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Lía nos ha tenido toda la tarde a Cailean y a mí de recaderos mientras ella se iba a la peluquería con Kirsty y Helena. Aunque no me gusta andar de tienda en tienda, lo prefiero a soportar a los niños. Ese trabajo le ha tocado a Duncan o mejor dicho, se ha ofrecido. Creo que es su forma de compensar a Scot por el poco tiempo que se ven. Yo no voy a protestar porque, aunque me encanta estar con Erin, Scot es un niño difícil de manejar. Que se lo quede su padre, para algo lo tuvo.
-¿Qué te parece si descansamos unos minutos? - le sugiero a Cailean.
-Sí - asiente - Tomemos algo y pongámonos al día. Déjame guardar las cosas en el coche primero.
La verdad es que desde que llegué, no hemos tenido tiempo de hablar a solas. En acontecimientos como este siempre hay alguien de la familia rondando. Le ayudo a meter todo en el maletero y entramos en el primer pub que encontramos.
-Cuéntame - me dice en cuanto nos sirven -, ¿qué has hecho estos últimos meses?
-Lo de siempre - me encojo de hombros - Cuidar de que mi gente siga viva.
-¿Dónde habéis estado esta vez?
-En Siria. Y volveremos cuando se termine nuestro permiso.
-Sé que lo hemos hablado muchas veces pero, ¿no estás harto ya de tanta guerra? ¿No preferirías quedarte en casa?
-Te digo lo mismo de siempre - sonrío, pues esta conversación la hemos tenido ya cientos de veces - soy francotirador. Mi sitio está allí donde me necesiten.
-Las SAS serían un buen sitio para estar - alza una ceja - y seguro que estarían encantados de recibirte como instructor.
-Puede - me encojo de hombros nuevamente - pero no ahora. No mientras mi equipo me necesite. No sobrevivirían sin mí.
-Ya - sonríe ahora - ¿No era ese el trabajo de Lenox?
-Él nos mantiene en el buen camino - admito - pero yo les salvo el culo con mi fusil.
-Por cierto, ¿por qué no han venido? Estoy seguro de que a Lía no le hubiese importado que los invitases. Tenemos ganas de conocerlos.
-Están teniendo un fin de semana loco - rio - Tal vez se acerque Nolan a media semana.
-Pero a Nolan ya lo conocemos. Casi diría que de más - bromea.
-Pues tendréis que conformaros con él.
-Y con su hermana.
-Ni la menciones - hago una mueca de disgusto.
Shea y yo hemos tenido ciertos problemas en las últimas ocasiones en que nos hemos cruzado. Después de cuatro años sin vernos, la primera vez que nos reencontramos fue un poco intensa. Gran error por mi parte porque la noche que pasamos juntos le dio esperanzas de que pudiese repetirse más veces. Pero el alcohol es mal consejero y ella es muy guapa, eso no puedo negarlo. Ahora, cada vez que me ve intenta atraparme. No hay mejor palabra para describir su acoso. Se cree con algún tipo de derecho sobre mí que, evidentemente no tiene, y no hay forma de hacerle entender que lo que pasó entre nosotros no fue nada serio.
-Si viene Nolan, tendrás que soportarla a ella también - continúa - Eso o le dices a su hermano lo que pasó entre vosotros.
-Ni en broma. No voy a decepcionar a Nolan de nuevo por una sola noche con su hermana. Él cree que está encaprichada conmigo por lo que tuvimos de adolescentes y prefiero que siga pensando eso.
-¿Y si se lo dice ella?
-No lo hará. Sabe que si nos enfrenta, perderá toda posibilidad de verme de nuevo. Por desgracia, es demasiado lista.
-Creo que empiezo a entender por qué no has invitado a tus amigos al bautizo.
-Se apuntaría Shea - asiento - y quiero que mañana sea un día especial. No la necesito rondando a mi alrededor.
-Tienes razón. De todas formas - alza una mano para pedir otro par de cervezas - tienes que invitar a tus compañeros un día a comer con nosotros antes de que terminéis el permiso. Ya va siendo hora de conocerlos.
-Está bien - lo señalo con un dedo - pero si aparece Shea, te harás tú cargo de ella.
-No es a mí a quien quiere - ríe.
-A mí no me hace ninguna gracia, Cailean.
-No me extraña, pero visto desde fuera es de lo más divertido.
-Cuéntame algo de vosotros - cambio de tema - ¿Ya ha publicado Lía el nuevo libro?
-Están ultimando detalles. Quieren presentarlo a finales de mes.
-Eso es genial. Guardadme un ejemplar porque para entonces ya no estaré por aquí.
-Y firmado, por supuesto - me guiña un ojo.
Es el cuarto libro de Lía que saldrá a la venta. Con los otros tres le ha ido muy bien y las editoriales no dejan de enviarle ofertas para que trabaje con ellas. Su primer libro fue toda una declaración de amor hacia Cailean y vendió miles de ejemplares. Con los otros dos cambió de registro y se pasó a la novela histórica, que es lo que al parecer pretendía escribir cuando vino a Escocia. El libro que está preparando es la tercera entrega de la saga y debo admitir que tengo muchas ganas de que salga ya. Lía tiene una forma de escribir que engancha.
-Lástima que no pueda llevármelo a Siria.
-Tal vez podamos hacer algo al respecto - se rasca la barbilla pensando - Creo que Lía ya tiene un par de ejemplares impresos. Son de prueba, pero están completos. Podrías pedirle uno.
-Y leerlo en primicia - sonrío - Eso me gusta.
-La primicia la he tenido yo - ríe.
-Tú eres el privilegiado.
-También le ayudo con la investigación. No sé la de veces que nos hemos recorrido medio Escocia y la de bibliotecas que hemos visitado.
-Admite que eso te gusta.
-No voy a negarlo. Aunque meter a Lía en una habitación llena de libros y documentos históricos sobre Escocia es peligroso para su salud. Se olvida de todo y de todos. Si no la avisas, es capaz de pasarse días enteros sin comer ni dormir.
-Cuando algo te apasiona, se nota - asiento.
Sé bien de lo que habla. Muchos compañeros que empezaron el entrenamiento conmigo lo dejaron a medio camino. Ser francotirador no es fácil. No sólo se trata de tener buena puntería, sino de ser certeros en cualquier situación, bajo cualquier condición y a cualquier distancia. A veces has de permanecer en el mismo lugar durante horas, días incluso, sin moverte, sin descansar para comer, dormir o hacer tus necesidades. No todo el mundo puede lograrlo sin volverse loco.
Te preparan para ser experto en camuflaje y ocultación, para ser el mejor en acecho y observación y para lograr un disparo de precisión bajo un amplio rango de condiciones operacionales. Fallar no es una opción. Fallar puede significar la muerte para los tuyos.
Pero si te apasiona como a mí, nada es imposible. Nada es lo suficientemente duro o difícil. Te superas día a día porque es tu vida. Y a Lía le sucede lo mismo pero con la historia. Puedo entenderla perfectamente.
-Sigamos - Cailean deja un billete en la mesa para pagar y se levanta - Ya sólo tenemos que ir a un par de sitios y podremos regresar a casa.
-Aleluya - rio.
Llegamos a casa al mismo tiempo que las mujeres de la familia y por un momento me quedo embobado mirándolas. Aunque he de admitir que mis ojos se demoran más en Helena. No es que necesite gran cosa para estar guapa, pero ahora mismo está impresionante. No quiero ni pensar en cómo le sentará su nuevo peinado con la ropa que haya elegido para el bautizo. Sé de algunos de mis primos que estarán rondándola todo el día.
-Parece que habéis empleado bien el dinero que os di - bromeo con ellas - Estais irreconocibles.
-¿Estás tratando de decirnos que antes éramos feas? - Kirsty entrecierra sus ojos mirándome.
-Siempre tan susceptible - rio, abrazándola - Tú siempre estás guapa, prima.
No puede contestarme porque Duncan irrumpe en la casa corriendo detrás de Erin y Scot. Llegan riendo y creo que eso es algo que nos sorprende a todos. Pocas son las veces en que Scot está tan relajado y feliz. Y sin buscar guerra con su prima.
-Mamá - grita y se lanza a sus brazos.
Erin hace lo mismo con Lía y después de darle un beso y decirle que está guapa, corre a abrazar a Cailean. Apenas escucho lo que les cuenta sobre su tarde en el parque porque mi atención regresa a Helena y a su emocionada sonrisa. Está claro que disfruta de este momento en familia. También yo lo hago. O lo haría, si mi mirada no regresase a ella en cada momento.
Cuando se da cuenta de ello, me sonríe y me hace un gesto con la cabeza para que la siga. Entro tras ella en la sala de estar, donde no hay nadie. Se gira hacia mí y sonríe otra vez.
-Mejor dejarles un momento a solas - me dice a modo de explicación - En familia.
-Eh - le sonrío de vuelta - que nosotros formamos parte de esa familia.
-Ya me entiendes - se sienta en el sofá y la imito.
-¿Qué tal vuestro día en la peluquería?
-Entre pruebas y cotilleos. No importa el país en el que estés, eso no cambia - sonríe - En la peluquería siempre te enterarás de todos los secretos, al parecer no tan secretos, de tus vecinos.
-¿Alguno que merezca la pena conocer? - le guiño el ojo esperando que ella blanquee los suyos. No me decepciona.
-Al parecer algunas están emocionadas porque cierto francotirador ha regresado a casa.
-Bromeas - la miro escéptico.
-Para nada - ríe - Había un grupito de jovencitas que planeaban pasarse después por delante de la casa para intentar verte.
-Seguro - no le creo nada y ella lo sabe.
-Bueno - admite - puede que sólo haya sido una de las peluqueras la que preguntó por ti.
Sé de quien habla. Siempre ha sentido interés por mí, ya en el instituto, pero nunca le he dado motivos para tener esperanzas. Es una buena chica y no quiero lastimarla. Que es lo único que haría si me fijase en ella como le gustaría.
-Tienes admiradoras en todas partes - su voz me devuelve al presente.
-Cuando se es irresistible - dejo la frase sin acabar a propósito.
-Ese ego - ríe.
La llegada del resto de la familia interrumpe nuestra conversación. Después de intercambiar algunas anécdotas de nuestros días, la llamada a cenar nos reúne a todos en el comedor y pasamos una agradable velada en familia. Incluso Scot se comporta, comiendo con Erin, sin pelearse con ella ni una sola vez. Ese niño necesita a su padre cerca más a menudo.
A medianoche se marchan todos y yo me quedo tomando una última copa con Alpin. Algo que acostumbramos a hacer con bastante frecuencia en las grandes reuniones familiares. O aquellas ocasiones en que Cailean y yo coincidíamos en la casa antes de que se casase. Claro que estas fueron pocas. Desde que se graduó y comenzó a trabajar en Edimburgo, Cailean evitaba venir por aquí. Suerte que Lía cambió eso.
-Mañana será un largo día - Alpin deja la copa vacía en el lavavajillas - Será mejor acostarse ya.
-No sé cómo lo hacéis - lo imito.
-Fiona es quien se encarga de todo. Yo sólo hago lo que me pide.
-Es única - sonrío empapando mi gesto con todo el cariño que le tengo. Es mi segunda madre, en realidad. No sé qué habría hecho sin ellos, si no me hubiesen acogido cuando mi padre me echó de casa.
-Algún día tu padre dará su brazo a torcer - apoya su mano en mi hombro - Mi hermano puede ser muy terco, pero te quiere.
-Bonita forma de demostrarlo - niego - No importa, tío. Lo único que lamento es que no permita a mi madre hablarme. Esto es algo entre nosotros dos. Ella no debería sufrir las consecuencias de nuestras acciones.
-Cederá.
-Han pasado 12 años - niego de nuevo - No cederá. Aunque sólo sea por orgullo.
Me despido de quien considero más padre que el mío propio y subo a mi cuarto. Paso por el baño antes, pero al abrir la puerta me encuentro a Helena dentro. Lleva un mini pijama que cubre lo justo para no parecer desnuda pero que alimenta demasiado la imaginación. Está apoyada en el lavabo con una mano mientras utiliza la otra para cepillarse los dientes. En la postura que se encuentra, es inevitable que mis ojos no escapen hasta su trasero. Uno increíble, por cierto. Aunque eso ya lo había notado.
-Está ocupado - dice sin el menor rastro de enfado por haber irrumpido sin permiso, después de enjuagar su boca y girarse hacia mí apoyándose en el lavabo.
-Deberías cerrar la puerta con llave si no quieres que entren - alzo una ceja en cuanto me repongo de la impresión.
-¿Para qué? - se encoge de hombros - Sólo estoy lavando los dientes. Y estoy presentable, ¿no?
La miro una vez más de arriba a abajo con deliberada lentitud mientras ella lo soporta con verdadera estoicidad y la sonrisa todavía en su cara. No sé si ha intentado provocarme con su comentario o lo ha dicho de un modo del todo inocente, pero mi cuerpo reacciona como si fuese la primera opción. Y sé que esa es la señal para irme antes de que le haga caso y cometa alguna estupidez, como besarla.
-Buenas noches, señorita presentable - le guiño un ojo.
-Buenas noches, señor francotirador - blanquea los suyos y yo sonrío.
-Bonitas piernas, por cierto - digo justo antes de cerrar la puerta. Conservo la sonrisa hasta que me duermo.