Clínica (#2 Hospital)

Od P1-221

245K 21.9K 11.9K

Clínica es la historia que ocurre en el mismo lapso de tiempo que su antecesora "Hospital". En ella, se darán... Více

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo

Capítulo 12

7.4K 684 418
Od P1-221

—Si eso es verdad —dijo Iván, me quedé pensando en la teoría de Renato. Sonaba lógica. Pero, ¿asesinar a Naúm a cambio de que Neus y yo estemos a salvo? No me veía capaz de considerarlo—, entonces es más que claro que ninguno de nosotros querrá asesinar a uno de nuestros familiares.

—De ninguna manera —opinó Melissa centrándose entre todos, provocando que fuera la atención—, mi niño está ahí arriba, primero me muero yo antes que él.

—Pero si no activamos las palancas —continuó hablando Iván—, entonces ellos morirán encerrados y nosotros aquí igual.

—¿Quieres decir que los de arriba ya no tienen salida? —Preguntó Karen. Iván la observó y en su mirada se veía preocupado.

—No lo sé...

—¡No! —Gritó Renato—. ¡Claro que no! Nada confirma mi teoría, nada. Las palancas pueden servir para otra cosa y viendo la realidad, nosotros quizá seamos los únicos en peligro.

—Si no estuviéramos en peligro Mariana no hubiese muerto —dijo mi hija—. ¿Por qué la trampa entonces?

—Eso es verdad —dijo Karen observando a Neus y después al resto—, de alguna u otra manera nosotros estamos también en peligro. Independientemente de si los de arriba también lo están o no.

—Propongo que activemos otra palanca para saber qué es lo que sucede —opinó Hernán—, una más. Solamente una.

—Me gusta esa idea —dijo Renato. También quería hacerlo, quería saber qué era lo que sucedía, pero ¿y si era cierto? ¿Si al bajar una palanca se activa una trampa? Una trampa donde Naúm o cualquiera de nuestros familiares podría caer y morir—, pero me interesaría primero acabar con todas las posibiliades de salidas —terminó. Dio unos pasos hacia adelante dándonos la espalda—, vayamos por ese escritorio y entre todos tumbaremos la pared.

Lo seguimos, Dalila y Neus se quedaron en la sala de espera con Joel. A descansar.

Entramos al cuarto de Patricio y entre Iván y Renato sacaron el escritorio del cuarto y lo llevaron hasta detrás de la pared que íbamos a tumbar. Esperaba que realmente no estuviera hecha de ladrillo, porque entonces sería un poco más complicado —si no es que imposible— derribar la pared.

Iván, Renato y Melissa lo tomaron de un lado. Hernán, Karen y yo del otro. El escritorio era negro con una pintura que simulaba ser madera, muy elegante y por lo que se veía, parecía ser costoso. Tenía bordes de metal pero eso no impedía que donde colocamos las manos estuviera un poco filoso e incómodo. Eso no iba a detenernos.

—Venga —dijo Renato, a su voz levantamos el escritorio y corrimos con prisa hacia la pared. El escritorio logró derribar un trozo de ésta e inmediatamente lo bajamos.

Por el agujero que había provocado se veía una linea delgada vertical. Era lo que dividía las puertas del elevador, estaba detrás y habíamos dado justo en el centro.

Renato se acercó a la pared y Hernán lo siguió, ambos comenzaron a retirar con sus manos el resto de la pared de pladur.

—Ésta va a ser nuestra salida —dijo Hernán sonriendo—, de aquí iremos directo al estacionamiento y vamos a salir de inmediato.

El comentario de Hernán me hizo sonreír, creí por un momento que realmente íbamos a salir así de fácil pero no me lo podía esperar, algo más debía estar planeado para nosotros.

—Vayamos primero nosotros Iván —le dijo Renato mientras se acercaba al botón que abriría las puertas del elevador, Iván pasó por en medio mío y de Hernán y se colocó a lado de su padre—, vamos a verificar que no haya nada malo.

—Yo voy con ustedes —me ofrecí mientras daba unos pasos al frente para hacerme voluntaria—. No quiero quedarme sin hacer nada.

Renato me observó y me asintió sin presión, no se veía contento pero no podía negarme la entrada. Presionó el botón y de inmediato las puertas del elevador se abrieron al mismo tiempo. Funcionaban con normalidad.

El elevador ya lo conocía, era amplio, para que pudieran caber las camillas de los enfermos o un cuerpo en vertical, color plateado y muy cómodo. La música del elevador sonaba dulcemente.

Nos adentramos Renato, Iván y yo y nos giramos a ver a los demás que se veían impacientes por que las puertas se cerraran y nosotros avanzáramos.

Entonces el elevador comenzó a subir.

Pin pon es un muñeco muy guapo y de cartón, se lava la carita con agua y con jabón.

Se desenreda el pelo con peine de marfil, y aunque se dé estirones, no llora ni hace así.

La pequeña canción me recordó mi infancia y por consiguiente sonreí, aunque me era ilógico que esa canción sonara, seguramente para que los niños se tranquilizaran.

Finalmente, las puertas se abrieron, ya habíamos llegado al tercer piso que se suponía debería llegar al estacionamiento. Pero cuando quisimos salir nos detuvieron unas pequeñas líneas de color morado que salían dispersadas por las puertas del elevador.

—Maldita sea, pensaron hasta en el más mínimo detalle —se quejó Renato—, ¿Qué puede ser esto?

Iván se agachó y comenzó a desatarse su zapato izquierdo, se lo quitó y nuevamente se levantó, se acercó a las líneas con el zapato por delante e hizo que éste atravesara las líneas. Su color blanco se convirtió en negro al achicharrarse un poco de la punta. Las pequeñas rayitas habían quemado el zapato.

—Son rayos láser —informó Iván mientras nos veía con sorpresa—, estamos atrapados completamente —soltó.

—¡Demonios! —Gritó Renato y se asomó por las puertas.

—Allá está mi auto —informó y señaló un auto negro seminuevo y sobretodo muy limpio. Se metió las manos a los bolsillos y extrajo el cartucho donde estaban las balas del arma, después lo metió de nuevo y sacó unas llaves con control. Presionó uno de los botones y el auto cerca emitió un sonido de alarma—, por lo menos continúa en función —dijo y nuevamente se guardó las llaves.

—No hay nada que se pueda hacer —dije aceptando la realidad— estamos destinados a mantenernos aquí encerrados.

Renato presionó el botón que cerró las puertas del elevador nuevamente y presionó el botón número 2, aún quedaba un piso más qué explorar. El del hospital, por donde entramos, por donde todo inició.

La música había regresado a la normalidad, ya ninguna canción infantil o de ningún otro tipo con letra invadía la agradable que siempre emitía.

Cuando las puertas nuevamente se abrieron, los rayos nos detuvieron, no sabía si estos se habían activado al cerrar las puertas del elevador, siendo así no íbamos a poder salir nuevamente a la clínica, o dentro de la entrada a los dos cuartos.

Renato negó con la cabeza lentamente, disgustado y apretó el botón para volver a bajar, nadie emitió ninguna palabra al observar la sala de espera del hospital. Hacía unas cuantas horas que estábamos ahí, viendo al gemelo que discutía, la maestra que no aceptó mi ayuda, Johana, la novia de Joel. Todos ellos ahora nos quedaba claro que también les estaban haciendo algo, los tenían acorralados en los cuartos médicos.

Las puertas se abrieron y afortunadamente los rayos solamente se hallaban colocados en la segunda y la tercera planta, por lo que pudimos salir con facilidad.

—¿Qué hay? —Preguntó Hernán abriendo sus manos esperando respuesta.

—Iván, ¿estás bien? —Le preguntó Karen. Hizo que girara mi cabeza para saber el por qué de la pregunta y me partió el alma ver las lágrimas que se derramaban por los ojos de Iván, estaba llorando—. ¿Por qué lloras?

Iván negó con su cabeza mientras apretaba los labios y se limpiaba las lágrimas, ya no podía seguir ocultando más su dolor, tenía que desahogarse.

—No es nada —dijo, su voz era melancólica, su papá le colocó una mano en el hombro e Iván se abalanzó a él para abrazarlo y sus lágrimas ahogaron sus palabras—. Es solo que siento impotencia por no saber qué es lo que le está pasando a mi mamá. —Cerró los ojos y emitió un fuerte golpe desde adentro soltándose en llanto, sus palabras ahogadas hacían que se me formara un nudo en la garganta—. Mi hermosa madre, está cargando con la culpa de haber perdido a su hijo, podría encontrarse sola buscando la salida mientras sufre incapazmente. Debería estarnos buscando desesperadamente, intentando abrazarme y decirme que todo va a estar bien.

Iván hizo que mis lágrimas salieran, y las de su padre también, que, aunque no podría verlo, por sus suspiros sabía que también estaba llorando.

—Ya hijo —le dijo y le dio un beso en la mejilla para continuar abrazándolo. Se despegó un poco de él y lo observó a los ojos—, no llores, deja de pensar en ello. Por favor, no saques teorías así hijo.

—¿Y si está muerta papá? —Le preguntó Iván con miedo, Renato retrocedió—. ¿Y si esa palanca que activé fue una trampa que asesinó a mi madre? ¡Yo mismo asesiné a mi mamá, papá!

—Cállate, cállate por favor —le contestó Renato y lo tomó de los hombros para agitarlo, Iván cerró sus ojos—, no digas esas cosas. Tu madre no está muerta, la puedo sentir. Ella sigue aquí.

—Ya no sé qué creer —concluyó Iván y negó lentamente con la cabeza antes de irse directo a la sala de espera. Renato dio media vuelta para seguirlo pero Melissa lo detuvo.

—Déjalo solo —le dijo, también sus lágrimas salían a chorros—, deja que se desahogue.

—Con permiso —dije y me limpié las lágrimas para después caminar a donde estaba mi hija Neus. Cuando llegué a la sala de espera iba alejándose del sofa donde estaba sentado Joel. ¿Le estaría diciendo algo a caso? Me senté y la llamé. Ella vio a Iván y así se vino caminando hasta mí.

—¿Por qué lloran mamá? —Me preguntó.

—No hemos encontrado salida Neus —le contesté—, ya subimos por el elevador y las salidas están bloqueadas.

Me abrazó y comencé a acariciar su cabello lacio, se deslizaba finamente por mis manos y eso la tranquilizaba.

—Yo, quiero hacer algo mamá —me dijo—, quiero también ayudarles y no estar aquí sentada nada más.

—No hay nada qué hacer Neus —le contesté—, ya todo está hecho. Nos queda un único recurso que es bajar solamente una palanca más, para saber qué es lo que provoca.

Neus se despegó de mí y asintió sentándose a mi lado. Entonces aproveché para girarme hacia ella y darle la espada a Joel.

—¿Platicaste con Joel? —Le pregunté. Ella lo observó a él y luego a mí, permaneció callada. Ahora estaba segura que algo le había dicho—. ¿Qué te dijo?

—Nada —contestó. Sabía que me estaba mintiendo, era mi hija y la conocía perfectamente. Algo le dijo Joel y me lo estaba ocultando.

—¿Qué le dijiste a mi hija Joel? —Me giré para verlo a la cara.

—¡Nada mamá! —Me gritó Neus con cierto enfado, provocando que Dalila levantara su mirada y observara la situación, me giré a ella—. Te estoy diciendo que no me dijo nada, ¿por qué no me crees?

Nuevamente vi a Joel y él sonrió y agachó su cabeza para comenzar a utilizar su celular. No me gustó para nada la manera en como Neus me contestó.

—Te creo hija —le dije.

—¿Y por qué le preguntas a Joel entonces? Soy tu hija.

—Neus —le dije—, no me alces la voz.

—Entonces créeme —concluyó y se cruzó de brazos en el sofa.

Volví a observar a Joel con la mirada entrecerrada y nuevamente le di la espalda, algo tuvo que haberle dicho, algo que no me debían contarme.

El momento se puso incómodo, todos en silencio. Iván ya había dejado de llorar y ahora solo se hallaba con la cabeza agachada, jugando con sus dedos entrelazados.

Renato colocó su mano en el hombro de su hijo provocando un golpe en él y luego lo comenzó a masajear.

—¿Qué haremos ahora? —Preguntó ante todos.

—Nos tocaría activar otra palanca —contestó Karen apareciendo en la sala de espera—, pero debemos situarnos en diferentes puntos para saber si provoca un ruido en algún lugar o vuelve a tumbar otro trozo de pared.

—Yo me quedó aquí —dijo Hernán avanzando hacia la recepción. Se detuvo y giró a vernos—, a observar la pared y saber qué es lo que sucede. Con gusto se los informaré.

—Bien —contestó Karen dando media vuelta para caminar hacia el cuarto de las palancas—. Yo la bajo si desean.

—No —contestó Iván y se levantó de su asiento, se limpió la nariz y observó a Karen—, déjame hacerlo a mí. Yo sabré cuál es la palanca que activaremos.

Pokračovat ve čtení

Mohlo by se ti líbit

19.5K 1.1K 6
HISTORIA CON EL PUESTO NUMERO 1 EN LA CUENTA "GUERREROS DE CRISTO" En este libro podrás descubrir cual es tu don o tu talento, esa habilidad nata que...
2.5K 191 13
Todo lo que nos pasa tiene un propósito.❤
556 92 2
La vida de Zoe se resumía en ser la guitarrista de la famosa banda Xakons. Todos sabían que era seria y directa, pero alguien no lo sabía, la chica...