Crónicas de un Magizoólogo...

By CerezaQueenie

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"―No lo sé ― contestó él, con franqueza ―. No sé si alguna vez la amé. Ella fue muy importante para mí. Pero... More

╔╝Sinopsis╔╝
╔╝Reparto╔╝
1. Su mejor amiga
2. El profesor de Transformaciones
3. Valerian Velleum
4. Correspondencia
5. Cerveza de mantequilla
6. Nuestro secreto
7. Culpable
8. Adiós, Newt
9. Regalo de Navidad
10. Theseus Scamander
11. Tánica y Thomas Lamarck
12. Distraído
13. El retrato de Leta Lestrange
14. El bowtruckle
15. Invasión
16. Alligare Viventem
17. Revuelta en Rusia
18. El Colacuerno Húngaro
19. El Hospital de San Mungo
20. Augustus Worme
21. La maleta
22. El interior de la maleta
23. El golpe
24. Confesión
25. Raim Daio
26. El Escarbato
27. Cartas
28. Principal sospechoso
29. Recuerdo
30. Arresto
31. Interrogatorio
32. El Cazador
33. La señora Scamander
34. Boda
35. Albus Dumbledore
36. Un viejo conocido
37. Mensaje oculto
38. La señorita Thenard
39. Regreso inesperado
40. Tiempos oscuros
41. Mensaje descifrado
42. Poción multijugos
44. El Thunderbird
45. Interrogatorio forzado
46. Redada
47. Despedida
48. Rumores
49. Dafune Main
50. Sephora
51. Amina
52. Revelación
53. Preocupación
54. El primer día
55. El tercer día
56. El quinto día
57. Obscurus
58. Tristeza
59. Una razón para seguir
60. El magizoólogo
╔╝Epílogo╔╝
╔╝Nota final y agradecimientos╔╝
Segundo libro: Fragmentos de un Obscurial
[Nueva Historia] Coeficiente de Criminalidad

43. Etiopía

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By CerezaQueenie

Aclaración importante: Este libro (y por lo tanto esta trilogía) fue publicado a finales de 2016, mucho antes de que se publicara la sinopsis de "Los Crímenes de Grindelwald", así que esta historia tendrá variaciones con respecto a todo lo que ocurra en esa película.

Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

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CRÓNICAS DE UN MAGIZOÓLOGO

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╔╝SEPTIEMBRE DE 1924╔╝

╔╝43╔╝

╔╝ETIOPÍA╔╝

Para las diez y veinte de la noche, Newt y Velleum se encontraban a varias calles del escondite, con las espaldas apoyadas contra una pared de ladrillos resquebrajados. Según lo que Velleum le había explicado, le habían dado indicaciones de esperar allí al hombre que les ayudaría a atravesar la frontera entre Somalia y Etiopía. Supuestamente, los vendría a buscar pronto. Había dos faroles anticuados encendidos en la calle y la luz que estos emitían, le daban a todo un aspecto muy lúgubre y avejentado. Casi no se veían luces desde las ventanas de las cinco o seis casas que había en la cuadra, pero todas tenían cortinas así que realmente era como estar en medio de la nada debido al silencio que reinaba en el lugar.

Como había refrescado al caer el sol, Newt cada tanto temblaba bajo su abrigo de color marrón y Velleum se había puesto una bufanda de tela roja junto con su abrigo de cuero negro y desgastado. La maleta había sido hechizada nuevamente antes de que dejaran el escondite para que su contenido quedara oculto no sólo ante los ojos de los muggles sino también de otros magos. Si alguien la abriese, sólo vería las pocas pertenencias del hombre, su lupa, algunos cuadernos, el tintero, plumas, su brújula y algo de ropa. Nada que levantara demasiadas sospechas.

― ¿Cómo se supone que me llamo? ― le preguntó Newt a su colega en voz baja. Velleum miraba hacia una esquina con especial interés.

― Bueno, esta gente cree que me llamo John Biuret. Y les dije que te llamabas James. Que eras un estudioso de criaturas mágicas y que podrías darnos una mano.

― ¿Y aceptaron que yo entrara sólo por la bondad de sus corazones?

― No, es sólo que hice los contactos apropiados ― aclaró Velleum con un gesto que levantó sospechas en el otro.

― Esa no es toda la verdad, ¿No?

― Em... No. También les dije que te nos unirías de aquí en adelante.

― ¿Qué? Pero se supone que debo seguir con mis viajes hacia Sudán. Tenemos que buscar ese Obscurial ― murmuró Newt, tratando de no levantar la voz.

― Tú tienes que buscarlo, porque eso te envió Dumbledore a hacer. A mí me mandó a hacer otras cosas.

— Pero...

— Voy a hacer lo posible para que llegues a Sudán ¿Sí? Ya pensaremos en algo. Además...

― ¿Además?

― No planeo seguir con este grupo. Planeo desbaratarlos pronto. Avisar al Ministerio y autoridades locales para que los cierren. Pero primero necesito llegar al cazador Jim... él es la cabeza de todo. Si cae él, muchos otros caerán.

Newt sintió una repentina oleada de miedo pasar por su cuerpo porque si lo que decía Velleum era cierto, entonces el plan era incluso más arriesgado. Se iban a meter en el centro de una actividad criminal para desbaratarla y si daban un paso en falso y los descubrían, los contrabandistas podrían deshacerse de ellos sin pensarlo mucho.

― Relájate ― le dijo Velleum, viendo el temor en el rostro de Newt ―. Por eso te pedí que vinieras a darme una mano, no podía hacerlo solo. Necesito que te lleves el Thunderbird que tienen.

― ¿Por qué no lo dejamos libre?

― Los demás animales que tienen son de esta zona. Si los dejamos libres, ellas irán hacia dónde deben. Pero el Thunderbird es de Estados Unidos. No podrá llegar sólo, podría perderse en el camino. Hay que llevarlo hasta allá. Además, necesita cuidados, de seguro está herido. Y yo no puedo hacerlo ya que, si todo sale bien, me llevarán a mí también.

― ¿A qué se refiere con que se lo llevarán? ¿Por qué no me dijo todo esto antes de que saliéramos? — preguntó Newt, enfadado con Velleum por ocultarle parte de la información.

― Ahora no, viene alguien ― interrumpió el otro, alzando la mano para pedirle que se callara. Desde la calle frente a ellos, un hombre alto y moreno venía caminando con paso firme. Algo en su postura y en su forma de caminar alertaba que no era una persona a la que se podría molestar sin salir herido. El hombre se acercó hasta ellos y les dirigió una mirada analizadora.

― ¿John? ― preguntó, con voz solemne.

― Soy yo, él es mi hermano James ― dijo Velleum, señalando a Newt. Luego, sacó de su bolsillo un pequeño sobre de color rojo. El hombre desconocido lo tomó y miró el interior del sobre con cierta desconfianza. A continuación, levantó la vista otra vez e hizo un gesto con la cabeza para que lo siguieran. Los dos hombres caminaron detrás de él, quien iba con el mismo paso seguro con el que había llegado. Los dirigió hasta un callejón oscuro, probablemente desde dónde se habría aparecido en primer lugar. Una vez allí, el hombre moreno extendió el brazo.

― Sujétense ― ordenó. Newt y Velleum tomaron su brazo y pronto desaparecieron del callejón. Aterrizaron a unos metros en la entrada de una casita de madera de aspecto precario. Newt observó alrededor. Estaban en una especie de granja, en medio del campo. A la lejanía, se veían algunas luces, como si hubiera casas desparramadas por ahí, pero estaba seguro de que no debía de haber nadie en al menos doscientos metros a la redonda.

Entonces, dirigió su mirada hacia la casa que se situaba frente a ellos. Debía de haber alguien adentro pues se veían luces saliendo por la ventana. El hombre que los había traído caminó hacia la puerta y los otros dos lo siguieron sin decir nada. A Newt le parecía que todo era extrañamente silencioso. En el interior de la casa no había mucho más. Un sillón desvencijado, cortinas polvosas, una mesa vieja, una chimenea apagada, un banco de madera negra y unas velas flotantes encendidas. No había ninguna persona a la vista.

― Usen eso, por favor ― pidió el hombre moreno, sentándose en el banquito con el rostro cansado ―. La palabra de hoy es arenisca.

― Excelente ― dijo Velleum, quien aparentemente había entendido la indicación del extraño ―. Vámonos, James.

― ¿Qué se supone que debo hacer? ― preguntó Newt, algo confundido. El otro, por su parte, se arrimó a la chimenea y tomó un puñado de polvo verdoso que yacía dentro de un pequeño recipiente de cerámica con su mano. Luego, se metió dentro de la chimenea.

― Cómo dijo nuestro buen amigo, te metes aquí y dices... ― Velleum extendió la mano y arrojó el polvo al suelo diciendo en voz alta: ― Arenisca.

Una horda de llamas verdes lo rodearon y a los pocos segundos, ya no había nadie en la chimenea, sólo las cenizas acumuladas en el suelo. Newt comprendió entonces que esa chimenea estaba unida a una red de polvos flu. Imitando a su viejo profesor, tomó el polvo verdoso del recipiente de cerámica y se metió en la chimenea, teniendo cuidado para no golpearse la cabeza.

― Gracias por traernos, señor ― le dijo al hombre moreno a modo de saludo, pero este no le dirigió la palabra ni hizo gesto alguno que demostrara que lo había escuchado. Encogiéndose de hombros, arrojó los polvos al suelo ―. Arenisca.

Aterrizó en otra chimenea que olía raro, como a una habitación que hubiera estado cerrada durante muchos días. Salió rápido y sin tropezarse y vio que Velleum lo esperaba del otro lado.

― Bueno, James... ― le dijo este, haciendo énfasis en el nombre falso que ahora Newt debía usar y poniéndose las manos en la cintura ―. Bienvenido a Etiopía.

Afuera de la chimenea, pudo ver que había muchas más personas. Hombres y mujeres se agrupaban por aquí y por allá y otros iban caminando de un lado para el otro, con rostros alertas y ocupados. Se hallaban en el interior de lo que parecía una gran habitación industrial, similar a las que los muggles usaban para hacer ropa. Paredes altísimas, techos de chapas metálicas y vigas de concreto. Además de los murmullos de todos los que se encontraban ahí, se oían susurros, ululares, gruñidos y graznidos. Mirando mejor, Newt se dio cuenta de que no sólo había personas en el lugar, sino que también había animales. Acomodadas contra las paredes, vio al menos cuarenta jaulas de distintos tamaños y en todas, había al menos una criatura mágica.

― ¿Dónde estamos? ― preguntó Newt, en voz baja.

― Aquí guardamos las criaturas, James. Lo llamamos "El depósito" ― explicó Velleum y con el brazo, le indicó el camino que debían tomar ―. Ven, vamos para allá.

Durante la siguiente hora, Velleum llevó a Newt por toda la instalación. Le presentó al menos una docena de personas, de las cuáles Newt sabía que no recordaría ningún nombre y también le mostró los animales que tenían en cautiverio. Al magizoólogo le impresionó ver cómo los tenían amontonados, con poca agua y poco alimento y poca atención. Muchos estaban encadenados o atontados con algún hechizo confundidor para evitar que intentaran escapar o que molestaran. Sintió que su sangre se calentaba con enojo al ver aquella penosa situación, aunque hizo un buen trabajo en ocultarlo y que no se notara. Su antiguo profesor tenía razón, había que desbaratar ese lugar cuanto antes. Sin embargo, se preguntó por qué motivo se lo llevarían a Velleum una vez que avisaran a las autoridades ¿Acaso había alguna otra cosa que no le había contado?

La chimenea de dónde había salido estaba en un extremo de la gran habitación y del lado opuesto, había una gran puerta metálica. Parecía ser la única puerta que había allí.

― Allí guardan a las criaturas más grandes ― murmuró Velleum, tratando de hablar bajo ―. Dragones y el Thunderbird.

― ¡John! ― se oyó una voz masculina llamando. De un grupo que estaba alrededor de una jaula con Murtlaps, un muchacho de la edad de Newt o quizás uno o dos años más joven, se acercó corriendo. Era bajo, tenía los ojos pequeños y algunos rizos se formaban en el cabello castaño que le caía en la frente.

― ¡Víctor! ¡Mi hombre! ― lo saludó Velleum, chocando la palma con él de forma amistosa.

― Al fin, volviste ¿Él es el hermano del que tanto hablabas? ― preguntó Víctor, en tono obvio, ya que lo que preguntaba era totalmente evidente dado que Velleum y Newt ahora poseían el mismo rostro.

― ¡Muy gracioso! — exclamó Velleum, celebrando aquel comentario no tan gracioso —. Víctor, te presento a mi hermano gemelo James.

― Mucho gusto ― dijo Newt, estrechándole la mano con amabilidad.

― Ah... este es el genio de las criaturas ¿Verdad?

― Exacto... ― Velleum miró hacia ambos lados, como asegurándose de que nadie los oyera y bajó un poco la voz ― ¿Cómo han estado las cosas desde que me fui? ¿Pasó algo interesante?

El tal Víctor se vio inseguro y se arrimó hacia ellos.

― Dicen que el cazador solitario fue visto en Somalia ― murmuró el muchacho. Newt sintió que se le erizaban los vellos de los brazos. Estaba hablando de él. Sin embargo, se relajó un poco al recordar que no estaba usando su verdadera identidad, así que nadie debería saber quién era ―. Pero al parecer lo perdieron de vista de nuevo. Sí que sabe moverse.

― Ese cazador es todo un tema... ¿Verdad, James? — comentó Velleum.

― Oh sí... por lo que me contaste, es un hombre moreno y grandote ― agregó Newt, con el tono demasiado tranquilo, aprovechando que los rumores sobre su apariencia eran variados.

― No lo he visto, pero dicen que anda siguiéndonos los pasos ― mencionó Víctor, rascándose la oreja ―. La señorita Thenard está aquí hoy, John. Vino hace un rato. De hecho... Me pidió que te llevara con ella en cuanto llegaras.

Newt recordó que había conocido a la señorita Thenard cuando estuvo en el sur de Argentina, siguiendo pistas sobre los contrabandistas. No había hablado con ella ya que había estado oculto bajo la capa de invisibilidad cuando se la encontró, pero no olvidaba que la había visto desmemorizar y noquear a dos hombres en menos de un parpadeo. Se suponía que ella era una de las líderes de este grupo de contrabandistas.

― No necesitas llevarme, Víctor. Iré solo. Tú quédate haciendo lo que estabas haciendo ¿Sí? ― Velleum le revolvió el cabello al muchacho y este sonrió. A Newt le pareció que ellos dos se veían como dos buenos hermanos, cosa que hizo que recordara a Theseus por un breve instante.

― Claro, nos vemos más tarde, entonces. Un placer conocerte, James —. Después de saludar, Víctor se fue corriendo hacia el lugar desde dónde había venido antes. La sonrisa amable de Velleum se convirtió de pronto en un gesto neutral.

― Veo que se llevan bien ― comentó Newt.

― Es un buen muchacho, él no debería estar aquí ― dijo el otro, con molestia en su voz ―. En fin, tenemos problemas.

― ¿Ahora qué?

― Te dije que esa puerta llevaba a las criaturas más grandes ¿Verdad? — preguntó Velleum, señalando la única puerta del depósito.

― Sí ― contestó Newt, mirando la puerta y luego a Velleum, cuyo rostro se había endurecido. Era obvio que estaba hablando muy en serio.

― Pues... Casualmente, esa también es la oficina de la señorita Thenard y ella ahora quiere verme ¿Sabes lo que eso significa?

― No tengo forma de saber qué significa.

— Tienes razón, sígueme — pidió Velleum y empezó a caminar despacio —. Nos veremos sospechosos si sólo nos quedamos parados sin hacer nada.

— Usted me dijo que la señorita Thenard era la mano derecha del cazador Jim, pero no entiendo a qué quiere llegar con todo esto — le reprochó Newt, siguiéndole el paso — ¿Acaso está mal que ella quiera verlo?

― Pues, la idea era que cuidaras al Thunderbird y que te lo llevaras en cuanto se pudiera―. Su antiguo profesor hablaba en voz muy baja mientras se dirigían hacia la puerta metálica ―. Se suponía que íbamos a estar aquí unos días para que los demás te conocieran, que ella vendría la semana que viene y entonces yo avisaría a ciertos contactos que tengo y habría una redada aquí.

― Pero ella está aquí ahora.

― Claro, eso era algo que no tenía planeado.

— Entonces...

— Eso significa que la redada tendrá que ser hoy.

╔╝Continuará╔╝

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Gracias por entrar a este escrito. Si quieres leer más sobre el mundo de Animales Fantásticos, entra a mis historias "Una luz en la oscuridad", "El nieto del magizoólogo" y "El cuervo y la serpiente". Los comentarios serán apreciados.

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Cereza Queenie

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