✦ DÍA 2 ✦

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Anahí no tenía ganas de salir. Quería quedarse acostada en su cama, mirar videos chistosos en Internet y responder correos electrónicos, pero sabía que no podía. Primero que nada, porque el tiempo se le escurría de las manos, y, segundo, porque más de una persona se asustaría al recibir un correo electrónico de alguien que acababa de morir.

«Sería divertido, pero no debo». Se dijo Anahí a sí misma y sonrió ante la idea de la travesura. Aunque sentía ganas de abrir sus redes sociales y postear un montón de estupideces, se contuvo porque temía que culparan a su hermana por ello.

Ya era casi mediodía y todavía tenía varias cosas que hacer. La pelirroja había decidido utilizar su segundo día para visitar al hermano de Irina y a su novio.

Dos motivos la impulsaron a dirigirse primero al departamento de Rodrigo Valini. Por un lado, porque recordaba vagamente que su novio trabajaba hasta las seis, y ella quería ir a verlo cuando llegase a su casa. Y, por el otro lado, porque temía que la dirección que se había anotado en la mano pudiera terminar de borrarse en cualquier momento.

Anahí salió de su casa y se dirigió al subte. Casi cuarenta minutos de viaje y una combinación con la línea D en Plaza de Mayo la separaban de su destino. De seguro existía algún colectivo que la llevara a Belgrano, pero no tenía idea. Siempre se había manejado en subte, era más fácil.

Se deslizó por la estación con prisa y abordó el primer tren que pasó por allí.

Aunque fuese por apenas un rato, se sintió viva otra vez. Salvo por el detalle de que no había necesitado pagar por el boleto, la escena parecía normal: la gente, el viaje, las estaciones, los carteles que anunciaban nuevas golosinas o cursos rápidos de idioma y todos esos pequeños detalles que hacían de un viaje en subte algo cotidiano. Era una rutina generalmente monótona que quizás ella nunca volviera a transitar, pero que en aquel momento le resultaba natural y reconfortante.

Pasada Plaza Italia, Anahí logró sentarse. Quedaban solo un par de estaciones para llegar a destino. Estaba ansiosa. Se preguntaba qué la esperaba en la dirección a la que se dirigía.

En la estación Olleros subió una gran multitud. Las personas se empujaban en busca de un asiento.

Anahí se levantó con prisa porque temía que alguien se le sentara encima al no verla. Se deslizó hasta acomodarse junto a una de las puertas del vagón y apoyó la espalda contra la pared. Se preguntó qué hubiese ocurrido si una persona se hubiese sentado sobre ella, ¿sentiría el peso?, ¿la atravesarían?, ¿o qué? No pensaba hacer el experimento.

Cerró los ojos y esperó mientras alejaba sus dudas. Contó las estaciones en su mente cada vez que el subte se detenía. Estaba cerca.

—Próxima estación, Congreso de Tucumán —anunció por fin una voz femenina por los parlantes.

Anahí sonrió. Contuvo un bostezo y esperó a que la multitud descendiera. Era la última estación del recorrido, así que tenía tiempo suficiente para abandonar el vehículo antes de que comenzara el nuevo itinerario en dirección contraria.

Escasas cuadras la separaban del departamento de Rodrigo Valini; llegaría allí en pocos minutos.

La pelirroja caminó con prisa. Cumpliría la promesa que le había hecho a Irina, pero lo haría en el menor tiempo posible porque quería ir al Barrio Chino antes de visitar a su novio.

Siempre le había dado curiosidad aquel sector de la ciudad. No estaba tan lejos de su casa, pero rara vez andaba por la zona. Se preguntaba cómo sería el famoso Barrio Chino, qué venderían en los negocios y el tipo de comida que ofrecerían. Visitar el sitio había sido una de las cosas que no llegó a hacer en vida por pura vagancia.

Purgatorio (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora