Amor en notas musicales (#1 S...

Da GenesisK20

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Ella Antes de ti sostuve otras manos, antes de ti besé otros labios, antes de ti, dije te quiero. Antes de ti... Altro

Nota
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 58
Capítulo 59
Epílogo
Nota

Capítulo 57

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Da GenesisK20

Me quedé ahí, paralizada y no por el frío sino por el dolor y a la vez esa fresca sensación de libertad, no pude evitar cubrir mi boca intentando resguardar ese llanto que era similar al que liberé la primera vez que nos separamos. Él se alejaba en la distancia con las manos caídas sujetando con debilidad la pulsera y yo caminé hacia el coche, cuando al fin llegué y me subí, coloqué mis manos en el volante y lloré. Grité, grité una y otra vez, sollocé sin parar e intentaba equilibrar mi respiración que era casi imposible, ni siquiera me percaté del tiempo, solo quería llorar hasta que el dolor culminara por completo. Mi celular sonaba una y otra vez.

No quería contestar, no sabía que haría una vez que regresara a casa y no me interesaba pensarlo, prendí el coche y comencé a conducir hasta mi hogar, respiré profundo una y otra vez, apaciguando el dolor hasta que al fin llegué y me estacioné. Me di aire en el rostro con mis manos para "intentar" quitar él hinchazón de mis ojos. Bajé del auto y estuve a punto de girar la perilla de la puerta, pero alguien del otro lado la abrió con brusquedad, era Alexander.

—¡DURÁ! —grita Alexander, que en ruso significa tonta, boba o en su peor caso, imbécil—¿¡Por qué demonios no contestabas el celular!? ¡Tienes idea de lo preocupado que estaba pensando en que te había pasado algo!

—Yo—trago saliva con dificultad—Lo siento

—¡No solo digas lo siento! —permanece callado y se percata de mis ojos hinchados—¿Qué ocurrió?

—Nada—intento evadirlo para entrar a la casa, permaneciendo cabizbaja. Pero él me prohíbe el paso sujetándome del brazo

—Nada...—dice sarcásticamente —¿Qué tan estúpido me crees como para mentirme?

—Alexander, en serio yo...

—¿Qué me ocultas? No voy a dejarte pasar, no hasta escuchar la verdad

—Nada

—¡Evangeline! ¡Entiende que estaba angustiado por ti y lo único que dices es nada! ¡Dim-

—¡Acabo de ver a Collin!

Alexander abre los ojos como platos y pareciera que un nudo se le ha hecho en la garganta, ni yo puedo creer que de verdad le he dicho eso... me hago para atrás reaccionando por lo que acabo de decir. No puedo ni siquiera hablar y quiero entrar a casa, lo intento, pero Alexander vuelve a detenerme del brazo, ninguno de los dos dice nada, yo ya no poseo la fuerza para discutir ni mucho menos gritar.

—¿Has dicho Collin? —dice en un hilo de voz

Permanezco callada, él solo espera a que diga algo.

—Evangeline... habla o no te dejaré pasar...

—Alexander—mi voz se hace añicos, apenas puedo hablar, me quedo ahí frente a él con la mirada baja—Él vino a buscarme

Hay un silencio incómodo entre los dos.

—Entonces mentiste cuando dijiste que ibas a la tienda... por eso no querías que fuera contigo

—Él dijo que vendría a casa, no quería que armara un escándalo

Otro silencio entre ambos, solo siento el frío golpeando mi rostro y secando mis lágrimas

—Y... Qué... ¿Qué ocurrió?

—Nos vimos, hablamos y discutimos, se tornó agresivo y...

—¿Te levantó la mano? —dice serio

—No, solo discutimos—decirle que me forzó de las manos solo haría que Alexander haga una locura—dejamos las cosas muy claras... dijimos lo que teníamos que decir

—¿Y eso es...?

Puedo entender que quizá verme así le duela, debe ser doloroso ver a la persona que amas llorando por un antiguo amor, pero yo tengo claro lo que quiero y es a él. De nada sirve mentir, mejor decir la verdad.

—Le dije que él significó mucho para mí hace tiempo atrás, que efectivamente dudaba que yo pudiera continuar mi vida sin él...

—Y...—su voz se hace temblorosa, ¿querrá llorar? —¿Él te dijo que te ama?

Permanezco callada, respiro profundamente y me armo de valor para contestar

—Sí, me dijo que aún me ama—pareciera que el corazón de Alexander se ha detenido porque no dice nada, ni siquiera puedo escuchar su respiración—Pero, yo simplemente lo dejé a un lado...

Levanto la mirada y miro a sus ojos, aunque mis ojos estén empañados o incluso rojos por las lágrimas de mi mal de amores, puedo decir con certeza...

—Te escogí a ti como el compañero con el que de verdad deseo formar una vida y eso nadie lo va a cambiar, ni siquiera él

Solo me mira, sorprendido y con sus mejillas tornándose color carmesí, no quiero que dude que me he entregado a él en alma y cuerpo, esto fue una prueba de la vida, de mi coraje, simplemente una prueba para demostrar qué tan fuerte soy.

Esbozo una sonrisa, mis mejillas están calientes y mis lágrimas se han secado, siento frío, pero no me importa, me acerco hacia él parándome de puntillas y planto un cálido beso. Siento el roce de sus labios, creo que hice algo mal porque no dice nada así que comienzo a apartarme lentamente pero entonces, sus manos rodean mi cintura y me acerca hacia él, sus labios besan con firmeza los míos y brinda pequeñas mordidas. Se separa y besa mi frente, mi nariz, mis mejillas y vuelve a mis labios, con cautela se retira y pone su frente con la mía.

—Durá, no vuelvas a espantarme así—cierra los ojos con desesperación—Creí por un momento que te había perdido, que él te había dicho algo que haría que te apartaras de mi lado... no hagas cosas como esas, casi me muero...

Suelto una pequeña risa y presiono mis labios con los suyos, permanecemos así por un instante y luego toma de mi mano para darle un cálido beso.

—Evangeline, realmente me vuelves loco—entrelaza nuestras manos, que irónico ¿verdad?

Por fin solté las manos de Collin y ahora, mi mano y la de Alexander están entrelazadas, dicen que en la vida hay tres amores, el primer amor que en mi caso es Collin Jennsen, el amor platónico que en mi caso es Dave Franco, es que ese hombre está uf... y finalmente el amor verdadero, que en mi caso es Alexander Melenkov. Entre cálidas sonrisas me permite el paso para entrar primero a casa, mis amigos están en la sala preocupados, cuando entro casi me avientan las lámparas.

—¡Evabuba Price! ¿Qué demonios? ¿Dónde carajos estabas? —grita Sebastián

—Concuerdo con este sujeto, ¿Te perdiste o qué? —grita Chris

—Tengo mi nombre—voltea Sebastián hacia Chris haciendo muecas

—Yo, es que...

—Evangeline—dice Andrew recargado cerca del marco de la puerta—el tráfico se pone peor a estas horas de la noche y por eso se tardó ¿cierto? —voltea a mirarme, tiene el ceño fruncido, debe estar muy molesto—quiero hablar contigo, solo cinco minutos

¡Oh mierda...! Para que diga eso debe estar furioso, me limito a sonreírle de manera nerviosa y asentir, los demás solo suspiran como diciendo "ya que". Andrew me hace un gesto como si dijera "anda, vamos a hablar en la terraza" porque mira hacia mí y luego hacia las escaleras, me separo de Alexander. Andrew ni siquiera se toma la molestia de mirarme y espera a que suba para que él venga detrás mío. Una vez que estamos arriba yo me pongo a temblar diciendo "trágame tierra".

—Entonces... Collin—oh mierda, mi estómago se revuelve, volteo ligeramente hacia Andrew quien tiene el semblante serio

—Es... una larga historia, pero ya lo solucioné Andrew, ya no hay nada que decir ¿Tú como sabes que...?

—Yo iba a abrirte la puerta, pero Alexander me ganó, así que me quedé ahí escuchando... llámame entrometido, pero sabes que yo hice todo lo posible para que no lo volvieras a ver

—Andrew, mira yo sé que querías protegerme y siempre te amaré por hacer ese detalle conmigo, aunque al principio no me parecía la idea, pero tienes que aceptar que esto era un tema que ambos empezamos y debíamos terminar de manera correcta

—Lo sé, lo sé —gira los ojos como huevo—el problema es que te saliera con un te amo y te lavara el cerebro con promesas falsas

—No—digo con firmeza—nos dijimos adiós como debía ser, de la manera correcta... yo ya he decidido y no me echaré para atrás

Él suspira pesadamente, a juzgar por ello deduzco que ya se ha resignado con el tema.

—Evy, este chico...

Lo miro confundida.

—¿Quién?

—El de ojitos coquetos

—Oh... ¿Alexander?

—De verdad te quiere...—evade mi mirada mirando hacia unas flores—me agrada

Abro los ojos sorprendida y con todo el brillo del mundo, esbozó una sonrisa de oreja a oreja y empiezo a dar brincos de emoción.

—¿En serio? ¿En serio? ¿En serio? ¿En serio? O POR DIOS... ¿lo aceptas entonces? —corro hacia él y lo abrazo mientras me río a carcajadas

—Suéltame tonta—hace pucheros, pero no hace nada por zafarse—Ya bájale a tu emoción—intenta parecer molesto, pero no puede porque comienza a reír—Bueno, bueno tú ganas, ya... sí me agrada y está aprobado para ser tu novio... hasta para ser tu esposo

Me separo de él sorprendida.

—¿Esposo?

—Si soy el padrino en la fiesta entonces está aprobado

Comienzo a reír y le doy un golpe con el codo cerca del estómago.

—Ay, ¡estúpida mi estómago! —grita casi perdiendo el aliento encorvado, sigo riendo a carcajadas, se levanta y me da un empujón mientras comienza a caminar hacia las escaleras

—Andrew—le digo antes de que llegue abajo y él se detiene en seco para mirarme—Te quiero, gracias por estar siempre conmigo

—Hoy, mañana y siempre —sonríe cálidamente—estaré contigo

***

Se hizo madrugada y todos parecen exhaustos. Están alegres pero cansados, Alison y Paola son las primeras en retirarse despidiéndose amablemente como suelen hacerlo, después Andrew y Sebastián, mientras que Ian no está a nada de caer al suelo por el sueño, es un buen niño por eso duerme temprano y esto le cayó como bomba, se despide de mis amigos y voltea a ver a Chris y a Alexander.

—Puede que tenga sueño y que ustedes se vengan a quedar en casa —frunce el ceño—pero los vigilo señores, tengo ojos en la espalda y en todas partes

—Qué asco—dice Chris y se empieza a reír, pero cuando ve que mi hermano lo ve con mirada de pistola, su sonrisa se desvanece

—Advertidos están—me mira y me da un abrazo—Buenas noches hermanita, que descanses—dicho esto, comienza a caminar hacia las escaleras—dejaré la puerta abierta, los estoy vigilando... cerdos desgraciados

—¿Por qué esa actitud? —pregunta Alexander confuso

—Es su hermana, el cliché del hermano celoso, no te sorprendas

—Nunca entenderé a los ingleses

Chris lo mira haciendo una mueca de ¿Qué? Mientras que Alexander solo mira como mi hermano se va hacia arriba, ellos dormirán en la sala y yo me iré a mi cuarto, les indico que el baño se encuentra en el segundo piso, entre la habitación de mi hermano y la mía, les doy un beso en las mejillas a ambos y les digo que descansen para el evento de mañana.

***

Me encuentro en mi habitación, todo es tan tranquilo, me he puesto al fin el short de mí pijama y la camiseta blanca que hace juego con él. Tenía mi pequeña lampara de mesa encendida, respiro tranquilamente después de tanto tiempo, apago mi luz y me tiro a mi cama, al fin puedo dormir en paz. Aunque apenas puedo conciliar el sueño, mañana será el dichoso evento, practicamos día y noche hasta lograr esa complicada coreografía.

Seguro Eveshka llamará desde temprano con tal de arreglarnos y demás, así que a dormir que mañana será un día cansado. Cuando estoy a nada de cerrar mis párpados escucho pasos acercándose a mi habitación.

De pronto la puerta comienza a hacer un chillido y me siento de inmediato.

—¿Quién es? —susurro, pero nadie contesta por lo que comienzo a levantarme de mi cama—¿Ian? ¿No puedes dormir?

—¿Tu hermano aún se junta contigo cuando no puede dormir? Qué nena

Reconozco la voz de inmediato y me levanto en seguida para abrir la puerta, cuando lo hago me encuentro a Alexander de pie.

—¿Qué hac—pone su mano en mi boca para callarme y pasa rápidamente a mi habitación, cierro la puerta con seguro y lo miro—¿Qué te sucede loco?

—No puedo dormir—dice igual murmurando—estoy muy nervioso

—¿Nervioso? ¿Por qué? —descubrí mi boca— Si bailas bien, la que debería estar muerta del miedo soy yo

—No es tanto por eso

—¿Entonces?

—Tengo mis motivos...

—Si mi hermano o Chris se da cuenta de que no estás en el sofá van a-

—Chris es de sueño pesado y tuve que venir descalzo para que tu hermano no me escuchara, pero el sonido de la maldita puerta me dio miedo

—De verdad que estás fuera de sí

—Evangeline...

—¿Qué sucede?

—Verás, estuve pensando en lo que ocurrió hace unos momentos, me dijiste que querías formar una vida conmigo y sigo nervioso por eso, si, ya sé que parezco patético, pero sigo emocionado y quería verte

—No tienes que tener miedo, quiero decir...

—Formar una vida es un paso enorme... ¿de verdad estás segura de querer hacerlo conmigo?

—Pues, es obvio y por eso acepté

—Bien, entonces quítate la ropa

—¿¡Qué!? ¿¡Para qué!?

—Vamos a hacer una vida ¿no?

—¡Sí! Pero una vida de pareja

—Oh...

—¿¡Qué pensaste o qué!?

—Un bebé, es una vida ¿no?

—¡Ay! ¡Fuera!

Volvió a cubrir mi boca.

—¡Shh! Nos van a cachar

—A ti—digo con dificultad y frunciendo el ceño, después señalé la puerta

—Pero yo sí quiero, por eso vine

—¿Qué? ¡Adiós!

—No puede ser tan malo

—Tú no vas a ser el que cargue con el niño en la barriga

—¿Qué?

Quité sus manos de mi boca.

—Que tú no vas a sufrir... los dolores ni mucho menos

—Puedo ir a terapia de pareja contigo y que me den toques en la barriga para intentar apoyarte ¿qué dices?

—Hombre... no aguantarías si quiera un desgarre cada mes y quieres aguantar toques en el estómago ¿¡es que estás loco!?

Se acerca hacia mí y sonríe de manera coqueta mientras me planta un beso.

—¿Estás loco? —retrocedí un par de pasos— Si comenzamos a... Bueno tú sabes a qué... mi hermano no dudará en matarte

—Aprendí muchas cosas por ti, de verdad quiero recompensar todo el tiempo que no te besé y eso solo será si tú me lo permites, vamos cariño, sé que me deseas como yo a ti

Me sonrojo apenas dice eso, ¡basta! No, no, no... Debo ser fuerte ante todo, debo imponer mi autoridad y no caer en sus encantos rusos.

—P-Pues son solo alucinaciones tuyas, además, la última vez me dejaste...

Oh... no debí haber dicho eso. Él me mira confundido.

—¿Te dejé... qué?

—No importa, vete a dormir

—Oh... ¿Te... lastimé demasiado?

—No es eso, ya déjalo, buenas noches

Me mira sorprendido.

—¿No podías caminar?

—Idiota—le doy un golpe en hombro—Ya te dije que dejes en paz el tema

—¿Por qué no me dijiste nada?

—Porque en ese momento no pensaba en nada, ni siquiera si me dolía o no...

Hace una mirada coqueta y sonríe de manera traviesa.

—¿Te gustó entonces?

—¡Alexander Melenkov! —me tapa la boca de nuevo—No grites tonta, nos van a escuchar...—murmura y retiro su mano—Buenas noches Alexander—señalo la puerta

—Yo sé que también me deseas

—No—aunque es mentira...—No es así ¿Por qué lo supones?

—Tu cuerpo me llama a gritos

Vuelvo a sonrojarme, quiero evitar el contacto visual y él comienza a reír mientras se acerca más y más hacia mí. Intento alejarme, pero él pone su mano cerca de mi glúteo lo cual me hace temblar o, mejor dicho, estremecerme.

—A-Alexander, no es divertido

—No se supone que sea divertido, se supone que te sepa a gloria—besa de manera provocativa mis labios, de pronto baja dando besos a mi cuello, me estremezco y comienzo a perder el control, no, no... debo ser fuerte.

Él acerca su mano a mi parte noble y yo solo me acurruco en su pecho, mordiendo parte de su playera para no gemir a lo cual él reacciona con ferocidad y me tumba a la cama.

—Ale... xander...para —no puedo ni hablar, sentir sus manos me hacen perder la razón

—¿Parar? Detenme entonces—susurra de manera encantadora a mi oído lo cual hace que mi imaginación comience a volar—Quiero sentirte una y otra vez hasta que pierdas la razón

Me resigné ante su erótico acento ruso, suspiré ante el calor generado por su cuerpo y el mío y finalmente, me rendí ante su contacto.

—Entonces... déjame conocer la gloria, Alexander Melenkov

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