✦ DÍA 20 ✦

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Lucio desempolvó la cámara de fotos en la madrugada

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Lucio desempolvó la cámara de fotos en la madrugada. La sostuvo entre sus manos e imaginó que no era lo que Anahí tenía en mente, pero debería funcionar. Se trataba de un modelo antiguo y con trípode. Disparaba con lentitud y las personas debían posar por un buen rato antes de poder moverse. Las imágenes eran bastante nítidas y de buena calidad.

No recordaba muy bien cómo usarla, pero confiaba en que el manual estaría entre sus varios libros, o tal vez habría anotado las instrucciones en su cuaderno de información útil. Todavía guardaba en el sótano lo que necesitaba para revelar la imagen, de eso sí estaba seguro. Le había pedido a Inés que se encargara de los preparativos.

«No puede ser muy complicado», pensó Lucio mientras observaba el aparato con curiosidad.

Se negó a probar la cámara en su despacho. Sabía que eso le traería recuerdos melancólicos sobre Manuela y sobre la primera imagen que se tomaron juntos. Ella le había pedido la cámara poco después de su boda, era uno de sus grandes tesoro y, por eso mismo, la había almacenado con cuidado en un sitio seguro antes del incendio.

«Vieja, anticuada y resistente. Un recuerdo de otra época, justo como yo», sonrió él ante su propio sarcasmo.

Don Lucio suspiró. Cargó la pesada cámara por las escaleras y la dejó cerca de la entrada de la casona porque supuso que Anahí querría usarla fuera. Cuando terminó, fue al comedor para desayunar y pidió a Olga que llamara a la chica.

Anahí abandonó su habitación todavía en pijama, emocionada por la noticia. Se sentó a la mesa frente a Lucio y le dedicó una amplia sonrisa.

—¿Te vas a sacar una foto conmigo entonces? —quiso saber ella mientras se atragantaba con medialunas de manteca—. Mmne temngo que aghregalarm.

—¿Y si tragás antes de hablar? Maleducada —respondió él sin malas intenciones. Ya no le molestaban tanto los modales de Anahí, sino que le resultaban curiosos, exóticos.

—Que me tengo que arreglar —repitió ella después de tragar. Se puso de pie sin esperar a que el hombre terminara de desayunar—. Prometo apurarme. Esperame, ¿eh? No te vayás.

Corrió escaleras arriba sin aguardar por una respuesta. Lucio la observaba, resignado. Hubiese preferido que se quedara con él hasta que ambos hubiesen terminado el desayuno, pero no tenía más ganas de reprocharle el comportamiento, de decirle qué era correcto y qué no. Comprendía que Anahí no iba a cambiar sus modales por él.

—¡Me encanta! —gritó la pelirroja cuando vio la cámara poco antes del mediodía—

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—¡Me encanta! —gritó la pelirroja cuando vio la cámara poco antes del mediodía—. Parece sacada de un museo, es genial. —Caminó varias veces alrededor del artefacto mientras lo inspeccionaba—. ¿Funciona? ¿Es en blanco y negro?

—Debería estar en perfecto estado, sí, pero no la probé —respondió Lucio. Estaba cruzado de brazos con la espalda contra la pared. Sonreía sin saber muy bien el motivo. Él también se había arreglado para salir bien en la imagen—. No me acuerdo de qué fotos saca, pero me parece que son en sepia, ¿querés llevarla al jardín para probarla?

—¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! —Anahí estaba emocionada como una niña pequeña—. Así nos podemos sacar alguna foto juntos, dale, vamos. ¿Tiene rollo?

—No me fijé, pero creo que sí —admitió él. Cargó la cámara en sus brazos, era demasiado pesada para que una chica de la complexión de la pelirroja intentase siquiera moverla—. ¿Abrirías la puerta?

—Claro.

Fuera, el día era soleado aunque ventoso. La sombra de la casona caía sobre el lado opuesto de la construcción.

Acomodaron la cámara en el ángulo que les pareció mejor, con el sol fuera de sus rostros pero tampoco a contraluz. Anahí se hizo cargo de todas las decisiones. Tomó el papel de fotógrafa y le dio órdenes a Lucio por varios minutos.

—Más atrás. No, ahora estás muy atrás. Dos pasos a la derecha, sí, por ahí más o menos. ¡No, esperá! Si te ponés ahí tapás las flores que me gustan. Movete para la izquierda otra vez —recitó.

Y él, paciente pero exasperado, obedeció. Se sentía estúpido, pero al mismo tiempo deseaba cumplirle el favor a Anahí. Sentía que se lo debía.

—¿Acá está bien? —preguntó Lucio, harto. Los pies comenzaban a molestarle.

—Perfecto. A ver, dejá que veo dónde me voy a poner yo. —La pelirroja corrió hacia él.

Se le acercó lo suficiente como para que sus brazos se rozaran y calculó la diferencia de altura. Se había puesto las plataformas más altas que encontró para poder llegarle a los hombros a Lucio. Cuando estuvo conforme con su posición, se volteó hacia él.

—Ahora, poné tu mano en mi hombro o algo. Que no parezca que nos odiamos.

—¿No te resulta inapropiado? —preguntó Lucio, confundido.

—¿Por qué? Me he sacado fotos mucho más cariñosas que esta, ¿sabés? Los tiempos cambiaron. Lo normal sería que te abrace o que saquemos la lengua o algo así, pero sé que no lo harías. Lo mínimo que te pido es que no te pongas como una estatua malhumorada.

—No te entiendo —admitió Lucio.

—¿Posta? —se quejó Anahí—. Solo poné tu mano en mi hombro y sonreí. Suponé que somos buenos amigos.

Él lo hizo, inseguro, confundido. Se sentía extraño. No se suponía que la gente sonriera en las fotos. Tampoco era normal el contacto físico entre dos personas que no estaban casadas. Se rindió ante la posibilidad del cambio de épocas, aunque la incomodidad le resultaba insoportable.

Conforme, Anahí regresó al trípode y pulsó los botones que creyó correctos. No tenía paciencia para leer instrucciones. Luego, regresó a donde se encontraba Lucio y posó. Tenían que quedarse quietos por varios minutos.

Un par de horas más tarde y ya con la imagen lista, Anahí repitió el proceso con Olga e Inés. La mayor se sintió casi tan extraña como su empleador, pero la más joven accedió a sacar la lengua con su nueva amiga en la imagen, le pareció divertida la idea.

Para el anochecer,  y gracias a que Lucio había preparado un cuarto oscuro improvisado, las tres fotografías descansaban en el estudio, a la espera de ser enmarcadas en los próximos días.

Fue el segundo mejor día de Anahí en elpurgatorio, pisándole los talones a la milonga.

Fue el segundo mejor día de Anahí en elpurgatorio, pisándole los talones a la milonga

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Purgatorio (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora