Aclaración importante: Este libro (y por lo tanto esta trilogía) fue publicado a finales de 2016, mucho antes de que se publicara la sinopsis de "Los Crímenes de Grindelwald", así que esta historia tendrá variaciones con respecto a todo lo que ocurra en esa película.
Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro
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CRÓNICAS DE UN MAGIZOÓLOGO
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╔╝ABRIL DE 1921╔╝
╔╝35╔╝
╔╝ALBUS DUMBLEDORE╔╝
Hacía bastante que el joven Scamander no se sentaba a pensar en el tiempo que había pasado en la escuela. Claro, luego de todo el lío con Leta Lestrange y su condena a Azkaban por contrabando, había pensado un poco en Hogwarts, pero solamente en las cosas malas que le causaban una mezcla entre dolor y enojo. Muchas veces, las personas no gustan de recordar su pasado porque se enfocan demasiado en lo malo y olvidan las partes buenas. Aprender a usar sus poderes, estudiar sobre criaturas mágicas por primera vez, ser joven e ingenuo, estar enamorado, reír por idioteces, no tener que preocuparse mucho por la vida. Esas cosas buenas vinieron a la mente de Newt mientras viajaba en tren en dirección a su viejo colegio.
Muchos magos hubieran preferido aparecerse allí de inmediato, pero con Hogwarts no había excepción alguna, ya que nadie podía aparecerse dentro o en las cercanías del castillo. Era mucho más simple utilizar el tren. Llegar a la estación de King Cross, tan atestada de muggles, cruzar la pared encantada hacia la plataforma nueve y tres cuartos y subir al tren escarlata que tenía a la estación de Hogsmeade en su recorrido eran cosas que disfrutaba hacer cuando era un adolescente. Al hacerlo, Scamander se sintió como si hubiera usado un giratiempo y estuviera reviviendo su juventud.
Como planeaba quedarse en alguna hostería de la zona luego de visitar a Albus Dumbledore, el magizoólogo se encargó de llevar su preciada maleta para poder cuidar a sus criaturas mientras estuviera en ese pueblo. Estaría lejos de Londres solamente durante tres días, pues justo habían coincidido un feriado con el fin de semana. Y, aunque en su equipo de investigación del Ministerio el trabajo disminuía poco a poco, de todos modos, tenía que volver a trabajar. El señor Malthus Gorman, jefe de la División de Bestias, creía que Grindelwald estaba escondido o que había dejado Europa, lo cual explicaría por qué los incidentes causados por animales mágicos habían disminuido tan drásticamente en los últimos tiempos.
A medida que el tren avanzaba, el paisaje iba cambiando de la ciudad al campo y la mayoría del recorrido, Newt se la pasó pensando en las veces que había hecho ese recorrido y en cómo le parecía que era la primera vez que le prestaba tanta atención. Claro, cuando era más joven, siempre viajaba con Leta y, en aquellos momentos, tenía varias razones para prestarle más atención a ella y no tanta al paisaje que se desplegaba por la ventana. Al atardecer, el tren arribó a la estación de Hogsmeade, así que se bajó y se dirigió hacia el castillo.
Este era mucho más imponente de lo que recordaba, pero conservaba ese aire mágico que lo hacía querer volver a estar allí. Sin dudarlo, golpeó a la puerta principal y al cabo de unos minutos, este fue abierta. Un hombre de cabello canoso, coronilla brillante y rostro arrugado se encontraba del otro lado. Newt lo reconoció casi al instante. Era el celador del colegio, Rancorous Carpe, el mismo que había estado en ese puesto desde mucho antes de que Newt naciera siquiera.
— Buenas noches, señor Carpe ¿Cómo está? — saludó, con una sonrisa.
El viejo lo examinó con los ojos durante unos segundos y luego su rostro se iluminó, como si hubiera encontrado una bolsa de oro en el suelo.
— ¿Acaso eres el pequeño Artemis?
— Exactamente, señor ¿Cómo ha estado? — contestó el más joven, aceptando el emocionado apretón de manos del hombre.
— Bien, muy bien. Mi salud es tan buena como si fuera un jovencito — bromeó el celador — ¡Por Merlín! Tanto tiempo ha pasado. Aún recuerdo cuando eras un flacucho que se quedaba todo el día leyendo en el césped mientras yo limpiaba por ahí. Y recuerdo también haber leído de ti en El Profeta ¿Tú eres el que venía a ver al profesor Dumbledore?
— Pues sí. Si me deja pasar.
— Por supuesto, déjame acompañarte.
El señor Carpe dejó entrar a Newt y lo condujo por los pasillos y escaleras de la escuela. Cuando todavía era un estudiante, en Hogwarts no tenía realmente mucha gente con la que hablar aparte de Leta. Uno de ellos era el celador, quien era una persona amable, al menos con él. Mientras iban hablando de trivialidades e ignorando los gritos de Peeves en los jardines mientras importunaba a los fantasmas que andaban por allí, el magizoólogo se sintió abrumado por la nostalgia. Era un sentimiento raro, pero se resumía en que, al andar por los pasillos de Hogwarts, recordaba a la versión más joven y más inocente de sí mismo. Se dio cuenta de lo mucho que había cambiado desde su adolescencia y eso le hacía sentir que había perdido algo importante durante el camino. Algo que quizás jamás podría recuperar. Sacudiendo la cabeza, quitó esa sensación de su cuerpo y siguió andando sin que el celador notara aquel repentino cambio de humor en Newt. El aula donde se impartía la clase de Transformaciones estaba en el segundo piso.
— Supongo que el profesor debe seguir dentro — dijo Carpe, antes de golpear la puerta del aula.
— Pase, por favor — se oyó la voz tranquila de Dumbledore desde adentro.
— Todo tuyo, Artemis —. Carpe le hizo un gesto de saludo y se marchó. Newt entró en seguida en el aula. Dentro, se podían ver unas tres filas de pupitres vacíos, pues ya era bastante tarde como para que los alumnos estuvieran en clase, libros de distintas formas y colores estaban apilados en varias estanterías, jaulas con lechuzas y cuervos durmiendo; el pizarrón aún tenía cosas escritas y sin borrar. En el fondo, en el escritorio principal, el profesor Dumbledore estaba sentado escribiendo algo en un rollo de pergamino.
— Señor Scamander, siéntese, por favor — le pidió el hombre, con tranquilidad y sin levantar la vista. Newt obedeció y se sentó en el pupitre que estaba más cercano al escritorio. Como no quería interrumpirlo de su tarea, no dijo nada ya que Dumbledore se veía muy concentrado en lo que escribía. Luego de unos segundos, el hombre bajó la pluma y la apoyó en el tintero, dirigiéndole la mirada.
— Tengo una silla de adultos para ofrecerle, si no le molesta — le mencionó, señalándole una silla vacía que había junto al escritorio.
— Lo siento, yo... — comenzó Newt, parándose de golpe y sintiéndose avergonzado —. Supongo que no he abandonado la costumbre de comportarme como un estudiante.
— Tranquilo, sólo siéntese — lo calmó Dumbledore, divertido. Era obvio que el profesor seguía estando un poco loco. Con calma, esperó a que su viejo alumno se sentara para seguir hablando — ¿Cómo ha estado su viaje hasta aquí? Si puedo preguntar.
— Bien, gracias. El tren ha venido bastante rápido. Había olvidado lo bello que era la vista al viajar hasta aquí.
— Me refiero a ese viaje — dijo Albus, señalando la maleta con seriedad. A Newt eso lo tomó por sorpresa.
— ¿Cómo sabe que...?
— La magia deja rastros, señor Scamander.
— Disculpe que sea tan directo, profesor... — Newt miró a los ojos al profesor durante unos meros segundos para demostrar que hablaba en serio— ¿Qué es exactamente lo que quiere pedirme? Si sabe sobre mi maleta entonces debe querer algo en específico. Dudo que esto sea una visita social.
— Siempre fue una persona inteligente, aunque eso a veces le jugara en contra. Me alegra que vaya al grano, eso nos ahorra tiempo. Tengo una... propuesta, por así decirlo. Puede aceptarla o no. Pero de aceptarla, requiero de su total compromiso.
Dumbledore lo observó con dureza a través de sus gafas de media luna, como solía hacerlo cuando era su alumno. Newt siempre sospechó que el profesor podía leer mentes, lo cuál no sería algo raro, dadas sus muchas habilidades.
— Necesito saber qué es lo que me va a pedir, primero. Usted ya sabe que no voy a negarme. Porque le debo algo ya que me defendió cuando fui expulsado. Pero necesito saber... — declaró Scamander, haciendo que el otro sonriera.
— Es muy sensato recordar las deudas... Necesito a alguien que haga una búsqueda por mí.
— ¿Búsqueda? ¿Qué clase de búsqueda?
— Usted trabaja en el Ministerio, así que supongo que habrá escuchado el nombre Gellert Grindelwald.
— ¿Grindelwald? No esperará que yo lo encuentre, ¿Verdad? Debería haber llamado a un auror para eso— comentó Newt, aunque le resultaba curioso que adonde fuera, el nombre de este mago tenebroso siguiera sonando. Era como si estuviera destinado a buscarlo.
— No quiero que lo busque, pero pienso que, si lo envío a buscar lo que él está buscando, podemos encontrarlo con más facilidad —. Dumbledore se echó hacia atrás en su asiento—. Conocí a Gellert cuando era más joven y más rebelde, tanto él como yo. Es un hombre ambicioso, caprichoso y muy capaz de hacer daño. Señor Scamander, mis contactos en el Ministerio me han dicho que las investigaciones de la División de Bestias siempre terminan en Grindelwald, pero nunca llegan más allá.
— Hemos tenido muchas pistas y ha habido numerosos ataques de bestias por liberación accidental además de redes de contrabando de criaturas mágicas en toda Gran Bretaña y muchas estaban conectadas por distintas partes del mundo. Pero si me dice que usted lo conoció, entonces debe saber qué es lo que trama o tener alguna idea de eso ¿Por qué Grindelwald está tras las criaturas?
— Grindelwald quiere exponer el mundo mágico — declaró el profesor de Transformaciones—. Él cree que los magos no debemos escondernos de los muggles, que debemos exponer nuestro mundo para crear una confrontación. Que los magos debemos dominar por sobre todos. Por eso utiliza a las bestias, está buscando a las más peligrosas para lograrlo. Y necesito a alguien experto en bestias para que las encuentre antes que él. Usted.
— Entonces... ¿Me está pidiendo que vaya por ahí buscando bestias al azar?
— Al azar, no. Esto es para usted.
Dumbledore sacó un cuaderno de un cajón de su escritorio y se lo entregó. Era grueso y pequeño, de encuerado marrón y aspecto avejentado. Newt lo tomó y le echó un vistazo rápido. Pudo leer muchas anotaciones sobre criaturas mágicas y sus posibles ubicaciones alrededor del mundo. Muchas eran de las que estaban en peligro de extinción y otras no recordaba haberlas visto jamás. Un rayo de emoción le recorrió el cuerpo.
— Tengo un trabajo estable, estoy muy dedicado a un libro de investigación y mi sueldo es suficiente para costear mis gastos ¿Cómo pretende que busque todo esto que figura aquí? — cuestionó Newt, intentando ser sensato.
— Soy una persona muy influyente, señor Scamander. Hay dos cosas que conllevan a que usted acepte la misión. La primera es que puedo hacer que le den una licencia indeterminada en el Ministerio de Magia para que usted viaje por el mundo adonde se encuentren estas criaturas tan peligrosas, lo que, a su vez, lo beneficiará en su investigación. La segunda es que tendrá la oportunidad de salvar a algunas de ellas que están prontas a extinguirse, lo cual estoy seguro de que le agradaría.
— Y podría viajar por tiempo indeterminado — declaró Newt, no como una pregunta, sino como asegurándoselo a sí mismo.
— Exacto ¿Acepta entonces?
Newt lo pensó durante unos momentos. No se había dado cuenta entonces, pero algo creció dentro de él. Una sensación de aventura. Desde niño, había querido viajar por el mundo, era su sueño más profundo. Pero claro, para eso necesitaba dinero y los adultos trabajaban, lo cual restaba tiempo a su sueño de viajar. Pero ahora tenía la oportunidad de hacerlo libremente y no preocuparse por el trabajo. Era difícil decir que no en esa situación.
— Acepto. Pero quiero saber algo antes...
— Dígame.
— No entiendo que ganará usted con esto, señor.
Albus lo miró unos segundos en silencio. Parecía que lo que estaba cuestionando era algo demasiado personal. Por un instante, Newt pudo distinguir una genuina tristeza en los ojos azules de su viejo profesor.
— Le seguiré la pista a Grindelwald y lo detendré. Tengo que enfrentarlo en algún momento— declaró Dumbledore—. Ahora, quiero que se prepare para su viaje.
╔╝Continuará╔╝
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NOTA DE AUTORA
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Hogsmeade fue fundado por Hengist de Woodcroft. Está situado en las inmediaciones de Hogwarts y los alumnos, a partir del 3º curso, pueden visitarlo ocasionalmente, sí es qué tienen una autorización.
Rancorous Carpe fue un celador que estuvo activo en Hogwarts en 1876. Fue responsable de un desastroso intento de eliminar a Peeves, el Poltergeist residente, en el que él ideó una elaborada trampa, con una variedad de armas que creía serían irresistible para Peeves, y una gran campana de cristal encantada, reforzada por varios encantamientos de contención, la cual dejó caer cuando el poltergeist fue al lugar. La trampa fracasó estrepitosamente, con Peeves llevándose las armas, él intentó sacárselas lo que resultó en un enfrentamiento de tres días. Carpe tomó la jubilación anticipada por motivos de salud.
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Gracias por entrar a este escrito. Si quieres leer más sobre el mundo de Animales Fantásticos, entra a mis historias "Una luz en la oscuridad", "Café frío" y "El día en que su corazón latió otra vez". Los comentarios serán apreciados.
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Cereza Queenie