✦ DÍA 12 ✦

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Esa mañana en particular la pelirroja se preguntó si a su captor le molestaría que abriese la ventana de la habitación. El sol brillaba con intensidad en el exterior y aumentaba la temperatura de las paredes hasta hacer que Anahí transpirara como si fuese verano. Del otro lado del vidrio, el pasto se mecía en un leve vaivén danzante que indicaba la presencia de suave brisa. Eso era lo que ella quería, sentir el aire fresco, respirar una ilusión de libertad.

Tomó la manija de la ventana con la mano derecha, pero el vidrio no cedió. Recorrió el marco con la mirada hasta encontrar una pequeña traba que mantenía todo en su lugar para evitar que el viento abriese la ventana. Y del otro lado, un avión de papel.

Se encontraban a mitad de la nada, literalmente. No existían construcciones cercanas y, mucho menos, vecinos o niños pequeños. Sorprendida, Anahí destrabó el mecanismo y movió el vidrio con cuidado para poder tomar el avión de papel antes de que la brisa se lo llevara.

Descubrió que Irina estaba viva. Al menos, tan viva como un muerto puede estarlo en el purgatorio.

La puerta del café se cerró de nuevo con el tintineante sonido que indicaba la llegada —o partida— de un cliente

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La puerta del café se cerró de nuevo con el tintineante sonido que indicaba la llegada —o partida— de un cliente. El bullicio se convirtió en un susurro colmado de especulaciones por parte de las personas sentadas en las demás mesas. Los pasos del recién llegado retumbaron sobre el piso de madera del establecimiento. Soriarte estaba por fin allí.

Con la mirada fija en su taza de té, don Lucio jugó con la cuchara plateada entre sus dedos mientras esperaba. Sabía que tanto los clientes como los empleados se encontraban expectantes, que intentaban disimular su interés por la conversación que estaba por llevarse a cabo. Algunas palabras sueltas llegaron a sus oídos, chantaje, secretos, mafia, pacto y cosas por el estilo. Los ciudadanos formulaban sus ridículas teorías sobre lo que ocurría.

Lucio dejó caer la cuchara, pero no se inmutó ni intentó levantarla. Simplemente siguió observando su taza de té. Le molestaba que Soriarte hubiese escogido uno de los cafés más populares de la ciudad para su encuentro. Quizá temiera ser asesinado en un sitio privado y creyera que aquel establecimiento le brindaría seguridad. Y estaba en lo cierto.

Purgatorio (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora