Anahí tenía dos grandes temores: la muerte y el maquillaje corrido. Esta historia comienza la mañana en la que debió enfrentarse a ambos.
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Después de morir, Anahí llega al Purgatorio, una ciudad que parece haberse quedado estancada en el tiempo y...
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Los siguientes fragmentos son apenas algunas de las anécdotas que don Lucio Alonso Ocampo de Larralde ha escrito a lo largo de su extenso paso por el purgatorio.
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A quien corresponda,
Con esta breve introducción deseo dar comienzo a la recopilación de eventos que han marcado mi existencia desde la remota Buenos Aires de 1851 y hasta el día en que mis manos ya no puedan continuar dibujando palabras sobre el papel en este extravagante sitio al que muchos llaman Argentina o purgatorio, pero que yo siempre he considerado como una mera cárcel de las almas cobardes.
Quisiera dejar un registro, un testigo mudo de mis aciertos y errores, de mis desgracias y placeres a lo largo de una existencia prolongada que me ha permitido colmarme de sabiduría y experiencia.
Inicio con la redacción de esta sucesión de textos desordenados en el día de la fecha, 4 de noviembre de 1985, aunque continuaré plasmando mis vivencias futuras a medida que lo crea necesario.
Admito que no tengo intención alguna de publicar estas memorias durante mi estadía en la tierra del olvido, aunque temo que algún editor desesperado decidirá comercializar mi vida tarde o temprano.
Preveo que algo así suceda luego de mi partida; es un problema que escapa a mi control. Por ello es que quiero aclarar en este primer manuscrito que todas las anécdotas narradas son reales y privadas. Cada detalle es verídico y no he recurrido a la imaginación para completar los datos que he olvidado. Lo que no sé, no lo digo.
Declaro también que en cada manuscrito colocaré la fecha estimada del evento que se narra. Quedará a disposición editorial si se publican en orden cronológico o en orden de escritura (en desorden).
Gracias.
Don Lucio Alonso Ocampo de Larralde
Año 1985, 4 de noviembre.
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Nota editorial: se ha decidido publicar el siguiente texto en orden en el que los herederos del autor lo han presentado. Algunas secciones son cronológicas. Otras no. Respetamos los folios tal y como fueron recibidos.
