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Helena

Creo que si no me escapo ahora mismo de la casa me volveré loca. Fiona es un encanto de mujer pero me tiene entre algodones y no puedo más. Necesito salir fuera o hacer cosas por mí misma. Por dios, estoy embarazada, no impedida. Agradezco todo lo que está haciendo por mí pero está logrando también que me sienta una inútil. Y una aprovechada. Todo eso en una sola semana, no quiero ni imaginar lo que serán los próximos meses.

La busco con la mirada para asegurarme de que no está en la cocina, antes de dejarle una nota en el frigorífico y escabullirme fuera. No quiero que se preocupe cuando no me encuentre en mi dormitorio descansando tal y como se supone que estoy haciendo, pero tampoco quiero decirle que me voy porque insistiría en acompañarme. Necesito un tiempo para mí misma.

Mis pasos me llevan hasta el parque donde aquel día llevamos Keenan y yo a Erin a jugar. Está lleno de niños que juegan y corretean de un lado para otro. Fácilmente podría imaginar a mi bebé entre ellos pero lo que no me atrevo a pensar es si seré la única que vigile sus pasos o su padre también nos acompañará. Procuro no dejar vagar mi mente por ahí porque el miedo a que no pueda hacerlo, aunque quisiera, me atenaza.

Hace algo más de una semana que no sabemos nada de Keenan, desde el día en que le dije que sería padre y salió de misión. Estoy aterrorizada porque le haya pasado algo malo y no me importa que Cailean trate de restarle importancia al asunto. Keenan prometió llamarme en cuanto pudiese y si no lo ha hecho todavía es porque algo malo se lo ha impedido. Lo noto en el pecho y en la boca del estómago.

Sé que estar tan preocupada no es bueno para el bebé pero tampoco puedo evitarlo. Hasta que hable con él no podré relajarme. Y esa es otra de las razones por las que necesito estar sola hoy. Fiona no me deja ni un solo minuto sola y tratar de mantener una sonrisa en los labios todo el tiempo es agotador. También ella está nerviosa, lo sé, aunque se niegue a admitirlo.

Mi mirada se pierde más allá del parque mientras permito a mi mente soñar despierta por un momento y fingir que todo está bien. Sin embargo, mis ojos captan algo o, mejor dicho, a alguien y me levanto como un resorte. Solo la vi una vez pero la reconocería en cualquier parte. Jessie MacKenzie es inolvidable, con su perenne mirada triste. Un pensamiento cruza mi mente mientras camino hacia ella casi sin darme cuenta de lo que hago. ¿Habrá hablado con su hijo alguna vez cuando él está fuera?

-Hola - la saludo antes de arrepentirme de ello.

-Hola - me mira con confusión por un momento hasta que esboza una sonrisa -. Eres la amiga de Lía, ¿verdad? La madrina de Evander.

-Esa soy yo - le sonrío de vuelta -. Helena Soler.

-Helena - asiente -. Cierto. No estaba segura del nombre.

Nos quedamos en silencio un momento, un silencio incómodo en el que ninguna de las dos sabe qué decir. Si lo hubiese pensado mejor, nunca le habría hablado, pero ahora ya está hecho y por más inexplicable que parezca, no quiero que se vaya todavía.

-¿Cómo está su esposo? - menuda pregunta de mierda la mía.

-Bien - sonríe y me siento aliviada -. Hoy ha venido a una reunión y me decidí a acompañarlo para dar una vuelta por la ciudad. Estar encerrada en casa con este tiempo tan maravilloso es pecado.

Nunca conmigoWhere stories live. Discover now