— ¡Feliz cumpleaños, Dominique!
La joven Weasley, sopló sus velas de cumpleaños, y enseguida se vio rodeada de vítores y ovaciones. Sin duda, aquella se trataba de la celebración familiar de los Weasley a la que más miembros habían asistido hasta el momento. Contando a Andrómeda y Teddy, los cuales también estaban invitados, eran veinte personas las que estaban en el comedor del Refugio.
— ¡Veinte y medio!—les reprochaba Victoire, pues también tenía en cuenta al hermanito que tanto ella como Dominique esperaban. La mayor de las Weasley-Delacour estaba entusiasmada desde que sus padres le anunciaron que un nuevo miembro se uniría a la familia; sin embargo, a Dominique le gustaba ser la pequeña de la casa. Ya era suficiente para ella tener que soportar ser de las medianas cuando se juntaban todos los Weasley.
Después de que Dominique recibiera sus regalos (incluido uno de su tía Gabrielle directamente enviado desde Francia), Teddy se acercó a Vic, y le señaló con un dedo la entrada de la casa. Ella sonrió. Asintió, cogió de la mano a su mejor amigo, y ambos se apresuraron a escabullirse de la multitud.
Teddy encontraba todo un lujo el hecho de vivir tan cerca de la playa. Solía repetirles a sus tíos Harry y Ginny que él también quería tener una casa con vistas al mar. Harry se limitaba a reír, y Ginny le murmuraba, con tal de que solo él le oyera:
—Si te casas con Victoire, quizás Bill y Fleur te dejen vivir con ellos.
No era la única persona que insinuaba que él y Victoire deberían casarse. Y desde que sabía el significado de la palabra, eso no hacía más que molestarle. ¡Vic era su mejor amiga! Y cada vez que George, Charlie o cualquier otro bromeaba con el tema, hacía pucheros, y cambiaba su color de pelo a negro carbón, para que supieran que aquello no le gustaba.
Uno de los pasatiempos favoritos de Victoire era chapotear entre las olas; así pues, le hizo señas a Teddy para que se acercara a la orilla. Teddy empezó salpicar a su mejor amiga, y ella hizo lo propio, como revancha. Al cabo de un rato, a la pequeña se le ocurrió la idea de construir un castillo de arena. Como ella y su hermana tenían todo un repertorio de palas, cubos y rastrillos ya preparados para cada vez que salían a jugar afuera, no fue nada difícil ponerse a ello.
Dentro de la casa, Fleur les observaba desde la ventana de la cocina mientras limpiaba algunos platos. Vic y Teddy ya habían colocado cuatro torres en forma de cuadrado, y el joven metamorfomago propuso recoger algunas conchas para decorarlas. Cuando las tuvo a punto, las situó de forma que simularan las ventanas de su pequeño proyecto de construcción, y le regaló la que le pareció más bonita a Vic. Ella le sonrió enormemente, y lo abrazó con fuerza. El pelo de Teddy cambió repentinamente a rojo fuego.
Fleur se emocionó al verlos. Quizás esas lagrimillas de alegría que le brotaron de los ojos se debían a que sus hormonas estaban algo alteradas a causa del embarazo, pero ver a su hija tan unida a Teddy siempre le causaba ese sentimiento.
— ¿Dónde te dejo esto, Fleur?
Ella se dio media vuelta, y vio a Harry entrando en la sala cargando con una pila de platos sucios.
— ¡Hagy!—exclamó, quitándole la vajilla de las manos—. Deja, de esto ya me encaggo yo.
Enseguida, Harry también fijó su vista en su sobrina y su ahijado.
— ¡Bienvenida a Hogwarts!—oyeron decir a Teddy, mientras señalaba el castillo—. ¡La mejor escuela de magia del mundo mundial!
— ¿En qué casa estamos?—preguntó Victoire, con ojos brillantes.
Teddy se llevó una mano a la barbilla, pensativo.
— ¡En Gryffindor, como tío Harry y tía Ginny!
Victoire y Teddy se refugiaron en el interior de su castillo, y Teddy empezó a vigilar que no hubiera ningún peligro cerca, utilizando su mano como visera y moviendo la cabeza de un lado para otro.
—No te preocupes, Vic, ¡yo te protegeré de los magos malos!—agarró una rama y comenzó a blandirla, como si fuera una varita mágica.
Harry pensó para sus adentros que quizás le había contado demasiadas historias a Teddy.
—Tienen una imaginación pogtentosa, ¿no te pagece?—comentó ella, con una sonrisa algo triste. Fleur nunca se lo había dicho a Bill ni a ninguna otra persona, pero de vez en cuando, le preocupaba que sus hijos y sobrinos tuvieran que pasar por una guerra como la que habían vivido ella y su familia.
—Ya lo creo. Y no me cabe duda de que ambos serán grandes magos. Pero, ¿la llevaréis a Hogwarts? ¿Qué hay de Beauxbatons?—quiso saber Harry.
— ¿Quién soy yo paga gompeg una amistad como la suya? No, sepagaglos no es una opción—. Permaneció unos segundos en silencio, y añadió: —Acabagán casándose. Estoy seguga de ello. Pego no se lo digas a Bill. Le dagía un ataque.
—Solo si tú no se lo dices a Ginny. No haría más que regodearse ante mí.
—Tgato hecho.
Fleur volvió a mirar por la ventana. Ahora, Teddy aupaba a su hija a caballito, y la niña no paraba de soltar carcajadas.
—Pog ciegto, Andgómeda me ha contado lo que ha ocugido esta mañana.
Harry suspiró.
—Sí, ese mago casi mete bien la pata.
A lo que se estaban refiriendo ambos era que, cuando Harry había acompañado a Teddy y Andrómeda al Callejón Diagon aquel mismo día, un mago se les había acercado, y había empezado a sollozar al ver a Teddy. Le había dicho al pequeño que era muy valiente, que sabía por lo que había tenido que pasar, y que sentía mucho su pérdida. Andrómeda, hecha una furia, le había pedido que se fuera, y a Harry le había faltado poco para no echarle una maldición. El joven metamorfomago todavía no conocía lo ocurrido con sus padres, y aquel era uno de los temas que más preocupaban a Harry en su día a día. ¿Y si Teddy se enteraba? ¿Y si Andrómeda decidía que ya había llegado la hora de contárselo?
—No creo estar preparado para decírselo todavía.
—Pego tú...—balbuceó Fleur—. Quiego decig, a ti también tuviegon que...
—Decirme que mis padres habían muerto, sí. Mis tíos fueron los que me lo contaron en su día—terminó la frase por ella al ver que su cuñada no se sentía cómoda al decirlo en voz alta—. Y creí que con eso me bastaría para tener una idea de cómo hacerlo, pero... No se puede decir que tuvieran mucho tacto al contármelo. No quiero hacerlo mal.
—Todavía es pequeño—recalcó Fleur—. No tenéis pog qué contágselo ahora. Aún podéis espegag un pag de años más...
Harry pasó una mano por el pelo, nervioso.
—El problema es que es un chico muy listo y astuto. Hoy ya nos ha hecho varias preguntas. Y seguirá haciéndolas. Y temo que pueda acabar descubriéndolo por sí mismo. Me preocupa cómo pueda reaccionar al respecto.
Unos segundos más tarde, Charlie salió a exterior, cargando a Dominique consigo. El resto de la familia le siguió momentos después.
— ¡Eh, peques! ¡Menuda fortaleza os habéis montado!—rio Charlie. Se acercó a Victoire y Teddy, y dejó a Dominique junto a ellos—. La cumpleañera quiere ver un partido de quidditch. ¿Os apuntáis?
— ¡Ni se te ocurra, Charles!—le advirtió Bill.
— ¡Vale, vale! ¡Entonces me pido a Angelina!
—Es un detalle que eches de menos jugar conmigo, Charlie—Angelina fingió sentirse halagada, a la vez que recordaba aquella breve época donde Charlie había sido su capitán en el equipo de quidditch—. Pero por si no te habías dado cuenta, estoy ocupada cuidando de mi hijo.
— ¡Menudos aguafiestas estáis hechos! ¡Gin, dime que James está dormido y tú sí que puedes jugar!
— ¿Qué pasa? ¿Solo quieres en tu equipo a los que juegan a quidditch de forma profesional?—terció Percy.
—Oye, si tú o Audrey queréis uniros, por mí bien—aclaró, levantó las manos en alto—. Pero alguien tiene que cuidar a Molly.
—Que se encargue él—intervino Audrey—. Y es que, da la casualidad, Charlie, de que he estado entrenando con la escoba. Y, modestia aparte, no se me da nada mal.
— ¡Estupendo, entonces!—volvió la cabeza hacia la ventana de la cocina, y gritó, utilizando sus manos como amplificador: — ¡Eh, Potter! ¿Te hace un partido de quidditch?
Harry miró de reojo a Fleur, y ella se encogió de hombros.
—Pagece que te geclaman—murmuró ella. Observó a todos los que estaban en la playa en aquel momento. Charlie y George formaban los equipos, y Bill y Percy se quejaban por su poca deportividad. La señora Weasley, Hermione y Andrómeda jugaban con los pequeños de dentro del castillo de arena. Ginny y Angelina no paraban de intercambiar anécdotas acerca de su vida como madres, con James y Fred en sus brazos, respectivamente. El señor Weasley se limitaba a explicarle a Ron que tenía pensado comprarse otro coche muggle, y que esperaba que ese no quedara destrozado como el último que habían tenido. Fleur sonrió de nuevo mientras admiraba la escena—. Y, gespecto a lo de Teddy... No te inquietes pog nada. Cuando sea el momento, solo asegúgate de gecogdagle que, pase lo que pase, siempge tendgá una familia junto a él.
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¡Hey!
Terminado este One-shot, vengo a anunciaros algo importante. Después de darle algunas vueltas, he decidido que voy a presentar esta historia a los Wattys. Y el hecho de que haya optado por hacerlo es gracias a todo el apoyo que me dais, ya sea con vuestras visitas, comentarios o favoritos. Siento que no lo digo lo suficiente, por eso, ahí va: Gracias. Gracias a todos/as por leer estas historias de una simple escritora en prácticas divagando por Wattpad.
¡Nos leemos pronto! :D