Aclaración importante: Este libro (y por lo tanto esta trilogía) fue publicado a finales de 2016, mucho antes de que se publicara la sinopsis de "Los Crímenes de Grindelwald", así que esta historia tendrá variaciones con respecto a todo lo que ocurra en esa película.
Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them pertenece a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro
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CRÓNICAS DE UN MAGIZOÓLOGO
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╔╝JUNIO DE 1918╔╝
╔╝24╔╝
╔╝CONFESIÓN╔╝
Newt era consciente de que su amiga, Tánica Lamarck, era una persona bastante explosiva. No andaba despotricando contra el mundo pero cuando algo verdaderamente la molestaba, no le gustaba quedarse callada de brazos cruzados. Si bien él se llevaba muy bien con ella, no cabía duda de que era fácil hacerla enojar. Así que verla gritarle e incluso darle un puñetazo en la cara a nadie menos que a Raim Daio, un funcionario del Ministerio de Magia que tenía un puesto mucho más importante que el de ella, realmente no era una sorpresa. Es más, le sorprendía que la chica no lo hubiera golpeado antes.
Mientras caminaba con paso rápido detrás de Tánica, volvían a la mente de Newt las muchas veces en que ella le había comentado las inmensas ganas que tenía de golpear a Raim Daio y cómo no le importaba la influencia que este tuviera sobre el Ministerio y sobre su puesto de trabajo. Claro que ahora Daio tenía todo el derecho del mundo de hacer que la despidieran pero eso la tenía sin cuidado. De todos modos, la señorita Lamarck era rica. Era cierto, no era parte de ninguna familia prestigiosa como las que integraban a los Sagrado Veintiocho pero la razón de su adinerada cuenta en Gringotts era el arduo trabajo de su familia y el propio. Una vez, ella le había contado que si renunciara a su trabajo, no tendría que trabajar durante los próximos veinte años. Sin embargo, Newt no la imaginaba como una persona que pudiera quedarse todo el día en su casa sin hacer nada, de seguro ella encontraría algo a lo que dedicarse.
La muchacha avanzaba frenéticamente hacia la oficina del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, donde aún trabajaba.
― ¡Tánica! ― la llamó Newt en cuanto la alcanzó. Ella se dio la vuelta con violencia. Parecía estar lista para golpearlo también. Le tomó unos segundos reconocerlo.
― ¡Newt! ¡Demonios! ― exclamó la chica, llevándose la mano al pecho en señal de alivio ―. Por un momento creí que eras Daio y que me había seguido.
― Lo golpeaste. Le diste un buen golpe ― dijo él, con una amplia sonrisa en el rostro.
― Lo hice ― murmuró Tánica en voz baja ―. No puedo creer que lo hice ¡Lo golpeé!
― Se lo tenía bien merecido. Yo nunca me hubiera atrevido, creo. Y eso que él fue una de las razones por la que me expulsaron de Hogwarts ―. Newt le puso la mano en el hombro a Tánica que parecía estar mareada ―. Oye... ¿Te encuentras bien?
― ¿No te das cuenta? Golpeé en la cara a un miembro de la familia Lestrange. Debo haberme vuelto loca ―. Su mirada de horror se desvaneció en un instante y comenzó a reírse de la nada, como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo ―. Debo haber perdido la cabeza. Y todo por defender tu honor.
Ella le dio un golpe amistoso en el hombro.
― ¿Quieres ir a celebrar? ― ofreció el muchacho, levantando una de sus cejas.
― Sólo déjame ir a renunciar y te acompaño.
Tánica fue a la oficina seguida de Newt y le explicó la situación al señor Hardison, el supervisor de ese departamento. Como la mayoría de los que presenciaron el hecho, no podía creer que la chica realmente hubiera golpeado al señor Raim Daio. Cuando ambos volvieron a salir por el vestíbulo del Ministerio de Magia no se lo encontraron por ninguna parte, lo cual era una preocupación menos. Salieron a la calle y se dirigieron al restaurante de pastas muggle, que era el favorito de Tánica. La tarde estaba bella y soleada, apenas corría un poco de aire fresco.
― Aún no puedo creer lo que vieron mis ojos en ese vestíbulo ― le dijo Newt una vez que el camarero les había traído unos platos con espagueti a la pomarola.
― Yo tampoco ―. Tánica enrulaba algunos fideos con su tenedor ―. No puedo creer que lo hubiera soportado tanto tiempo. Era un idiota, se la pasaba hablando mal de ti en su tiempo libre. Como si no tuviera otra cosa de la que hablar.
― Tranquila, yo no lo entiendo tampoco.
― Ahora que lo pienso... Nunca me contaste lo que ocurrió entre ustedes.
Newt se quedó repentinamente en silencio. Era cierto, jamás había entrado en detalles sobre su relación con Raim Daio con nadie más. La chica lo miraba expectante, esperando alguna clase de explicación.
― Pasó hace mucho, ya no importa ― murmuró el muchacho, evitando el contacto visual.
― Acabo de golpear al hombre por defenderte ―. Ella se llevó la mano al pecho, melodramáticamente ― ¿Acaso no vas a contarme por qué Daio te odia tanto?
Newt suspiró y se metió un gran bocado de pasta en la boca. Con tranquilidad, masticó y tragó a pesar de que la mirada de Tánica estuvo pegada en él durante todo ese tiempo. Sabía que ella no cedería esta vez, así que no podía simplemente cambiar de tema a su favor.
― ¡Está bien, te lo contaré! ― soltó de golpe. La chica hizo un pequeño aplauso con ambas manos y se reclinó un poco en la silla.
― Soy toda oídos.
― Bueno... Cuando estábamos en Hogwarts, él iba un año delante de mí y de su novia. La cosa es que... Resultó que su novia... Era mi mejor amiga.
― ¿Eras mejor amigo con una Lestrange? ― preguntó Tánica, asombrada.
― Su nombre es Leta. Nos llevábamos bien desde primer año. Ninguno de los dos encajaba realmente en el colegio. Todo marchaba relativamente bien pero los padres de ella la comprometieron con Daio, lo cual no estaba mal... En fin, a razón de ese compromiso nos alejamos un poco. Seguíamos hablando... Pero era más distante... ― Newt bebió un buen sorbo de agua para calmar el temblor que comenzaba a sentir en su voz. Se dio cuenta de que era difícil hablar de ese tema ―. Y bueno... cuando estábamos en sexto, ocurrió un accidente con una Doxy en uno de los baños en desuso. Estábamos Leta y yo en el baño, luego vino Daio. La Doxy se escapó y los mordió a ellos. Y a mí me expulsaron por el incidente.
― ¿Pero qué hacía la Doxy allí? No es legal tenerlas y menos para menores de edad.
― Leta era fanática de las pociones y estaba haciendo una que requería huevos de Doxy. Ella robó ingredientes del profesor de Cuidado de las Criaturas Mágicas y trajo a esa criatura al colegio. Yo estaba sosteniendo el frasco en dónde estaba y luego llegó Daio. Él tuvo un ataque de celos y me golpeó. El frasco se rompió y entonces ocurrió todo.
― No entiendo cómo fue que sólo tú resultaste expulsado, Newt ― ella lo miraba con seriedad.
Él comenzó a desviar su mirada, como lo hacía siempre que estaba nervioso. El muchacho no quería entrar en más detalles pero Tánica, quien era igual de explosiva como inteligente, cerró los cabos por mí misma y se dio cuenta de todas formas.
― No les dijiste ― afirmó ella ―. No les dijiste que había sido ella quien trajo la Doxy ¿Verdad?
Newt escuchó esas palabras, asintiendo a lo que su amiga decía, y notó lo raro que era oír a alguien más decir eso. Era la verdad, la culpable de aquel incidente había sido Leta.
― Tánica, eres la primera persona que se entera de lo que en realidad ocurrió en ese baño.
― Estabas enamorado de ella ¿No es así? De la chica Lestrange ¿Por eso fue no les dijiste?
Newt asintió en silencio, no había más palabras para decir. Tánica se llevó la mano a la boca y, sin querer, una lágrima cayó por su ojo izquierda. Con rapidez, ella se la enjugó. Terminaron de comer en silencio y luego pagaron la cuenta. Al salir, la brisa les revolvió el cabello. La calle seguía atestada de muggles, al igual que siempre.
Newt sostenía su maleta normal con una mano y tenía la otra metida en su bolsillo. La maleta encantada, hogar de varios animales mágicos, seguía reposando debajo de su cama, en su casa. Se sentía relajado de haberle confesado eso a Tánica, al menos alguien sabía la verdad. Ella, de pie junto a él, seguía mirándolo con tristeza y apretaba los labios, quizás al retener palabras que querían salir.
― Dime lo que estás pensando ― le pidió el chico ―. Dilo antes de que me hagas sentir mal.
― Pensaba en ti, Newt. En lo que tuviste que pasar. Todos estos años y aun así conservaste el secreto ―. Ella sonaba herida, realmente sentía empatía por los sentimientos de su amigo ―. Lo que debes haber sufrido por su culpa, tener que aguantar a su esposo en el trabajo hablando mal de ti, soportar a los que te miraban mal por ser el chico que fue expulsado. No puedo creer que lo hayas tolerado tanto tiempo.
― Supongo que... Me bastaba con saberlo yo ¿Sabes? Sé contra quién puedo enfrentarme y contra quién no. También lo supe entonces. Aunque no hubiera estado enamorado de ella quizás hubiera hecho lo mismo. Los Lestrange y los Daio son familias importantes, nadie jamás me hubiera creído si yo hubiera dicho la verdad. Y como estaba enamorado, quise protegerla. Fue un error que me costó muy caro ―. Newt volvía a mirarla a los ojos, no necesitaba esconder la mirada de ella, era como si fuera su hermana ―. Pero todo eso que pasó, me llevó adonde estoy ahora. Te conocí a ti, a tu padre, tengo un trabajo que me gusta, uno donde logré que me respetaran y un próximo viaje de investigaciones, como el que soñé de pequeño. Sufrí mucho, pero hoy en día, realmente no tengo de qué quejarme, Tánica.
La chica lo miró en silencio durante unos segundos, parecía estar a punto de llorar otra vez. Sin pensarlo más, rodeó a Newt con los brazos y lo estrechó con cariño. Como siempre, los abrazos de esa chica, le hacían acordar a los abrazos que su madre le daba de pequeño, llenos de calidez. Tánica le habló al oído, sin dejar de abrazarlo. Las personas pasaban a su lado por la calle, pero a ellos no parecía importarles.
― Sólo quiero saber una cosa.
― ¿Qué?
― ¿Eres feliz?
Newt no tuvo que meditar su respuesta.
― Sí.
Ella se separó de él y le sonrió.
― Entonces es todo lo que importa.
Antes de que Tánica decidiera que era hora de volver a su casa, ambos estuvieron caminando por la ciudad. A pesar de que trabajaban por allí, nunca se habían tomado el tiempo de andar por la zona. Hablaron mucho más ese día, como cuando los hermanos se cuentan todo, sabiendo que el otro jamás dirá nada. Simplemente no existía una barrera entre Newt y Tánica. Ella le contó que quizás ahora se pondría algún negocio ya que siempre había querido tener uno. Quizás uno de pasteles muggle o uno de pociones en el Callejón Diagon. No estaba del todo segura.
Cuando ella desapareció para volver a su casa, ya caía el atardecer.
― Te veo cuando puedas venir a visitarme ― dijo ella, saludando antes de desaparecerse. Newt contempló el aire vacío en dónde su amiga había estado hace tan sólo unos segundos. Pensó en Theseus. Su hermano tenía suerte de estar con una chica como Tánica. Estaba a punto de volver a su casa cuando recordó que había olvidado algo importante. Revolvió su maleta y comprobó que, efectivamente, se había olvidado una carpeta con archivos que debía leer en su escritorio. Como no estaba lejos, caminó hacia el Ministerio.
Por suerte, cuando fue hacia el escritorio en la oficina en dónde trabajaba, la carpeta estaba allí y no parecía que nadie la hubiera tocado. Con rapidez, la guardó en su maleta y volvió a salir. No podía desaparecerse desde el interior del Ministerio, así que debía estar en la calle. Caminó por el vestíbulo que estaba poco concurrido debido a que ya era de noche y salió.
El cielo ya estaba de color tinta y las luces de las calles ya estaban encendidas. Había muchas personas en ese lugar, así que caminó algunas calles para poder desaparecerse sin arriesgarse a que lo vieran. Justo cuando estaba por hacerlo, una voz masculina lo llamó desde atrás.
― ¡Oye, Scamander! ¡Quiero hablar contigo!
Newt se dio la vuelta y vio que un hombre se acercaba tambaleándose. Era Raim Daio quien hablaba.
╔╝Continuará╔╝
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Gracias por entrar a este escrito. Si quieres leer más sobre el mundo de Animales Fantásticos, entra a mis historias "Una luz en la oscuridad", "Amortentia a través del tiempo" y "El día en que su corazón latió otra vez". Los comentarios serán apreciados.
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Cereza Queenie