Nunca conmigo

Galing kay SoniaLopezSouto

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Un francotirador es observador y calculador. Un francotirador es paciente y disciplinado. Un francotirador es... Higit pa

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Epílogo

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Keenan

El calor aprieta a esta hora de la tarde y varias gotas de sudor se deslizan por mi piel en su molesto camino de descenso hacia el suelo o mi propia ropa. Aún así, no me muevo ni las limpio. Mi concentración está puesta en el objetivo: una patrulla de seis hombres armados a unos trescientos metros de mi actual posición. No hacen nada, solo hablar, pero yo los mantengo en la mira aunque mis órdenes son observar y reunir información. Pase lo que pase, no debo intervenir mientras mi vida o la de mis compañeros no corra peligro. 

-Informe de situación, MacKenzie - me pide Lenox por radio.

Lenox siempre tan profesional cuando estamos de misión. Sonrío de anticipación antes de hablar. Yo, desde luego, soy cualquier cosa menos serio. Ni siquiera en un lugar dejado de la mano de dios voy a perder mi humor. El día que eso ocurra será el día en que empiece a plantearme mi retirada de las fuerzas en activo.

-Los gatitos siguen ronroneando mientras esperan a mamá gata - escucho la risa de mis compañeros y un suspiro proveniente de Lenox.

-Joder, Keenan - me dice -. Contigo no hay forma. 

-¿No había otro tipo de animal con el que compararlos? - pregunta Randy - ¿Ratas, por ejemplo?

-Sin duda son gatos con las uñas muy afiladas - ríe Nolan -. Mantente a distancia, no vayan a saltarte a la cara, Keenan.

-Si fuese tú me preocuparía por mi propia cara, Nolan. Estás mucho más cerca que yo de ellos - le sigo el juego.

-Sois imposibles - a pesar de la crítica, la risa baila en la voz de Lenox.

-Si vamos a tener que soportar este calor de mierda y que la arena se nos cuele en agujeros innombrables, mejor ponerle un poco de alegría - me excuso. 

-¿De qué agujeros innombrables hablas, Keenan? - Randy no pierde la oportunidad.

-Como si no lo supieses - rio.

-Concentración - nos pide Lenox -. Avísanos si ves algo sospechoso, Keenan. Los demás, atentos a la llegada de más efectivos.

Estamos desplegados a lo largo de la calle, en diferentes edificios para tener una mayor visibilidad de la zona. Siendo solo cuatro, no es lo ideal separarnos de este modo, pero no tenemos más opción si queremos abarcar todas las direcciones y que nada escape a nuestro control.

Nos han dado un soplo sobre una reunión clandestina y nuestras órdenes son averiguar lo que se hablará en ella y quienes son los implicados. Yo estoy situado al norte del punto de encuentro, justo donde la visibilidad es prácticamente perfecta en todos los ángulos, lo que facilitará mi trabajo. Randy se situó al sur mientras que Nolan y Lenox ocupan el este y oeste respectivamente. Los tenemos completamente cubiertos desde todas las posiciones y si dicen cualquier cosa ellos lo captarán y grabarán. Yo soy el único que no lleva un receptor de sonido porque mi misión es protegerlos a los tres y asegurarles una vía de escape en caso de que los descubran.

-Se acercan dos vehículos por el sur - informa Randy pocos minutos después -.  Parece que tienen prisa por llegar.

-Yo sí que tengo prisa porque largarme - protesto, pero busco los nuevos objetivos para ubicarlos -. Se me está cociendo el maldito culo.

-Haberte bajado los pantalones para que se te ponga moreno - bromea Nolan.

-¿Cómo sabes tú que lo tiene blanco? - pregunta Randy - ¿Acaso se lo has visto?

-Si yo te contase lo que he visto de Keenan - ríe él.

-Habíamos quedado en mantenerlo en secreto, Nolan - sigo la broma -. Qué poca palabra tienes, cariño.

-Bien que te gustan las palabras que te suelto en privado, amor.

-Silencio. Ya están aquí - nos reclama Lenox. Segundos después añade  -. Dejad las discusiones de alcoba para más tarde.

La risa muere justo cuando empiezan a bajar los hombres de los coches. Ocho, cuento. Seis de ellos visiblemente armados. Eso suman doce ya, a saber. Los demás bien pueden tener algún arma escondida bajo la ropa. Me extrañaría que no fuese así. Si nos descubren, la cosa podría ponerse difícil. Nadie ignora ese hecho y por eso permanecemos en silencio. Es hora de dejar las bromas a un lado y hacer el trabajo por el que estamos aquí.

La reunión se alarga por tres interminables horas en las que estoy solo con el silencio. Mi fusil viaja de un lado a otro, procurando siempre mantener una vía de escape limpia en caso de emergencia. Por suerte, los soldados apostados fuera no se mueven. Parecen relajados y seguros, como si nadie pudiese acabar con ellos. Si supieran que con apretar el gatillo podría meterles una bala en la cabeza y no verían ni de dónde les llegó. Pero no estoy aquí para matar a nadie. Al menos no como prioridad. Mi objetivo es mantener a salvo a mis compañeros y en eso es en lo que me centro. 

Capto un movimiento a doscientos metros y dirijo el fusil hacia el soldado que cruza la calle en dirección al edificio donde se aposta Randy. Camina con decisión, con el arma lista para usar y mis alarmas se disparan. Lo enfoco y sigo sus pasos tratando de averiguar qué es lo que tanto ha llamado su atención. Si ha descubierto a Randy, le meteré un tiro entre ceja y ceja antes de que pueda alertar al resto.

-Randy - le informo -, vigila tus seis. Enemigo avanzando hacia tu posición.

-Copiado - es lo único que dice.

Ralentizo mi respiración y los latidos de mi corazón, mido la distancia nuevamente, ajusto la mira y sigo al objetivo casi sin pestañear. Mi dedo roza el gatillo con suavidad, listo para apretarlo si es necesario y acabar así con la amenaza. Es en momentos como este, en el que tengo en mis manos la vida de alguien, que me siento poderoso pero también vulnerable. Matar no es un juego y has de estar tan seguro como tu percepción de la situación te lo permita de que merecerá la pena hacerlo. De que está justificado. De cualquier otro modo, los remordimientos acabarán contigo tarde o temprano.

No recuerdo a todos los que he matado, a la mayoría ni les vi la cara antes de enviarlos a la tumba, pero sí puedo decir que ninguno de ellos era inocente. Tampoco puedo decir que yo lo sea ahora, pero todo lo que hago es por un bien mayor, para proteger a los inocentes. Por mi país, por mi patria. El día que deje de creer en eso, será el día que cuelgue mi fusil. 

-No abras fuego si no es totalmente necesario, Keenan - me advierte Lenox, aunque ambos tenemos muy clara esa parte -. Pero no le quites el ojo de encima.

-Lo tengo en la mira - lo informo.

El hombre se detiene a unos veinte metros del edificio y parece hablar con alguien a quien soy incapaz de localizar. Mueve sus brazos en el aire bruscamente y mira hacia una de las ventanas del edificio gritando. Se le ve muy enfadado.

-¿Con quién coño habla? - pregunto - ¿Alguno de vosotros ve algo?

-Negativo - escucho.

-Joder - ajusto de nuevo la mira telescópica buscando a alguien en la maldita ventana pero no veo absolutamente nada.

De repente, un niño de no más de ocho años sale corriendo del edificio en dirección contraria a donde se encuentra el soldado. Este, enfadado, lanza una ráfaga de disparos a los pies del niño, que solo acierta a agacharse y cubrir su cabeza con las manos. Una nube de polvo lo rodea y casi puedo ver cómo todo su menudo cuerpo tiembla de miedo. No me extrañaría nada que se hiciese pis encima. Mi dedo en el gatillo arde por apretarlo y matar al cabrón que acaba de asustar al crío de ese modo pero no lo hago. La misión es lo primordial aquí y si disparo alertaré de mi posición poniendo en peligro a todo mi equipo.

-Maldito cabrón - escucho a través de la radio.

-¿Qué coño esperas, niño? - pregunta Nolan desesperado -. Lárgate de ahí antes de que te metan un tiro.

Como si lo hubiese escuchado, el niño se levanta y comienza a correr de nuevo. Desaparece a los pocos segundos tras una esquina al final de la calle. Respiro tranquilo en cuanto se va y el soldado regresa a su posición hablando y riendo con sus compañeros, seguramente pavoneándose de su hazaña. Mierda de hazaña, asustar a un niño indefenso. Que sus compañeros le rían las gracias y no se hayan inmutado por los disparos me reafirma en mi idea de que se creen intocables. Cómo me gustaría demostrarles lo equivocados que están.

-Mantened posiciones - nos ordena Lenox -. Ya salen.

Observamos en silencio cómo se despiden con apretones de manos e incluso algún que otro abrazo. Después suben a los coches y se alejan, cada uno en una dirección. Nadie hace ningún movimiento hasta que el último de ellos ha desaparecido de nuestra vista y aún así, aguardamos varios minutos más antes de escuchar la voz de Lenox por la radio.

-Misión completada, volvemos a la base.

Me quedo donde estoy hasta que veo salir a mis compañeros y reunirse en el punto de encuentro establecido. Solo entonces cargo mi fusil al hombro y abandono la azotea del edificio. En cuanto estamos los cuatro juntos, emprendemos la marcha hacia la base militar. Por el camino, Lenox nos felicita por el buen trabajo realizado y yo, como siempre, bromeo al respecto. Es la mejor forma de liberar la tensión que hemos acumulado después del incidente con el niño. 

Una vez en la base me desprendo de todo el equipo salvo del fusil y voy al campo de tiro a practicar. Esa es otra buena forma de librarme del estrés y dejar ir la frustración. Hubiese querido matar al cabrón que asustó al niño. Los niños, los ancianos, las mujeres son los más perjudicados en la guerra. Los hombres en edad militar son reclutados, ya sea por voluntad propia u obligados, y los demás se quedan desamparados y sin protección. Sus casas son derruidas por el fuego enemigo y amigo, pierden cuanto tienen y se ven obligados a huir para salvar la vida. 

Soy soldado y amo mi trabajo pero no por ello soy inmune a lo que la guerra causa en un país. En la lucha por el poder, los más afectados son siempre los débiles, aquellos a los que el ejército debería proteger en realidad. Daños colaterales, les llaman algunos. Irresponsabilidad, digo yo. Egoísmo de los poderosos, que no piensan en que acabarán gobernando un país muerto.

Cada disparo que efectúo libera un poco de la frustración que he ido acumulando desde que estamos aquí. Y todavía quedan muchos meses por delante. Meses de misiones sigilosas, yendo a lugares donde se supone que no estamos, para informar de acontecimientos de los que no deberíamos tener constancia. Misiones en las que no contamos con apoyo directo precisamente porque nuestra presencia en este lugar es secreta. Incluso la base en la que estamos no figura en los mapas oficiales del ejército. Somos fantasmas en un país asolado por la guerra. Sombras que se mueven más allá de la línea de fuego sin ser detectadas.

-Deja el fusil y ven a correr - me propone Randy en cuanto se reúne conmigo. A pesar de mi concentración, supe que llegaba mucho antes de que hablase -. Es más estimulante.

-Acertar a un objetivo pequeño a una distancia de más de 500 metros es bastante estimulante - le digo apuntando a la diana y disparando.

-Francotiradores - murmura -. Nunca os entenderé. Yo prefiero una buena ráfaga de balas o unos cuanto explosivos que arrasen con todo y no un único disparo en la cabeza de un hombre.

-Eso es porque no has probado nunca con objetivos de largo alcance - mantengo la calma mientras hablo para poder efectuar otro disparo -. Cuando apenas son un borrón en el horizonte y tienes que concentrarte para encontrar el punto justo donde enviar la bala. No les ves la cara pero sí ves cómo caen fulminados segundos después de que hayas apretado el gatillo. Es adrenalina pura.

-No vas a convencerme - ríe. Golpea mi pierna con el pie -. Levanta.

-Supongo que tendré que ir a correr contigo - lo miro por encima de mi hombro.

-Eso ya me parece mejor. Nolan nos está esperando en la pista.

-¿Lenox?

-Hablando con su esposa.

-Debí suponerlo - asiento. La llama cada vez que tiene ocasión. Sobre todo desde que nació su hijo. 

Llevo el fusil a mi tienda y me cambio de ropa. El sol ha comenzado su descenso y con él la temperatura. Esta es la mejor hora para correr sin duda alguna. Nolan nos saluda en cuanto nos ve y emprendemos una marcha suave mientras hablamos y bromeamos entre nosotros. Nunca lo admitiré delante de Randy pero tiene razón al decir que esto es estimulante. Si te acompañan tus hermanos de armas, siempre será lo mejor.

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