Su corazón latió muy fuerte pues acababa de ser amenazada, tan solo murmuró un está bien a la propuesta que le habían hecho hace unos segundos. Cortó la llamada y esbozó una sonrisa a Shawn para tranquilizarlo, lo que menos deseaba era preocupar al resto por asuntos de su propia salud, ya bastante hacían por ella. El castaño entrecerró los ojos, la abrazó fuerte y le murmuró que fueran por un helado y a pensar en otra cosa que no fueran los exámenes que se había hecho. Pidió el suyo de chocolate, su helado favorito y aunque trató de meterse de lleno en la conversación que tenía con su amigo, pensar en la llamada hace poco recibida la descolocaba por completo y hasta las piernas le temblaban
Shawn: Creo que no ha sido el momento para comprarte un helado, ¿tienes frío? Mira como tiemblas.
Camila: –la morena esbozó una sonrisa al ver la preocupación de él- No te preocupes. ¿Tienes pensado que haremos mañana para recibir a Dianna? –mientras antes cambiaran el tema, mucho mejor.
Shawn: -sonrió cual bobo- ¿Te parece pedir comida china y japonesa?
Camila: Habrá que ver, tal vez Lauren y Alexa también quieran verla -asintió pensando lo que no había considerado. Dianna era la mejor amiga de ellas y por no haberse visto en navidad y año nuevo, lo más probable era que quisieran reunirse. Con la cuchara metió un poco de helado en su boca, tenía la mirada perdida en las personas que caminaban por fuera de la cafetería pero con el pensamiento fijo en otras porquerías. En una llamada de la que nadie tenía conocimiento, sólo ella.
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Estaba arreglando su cabello frente al espejo con cuidado, mirando fijamente a su reflejo. Era evidente cuanto la mano le temblaba y tenía dos motivos claros para ello. Lauren hace poco la había llamado preocupada para saber cómo le había ido con los exámenes, comentando también que el amigo de Taylor estaba mejor. Su oportuna reanimación cardiopulmonar le había salvado la vida. Era claro que había omitido el tema de la llamada porque no iba a permitir preocupar a la mujer que tanto quería. Lo difícil vino después, con una voz dulce le había preguntado si tenía el tiempo para acompañarla a ir de compras al supermercado. Estaba entusiasmada y sumamente contenta, Verónica llegaría a Estados Unidos pero con su mamá y sus dos hermanas y quería darles una cena de bienvenida, mas, la morena le había dicho que no podía acompañarla. Por el tono de voz, Jauregui se había preocupado pero por más que quiso preguntarle a su pequeña, ésta no le dio una respuesta que la convenciera del todo, hasta su tono de voz parecía diferente. Y sí, le había ocultado lo que ahora pasaría.
Tomó su chaqueta, se colocó guantes y salió del departamento para tomar un taxi.
Quería llorar, sabía que no estaba haciendo las cosas de la manera correcta pero tenía mucho miedo. Paró en la dirección que le habían indicado, bajando temerosa y observó sigilosamente el lugar. Entró al restaurante y tal como dijeron, se encontraban dos personas sentadas en la última mesa.
Camila: ¿Ustedes son los de la llamada? –Los miro sin percibir sus rostros por los menús que los cubrían.
Perrie: Nos hemos visto, y lo recuerdas muy bien, fui yo quien casi te atropella –le tendió la mano- Perrie Edwards, ya conoces mi nombre, y esté es mi hermano, Demian Edwards. ¿Te apetece algo de comer?
Camila: -Los observó con miedo, sin aceptar el saludo- Como... no puedo creerlo, joder –miro a la doctora fijamente para luego desviar la vista a su hermano- ¿Sinu y tú juntos?
Demian: No te incumbe como la llegué a conocer, sólo te diré que a cambio de dinero tu madre puede hacer cosas que ninguna otra mujer sabe, es un placer conocerte de todos modos. Pero vayamos al grano, sé que la están buscando ante la ley por supuesto asesinato de quien fue tu padre, y sé que entró a tu departamento en busca de dinero.
Camila: ¿Qué quieren? -murmuró con los dientes apretados.
Perrie: -Interrumpió su interacción mirándola fijo- Es simple, hay varias cosas que ganaría con esto y el dinero no me interesa, yo sé que tienes SIDA y no se lo has contado a tu abuela –dijo de forma amenazadora- Sinu sabe que te vas a morir.
Demian: -antes de que la morena replicase algo, este continuó- Me parece una imbecilidad que no haya sacado provecho de ello en vez de correr a otra parte del país por la policía -le tomó la barbilla a Camila para que entendiera la seguridad en sus palabras y que cumplirían con las amenazas- es fácil lo que tienes que hacer, retira ahora mismo la demanda contra Sinu y ninguno de nosotros le contará a tu abuela sobre lo del SIDA y el tumor -la soltó complacido pues vio el miedo en sus ojos- y sí querida, esto es extorsión.
Camila: -Sintió que el miedo le calaba en los huesos- ¿Me van a seguir molestando si cumplo con lo que piden? –decía con los ojos llenos de lágrimas.
Perrie: A mi tu dinero no me importa, sólo hago esto con una intención en mente –"Joder a la doctora estrella" pensó para sí misma- no respondo si Sinu te pide más dinero a cambio pero por ahora has lo que te pedimos si no quieres ver a tu abuela sufriendo por ti. ¿Está claro? –La miro amenazante. Camila asintió- Ah y otra cosa más, ninguna palabra a Jauregui de esto. –Se aprovechaba de que no podía defenderse por sí misma, de su enfermedad y que tenía sólo 19 años- Vamos, sube a mi auto, te llevaré a tu departamento porque no quiero que vayas por la calle, te pase algo y arruines todo.
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Lauren sostuvo una botella de vino para dejarla en el carro de compras. La idea de que su mejor amiga al fin volviese a Nueva Orleans la alegraba demasiado, de hecho, Alexa había ofrecido su casa para darle la bienvenida a ella y Dianna; y claro, invitaría a Fiore pues a todas les agradaba. Fiore, ¿por qué ese nombre le causaba angustia? No quería mentirle, hoy en la mañana rápidamente la había visto antes de irse al trabajo y tuvo que besarla para no parecer fría. No podía mentir, la italiana sabía besar muy bien y no era desagradable pero ahora aquello no pasaba de ser tan sólo un beso, carente de amor para ella. En su mente ahora estaba su pequeña y la cruda verdad la golpeaba, tenía que hacerse cargo y en un plazo pronto contarle lo suyo con Camila. Debían afrontar las consecuencias. De pronto recordó como ella le había respondido cuando le pidió que la acompañara. Parecía nerviosa y asustada. ¿Y si había tenido otra crisis emocional? Era fácil para alguien como ella tenerlas puesto que lo que estaba viviendo no era algo simple, era algo que terminaba con su vida sin poder recurrir a una solución. De pronto su teléfono sonó y atendió de inmediato sin mirar quien la llamaba.
Vero: ¿Jauregay, adivina quién está por subirse al avión?
Lauren: -sonrió de oreja a oreja- Imbécil, tu voz suena increíblemente feliz. –Se dirigió a una caja para pagar.
Vero: Créeme que en estos días me he sentido de maravilla, casi un mes en Chile me ayudó bastante ¿y bueno sería muy loco si te dijera que soñé con mi padre?
Lauren: Espera un poco; sí, esto también va con la compra –puso de nuevo atención a la latina- no seas ridícula, cuéntame.
Vero: Para año nuevo soñé con él, creo que fue la conversación más emocionante en toda mi vida, dijo que habíamos hecho lo correcto y que ahora está mejor que nunca -se le quebró la voz- desde ahí que no permití que mis hermanas y mamá lloraran, mi padre me dijo en sueños que las cuidara y bueno, como ves, empezar una vida nueva en Estados Unidos con ellas.
Lauren: No te haces una idea de cuan feliz me hace escucharte decir eso, de verdad, no dudes que serán muy bien recibidas, súbete a ese avión que te estaremos esperando. Dianna llega de sus vacaciones también mañana así que será un lindo motivo para reunirnos. -Estuvieron conversando un poco más hasta que Verónica dijo que debía cortar.
Terminó de pagar todas las cosas que había comprado para subirlas rápidamente al auto. Tenía una cosa en mente y era ir a ver a Camila para cerciorarse de que estaba bien, la llamada no la había dejado contenta y ayer por asuntos de trabajo no la había podido ver. Daba la impresión de que se pondría a llover y no lo dudaba, durante el día el clima estuvo extraño, ideal para una tormenta de invierno. Trató de conducir lo más rápido posible.
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El auto de Perrie había llegado afuera del edificio donde vivía la morena. Ni siquiera se hablaron en todo el camino pero ésta podía percibir el miedo de la muchacha. En cuanto estacionó el auto, la doctora se bajó para abrirle la puerta. El desprecio era evidente y lo pudo ver en cuanto Cabello se quitó los lentes, en realidad no era necesario usarlos en la noche pero los lentes ocultaron las lágrimas de miedo que se asomaron en el restaurante.
Perrie: Y te repito, esto no se lo comentes a nadie, retira la denuncia y todo será mejor para ti.
Camila: Eres despreciable, ¿cómo puedes ser médico si no tienes ética ni moral? ¿Qué sacas con extorsionarme si mi dinero no te importa? –Perrie le sostuvo la mano y le besó los nudillos para fastidiarla.
Perrie: Asuntos personales preciosa, adiós –se subió al auto y desde allí le murmuró a Camila- hazlo cumplir, tienes 24 horas.
Y antes de que el auto desapareciera, otro secretamente ya lo había hecho. Esto no podía ser posible, esto no podía estar pasando. La persona que más detestaba se estaba juntando a escondidas con Camila. Tal vez podía esperar calamidades y cosas repugnantes de Perrie pero no de su pequeña. ¿Por qué tuvo el descaro de mentirle? Esto era tan fuerte que lo único que quería era arrancar y arrepentirse por haber pensando en venir a verla esta noche y lo peor de todo es que mientras manejaba no podía pensar en otra cosa que no fuese el gesto de cómo Perrie le besaba cortamente los nudillos a su pequeño ángel.
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Disculpen la tardanza, nuevamente la universidad me deja muy poco tiempo. Les comparto que hoy iré a ver a las vagas asdfghjkjhgfds*w* Estoy muy feliz y emocionada por ello, aun no me lo creo :') y es por eso que no podía dejarlas sin capítulo. Tengan un bonito fin de semana :)