Clínica (#2 Hospital)

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Clínica es la historia que ocurre en el mismo lapso de tiempo que su antecesora "Hospital". En ella, se darán... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo

Capítulo 16

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Éramos siete personas solamente las que continúabamos en búsqueda de una salida. Inicialmente fuimos nueve, después llegó Karen, luego Coeto y Alessandra, terminamos por ser doce, de los cuales, cuatro habían muerto y una había escapado dejando también a un herido en camilla, a Renato.

El ambiente se sentía frío a pesar de estar en épocas de verano. La pequeña ventana por encima de la puerta de salida no dejaba entrar el sol por ninguno de sus orificios, estaba perfectamente cubierto con tela negra. Solamente habían muy pequeñas luces y los aires no estaban encendidos como para sentir el frío penetrando por mi piel.

—Ahora que lo pienso —dijo Hernán en voz alta, llamando la atención de todos, estaba con sus manos recargadas al sofá frente al cuarto donde estaba Karen. Melissa estaba sentado en él—, no entiendo cómo es que los lásers atravesaron las balas.

—¿De qué hablas? —Le preguntó Dalila. Ella estaba ubicada a un lado de Iván, en el sofá frente al mío. No me molesté en verla. Quería conocer lo que Hernán nos tenía que informar. Él se deshizo de su postura y avanzó unos pasos a la derecha.

—Que las balas, al hacer contacto con el láser, deberían haber estallado gracias a la pólvora. —Hernán hablaba como si tuviera conocimiento en ellas, no entendía muy bien cómo funcionaban las armas, nunca me interesó—. Lo que quiere decir que Patricio no iba a permitir que fueramos asesinados por nuestra cuenta. No, él quiere que caigamos en sus trampas o realmente no quiere que muramos. Las balas habían sido recicladas, al menos esas últimas con las que hicieron contacto los lásers.

—¿Y cómo explicarías que las primeras dos no? —Le preguntó Dalila nuevamente—. Asesinó a Coeto con la primera y Alessandra se suicidó con la segunda.

—Porque con esas dos iba a asesinar a Coeto y Alessandra, una a cada uno. Al menos es mi teoría porque si las balas en realidad estuvieran en función, hubieran muerto encima del elevador con todos los presentes.

Nos mantuvimos callados, no sabía que creer, no sabía creer que Patricio no quería que nadie muriese aquí dentro o creer que solamente quiere que muramos con sus trampas. De igual manera, lo que dijo Hernán de las balas me convenció. Pero me dejó pensando en ello hasta que la voz de Iván me sacó de mis pensamientos.

—¿Y por qué no lo advertiste? —Cuestionó Iván, se mantenía sentado en el sofá con sus manos entrelazadas. Se veía débil, preocupado seguramente por su padre quien continuaba en camilla. Hernán entrecerró los ojos sin comprender e Iván se levantó para encararlo—. Estás diciendo que pudimos haber muerto, ¿y si las balas no hubieran sido recicladas? Lo habríamos hecho, ¿eso querías? ¿Por eso no advertiste nada?

—Claro que no —contestó Hernán, ahora todos estábamos enfocados en él, apenas estaba intentado comprender lo que estaban diciendo, se acercó con Iván y él retrocedió—, no lo pensé en ese momento. Yo, solamente quería salir, estaba ansioso porque liberaran la salida—se centró en Iván y lo observó fijamente, Iván hizo lo mismo hacia él—, no iba a dejar que tú y tu padre murieran, son la cabeza del grupo muchacho, quienes tienen las mejores ideas.

Iván no mencionó palabra, se recostó en el sofá y se mantuvo quieto. No podía creer que pudimos haber muerto gracias a las balas, solamente intentando algo que no funcionó. Afortunadamente las balas estaban inservibles, de otro modo, solamente Dalila, Melissa, Hernán y mi hija quedarían en búsqueda de la salida. Me dio un escalofrío el pensar que pude haber muerto, y me entró el miedo de tratar con objetos desconocidos.

Melissa se levantó de su asiento y caminó hacia el pasillo, giraba a los lados observando las paredes, se asomó por el pasillo y luego volvió la mirada a nosotros.

—¿Aquí no hay... —se mantuvo callada, observando la pared falsa que cubría la salida, mantuvo su mirada fija en ella y lentamente se fue acercando, se detuvo a unos centímetros antes y observaba la pared como si fuera la primera vez que la notara. Todos la veíamos moverse, inexpertos en lo que ella trataba de adivinar. Dio media vuelta y dio pasos apresurados hacia nosotros, se detuvo a un lado del sofá donde estaban Iván y Dalila—. Hemos sido unos ignorantes todo este tiempo —dijo. Observó nuevamente a la pared y la señaló con su índice—, esa pared no está cubriendo una salida —dijo con seguridad—, y me tuvieron que llegar las ganas de entrar al baño para percatarme de que éste no se encontraban por ningún lado. Que detrás de esa estúpida pared falsa no hay dos puertas que dirigen a la salida. Es el baño de hombre y el baño de mujer.

Miré a Iván inconscientemente, sentí la necesidad de hacerlo. Él me observó a mí y luego se levantó para caminar a la pared, como si fuera a adivinar algo. Era cierto, Melissa tenía razón, no había baños por ningún lado, y, en el piso de arriba se ubicaban más o menos en el mismo lugar que aquí. Dios mío, que ingenuos fuimos nuevamente al pensar que detrás de esa pared realmente había una salida, solamente era una distracción más.

—Quisiera intentar negar tu teoría Melissa —le dijo Iván acercándose a ella lentamente—, pero creo que tienes razón y que lo único que se encuentra detrás de esa pared son unos simples baños. Debo informárselo a mi papá.

Iván casi corrió al consultorio de Alessandra donde Renato estaba acostado en la camilla y se adentró encerrándose en él.

—Una distracción —dijo Dalila. Observé a Neus, ella estaba callada, mucho más de lo normal, estaba seria e ida, no nos estaba escuchando. Sentí una necesidad de correr a abrazarla pero estaba segura de que me iba a rechazar totalmente—. Eso es una simple distracción.

—¡No! —Escuchamos el grito ahogado de Iván procediente del cuarto de Alessandra—. ¡No! —Volvió a gritar, este último lo dijo justo cuando ya me había levantado para ir a ver qué sucedió. Me dio un escalofrío, no quería toparme con lo peor. Fui la primera en llegar al cuarto, por lo que me tocó abrir la puerta y ser la primera en observar el por qué Iván había gritado de esa manera. Cuando la abrí, observé a Iván con sus manos en la cabeza de Renato mientras su cabeza estaba recostada en su pecho, estaba llorando—. ¡No, papá! ¡No! ¡No!

Corrí hacia él y me acerqué a su lado. Me di un gran susto el ver el vendaje de Renato totalmente de color rojo, teñido por la sangre que continuaba saliéndole. Ésta también ya había manchado sus prendas de ropa.

—¿Qué pasó Iván? —Le pregunté. Aunque en mi mente pensaba la respuesta que no quería escuchar.

—Mi papá —comenzó a hablar, su cabeza continuaba apegada a su pecho y sus manos apretaban su cabeza. Los demás ya se habían adentrado al cuarto. No. Iván no debía continuar, no quería escuchar las palabras <está muerto> pero, desgraciadamente, lo hice—, mi padre está muerto. No está respirando. ¡Papaaa! ¡Por favor papi! ¡Despierta! No puedes morir. —Iván movía su cabeza a los lados intentando reanimarlo, mientras que yo casi me caía al suelo por la impresión de la noticia. No, Renato no podía estar muerto, no podía.

Hernán se acercó a Iván y lo retiró inmediatamente del cuerpo de su padre. Melissa se posicionó tras él y lo abrazó fuertemente para no soltarlo.

—No —Expresó Hernán. Mantenía una mano en el pecho de Renato—. Ha perdido mucha sangre —dijo y se giró para quedar frente a Iván—, Iván, hijo, no te asustes. No saques conclusiones tan pronto, tu padre puede estar vivo, quizá sólo esté inconsciente.

—¿Y por qué sus latidos no se escuchan? ¿Por qué no está respirando? —Dijo alteradamente. Se intentaba salir del agarre de Melissa, ella, lo tenía fuertemente sujetado. Iván perdió fuerzas y se fue deslizando lentamente hacia abajo mientras continuaba sollozando lentamente—. Mi padre lo es todo para mí. Es mi líder, es mi héroe, mi ejemplo a seguir. ¡Y lo he perdido! ¡He perdido a mi padre! Y seguramente, a mi madre también.

—Iván, Iván —me acerqué a él y me acuclillé para estar a su altura. Lo observé a sus grandes ojos cafés, estaba muy alterado, parecia una bomba a un paso de estallar. Tomé su mano, latía con fuerza y miedo—. Ven, levántate. No te dejes llevar por lo que ves, tu padre está aquí todavía, con nosotros. Él no se ha ido y en este momento ocupa una gran fuerza para sobrevivir.

—Su pulso aún se siente —dijo Hernán levantando una esperanza en Iván, se acercó a él—, quizá no en su pecho como a ti te gustaría escucharlo. Pero ven, siéntelo tú mismo. En su sien, toca su sien y sentiras el pequeño pulso que tu padre aún emite. —Hernán tomó la mano de Iván, entre ambos lo levantamos y él se lo llevó a la camilla y guió su mano a la sien de Renato. Él la colocó en ella y presionó delicadamente.

—¡No siento nada! —Gritó retirando la mano al instante.

—¡Iván! ¡Iván! —Le llamó Hernán nuevamente—. No estés nervioso, los nervios no te permitirán concentrarte. Hazlo nuevamente, tu padre está vivo.

Iván se acercó nuevamente a la cabeza de su padre y posicionó su mano en la sien, presionando delicadamente. Dalila, Melissa, Neus y yo permanecíamos calladas mientras que Iván cerró sus ojos y se concentró en sentir la pulsación de su padre, esperaba que así fuera. Después despegó la mano de ahí, esta vez un poco más lento y observó a Hernán, pude adivinar una pequeña sonrisa nerviosa en su rostro y eso me dio esperanza.

—Lo siento —dijo esperanzado—, mi papá aún está aquí. —Sonreí. Gracias a Dios todo seguía en orden, pero ahora teníamos que ayudarlo, estaba demasiado débil—, pero no podrá resistir mucho tiempo más. Tenemos que hacer algo. Tenemos que cocer su herida antes de que se desangre.

—Nadie sabe cómo hacerlo —dijo Hernán—, nadie está capacitado para eso, además, no tenemos las herramientas para llevar a cabo el proceso.

—¿Cómo es que tú sabes de esto? —Le preguntó Iván—. De las armas, del pulso, de lo materiales médicos. ¿Cómo es que tienes conociemiento en ello?

Iván aún derramaba lágrimas por su padre pero ya no tantas como hace unos momentos, ahora se veía un poco más tranquilo pero en sus ojos aún se adivinaba la preocupación.

—Hace años hice una especie de servicio militar —contestó, Hernán se veía un poco más confiable, su actitud era diferente a como había llegado al principio, se estaba abriendo ante nosotros—, aprendí el uso de armas, los primeros auxilios y en eso viene los lugares donde se puede tomar el pulso. En el antebrazo, en la muñeca, en el cuello, y a mí se me facilitó más hacerlo en la sien. Y por eso lo sé —dio media vuelta y observó fijamente a Melissa—, si quieres saber lo de los materiales médicos, pregúntaselo a Melissa, ella sabe perfectamente lo que me sucedió.

Hernán no le quitó la mirada de encima y yo la observé a ella también se veía incómoda por todas las miradas sobre ella, se vio obligada a responder.

—Fue en defensa propia —dijo—, Hernán me empujó cuando estaba embarazada.

—¡Resbalaste Melissa! —La interrumpió él.

—Es mentira —expresó ella—, ¿quieres que conteste yo? Déjame hacerlo. —Se concentró en Iván para seguir platicando, todos escuchábamos atentos—. Estábamos en mi casa, en la cocina. No sabía como defenderme, y le abrí la cabeza con la licuadora. Porque realmente se lo merecía. Sentía que me iba a hacer daño, a mí y al bebé.

Observé a Hernán, Dios mío, era un hombre peligroso, pero no podía opinar nada, no sin estar segura lo que realmente había pasado, era palabra contra palabra, sin ningún testigo de frente.

—Hijo —la voz de Renato me hizo girar hacia su lugar. Había despertado, y estaba tomando el brazo de Iván—, estoy bien —contestó. Sus palabras me dolían, hablaba con nostalgia y de una manera lenta y poco audible—, y si me pasa algo en este lugar. Si no llego a resistir este día, déjame decirte que te amo con todo mi corazón. Y que eres el mejor hijo que cualquiera desearía tener. Si no resisto más, quiero que le digas a tu madre que la amo, y que luché por ella hasta el final. Vamos, ustedes pueden salvarse y encontrar esa salida. Tú eres muy inteligente y confío en ti para que lo logres. Eres fuerte Iván, muy fuerte.

Después de ello, volvió a cerrar los ojos. No sabía si inconsciente, dormido, o, desgraciadamente muerto.



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