Clínica (#2 Hospital)

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Clínica es la historia que ocurre en el mismo lapso de tiempo que su antecesora "Hospital". En ella, se darán... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo

Capítulo 7

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Lo que había dicho Neus hizo que todos nos giraramos a ella para escucharla con claridad. No recordaba haber visto antes a esa niña que Neus decía que iba en su salón. La mayoría de las veces me tocaba ir por ella a la escuela y hacia fila desde el auto para recoger a mi hija, pero nunca prestaba atención a los demás alumnos.

Renato, desde su lugar se encaminó hacia mí y tomó la foto, la analizó unos segundos y luego se acuclilló para estar a la altura de Neus.

—¿La conoces? —Le preguntó.

—Sí —respondió Neus con naturalidad. Mi hija no mentía, o al menos nunca lo hacía conmigo. Obviamente hacía sus mentiras de niña pero no se atrevería a mentirnos a todos así—. Va en mi salón. Aunque esta última semana no fue, y eso que estamos entrando a exámenes.

Renato se fue levantando nuevamente mientras no dejaba de analizar el cuadro.

—¿Y es muda dices? —Preguntó de nuevo.

—Sí, es muy inteligente y siempre sonríe, lamentablemente no habla y se comunica con nosotros mediante una tableta.

—¿En qué escuela vas? —continuaba Renato con las preguntas. No sé adónde quería llegar. No creía que Patricia fuera la clave o el secreto para conocer el motivo de nuestra estadía. Solamente debería ser una casualidad.

—Primaria de PATBLA —contestó Neus con la verdad. PATBLA era una escuela de mucho prestigio, ésta principalmente fue una preparatoria que ahora cubre todos los estudios inferiores a ella.

—Es donde va Dylan papá —se acercó Iván con él. Observó mi rostro de incertudumbre y luego sonrió—. Dylan es un compañero señora —me dijo con amabilidad—, con características especiales.

No quise meterme mucho en ese tema, de igual manera, nunca iba a conocer a ese chico y no era lo primordial.

—¿Ella nunca te ha escrito nada sobre esta clínica? —Le preguntó Renato haciendo a un lado el comentario de su hijo.

—No señor —respondió—, casi no me junto con ella. Tiene otras amigas.

—De acuerdo —susurró Renato apenas audible y bufó. No creía poder encontrar una solución mediante Neus y Patricia, simplemente era casualidad. Me observó a mí con comprensión y luego respiró profundamente.

—No hay nada más por aquí —dijo Hernán llamando la atención de todos—, ninguna maldita puerta, nada.

—Patricio tuvo que haber entrado por algún lado —opinó Mariana—, y si ese gato estaba encerrado aquí dentro es porque por aquí debe estar la entrada.

—Vamos por el gato —dijo Renato—, probablemente él conozca la entrada y si no lo perdemos de vista, veremos el momento en el que tarde o temprano él quiera irse de este lugar.

Renato tenía una buena idea, el gato también tuvo que haber entrado por algún lado y debe reconocer ese lugar.

—Pero —nos detuvo Mariana—, ¿y si el gato entró por la puerta principal? Es decir, ¿y si solamente entró y se quedó encerrado así como todos nosotros?

—No se miraría tan tranquilo —contestó Renato—, estaría asustado si fuera su primera vez dentro de este lugar.

Mariana comprendió y asintió apretando los labios, el gato debería estar asustado si fuera su primera vez dentro de este lugar.

—Voy a buscarlo —dijo Iván y salió del cuarto pasando por un lado de Dalila y Melissa quienes todavía estaban afuera del cuarto.

—Voy con él —dije y Neus me siguió. No quería estar aquí sin hacer nada y los gatos son muy intrépidos y pueden esconderse en cualquier lugar, por lo tanto, se necesitaba más de una persona para hallarlo más pronto.

—¿Qué pasa? —Me preguntó Dalila deteniéndome—. ¿No encontraron nada?

—No —contesté—, pero vamos en búsqueda del gato porque él puede tener idea de dónde esté la entrada de Patricio.

Dalila asintió y no quise detenerme más, ella se dio media vuelta conmigo y comenzó a seguirme, seguramente también quería buscar al gato.

—¿No has visto al gato? —Le preguntó Iván a Joel. Habíamos llegado ya a la sala de espera y Joel leía una de las revistas médicas que el local ofrecía. Nunca me habían gustado esa clase de revistas, ¿para qué leer algo que no voy a entender?

—No —contestó Joel de manera cortante—, ¿tenía que estar al pendiente de él o qué?

—¿Por qué eres tan grosero? —Le preguntó Iván entrecerrando sus ojos, mientras lentamente se iba acercando a Joel. Él se levantó de su asiento y comenzó a caminar a su derecha para que Iván no lo alcanzara.

—No te me acerques, no te me acerques —le dijo apretando los dientes mientras lo analizaba detenidamente de arriba a abajo.

—¡No seas ridículo! —Le gritó Iván. Se había detenido.

—No soy ridículo negro —le contestó Joel—, simplemente me das asco.

—Más asco das tú —se metió Dalila a la plática. Iván se mantuvo callado para que Dalila se propusiera a hablar. Joel la retó con la mirada—. ¿Por qué el afán de comportarse de esa manera? —Le preguntó—. ¿No puedes ser un poco más amable?

—No tienen por qué meterse con mis opiniones señora —le dijo—, yo no pedí que me encerraran con ustedes.

—Nunca había conocido a alguien tan arrogante como tú —espetó Dalila.

—Pues ahora lo conoce señora —respondió Joel—, si no les gusta mi actitud no se acerquen a mí y listo. Simplemente venía a este lugar para que la estúpida de mi novia abortara y resultó que tenía que estar encerrado.

Joel nuevamente se sentó. Y si Joel era así, ¿qué podría esperar de esa muchacha quien era su novia? Sabía que no tenía que agradarme, que probablemente era igual o peor que este muchacho. Pero algo sentí en el pecho cuando mencionó el motivo de su visita, ¿abortar? Me dolía en el alma escuchar casos así. Uno nunca sabe cuántos hijos le traerá la vida como para andarlos desaprovechándolos de esa manera.

—¿Abortara? —Le reclamó Iván. Joel lo observó con irritación, estaba harto de que lo siguieran hostigando—. No sé qué clase de ser humano eres.

—¡¿Quieres dejar de molestarme?! —Gritó Joel enfurecido. Se levantó de la silla y se acercó a Iván. Él tuvo que retroceder para que sus cuerpos no se rozaran—. No voy a golpearte porque se nota que eres más pequeño que yo. Además, ¿intentas hacerte el fuertesito solamente porque tu padre está aquí verdad?

—No tengo miedo —le contestó Iván. Pero a simple vista se notaba que estaba nervioso. Iván era tan pacífico que seguramente ésta era su primera discusión—. Además, ¿ves en este momento a mi padre?

—¡Hey niños, basta! —Les gritó Dalila. Le dio la espalda a Joel y se colocó frente a Iván—, ya muchacho, dejémoslo en paz. Nunca vamos a llegar a un acuerdo con esto. Sigamos buscando al gato.

Iván se dio media vuelta y nuevamente Joel comenzó a tomar asiento. Me daba tanta rabia observarlo tan tranquilo después de lo que estábamos pasando. Pareciera como si no hubiera visto el asesinato y el suicidio que ocurrió, no le interesaba en nada.

Avanzamos hacia el área de recepción. Los cuartos donde estuvieron Karen y Alessandra mantenían su puerta cerrada y uno más pequeño también estaba cerrado. Iván se acercó a este último y abrió la puerta sin dudarlo, solamente era un armario donde se guardaban los útiles de limpieza. Volvió a cerrarla con irritación.

—¿Adónde se habrá ido? —Pregunté. En el lugar no había muchos lugares que pudieran utilizarse como escondites, el gato tenía que encontrarse fácilmente. Pero no estaba en ningún lugar. Ni debajo de los asientos como buscaron Neus e Iván ni dentro de los cajoncillos dentro del área de recepción.

—¡Renato encontró algo! —Gritó Melissa haciéndose presente a nuestra vista, tenía un rostro que mostraba esperanza—. Vengan pronto.

Corrimos en cuanto terminamos de escuchar sus palabras. Atravesamos el pasillo sin dificultad y me tocó abrir la puerta del consultorio de Patricio ya que fui la primera en llegar.

Renato estaba de lado de un ducto de ventilación, la puertilla de éste estaba tirada en el suelo y no se le veían los tornillos que pudieran apretarlo, por lo tanto era obvio que Patricio había entrado por este lugar.

—Voy a entrar —dijo Renato mientras nos veía con miedo. No sabía con qué poder encontrarse ahí dentro, o si esa entrada ya no tenía salida.

—No papá —le dijo Iván al instante. El ducto no era muy grande pero tampoco era de los caseros por donde solamente cabían los niños. Aquí podrían caber facilmente una persona de cuerpo normal y avanzar sin dificultad—, ¿y si ahí dentro hay una trampa?

—Tiene razón —opinó Karen de inmediato—, no deberían avanzar. Ahí dentro puede haber cualquier tipo de trampa, si Patricio no se tentó el corazón para matar a su primo, menos lo hará con nosotros.

—Eso tenemos qué averiguarlo —soltó Renato—, es mejor intentarlo a quedarnos con la duda.

—La curiosidad mató al gato —soltó Karen de inmediato.

—¡El gato! —Expresó Hernán y buscó con su mirada algo que no encontró—. ¿Dónde está? Él podría ser nuestra guía.

—No lo encontramos por ningún lado —espetó Iván—, lo buscamos debajo de los sillones y no hubo rastro de él.

—¿En serio? —Preguntó Melissa. Ahora ella y Dalila ya estaban dentro del cuarto, pero Dalila estaba muy pegada a la puerta, debería sentir miedo de alejarse de ella siendo claustrofóbica. Aunque de cierta manera me agradaba que lo fuera, gracias a eso confiaba en que encerrados aquí dentro no nos íbamos a quedar.

—No —volvió a interrumpir Karen—, no usen al pobre gatito para eso. Señor Renato, dejeme ir a mí, por favor.

—¿Por qué quieres hacerlo tú? —Le preguntó Renato—. Yo puedo hacerlo, no voy a dejar que una muchacha como tú se adentre al ducto y pueda sufrir algún daño.

—En verdad señor —recalcó Karen—, quiero hacerlo yo. Escuche, todos, escuchen todos. Tienen a un familiar dentro de este hospital por el cual es su motivo para estar encerrados, y ustedes aman a ese familiar, por algo vinieron a acompañarlo, porque les interesa su salud. Yo, a pesar de mi corta edad no tengo a nadie a quien le importe. En serio, si ahí llega a haber una trampa puedo caer en ella con facilidad y nadie se sentirá culpable o responsable.

—Me sentiría responsable si te dejo ir —le contestó Renato—, porque de cierto modo, me siento la persona más madura de aquí, siento que son mi responsabilidad.

—No te sentirás responsable si lo hago por mi cuenta.

Karen se acercó a donde estaba Renato de una manera sospechosa. En un movimiento rápido, ella metió su cabeza al ducto y de inmediato comenzó a arrastrarse como si fuera un gusano, como si ya conociera el lugar y sabía que golpes esquivar.

—¡Karen! —Le gritó Renato en vano, ella ya había desaparecido de nuestra vista—. ¡Demonios! —Gritó.

—Papá, papá —le dijo Iván y colocó sus manos en sus hombros—, tranquilo papá. Tú no eres responsable de lo que ocurra en este lugar, no tomes esa decisión. Si alguien quiere hacer algo, déjalo ser independiente.

—Tu hijo tiene razón Renato —le dije mientras también me acercaba a ellos para no tener que hablar fuerte desde mi lugar—, no tienes por qué tomarte esos compromisos.

Renato se mantuvo callado mientras asentía, parecía asimilar la situación, teníamos que dejarle en claro que él, por ser la persona más madura del lugar, no tenía por qué hacerse responsable de nosotros.

Iván se acercó a mí y me tomó del brazo para alejarme un poco de su padre y hablarme con claridad. Observó a sus lados y luego fijó su vista en mí. Sus pupilas cafés brillaban en el centro de sus ojos. Iván era mucho más atractivo que Joel, también en personalidad y en carácter.

—Mi papá siempre ha sido un hombre así —me dijo—. Desde que tengo diez años me he dado cuenta del gran hombre que es. Me supo educar de una excelente manera, era su único hijo y siempre estaba al pendiente de mí y de mi hermosa madre. Ellos dos luchaban por conseguir otro hijo y no descansaron hasta que lo lograron. —Sus lágrimas comenzaron a caer y giró a ver a su padre, para después darle la espalda, no quería que lo viera así—. Mi papá se puso tan feliz, al igual que mi madre y yo. Y no sabes cómo lo derrumbó la noticia de que mi hermosa madre había perdido a su hijo. Quiso mostrarse fuerte, pero no pudo. Y míralo ahora, a pesar de que yo sé que está muy dolido por dentro, aquí está, queriendo hacerse responsable de todos mostrándose fuerte. Por eso lo admiro y me duele negarle algo en este momento. Se quiere mostrar fuerte, pero yo no quiero que trate de ocultar su dolor de esa manera. Quiero hacerlo desahogar, que hable conmigo, que grite, que llore, y quiero hacerlo ya, porque le puede hacer daño si continúa así.

—Ay Iván —le dije y lo abracé, no pude contenerme. Mis lágrimas estaban cerca de caer, sentía mis ojos vidriosos gracias a su trágica y conmovedora historia. Ahora admiraba más a Renato. Él y su hijo merecían tener siempre lo mejor, no se merecían lo que les sucedió y lo que estaban pasando. Para nada.

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