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-Keenan - Helena me mira con preocupación. Y no es para menos. 

Después de decirle a Randy que hablaríamos más tarde, me he dedicado a pasear por el salón de un lado a otro, murmurando lo que para ella seguramente sean incoherencias. Pero es que mi cabeza está a rebosar de ideas, a cada cual más loca, y necesito sacarlas de ahí como sea. Debo frenarlas antes de que calen hondo en mí porque no puedo permitir que la esperanza me invada. Al menos no hasta que investigue un poco. Sería demoledor descubrir que estoy equivocado. No podría pasar por ello otra vez.

-Háblame - me pide.

-Perdona - me siento a su lado aunque mi pierna sana no deja de moverse -. Estoy bien, Helena. No quiero que te preocupes. Tú tienes que estar bien para Miranda.

-Yo estaré bien si tú estás bien. Somos un equipo, ¿recuerdas? Nos apoyamos el uno en el otro.

¿Cuántas veces me lo ha dicho en esos días en que me vine abajo? Tantas como me lo ha demostrado con actos. Helena es más de lo que merezco. Acaricio su mejilla y la apoya sobre mi mano. Cierra los ojos y se le escapa una lágrima. Mierda, la estoy preocupando demasiado y no es eso lo que quiero. Limpio su rostro y la beso. Le susurro palabras de consuelo mientras la abrazo. Pero cuando me mira interrogante, ya más tranquila, me levanto y camino de nuevo. Pienso mejor si me muevo y ahora mismo lo necesito.

-Esos tíos - le digo al fin, después de unos cuantos minutos en silencio, que ella respeta - los sirios...

-Sí - me anima al ver que no sigo.

-Creo que son los mismos que nos retuvieron a nosotros. Al menos el que habló. No sé cómo, pero ese cabrón logró escapar con vida.

-¿Estás seguro? ¿Cómo lo sabes? Porque no se le veía la cara, a ninguno de ellos.

-No es fácil olvidar una voz como la suya cuando tu vida ha dependido de ella - la miro, sin dejar de moverme. Mis manos despeinan mi cabello una y otra vez -. Y la frase que dijo... esa jodida frase... maldita sea... fue exactamente lo mismo que dijo cuando quiso ejecutarnos a nosotros.

-Oh, dios - sus manos cubren su vientre, protegiendo a nuestra hija. Como si así ella estuviese a salvo de todo lo que le estoy contando. Y la entiendo porque hasta ahora no les había dado detalles sobre el rescate. Simplemente les dije que fueron a por nosotros y nos trajeron de regreso.

-Eh - me siento a su lado otra vez -, no pasa nada. Llegaron a tiempo, ¿no? No quiero que te preocupes por algo que no llegó a suceder.

-¿Por qué nunca me lo contaste? - no hay reproche en sus palabras, sino curiosidad.

-¿Para qué? ¿Para que el dolor fuese mayor? No merece la pena, Helena. Llegaron en el momento justo y nos sacaron de allí. Eso es lo que importa.

-No a todos - sus manos toman las mías y las aprietan. Es hora de decirle lo que ronda mi cabeza desde que escuché la voz del líder.

-Si esos hombres sobrevivieron - le explico -, si son de verdad ellos y todavía tienen soldados retenidos...

-Es posible que Nolan esté vivo - termina por mí. 

Nunca conmigoWhere stories live. Discover now