Harry Potter: Historias de la...

By ALeeMar

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¿Quieres saber qué fue de tus personajes favoritos después de la Batalla de Hogwarts? Pequeños one-sh... More

Antes de empezar
El día en el que Percy conoció a Audrey
Antes del nuevo curso [Hanny]
Regreso a Sortilegios Weasley [George y Angelina]
Una cena con los Weasley [Percy y Audrey]
Cartas [Romione]
Victoire
Reencuentro [Oliver y Katie]
Últimos deseos [1/3]
Últimos deseos [2/3]
Últimos deseos [3/3]
Aurores
Lo que probablemente cambió todo [Neville y Hannah]
Sin vuelta de hoja [George y Angelina]
Tal y como debía ser [Hanny]
Nuestro especial comienzo [Rolf y Luna]
La boda que todos esperaban
En dos mundos distintos [Percy y Audrey]
El Profeta: Edición especial
La elección decisiva [George y Angelina]
La historia no contada de Charlie Weasley
Banquete nupcial
Feliz cumpleaños, gemelos Weasley
Dominique
Aquellos pequeños detalles [Rolf y Luna]
El mayor miedo [Romione]
La magia de una muggle [Percy y Audrey]
Aquel 2 de Mayo de 2002
Nuestro hogar en Grimmauld Place [Hanny]
El Profeta: Edición especial (II)
Incluso más importante que el quidditch [Oliver y Katie]
Asuntos pendientes
La familia crece
Punto para Charlie Weasley
Velada en El Refugio
Únicos [Rolf y Luna]
Louis
Cuanto más lejos, más cerca [Romione]
No más secretos [Hanny]
Primeros recuerdos
Dos nuevas leyendas
Toujours [Teddy y Victoire]
Un día memorable
Revelaciones [Lee y Alicia]
Grandes noticias
La historia que Charlie Weasley contó
Teddy en Hogwarts [1/2]
Teddy en Hogwarts [2/2]
Comienzan las clases
Navidades en la Madriguera
Cómo crear una tradición familiar
Hogwarts ve una Weasley de nuevo
Nuevos y viejos recuerdos [Rolf y Luna]
Año Nuevo
~Tagg~
El cumpleaños de Lily
Boggarts
Sorpresas por duplicado
Poniendo a prueba a Teddy
Lo que a Charlie Weasley le faltaba por contar
El día en el que Teddy por fin se dio cuenta
Los nuevos alborotadores de Hogwarts
La noche de Halloween
El secreto de Louis
19 años después [1/2]
19 años después [2/2]

Una fantástica familia [Neville y Hannah]

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By ALeeMar


Hannah nunca habría llegado a imaginar que su vida cambiaría de un modo tan radical en solo unos meses. Tom, el antiguo dueño del Caldero Chorreante, le había cedido el local a ella, pues él consideraba que ya había llegado hora de su jubilación. Hannah se entusiasmó muchísimo por aquello. Además de poder trabajar allí como su propia jefa, se asentó en el ático del establecimiento, cosa que le parecía (no había otra palabra para describirlo) muy guay. 

Justo un par de semanas después de aquello, Neville le pidió que se casaran. No dudó ni un segundo en responderle que sí. Llevaba junto a Neville ya varios años, y todos los momentos que pasaba a su lado le resultaban únicos. Le gustaba poder recibirle en el Caldero Chorreante después de que él realizara misiones con su equipo de Aurores. Le gustaba poder intercambiar anécdotas sobre Herbología. Le gustaba que le acompañara a visitar la tumba de su madre. Esto último era algo que siempre le resultaba muy duro, pero que Neville fuera con ella le hacía sentir mejor.

Neville había procurado estar allí para ella en cada instante desde que empezaron a salir juntos. Y Hannah sentía que ella no había conseguido hacer lo mismo por él. Se sentía terriblemente mal. Por eso, un par de días antes de su boda, cuando estaban acabando de repasar los últimos detalles para la celebración, Hannah se atrevió a decir:

—Neville, me gustaría conocer a tus padres.

Él se quedó de piedra al oír aquello. Carraspeó un par de veces antes de responder.

— ¿Es en serio?—preguntó, con nerviosismo. Hannah asintió, convencida—. Pero, Hannah... ¿E-estás segura...? Es decir, e-ellos...

—Lo sé, Neville—le aseguró ella—. Y si no te sientes preparado, entonces no hay problema. Simplemente quería...

—No, no—la interrumpió Neville—. En realidad... Me alegra que quieras conocerles a pesar de... todo.

Hannah le cogió de las manos y le dedicó una media sonrisa. Agradeció que Neville no se hubiera negado a ello. Neville solía pasarse varios días de cada semana visitando a sus padres en San Mungo; y aunque Hannah comprendía que era imposible que pudiera hacer algo por ellos, quería permanecer junto a Neville en cada momento, en las buenas y en las malas.

E ir a visitar a Frank y Alice Longbottom no era una excepción a la norma.

A la mañana siguiente, ambos se dirigieron hacia el Hospital de Heridas y Enfermedades mágicas. Al llegar a la cuarta planta, Neville la guio hasta la habitación en la que había un letrero donde se leía: «DAÑOS PROVOCADOS POR HECHIZOS». Neville se aseguró de que Hannah no quisiera echarse atrás, y ella hizo lo propio con él.

—Neville, si de verdad te sientes incómodo con esto, dejémoslo estar. No tienes por qué...

—Hannah, no es eso. Solo quiero saber que realmente...

—Claro que quiero. Ellos ahora son parte de mi familia, ¿no?

Neville trató de animarse un poco.

—No podrán hablarte—le recordó—. Y tampoco podrán entenderte.

Ella asintió en silencio, en señal de que lo comprendía.

—Bien...—Neville tomó una bocanada de aire antes de abrir la puerta—. Allá vamos.

Si bien Hannah se sorprendió al ver a Lockhart en una de las camas firmando autógrafos, no dio muestras de ello. Ignoró por completo a su antiguo profesor y se dirigió directamente al final de la sala. Había visto un par de fotografías de los Longbottom, así que no le fue difícil identificarlos. Sin embargo, Hannah comprobó que se les veía más pálidos y con un aspecto más débil.

Tuvo ganas de abrazar a Neville con todas sus fuerzas. No podía ni imaginarse lo que debía suponer para él vivir aquello día tras día.

La señora Longbottom movía la cabeza de un lado para otro, con la mirada perdida, mientras tarareaba una melodía. Frank, por su parte, jugueteaba con una cucharilla de té. A Hannah le pareció que trataba de usarla como si fuera una varita mágica.

Neville soltó un largo suspiro. Se acercó a una mesilla en la que había un plato con comida, y se volvió hacia su madre.

— ¿No tienes hambre, mamá?—dijo, y su tono de voz sonó apagado.

Una sanadora soltó una aguda risilla, y entornó los ojos.

—Es inútil que lo intentes, chico. Es una testaruda. No conseguirás que pruebe bocado.

— ¿Acaso no es su deber insistir para que lo haga?—saltó Hannah—. ¿Así es como les cuida hasta el momento en el que se recuperen?

La sanadora arqueó una ceja, sorprendida. Tuvo que esforzarse por no dejar escapar una carcajada. Se acercó a Hannah, y murmuró, con tal de que no la oyera Neville:

—Niña, ¿sabes cuántos años llevan estos dos aquí? Todos han perdido la esperanza de que algún día vuelvan a la normalidad.

Hannah se tomó aquello como algo personal. Le lanzó una mirada de desprecio a la mujer, y corrió las cortinas para que no pudiera molestarles más con estupideces como aquella.

Neville se había sentado en una silla de madera. Hannah se colocó a su lado, y apoyó una mano en su hombro. Con una sincera sonrisa en el rostro, ella empezó a hablar.

—Buenos días, señor y señora Longbottom—dijo, alegremente—. Soy Hannah Abbot. La novia de Neville. Bueno, en realidad soy su prometida. ¿Qué les parece? Su hijo va a casarse mañana.

Hannah no esperó respuesta. Sabía perfectamente que no llegaría. Pero no le dio importancia. Continuó hablando, sin borrar su sonrisa de la cara.

—Señor y señora Longbottom, no sé si alguna vez Neville les ha contado la historia de la Batalla de Hogwarts.

—Por encima—Neville respondió por ellos, encogiéndose de hombros.

—Oh, ¿y les has contado lo valiente que fuiste?

Neville negó con la cabeza, riéndose.

—Vamos, Hannah, ya sabes que no fue para tanto.

Hannah se volvió de nuevo hacia sus futuros suegros. Alice había dejado de balbucear en voz baja y ahora se limitaba a mirar los dedos de sus pies.

—Neville se cargó a la serpiente de Voldemort. Y aunque él sea tan modesto, fue un acto digno de un auténtico Gryffindor. Además, él fue quien me enseñó que no hay que temer a su nombre.

Frank la miró de arriba abajo durante unos breves instantes, aunque enseguida volvió a poner toda su atención en la cucharilla.

—Y ahora, es uno de los mejores Aurores del Departamento—siguió contando Hannah—. Ya ha capturado a un par de magos tenebrosos.

—Con ayuda—le recordó Neville.

—Sí, pero, ¿quién fue el que localizó a ese tal Pulasky?—terció ella—. Neville se pasó semanas buscándole. Y lo logró. Fue un gran alivio para todos el que lo encerraran. Había usado la maldición Cruciatus con una familia de muggles. Incluido el hijo más pequeño, de ocho años.

—Mamá, papá, está exagerando. Yo solo... No podía dejar que nadie más tuviera que pasar por...—se detuvo a sí mismo, y bajó la mirada. Hannah se humedeció los labios, y siguió con su charla.

—Deberían estar muy orgullosos de Neville. He de admitir que, cuando le vi en Hogwarts por primera vez, nunca llegué a pensar que podría acabar convirtiéndose en quien es ahora.

—Eso duele—dijo Neville, tratando de sonar molesto.

—Pero el caso es—Hannah todavía no había terminado—, que es la persona más valiente y leal que conozco. Muchos no le creían digno del apellido Longbottom. Y se equivocaban completamente.

Neville se levantó de su asiento y la rodeó con sus brazos, agradeciéndole todo lo que había dicho.

De pronto, Alice se puso en pie, y anduvo hasta ellos, balanceándose. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pasó una mano por una de las mejillas de Neville. Sus pupilas se dilataron y por unos segundos, su piel pareció retomar algo de color. Y, quizás solo se lo imaginó, pero a Neville le pareció ver que las comisuras de sus labios se elevaron hacia arriba. Después de eso, giró la cabeza hacia Hannah. Extendió la mano frente a ella, y Hannah recogió un envoltorio de caramelo que le entregaba.

—Gracias, Alice—murmuró ella, sin dejar de mirar ese papel de colores.

Alice se dio media vuelta y volvió hacia su cama, y empezó a retorcerse unos mechones de pelo. Entonces, Neville dejó escapar un suspiro algo triste.

—Sé que no es la familia con la que uno sueña—musitó, cabizbajo—. Pero...

—Son fantásticos—le interrumpió—. Igual que tú.

Neville dirigió la mirada a su padre. Este, con un enorme esfuerzo, señaló a Hannah con el dedo, y asintió una sola vez.

—Sí, lo sé, papá—dijo Neville, y seguidamente besó a Hannah en la frente—. Es fantástica.

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