Viaje Inesperado [N.H.]© Part...

By Vale_H13

128K 8.1K 955

¿Qué sería de tu vida si cambiara de pronto? ¿Si tuvieras que alejarte de tus amigos? ¿Si tuvieras que dejar... More

Prólogo
1. Nervios y futuro trabajo.
2. Disculpas y lágrimas.
3. ¿Lista?
4. La despedida.
5. Bienvenida a Londres.
6. ¿Casa sola?
7. ¿Pizza, charla y explicaciones?
8. Idiota, voluble y arrogante.
9. Hasta luego, Horan.
10. Universidad, maletas y llamadas.
11. Cena y prisas.
12. No vuelvas a hacer eso.
13. Compras de último momento.
14. Primer día de clases.
15. Nuevos amigos
16. Queso.
17. ¡¿Mi novio?!
18. Galleta de la fortuna.
19. ¿Me darías una oportunidad?
20. Helado nocturno y notas musicales.
21. Hot cakes y tocino.
22. Melodías e instrumentos.
23. Experimento.
24. ¿Celos?
25. Pésima mañana.
26. ¿Quieres jugar?
27.1 Fiesta en casa de Adam: ¿Por qué me besaste?
27.2 Fiesta en casa de Adam: Noche de tragos y lluvia.
28. Descansa, princesa.
29. Una pequeña travesura.
30. ¡Tarde de compras!
31. Niall + Niños + Helado
32. Partituras y más.
33. ¿Un helado?
34. Recuerdos.
35. ¿Nos conocemos realmente?
36. Mas contenta y distraída que de costumbre.
37. ¡Vamos al Karaoke Music!
38.1 Karaoke Music: ¡¿Por qué?!
38.2 Karaoke Music: ¿Biscocho irlandés?
38.3 Karaoke Music: El fin de una gran noche.
39. Muy linda sorpresa.
40. Veinte preguntas.
41. Ahora si son buenas noches.
42. Un gran, gran problema.
43. Una noche llena de sorpresas.
44. Huyendo.
45. Largo día en la universidad.
46. Y el día continúa.
47. Solo un par de días.
48. ¿Es una broma?
49. Un pequeño recuerdo.
51. Encuentro.
52. Regreso.
53. Te necesito, mamá.
54. También me encantas.
55. Apolo.
56. Suspendida.
57. Niall + Mamá = ¿Cariño?
58. Tienda de mascotas.
59. Zayn Malik.
60. Mis amigos, mi familia.
61. Casa llena.
62. Noche de fiesta.
63. Fatídica mañana.
64. Una explicación.
65. Engaño.
Extra.
66. Declaración.
67. Propuesta.
68. ¡¿Dos en una noche?!
69. A tu lado. (Final)
SEGUNDA TEMPORADA
NUEVA PARTE

50. El regalo perfecto.

1.5K 114 16
By Vale_H13


– ¡Oh, por dios! ¡Mira eso! Vamos para allá, estoy segura de que habrá algo bueno para ti.

– Ya tengo mucha ropa, Becca. Tengo una empresa llena de ella. –no tengo muchos ánimos de seguir llenando ni vestidor. Pronto me cambiaré al apartamento y tendré que sacar toda la ropa que mis amigas me han hecho comprar.

– No es lo mismo, Abbilú. Además, te hará bien un poco de una Preciosa ropa interior nueva. –ruedo mis ojos sin responder. Sé que si sigo con esto, no ganaré contra ella.

Hoy por la mañana, Becca y yo fuimos a sacar mi justificante a la universidad luego de desayunar un poco de yogurt con cereales. Luego fuimos a almorzar y le propuse ir conmigo a Italia y, como tal vez debí de haber previsto, saltó de la mesa gritando como niña pequeña, llamando la atención de todos en el lugar. Así que eso lo tomé como un sí.

Y ahora estamos recorriendo el segundo centro comercial de hoy. Becca insistió en llevar ropa nueva a Florencia, así que estamos comprando cada cosa que nos gusta. O más bien, ella lo escoge todo y yo lo pago.

Becca me toma del brazo y me lleva a la tienda de lencería que está del otro lado del pasillo. Hay conjuntos muy bonitos y muy... sensuales. Becca me da un par de conjuntos iguales, solo que uno es negro y el otro es de color rojo.

– Venga, pruébatelos. Estoy segura de que te verás más sensual que un helado con chocolate.

– ¿Quién rayos puede ver sensual a un helado? Estás loca.

– Calla. Solo pruébatelo.

Ruedo mis ojos y me doy media vuelta para dirigirme a los probadores. No sé ni por qué hago caso. Ni siquiera necesito tanta ropa interior, compré bastante hace un par de semanas.

Entro en uno de los probadores y corro la pesada cortina, quedando encerrada, rodeada de tres espejos que van del suelo hasta casi el techo.

Me saco la blusa, el sujetador, y me pruebo el sujetador color negro con un fino encaje que Becca escogió para mí.

Me veo a través de los largos espejos de cuerpo completo que me rodean. No siento que sea para mí. Ropa de este tipo es para las chicas que tienen novio, o al menos las que cogen a menudo. No tiene mucho caso ponerte algo bonito si nadie te va a ver.

Aunque el conjunto está bastante lindo. Me gusta el fino encaje que tiene, y parece ser buena seda....

No, ya no más ropa. Si sigo así, tendré que comprar tres maletas más.

– ¿Abby? ¿Ya te lo mediste? –escucho la voz de Becca, fuera del probador.

– En eso estoy, Becca.

– ¡Yo quiero ver!

– ¡No!

Y corre la cortina, metiéndose conmigo dentro del pequeño espacio.

– ¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Te dije que...!

– Se te ve muy bien, primita. Creí que se te vería mejor el rojo, pero te cae más el negro.

– ¿Qué? Becca, ya no compraré mas ropa. Es demasiada.

– Es mejor que sobre a que falte. Además, nunca es demasiada ropa para una chica. Eso deberías de saberlo tú. –responde sin ponerme mucha atención, viendo como me queda el sujetador.

– Becca...

– Ya deja de ser tan cerrada y pesimista. Arruinas mi buen humor. Deberías de pensarlo del lado bueno. ¿Qué tal si salimos de antro, se te acerca un tío bastante bueno que te llegue a gustar y que empiecen a meterse mano? Créeme que te gustaría traer puesto un conjunto así.

– ¿Ya te has metido mano con alguien en un antro? –pregunto entre sorprendida e incrédula. No dudo que haya hecho eso, pero no deja de dejarme un tanto impactada.

– Como eres chismosa, primita. –habla rápidamente. –Mejor quítate eso, que lo vamos a comprar junto con otros diez conjuntos.

– ¡Te metiste mano con alguien en un antro! –grito aun sin salir de mi asombro.

– ¡Cállate, estúpida! No puedo creer que hayas gritado eso. –me dice con una risa nerviosa, mientras su rostro comienza a ponerse rojo.

– ¡No puedo creer que hayas hecho eso!

– ¡Deja de gritarlo!

– Y te quejas de que yo no te cuento nada.

– Estaba demasiado ebria como para recordarlo, y demasiado avergonzada como para querer contarlo.

– Hieres mis sentimientos. –dramatizo poniendo mi mano sobre mi pecho.

– Bueno, pues para sanarlos, compremos más de esos conjuntos sexys. Quién sabe si algún día de estos puedas sorprender al sexy bombón que tienes en casa con alguna de estas prendas. –me dice elevando una y otra vez su perfecto ceño.

– ¡¿Estás loca?! ¡Sal de aquí antes de que te aviente mi sujetador en la cara! –ella deja salir una carcajada y sale de inmediato.

– Te espero por aquí. Compraremos más de esas sorpresitas para el rubio. –me dice del otro lado de la cortina, con voz burlona.

Maldita Becca. Si piensa por un momento que me pondré esto para según una sorpresita para Niall, está...

Todo a mí alrededor parece detenerse al recordar aquello.

Niall.

Sorpresa.

Fiesta.

Cumpleaños.

¡Hoy es el cumpleaños de Niall! Había olvidado por completo que Harry me invitó ayer a la fiesta sorpresa que le organizaron los chicos para Niall. Como me gustaría poder quedarme e ir, solo para ver a Niall sonriendo y disfrutando de su día. Creo que le compraré algo. Si, sería lindo regalarle algo especial. Pero, ¿qué?

Me saco el sujetador y me pongo mi ropa a toda velocidad. Logro ver que quedo un poco despeinada, pero aun así salgo corriendo de los probadores. Debo de encontrar a Becca para buscar un regalo para Niall.

Localizo a Becca a unos metros, viendo más de esa minúscula y provocadora ropa interior, mientras ya trae más en las manos.

– Becca, tenemos que irnos. –digo apenas llego a su lado.

– Hey, ¿qué sucede? Si es para salvarte de comprar la ropa que ya escogí para ti, pues...

– No es eso. Necesito comprar algo. Ya. Ahora. Urgentemente.

– ¿Pero qué...?

– Paga eso si lo vas a llevar. Necesito buscar algo.

– Vale, vale. Vamos a la caja.

Le ayudo a Becca con todos los conjuntos que trae cargando y nos dirigimos a la caja. La chica que está a cargo de la caja tarda más de lo debido, preguntando cosas que no le deberían de importar. Yo solo la ignoro y Becca trata de responder sus preguntas de forma tajante, mientras me lanza miradas preocupadas. Debe de creer que me estoy volviendo loca. Al menos más loca de lo ya acostumbrado.

Salimos de la tienda con las bolsas de las compras y me paro en medio del pasillo, mirando a todos lados, buscando si hay algún lugar lo bastante bueno donde pueda conseguir un regalo bonito, que sea especial y que le guste.

– ¿Me puedes decir que te pasa? Creo que estás rebasando tu nivel de locura.

– Quiero comprar algo.

– ¿Algo como qué?

– No lo sé. –respondo frustrada.

¡No hay nada aquí! Nada que pueda ser para un chico como Niall. Frente a mi hay una tienda deportiva. No sé nada de deportes. Solo sé que a Niall le gusta el fútbol y el golf, según algunas de las veces que charlábamos, hace ya bastantes días. A un lado hay una zapatería. Al otro una tienda de accesorios para chicas.

No sé qué demonios regalarle.

– Bueno, no me ayudas mucho en ayudarte, primita. ¿Qué te parece una pista? –suspiro y me giro a verla.

– Hoy es el cumpleaños de Niall. –no dice nada, solo me mira sorprendida. –Quiero regalarle algo lindo. Ha sido un chico genial conmigo, y... bueno... no estaré en su fiesta... y, bueno... quiero regalarle algo especial.

– Oh, vaya, primita. Como te pones por un chico por el que, según tú, no deberías de sentir nada.

– ¿Me vas a ayudar o no?

– Vale. Busquemos algo para el rubio teñido.

– ¿Qué?

– Que vayamos a buscar algo.

– No, eso no. ¿Dijiste "teñido"?

– Sí, porque es teñido.

– Estás loca. Es natural. –ella ríe divertida.

– Claro que no. Pero bueno, ya se lo preguntarás luego.

Becca y yo recorremos el centro comercial una vez más, buscando algo que pueda gustarle a Niall.

No hay mucho para escoger que no sea ropa o comida. Estoy segura de que le encantaría algo de comida, pero no creo que el McDonald's me quepa en una bolsa de regalo.

– Becca, se terminan las opciones.

– Iré por unas malteadas, luego podemos ir a otro lugar a buscar algo. Quizás en otro centro comercial.

– De acuerdo. Te espero aquí.

– ¿De que la quieres?

– Pide la misma que tú. –ahorita no estoy como para pensar en sabores de malteadas.

– Vale. Ya vuelvo.

Becca se aleja caminando hacia el otro lado del pasillo, donde se encuentra el local de malteadas. Y yo solo me quedo aquí, a la espera de que una idea me caiga del cielo.

¿Qué se le puede regalar a un chico que puede tenerlo todo con solo salir por ello? Las empresas que poseemos tienen grandes ganancias, así que debe de tener un muy buen ahorro.

Sigo paseando mi mirada por los locales que me rodean, y mi vista se detiene de pronto ante la llamada de atención de algunos metales brillantes y piedras preciosas. Es una joyería. Vuelvo mi vista hacia el local de malteadas y veo que Becca aún está en la fila, esperando ser atendida. Bien, solo iré a echar un vistazo, regresaré para cuando Becca apenas pida nuestras bebidas.

Me giro de nuevo y camino con paso decidido hacia el local con varias vitrinas de reluciente cristal, con distintas variedades de joyas dentro de ellas. Veo los anillos; no creo que sea ocasión para regalarle un anillo. ¿Cadenas? Creo que tampoco. ¿Un llavero? Demasiado simple. Veo también los encendedores de metal con diferentes grabaciones en ellos. ¿Un encendedor? He visto a Niall fumar muy pocas veces, unas tres, si mucho. Además, no le daría algo que incentivara esa asquerosa adicción.

Sigo viendo el resto de cadenitas, pulseras, anillos y aretes, hasta que me detengo frente al exhibidor de relojes. Relojes de diferentes tamaños, colores, estilos, marcas, de todo un poco. Bueno, creo que me convence más.

– Buenas tardes. ¿Le puedo ayudar en algo? –la vendedora de no más de cuarenta años, aparece frente a mí del otro lado del mostrador.

– Sí. Estoy buscando un regalo para un amigo que cumple años hoy.

– Un reloj es una muy buena opción. –me dice con una sonrisa que, estoy segura, solo tiene destinada para sus clientes. – ¿Buscabas algún estilo en especial?

– Estoy improvisando. –respondo encogiéndome de hombros.

– Bien. ven por aquí, te mostraré algunos.

La vendedora me dirige a un estante donde hay más relojes y comienza a mostrarme algunos de ellos, diciéndome sus características y demás. Mientras ella habla sin parar acerca del reloj de correa de cuero que tiene en sus manos, mi atención es captada por un brillante y elegante reloj. Es de un reluciente color plateado, pero se ve un poco diferente como para ser de plata.

– ¿Me mostraría ese? –hablo, interrumpiéndola.

– Claro. –saca el reloj del estante de cristal y lo acerca a mí. –Es un Rolex Day-Date Fourty. Está hecho en platino. Solo tenemos esta presentación del modelo, ya que solo hicieron unos cuantos de estos.

– ¿Es de platino? –pregunto sin dejar de ver la bonita y reluciente pieza. Me llama la atención que tiene el día de la semana justo en la parte de arriba. Es increíblemente precioso. La caratula es de un bonito azul claro que de inmediato me recuerda a sus preciosos ojos. Es perfecto.

– Sí. Como puedes ver, muestra la fecha y el día de la semana completo en una ventanilla en la esfera.

– Es bastante bonito.

– Y bastante costoso. Tiene un precio de setenta y nueve mil ochocientas libras. –trata de desviarme, pero no le funcionará. Ya he puesto mis ojos en esta bonita pieza. Sigue parloteando acerca de las características del reloj, hasta que me decido a callarla.

– Me lo llevo. –la vendedora cierra la boca de pronto, y un instante después vuelve a abrirla de forma sorprendida, como si no creyera que puedo comprarlo si yo quiero. –Y lo quiero envuelto, por favor.

– Claro. –me responde aun sin poder creérselo. – ¿Quieres que lleve algo?

– ¿Algo de qué?

– Una grabación. Podemos escribirle una frase o lo que gustes en el broche del reloj. Hace más especial el regalo.

Sé que trata de persuadirme a comprar lo que ella ofrece, pero me dejo convencer. Entre más especial pueda ser, mejor. Quiero darle a Niall el mejor regalo. Acepto con una sonrisa la propuesta de la vendedora y me da un papelito para apuntar la dichosa frase.

¿Cómo decirle a Niall tantas cosas en palabras sencillas?



En menos de diez minutos ya me encuentro saliendo de la joyería. Solo espero que Becca no se haya vuelto loca buscándome por todo el centro comercial. Camino hasta el local de malteadas y logro ver a Becca a lo lejos, con nuestras bebidas en sus manos. Ella me mira y suspira aliviada.

– Por todos los santos, primita, creí que me dejarías aquí. –me dice apenas llega a mi lado.

– ¿Dejarte? ¿Por qué? –respondo un poco confundida. No es como si me fuera a ir sin ella solo porque es insoportablemente odiosa.

– Pues por tardarme, tonta. Es solo que el chico que estaba atendiendo, no tenía ni la más mínima idea de lo que tenía que hacer, así que el gerente salió a ayudarlo. –me explica rápidamente. Lo que quiere decir que no se percató de que no todo este tiempo no estuve todo justo aquí. – ¿Tu dónde estabas?

– Fui al baño. Tardaste tanto, que hasta ganas de hacer pis me dieron.

– Eres una tonta, no quería saber eso. –dice arrugando su nariz y me entrega mi malteada. –Lo bueno de todo esto es que encontré un posible regalo para tu chico.

– ¿Qué regalo?

– Para disculparse por el chico nuevo, el gerente del local de malteadas me regalo esto. –sonríe y me tiende lo que parece un folleto o un sobre. Lo tomo con duda.

– ¿Qué es?

- Es una tarjeta de cortesías para malteadas. Trae un folleto donde vienen muy buenos descuentos. El gerente mi dijo que podía usarla en el centro comercial Westfield si no quería venir a sufrir de nuevo con el chico despistado.

– ¿Y se supone que es un buen regalo de cumpleaños para Niall? –murmuro mientras abro el sobre y veo el folleto de ofertas.

– Supongo que tal vez. Solo sé que al tipo de gusta todo lo que tenga que ver con lo que sea comestible, así que no creo que la rechace. –sonrío por su ocurrencia, aunque no se equivoca, Niall es un comelón sin remedio.

– Entonces pongámoslo en un sobre con un moño y listo.

Becca sonríe satisfecha y juntas salimos del centro comercial.

Pasamos lo que nos queda de la tarde recorriendo tiendas y boutiques y, cuando finalmente parece que la energía de Becca se termina, paramos en un sushi bar. Creo que no había gastado tanto en ropa desde que salí con Nat unos días antes de venirme a Londres.

Echo de menos muchísimo a los chicos. Hablé con Nat y Ted hace dos días, y parece que todo va mejor por allá. Nat me contó que Chad por fin le declaró su amor y ahora están saliendo. Y Ted no me dice mucho, pero por los comentarios de Nat, sospecho que ya hay una chica por ahí que lo tiene un poco embelesado. Ojalá que ya por fin siente cabeza, ese chico ya debió de haberse follado a la mitad de la población femenina de la universidad.

– ¿De aquí a dónde vamos? –pregunta Becca al terminar de comer.

– A la empresa, y luego a casa. Tenemos que hacer una pequeña maleta.

– ¿Pequeña?

– Sí. Con dos o tres cambios de ropa bastará.

– ¿No nos quedaremos más tiempo? –pregunta con desilusión.

– Yo no puedo quedarme, Becca. Tengo que asistir a la universidad si no quiero atrasarme, además de que también debo estar al tanto de la empresa. Pero, si quieres, puedes quedarte un par de días en el hotel y pasear un poco por Florencia.

– Mmm, suena interesante. Me parece que aceptaré tu oferta. –me dice con una sonrisa cómplice.

– Perfecto. En marcha entonces, nuestro vuelo sale en poco más de dos horas y aun hay que pasar a la empresa por nuestros vestidos.

Pago la cuenta y salimos del restaurante. Durante el trayecto a casa, Becca me pregunta acerca de los ensayos a los que voy toda la semana, excepto hoy. Le hablo un poco de lo que hacen y me pide que le hable más de los chicos que están ahí. Le hablo de cada uno de ellos, al menos de los que recuerdo sus nombres, y luego viene a mi mente Zayn, el chico peligro. Es un tanto extraño, es como todos los chicos malos, sí, pero hay algo que no me convence de él.

Me distraigo un poco cuando Becca me pregunta acerca de los buenos traseros que hay, y solo eso basta para arrancarme una enorme sonrisa. Luego de terminar la charla, escuchamos un poco de música, Becca se queja del auto, yo me quejo del auto, casi atropello un chico bastante guapo, Becca casi baja del auto para raptar al chico guapo que casi atropello, Becca me dice que es seguro que no tengo novio porque los atropello o algo parecido, subo el volumen de la música para ya no escucharla, y finalmente llegamos a la empresa.

– Conduces como una anciana.

– Solo tengo precaución.

– No la tenías cuando casi atropellas al chico de ojos brillantes. ¡Debiste detenerte para llevarlo al hospital!

– ¡Ni siquiera se asustó! No sé por qué rayos querías que lo llevara al hospital. –entramos en el elevador y subimos hasta el piso donde Pam trabaja.

– ¡Pues porque así podría conseguir su número!

– ¿No se supone que estás en una relación? –la acuso con una media sonrisa.

– Bueno... sí. Pero está en pausa.

– Olvídalo ya, Becca. Mejor concéntrate en otra cosa.

– Vale, me callo.

Las puertas de metal se abren y juntas caminamos hacia el lugar donde trabaja la bella Pam. Ya casi no hay gente trabajando, así que la localizamos con facilidad, justo al lado de los guardarropas.

– Hola, Pam. –saludo, haciendo que se gire hacia nosotras.

– ¡Hola, chicas! Creí que ya no vendrían, como ya es un poco tarde.

– Lo sé, solo que la señorita precaución maneja como una tortuga arriba de un caracol.

– Ya no te quejes, Becca. Aún estamos a tiempo.

– Bien, ya tengo sus vestidos de noche. Espero que les gusten.

Pam da media vuelta y de uno de los guardarropas saca un par de sacos cerrados por un cierre justo en medio. Los coloca sobre una de las mesas y abre el primero.

– Este es el de Becca. –dice abriendo el primer saco y saca un muy bonito vestido color vino. Muy apropiado, me gusta.

– ¡Pam, eres genial! ¡Está precioso! –habla Becca con emoción, extendiendo el vestido frente a ella. Estoy segura de que se verá bellísima.

– No es nada, linda. Solo un poco de lo mejor que sé hacer. –responde Pam, con una sonrisa satisfecha. –Bueno, aquí tengo el tuyo, linda. –abre el segundo saco y saca de él lo que es mi vestido.

Me quedo sin palabras. Un sencillo y elegante vestido se extiende frente a mí. Largo hasta el suelo, de un azul oscuro como el cielo nocturno, y unas ligeras ondas en las piernas que van desde las rodillas hasta donde termina el vestido. Totalmente perfecto.

– ¿Y? ¿Qué te parece? –escucho la ansiedad y la emoción en la voz de Pam. Yo simplemente no sé cómo responder sin ponerme a gritar de la emoción.

– ¡Te quedó fantástico! ¡No sé si pueda haber algo mejor que esto!

– Sabía que te gustaría. –me dice con un deje de orgullo por su trabajo.

– ¿Gustarme? ¡Me encanta!

– Bueno, eso quiere decir que mi trabajo terminó por hoy.

– ¡Eres una diosa! Sin duda tienes que seguir haciendo mis vestidos. –no puedo esperar a ponérmelo mañana por la noche.

– ¡Claro que sí! Estoy segura de que no podrán encontrar a alguien mejor que yo.

– Nunca pensaría en reemplazarte, Pam.

– Me alegra mucho escuchar eso. Ah, antes de que se me olvide, aquí tienen. –toma una bolsa grande de papel y se la da a Becca. –Son los zapatos y accesorios a juego.

– Te adoro, Pam. –respondo con una enorme sonrisa. Me siento tan emocionada, que no puedo esperar a llegar a Italia. –Bien, nosotras nos vamos. Aun hay que empacar y el vuelo sale en dos horas. –digo viendo el reloj en mi muñeca. –Nos vemos luego, Pam. –me acerco a ella y me despido con un abrazo.

– Adiós, linda. Les deseo toda la suerte del mundo.

– Nos vemos, Pam. –se despide Becca.

– Adiós, preciosa. Y que tengan buen vuelo.

Tomo los vestidos en sus respectivos sacos, mientras Becca carga la bolsa y juntas salimos del edificio. Cuando llegamos al auto, metemos todo con mucho cuidado en la parte trasera del auto.

– Están fantásticos. –comenta Becca con emoción, cuando ya estamos de camino a casa.

– Lo sé, luciremos increíbles.

Durante el camino hablamos más acerca de los vestidos y del evento de mañana por la noche en Florencia. Este asunto aun me tiene muy nerviosa, pero también muy ansiosa. Ahora me siento más confiada de conocer en persona a grandes empresarios, y tengo confianza en que todo saldrá bien.

Luego de que Becca me regaña por tercera vez, aumento la velocidad del auto y llagamos a casa luego de unos de minutos.

– Recuerda que solo empacaremos lo esencial; un par de cambios de ropa y lo que vayamos a utilizar para nuestra higiene. Hay que ser directas.

– Vale, vale. Quedó claro.

– Trata de ser rápida, Becca. Tenemos que estar en el aeropuerto en media hora.

Bajamos del auto y sacamos del maletero la exagerada cantidad de bolsas de compras. Creo que tengo bastante ropa para todo el año. Lo peor es que serán más cosas para cargar el día en que me vaya a mi departamento. Quizás eso sea en cuanto regrese de Italia.

Entramos a la vacía casa y subimos a nuestras habitaciones. Y entonces recuerdo que Niall debe de estar en su fiesta sorpresa, pasándola bien. Espero y se esté divirtiendo, creo que lo merece.

Apenas cierro la puerta detrás de mí y corro en busca de un bolso donde pueda caber un poco de ropa y mis cosas de higiene personal. Cuando encuentro el dichoso bolso, meto en él un cambio de ropa formal, otro casual, ropa interior y mi camisón de dormir. Luego de empacar mi escaso equipaje, solo me caben dos pares de zapatos. Malo. Pero suficiente. Espero no olvidar nada importante. Me encamino al baño para registrar que no se queda nada, y en ese momento llaman a la puerta de la habitación.

– ¡Pasa, Becca! –grito desde el interior del baño. Espero que no me venga con que no sabe que malditas bragas llevar.

Registro rápidamente el baño, y por suerte no se me queda nada. Bien, entonces ya estoy lista. Solo dejaré el regalo de Niall en su habitación para que lo vea cuando regrese de la fiesta.

Escucho un par de pasos en la habitación, y me sorprende que Becca no se le haya soltado la boca por cualquier tontería a la que haya venido. Eso es raro, siendo que es un tanto escandalosa.

– ¿Becca? –salgo del baño, y mis pies detienen su paso al verlo.

Niall está de pie frente a la cama. Su mirada se encuentra con la mía y me mira con ansiedad y alivio. Va vestido con un pantalón negro y una camisa gris que hace contraste con el color de sus ojos, mientras que su cabello se encuentra ligeramente alborotado, como de costumbre.

Mi corazón late de una forma frenética, como si en cualquier momento pudiese salir disparado por la velocidad a la que late. Todo en el mundo se detiene para mí, y siento como mi garganta y mi boca se secan.

– Hola, Abby. –saluda de forma tranquila, con su voz ligeramente enronquecida.

– Hola, Niall. –respondo casi sin voz. Me aclaro la garganta y humedezco un poco mis labios con la punta de mi lengua. –Creí que estarías en la fiesta que te organizaron los chicos.

– También creí que estarías ahí. –su voz es un suave murmuro, pero logro distinguir el reproche en él.

– Bueno, no creí que... –me quedo sin voz. No creí que fuera un buen momento. No creí que fuera bienvenida después de lo que le hice.

– Tranquila, no pasa nada. –dice con una mueca, tratando de formar una sonrisa. Soy una idiota. –Solo venía a... –y se detiene de golpe. Pareciera que las palabras se le escapan y la inseguridad lo llena.

¿En qué momento llegamos a esto? A un momento donde ambos nos sentimos tan inseguros, tan abatidos entre nosotros. Él era todo ego y arrogancia, y yo era toda terquedad e ironía. Y ahora parecemos un par de extraños con miedo a conocerse. Todo se fue a la basura.

Dejo salir el aire que se ahoga en mis pulmones con un suspiro cargado de sentimientos que duelen. Por fin consigo moverme y camino hacia mi improvisado bolso de viaje. Debo salir ya.

– ¿Saldrás? –escucho su voz a mis espaldas. No puedo decirle nada. No aun.

– Debo ir a dejar unas cosas a la empresa. –miento con lo primero que viene a mi mente.

– Yo puedo llevarte.

– No te preocupes, será algo rápido.

– Abbigail... –aprieta sus labios como si intentara no dejar salir las palabras que se quedan en su garganta. Y yo me quedo a la espera de que diga algo más. Pero no lo hace.

– Primita, ya estoy lista. Espero... –Becca se detiene en el marco de la puerta, y sus ojos se abren a tope al ver a Niall en mi habitación. –Te espero en el auto. –dice y, sin más, sale corriendo, desapareciendo de nuestra vista. Vaya, cuanta ayuda me dio.

– Supongo que Becca irá contigo. –habla Niall de nuevo.

– Sí. Se lleva bien con Pam. –la excuso.

Niall desvía su mirada de mí hacia otro lugar, y yo solo me siento aún más como una basura. Él no merece esto. ¿Por qué mejor no te quedaste en tu fiesta, Niall?

– Debo irme.

– Abby, necesito... Necesito que hablemos. –su mirada regresa a la mía y veo la ansiedad y la desesperación en sus azulados ojos. Yo solo asiento en respuesta. No quiero decir más mentiras. – ¿Cuándo regreses? –asiento de nuevo. El desvía su mirada. No parece del todo convencido con mi respuesta. Yo tampoco lo estaría. No quiero dejarlo así. Él no lo merece.

– Tengo un regalo para ti. –susurro. Su mirada regresa a mí, y veo como sus ojos brillan con un deje de emoción. Tomo mi bolso de la cama y saco de él un sobre color rojo y una caja envuelta en papel dorado con un moño brillante en verde esmeralda. Espero que le guste.

– Este es de parte de Becca. –le digo tendiéndole el sobre. –Dice que está segura de que te encantará. –sonríe con diversión. –Y este... este es de mi parte. –le entrego la caja, esperando que no la abra justo ahora.

– Muchas gracias, Abby. Sabes que no era necesario, ¿cierto? –trata de sonar un tanto desinteresado, pero no logra controlar su enorme sonrisa emocionada.

– Lo sé, pero creí que sería genial. A todos nos gustan los regalos.

– Eso es cierto. –sonríe con ternura, sin abandonar su mirada de la mía. –Abby... ¿puedo... puedo abrazarte? –su dulce petición hace que mi corazón se estruje de forma casi violenta. No puedo evitar sonreír al momento de responder con un asentimiento.

Deja sus regalos sobre la cama y camina hacia mí. Tan pronto como me tiene lo suficientemente cerca, me atrae hacia él y me envuelve entre sus brazos de manera dulce y cuidadosa. Y con solo ese gesto, me siento protegida y querida. Coloco mi mejilla sobre su pecho y logro sentir el acelerado pulso de su corazón. Podría jurar que late tan rápido y acelerado como el mío. Inhalo su fresco y masculino aroma, y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura. Sus manos viajan por mi espalda de forma suave y tranquila, logrando calmar mis emociones y al mismo tiempo poniéndolas a trabajar a mil por hora

Esto se siente tan bien, que no quisiera alejarlo nunca. Jamás. Pero debo hacerlo. Por mi bien, por el de él, y por el de la empresa. No puedo perder el vuelo. Suelto mi agarre y me alejo un poco de él, aunque él no me suelta. Mi mirada queda fija en su pecho. No puedo enfrentar su mirada ahora.

– Niall...

– No lo hagas, Abby. –su débil petición hace que mis piernas flaqueen.

No sé muy bien a que se refiere, pero sus palabras calan en mí. Es como si supiera todo lo que haré, todo lo que estoy haciendo. De pronto siento un cálido toque en mi barbilla y me hace levantar el rostro hacia él. Sus ojos se clavan en los míos y siento como si quisiera invadir mi ser con tan solo mirarme. No quiero que lo haga. Me hace sentir débil y expuesta. No quiero que vea que puedo quebrarme y derrumbarme. No quiero que me pase de nuevo.

Desvío mi mirada de la suya, mientras siento el picor en mis ojos y en mi garganta. No puedo con esto. Necesito salir de aquí. Vuelvo a sentir su toque en mi barbilla, y luego su mano se ahueca en mi mejilla. Me acerca a él hasta que nuestros labios se rozan, y al final logran fundirse en un cálido y lento beso.

Sus labios se mueven de forma lenta y dulce sobre los míos, haciendo que en mi crezca la necesidad de tener más. De ese "mas" que no puedo compartir con Niall. Pero estoy dispuesta a dar un poco a cambio de un poco.

Subo mi mano derecha hasta su cuello y lo acerco más a mí, mientras que con mi mano izquierda me aferro a su camisa. Niall deja salir un quedo jadeo sobre mis labios, y me acerca más a él, apegándome más a su cuerpo, hasta que no queda espacio entre nosotros.

Una de sus manos baja y vuelve a subir, pero esta vez lo hace por debajo de mi blusa, haciendo que sienta la calidez de su toque sobre mi piel tibia. Un escalofrío recorre mi espalda y me hace suspirar, perdiendo el contacto con sus labios. Mi respiración es trabajosa, pero no me aparto. Un momento después, siento los labios de Niall sobre mi cuello, justo donde mi pulso late desesperado, haciendo que el mundo de más vueltas de lo normal.

Un timbre resuena en la habitación, y hace que regrese a mi realidad. Es mi teléfono. Debe de ser Becca. Perderemos el vuelo.

– Niall...

– No vayas. –murmura con voz ronca sobre mi cuello. Su aliento caliente cae sobre mi piel, y yo me siento estremecer.

– Debo ir. –respondo un poco agitada. Bajo mi mano de su cuello a su brazo y me aferro a él.

– ¿Volverás rápido? –asiento en respuesta. –De acuerdo.

Se aleja un poco de mí, pero, antes de soltarme por completo, me besa de nuevo. Sus labios son bien recibidos por los míos y me besa de manera rítmica y sensual.

De nuevo el timbre se hace escuchar por cada rincón de la habitación. Niall ríe un poco al separarnos.

– Parece que está un poco impaciente. –se queja.

– Es un tanto hiperactiva.

– Lo he notado.

Me separo de Niall y tomo mi bolso de viaje y mi bolso de mano. Bien, es hora de irme, y no quiero hacerlo.

– No demores tanto, por favor. –lo siento Niall. –Te estaré esperando. –no, no lo hagas.

Me sonríe al despedirme. Asiento y trato de sonreírle. Doy media vuelta y salgo de la habitación. Bajo las escaleras lo más rápido que me deja mi cabeza y mi respiración acelerada. Debo salir de aquí. Debo hacerlo antes de sentirme aun peor.

Salgo de la casa y subo al auto, arrojando mis bolsos a la parte trasera del auto.

– Hey, ¿por qué tardaste tanto? ¿Qué te sucede? ¿Estás bien? –mi nerviosismo no me deja hablar. Siento que si abro la boca, podría vomitar. Niego con la cabeza.

– Necesito que conduzcas. –susurro. Luego de un breve silencio, habla.

– Claro. Córrete al copiloto. –hacemos un rápido cambio de asientos y, luego de un momento, el auto ya está en marcha. –En mi bolso hay una botella de agua. –escucho la voz de Becca.

Tomo su bolso y saco la botella con la mitad de agua en su interior. Bebo un largo trago y siento como parte de mi persona vuelve a la vida. Me siento extraña. Demasiado extraña, me siento... mal. Como si acabara hacer lo peor del mundo. Respiro hondo y siento como el auto se detiene. Levanto la vista y veo el semáforo en rojo.

– ¿Sucedió algo malo? –pregunta Becca.

– Creo que sí. –murmuro. –Todo está mal. Soy una terrible persona.

– Tranquila. Cuando regresemos de arreglar el problema con la mercancía, estoy segura de que se arreglaran muchas cosas.

– Eso espero, Becca.

Mi prima sigue conduciendo hasta llegar al aeropuerto. Bajamos del auto con nuestro escaso equipaje, entramos en el enorme lugar y nos vamos directamente a la zona en la que nos corresponde. Apenas pasan tres minutos desde que llegamos y nos llaman para abordar. Todo pasa de forma automática. Entregamos los boletos, subimos al avión y esperamos a que despegue.

Becca se distrae con una revista, mientras que yo no puedo sacar de mi mente a Niall. Sé que aún nos espera. Sé que tratará de llamarme, así que apago mi teléfono. Sé que irá a buscarme a la empresa, y no habrá nadie. Sé que se ilusionó un poco más, y eso me hace sentir aun peor.

El roce de sus labios aun arde sobre los míos, el toque de su mano sobre mi espalda aun quema. Su aroma aun invade mi nariz. Su mirada aun cala en mi cabeza. Sus palabras resuenan en mis oídos.

"Te estaré esperando"

¿Qué me estás haciendo, Niall Horan?

Continue Reading

You'll Also Like

114K 9.1K 45
Nueva York sin dudas es la ciudad que no duerme, y sus ciudadanos no se alejan de tal teoría. Esta historia se comprueba gracias a la joven Lauren y...
738K 30.3K 30
Enamorarse por primera vez es la mejor experiencia que todos pasamos. Reír, llorar, besar, abrazar, unas de las tantas cosas que hacemos. Katerina...
514K 51.7K 63
Louis va como castigo a un campamento militar, y quizá no deba llamarlo castigo cuando conozca a uno de los soldados, uno de ojos verdes y cabello la...
996K 75.1K 63
Amores Tentativos #1 Una ex asesina. Un teniente. Un veneno lleno de deseo. El mundo siempre ha estado lleno de maldad, eso es algo que siempre ha sa...