Nunca conmigo

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El viaje hasta Edimburgo discurrió entre conversaciones amenas y muchas risas, justo lo que yo necesitaba después de la inevitable charla que mi tía me dio antes de salir. No es que me dijese nada que yo no supiera ya pero me dolió ver la preocupación en sus ojos. No había censura sino pura y genuina preocupación y eso me desarmó totalmente. Sé que sufren mucho cuando estoy de misión, no quiero que lo hagan también cuando estoy en casa. Mucho menos por cosas que pasaron hace tiempo y de las que me arrepiento.

Lía y Helena resultaron unas magníficas compañeras de viaje y me entretuvieron las tres horas y media que duró sin necesidad de que yo interviniese mucho, algo que no me apetecía hacer, por extraño que parezca.

Sin la presencia de más gente alrededor, Lía se relajó lo suficiente como para mostrarme una faceta suya más desenvuelta y confiada. Lo que me demuestra que entre ella y Helena hay mucho más que una simple amistad y lo que me recuerda que debo mantener las distancias a partir de ahora. No voy a cometer el mismo error dos veces.

-Tienes que convencer a Cailean de veniros unos días a Galicia a verme - Helena abraza a Lía cuando dan el primer aviso de embarque - Óscar se pasará los próximos ocho meses en competiciones por toda Europa así que no nos molestará.

Según me contó Lía hace tiempo, el hermano de Helena, su ex, se hizo boxeador profesional poco después de que ella regresó a Escocia con Cailean. Si va a estar ocho meses en competiciones supongo que le ha ido bien, aunque no es algo que les vaya a preguntar. Ni me interesa ni me importa mientras se mantenga lejos de Lía.

-Lo intentaré - le sonríe - pero si lo de la reunión de hoy funciona estará ocupado durante bastante tiempo.

-Pues vente tú y tráete a los niños. Antes de que empieces con la promoción del libro.

-Lo intentaré - repite abrazándola de nuevo justo cuando su teléfono suena - Perdona, tengo que contestar.

Se aleja de nosotros con el teléfono en la oreja dejándonos a Helena y a mí solos. Nos miramos un tiempo sin que ninguno haga algún movimiento. Tampoco hablamos, simplemente nos miramos a los ojos en silencio. Finalmente me acerco a ella con los brazos abiertos y se cuela entre ellos en un abrazo infinito que ninguno de los dos quiere terminar. El segundo anuncio de embarque es el que nos separa.

-Un verdadero placer haberte conocido - le guiño un ojo para que blanquee los suyos por última vez - Y por supuesto, estoy encantado de que compartamos a Evander. Eso me garantiza que te veré más veces.

-También te lo digo a ti - pasa sus dedos con cuidado por el cardenal que mi amigo dejó en mi mandíbula para luego golpearme suavemente la mejilla - Puedes venir a Galicia a visitarme cuando quieras. En mi casa hay una cama libre incluso si está mi hermano.

-Gracias por el ofrecimiento y lo tendré en cuenta, aunque te aviso de que mi próximo permiso tardará un poco en llegar.

-Ten cuidado, ¿vale? - me abraza de nuevo y noto preocupación en su voz - Regresa a casa de una pieza.

-Pero si la señorita Soler se preocupa por mí - bromeo.

-Hablo en serio - me golpea en el pecho y yo atrapo su mano para darle un beso en ella. Ni siquiera sé a qué ha venido eso y la suelto tan pronto como me doy cuenta de lo que he hecho. Mis manos van a los bolsillos traseros de mis pantalones, no sea que hagan algo más que yo no he planeado.