntas que me llegan a montones, así que las voy a responder por escrito para ahorrarnos tiempo.
¿CÓMO NOS DEJÁS CON ESE FINAL? ¡¿Y AHORA QUÉ HAGO CON MI CORAZÓN ROTO? Sí, sí. Es un final semiabierto. A mí me gustan así. Creo que los mejores libros son aquellos en los que se cierra el problema principal (en este caso, la decisión de Anahí) y que permiten que los lectores decidan qué es lo que ocurrirá luego con los personajes. Esto lleva a que las personas sigan dentro del universo de la historia incluso luego de haber cerrado el libro. Me fascina.
¿Lucio fue al infierno? Quizás. O tal vez le dieron la oportunidad de renacer. También es posible que su sacrificio le haya brindado el cielo. ¡Hasta podría pasar que no exista ni un cielo ni un infierno en realidad y que las únicas dos opciones sean el mundo de los vivos y el Purgatorio! Es algo que nadie sabe.
¿Se reencontrarán? ¿Quién sabe? Yo creo que sí. Que, luego de varias vidas, sus almas podrían a llegar a coincidir una vez más.
¿Anahí se enamorará de Irina? No creo. Nunca dio indicios de ser bisexual, pero todo es posible.
¿Habrá una segunda parte? No. En más de una ocasión pensé en escribir la historia de Lucio y Manuela en una precuela, pero no tengo planes de hacerlo en el futuro cercano.
¡Exijo al menos un besito entre los personajes! Lo siento, pero no. Acordate que Lucio es un tipo de otra época, que estaba muy confundido y que se alejaba tanto como podía de sus sentimientos. Y pensá que Anahí, como bien dice en el epílogo, estaba demasiado preocupada por sus propios asuntos, además de dolida por lo que pasó con su novio. Ninguno de ellos estaba preparado para amar o para dejarse llevar por el corazón.
¿Pero ella no estaba enamorada de él? No. No lo estaba o, mejor dicho, ni se lo planteó. Creo que si él hubiera sobrevivido, es muy probable que al regresar a Villa Ocampo —con los niños y ya sin problemas (pasado el juicio)— se hubieran enamorado tarde o temprano. Podría haber tomado años. Si Lucio no se hubiese sacrificado, es casi seguro que en algún momento hubiesen terminado juntos.
¡ESPERÁ! SI ANAHÍ DECIDIÓ QUEDARSE, ¿significa que Lucio se sacrificó por nada? Exacto. Él quiso darle la opción de elegir así ella no debería quedarse ahí contra su voluntad. Y, al final, a pesar de qué tan doloroso era para ella, Anahí se quedó de todas formas. Es lo que nuestra protagonista misma dice en el epílogo.
¿No estaba en venta en físico? ¿Puedo comprarla? Lamentablemente, la historia ya no forma parte del catálogo editorial. Fue una decisión mía. No se imprime ni se distribuye más desde mayo del 2021. Es posible que alguna librería todavía tenga copias que quedaron de sobra, nada más.
De nuevo, gracias por leer Purgatorio hasta el final. Significa muchísimo para mí que estés acá, en el epílogo.
Si la disfrutaste, recomiéndala para que llegue a más personas. O pasa por mi perfil y lee alguna otra historia que haya subido a Wattpad. ¡Tengo un montón!
Saludos.
-Nathalia