Viaje Inesperado [N.H.]© Part...

By Vale_H13

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¿Qué sería de tu vida si cambiara de pronto? ¿Si tuvieras que alejarte de tus amigos? ¿Si tuvieras que dejar... More

Prólogo
1. Nervios y futuro trabajo.
2. Disculpas y lágrimas.
3. ¿Lista?
4. La despedida.
5. Bienvenida a Londres.
6. ¿Casa sola?
7. ¿Pizza, charla y explicaciones?
8. Idiota, voluble y arrogante.
9. Hasta luego, Horan.
10. Universidad, maletas y llamadas.
11. Cena y prisas.
12. No vuelvas a hacer eso.
13. Compras de último momento.
14. Primer día de clases.
15. Nuevos amigos
16. Queso.
17. ¡¿Mi novio?!
18. Galleta de la fortuna.
19. ¿Me darías una oportunidad?
20. Helado nocturno y notas musicales.
21. Hot cakes y tocino.
22. Melodías e instrumentos.
23. Experimento.
24. ¿Celos?
25. Pésima mañana.
26. ¿Quieres jugar?
27.1 Fiesta en casa de Adam: ¿Por qué me besaste?
27.2 Fiesta en casa de Adam: Noche de tragos y lluvia.
28. Descansa, princesa.
29. Una pequeña travesura.
30. ¡Tarde de compras!
31. Niall + Niños + Helado
32. Partituras y más.
33. ¿Un helado?
34. Recuerdos.
35. ¿Nos conocemos realmente?
36. Mas contenta y distraída que de costumbre.
37. ¡Vamos al Karaoke Music!
38.1 Karaoke Music: ¡¿Por qué?!
38.2 Karaoke Music: ¿Biscocho irlandés?
38.3 Karaoke Music: El fin de una gran noche.
39. Muy linda sorpresa.
40. Veinte preguntas.
41. Ahora si son buenas noches.
42. Un gran, gran problema.
43. Una noche llena de sorpresas.
44. Huyendo.
45. Largo día en la universidad.
46. Y el día continúa.
47. Solo un par de días.
48. ¿Es una broma?
50. El regalo perfecto.
51. Encuentro.
52. Regreso.
53. Te necesito, mamá.
54. También me encantas.
55. Apolo.
56. Suspendida.
57. Niall + Mamá = ¿Cariño?
58. Tienda de mascotas.
59. Zayn Malik.
60. Mis amigos, mi familia.
61. Casa llena.
62. Noche de fiesta.
63. Fatídica mañana.
64. Una explicación.
65. Engaño.
Extra.
66. Declaración.
67. Propuesta.
68. ¡¿Dos en una noche?!
69. A tu lado. (Final)
SEGUNDA TEMPORADA
NUEVA PARTE

49. Un pequeño recuerdo.

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By Vale_H13


El silencio se instala a mí alrededor de forma brusca e instantánea.

Tres pares de ojos me miran atónitos, mientras que la persona del par de ojos restante se queda en su lugar, jugando con un bolígrafo entre sus manos como si nada de lo que pasa le importase. Yo solo siento que, a pesar de haber dejado salir de mi cabeza todo lo que acabo de contar, aún sigue ese peso sobre mí y esa incertidumbre de aun no saber qué hacer, de que el mundo siga girando y yo aún no pueda reaccionar, de no saber cuál es el siguiente paso.

Apenas llegué de la empresa, las chicas comenzaron con su bombardeo de preguntas, que si que era lo que me pasaba, que me veía muy pálida, que si tuve problemas con alguien... No les paraba la boca. Así que les conté todo lo sucedido con Niall esta mañana.

Estoy consciente de que recibiré un gran sermón de parte de Andy o de Becca. Me dejo caer sobre la enorme silla de piel detrás del escritorio, esperando a ver quién de las cuatro personas aquí presentes reacciona primero.

Andy está de pie frente al escritorio, mirándome de forma atónita y sorprendida, sé que le emociona la idea de que algo ocurra entre Niall y yo, pero también sé que no sabe cómo actuar, debido a mis diferentes formas de reaccionar ante todo. Emily y Pam están sentadas en la pequeña salita de la oficina, con todos los bocetos sobre la mesita de centro, ambas con la misma expresión en sus rostros, parecen sorprendidas y también parece que ninguna imaginaba que Niall algún día dijera todo eso, al igual que yo, así que se quedan en silencio observándome. Y por último está Becca, quien está sentada frente al escritorio jugando con un bolígrafo blanco que lleva el nombre de la empresa en letras doradas, solo está en silencio sin esperar nada, como si lo que acabo de contar hubiera sido el cuento de los tres cochinitos, totalmente desinteresada.

– Y luego tú... –habla Emily desde su lugar, dándome la oportunidad de seguir con mi relato y dándole a las demás un poco de tiempo para reponerse.

– Y luego yo salí de ahí.

– ¿Qué? –murmura Andy, frunciendo su perfecto cejo.

– Salí corriendo de ahí. –respondo de nuevo, tratando se sonar tranquila.

Pam alza sus cejas de forma sorpresiva, mientras que Em y Andy me miran confundidas. Becca levanta su vista hacia mí.

– Espera, ¿estás diciendo que no le respondiste nada? ¿Te fuiste así nada más? –pregunta Becca, y creo ver un atisbo de enfado en su expresión.

– No sabía que decir, ni nada... Me quedé completamente en blanco. –respondo en defensa, y siento como la desesperación comienza a crecer de nuevo en mí.

– ¿Por qué lo habéis hecho? –pregunta de nuevo.

– Ya te lo dije, me quedé...

– No. –me interrumpe. –Quiero saber la verdad. Creo que todas aquí sabemos que sientes algo más que atracción por ese chico. ¡Fue un momento perfecto para que aclararais las cosas con él! ¡Para que aclararas tus sentimientos tan raros y desordenados que tienes!

– Becca, no creo que haya sido...

– No lleves más la contraria, Abbigail. No creo que seas tan estúpida como para no saberlo. Se ve a kilómetros que a ese chico le importas y que te quiere. No sé hasta qué punto de la vida le vas a dar la oportunidad a él y te la vas a dar tú.

– Suena fácil, ¿no? –respondo con una sonrisa irónica, mientras siento el coraje y la desesperación correr por mi sangre. –Pues para mí no es tan fácil como te lo pinta tu cuento de historias rosas y finales felices, Rebecca.

– Entonces hay algo que yo no sé, porque está perfectamente claro que ustedes sienten algo más que simple atracción física, algo más que cariño, y no veo que es lo que pueda salir mal.

– Yo no soy para él, ni él para mí. Así de simple. ¿No te puedes conformar solo con eso?

– ¿Acaso crees que me chupo el jodido dedo? Explícame como es que él no puede ser para ti, y aun así tú estés regando la baba por él.

– Es un maldito arrogante y egocéntrico. Es un mujeriego de primera, de ligues de una noche y chicas por doquier. Tiene secretos, nadie quiere decirme de que se trata aquello que hace por las noches unas cuantas veces a la semana, ni siquiera él me tiene la suficiente confianza como para contármelo, y eso... me preocupa de sobremanera, porque siento que es algo malo y no quiero que nada le pase. No puedo tenerle confianza, no sin sentir que algo me oculta o que me puede ocultar lo que sea cuando le plazca.

Becca se queda en silencio por un momento, mientras me observa detenidamente casi sin parpadear. Su mirada me pone más ansiosa y nerviosa de lo que ya estoy. Y por más que pueda, por más que haya dicho lo que tenía por decir, la incertidumbre y la desesperación no me abandonan. No puedo encontrar una salida, una liberación que me permita vivir en paz, sin tener que sentir todo esto que estoy sintiendo, todo esto que solo me confunde más y más, alejándome de cualquier posible respuesta, de cualquier posible solución a mi vida tan complicada.

– ¿Y tú? –pregunta Becca, con tono tranquilo sin siquiera moverse un poco de su lugar. – ¿Tu por qué no eres para él? –oh, oh.

Y siento como la atención de las presentes se hace de nuevo pesada sobre mí. Yo solo me encojo en mi lugar, tratando de maquinar algo de forma rápida que me saque de aquí, pero nada viene a mi mente.

Becca no sabe nada de lo sucedido con Erik. Y no sé a quién querrá matar primero: a mí por no haberle contado, o al maldito de Erik por lo que me hizo.

– No... yo no... No lo sé. Supongo que porque no soy lo suficiente para él, teniendo en cuenta a las chicas tan bellas con las que ha salido. –respondo rápidamente con lo primero que se me ocurre.

– ¿Sabes? Tampoco creo que tengas una mente tan cerrada como para ponerte a comparar aquellas chicas contigo. Tú no eres así. Tú ves al resto del mundo como uno más, uno que destaca entre tantos, pero sigue siendo uno más en el mundo. Así que no te creo esa chorrada de "es que ellas están más buenas que yo". O sea, por favor, primita.

Si, esto cuenta como desventaja de tener una prima como Becca, no siempre es bueno que te conozcan tan bien, a veces más que tú a ti misma.

Tomo todo el aire que mis pulmones me permiten y lo suelto en un largo y pesado suspiro. Aquí vamos...

– En el instituto conocí a un chico, se llamaba Erik. Nos hicimos amigos muy rápido y comenzamos a salir. Él era el chico más maravilloso y encantador que había conocido. Para mí era lo mejor que había conocido en mi corta experiencia con los chicos. Simplemente me dejé llevar por sus atenciones conmigo, me encariñé demasiado rápido. Él nunca dejó de tenerme bien atendida, ni me trataba mal. Así que dejé que eso del amor me entrara un poco y terminé enamorándome del tipo, confiada, o cegada, de que todo seguiría igual y de que él no me haría daño. Y luego vino la gran decepción, como tenía que ocurrir, supongo. El tipo realmente era un completo patán que solo jugaba a desvirgar a más chicas que sus amigos. –siento como mi garganta se hace pesada con solo el recuerdo de aquello, pero me las arreglo para continuar. –Me dejó sola en la habitación de un hotel. Él... no tuvo cuidado, Becca. Me lastimó mucho, de muchas formas. Me dejó destrozada física, mental y emocionalmente... Le había dado todo, le di amor, le di mi confianza, le di todo lo que yo tenía para ofrecer, y eso solo me hizo que me sintiera aún más miserable y patética de lo que ya era por haber caído con él. Yo... no he podido estar con alguien más después de él. Siento que cualquiera puede jugar conmigo como lo hizo él, que cualquiera que se acerque a mi puede hacerme daño como él lo hizo y créeme que yo no podría soportar algo así de nuevo.

Las lágrimas no tardan en cubrir mis mejillas, surcando caminos húmedos sobre ellas. Ligeros temblores se apoderan de mi cuerpo, pero no quiero parar, ya no quiero seguir sintiéndome tan frágil, como si cualquier cosa pudiera tirarme abajo y derrumbarme para ya no levantarme más. Ya no quiero eso.

– Abby... ¿Por qué no me lo contaste? –pregunta Becca, en un murmuro bañado en angustia. No quiero mirarla a los ojos y ver su lástima , ver como se compadece de mí.

– No es algo muy lindo como para andar contándolo por ahí. –respondo con mi mirada sobre mi regazo, donde juego un poco con mis dedos, tratando de calmar mi nerviosismo. –Solo se lo había contado a Nat y a Ted, y solo fue porque alguien tenía que ir a recogerme de aquel hotel y los llamé. Ni siquiera mamá lo sabe, y sabes bien que todo le cuento a ella. Imagina el grado de humillación que yo misma me tenía. –hago una pausa para recuperar mi compostura un poco.

Llega a mí el recuerdo de aquellos días que estuve encerrada en mi habitación fingiendo una infección estomacal, cuando en realidad estaba guardando reposo por recomendación de mi ginecóloga. El recuerdo de las pesadillas donde aparecía él y todas sus falsas palabras de amor. El recuerdo de lo peor que he pasado en lo que llevo de vida.

Esto no me puede seguir afectando. Tengo que superarlo ya o ya. Tomo una gran cantidad de aire y suspiro lentamente.

– Espero que con todo esto puedan entender el por qué no puedo estar con Niall, ni con ningún otro.

El silencio sigue reinando dentro de las cuatro paredes de cristal que nos rodean. Ni siquiera tengo el valor de levantar la vista y enfrentar las miradas de las chicas.

Unos ligeros golpes en la puerta hacen que suelte el poco aire que guardan mis pulmones. Creo que es una bendita interrupción en este momento. Seco rápidamente mis lagrimas con el dormido de mi mano.

– Adelante. –respondo desde mi lugar. La puerta se abre y Hannah entra con una carpeta entre sus manos.

– Señorita White, traigo buenas noticias para usted. –dice con una sonrisa, caminando hacia el escritorio y me entrega la carpeta cuando ya está frente a mí.

¿Ahora qué? No creo que papeles para firmar sea una muy buena noticia, se supone que Niall se encargaría de todo eso. Abro la carpeta y mi atención es captada por completo al leer el nombre de la industria textilera que nos surte desde Italia. Es la invitación oficial y el pase para dos personas a la gala benéfica de la industria, más una reservación a mi nombre en el mejor hotel de Florencia, como disculpa por la invitación de último momento. ¡Esto es asombroso! ¡Al fin algo bueno comienza a suceder! No puedo evitar sonreír de lado a lado. También me encuentro con el boleto de avión, en primera clase, saliendo mañana a las diez quince de la noche. Creo que Hannah se merece una recompensa.

– ¡Esto es estupendo! Creo que no pudo irnos mejor. –digo con evidente felicidad.

– ¿De qué trata? –habla Becca. Bien, creo que ya es tiempo de contarles mi pequeño problema y mi plan para resolverlo.

– Ocurrió algo, pero no podía contárselos. –cierro la carpeta y levanto la vista para mirar a todas las presentes, quienes me miran con cautela. –Les contaré esto, pero no quiero que pon ningún motivo se lo cuenten a nadie. Hannah, aun no te vayas. –digo cuando veo que hace por retirarse discretamente como de costumbre. –Te necesito aquí, ya que sabes de que va. –ella se queda de pie cerca de la puerta, mientras que las demás se quedan a la espera de que hable. Esto tiene que quedarse aquí, necesito a todos mis testigos juntos. –Hubo un problema con la exportación de textiles. Nuestro material es importado desde Italia, por su gran calidad de telas. Empezaron a haber manifestaciones debido a las nuevas reformas laborales que ha habido en diferentes partes de Europa, haciendo que esto nos afectara, ya que nuestra mercancía pasa por algunas empresas que se encargan de la verificación de calidad y otras más de telecomunicaciones y transportes, antes de llegar a Detroit, que es de donde nos mandan directamente nuestra mercancía a White Things en Nueva York y una parte aquí a Londres. Resultado: todo está estancado debido a estas manifestaciones. Así que para resolver esto, viajaré a Italia para reunirme con el presidente de la industria textilera para pedirle nuestra mercancía evitándonos todo este problema de transporte.

Nadie habla. Parece que hoy es el día de "todos quedémonos en silencio después de que Abbigail hable". Logro ver en el rostro de Becca como maquina todo en su mente. Debe de estar pensando algo bueno, o puede que aún no entienda y esté tratando de reunir todo. Andy frunce el ceño y levanta la mirada.

– ¿Y cómo piensas traerte toda la mercancía, sweetness? En dado caso de que tu plan funcione, claro.

– Eso es algo que aún no tengo resuelto. Pero si es necesario traerlo en el equipaje del avión, lo haré.

– Oh, sweetie... ¿Y cómo es que verás al presidente de esa industria?

– El sábado habrá una gala benéfica, donde él es el principal benefactor a la causa del evento. Al parecer es socio de la persona que organizó la fiesta.

– ¿Sábado? ¿Este sábado? –dice Becca, aun asimilando todo lo que sale de mi boca.

– Sí. Entre más pronto pueda encontrarme con él, mejor.

– ¿Dónde será? –pregunta Pam.

– Florencia. Al parecer será en uno de los campos de la persona que organizó el evento.

– Supongo que, como socio, Niall ya está enterado... –comenta Becca. Oh, dios...

– Bien, para esto las necesito aquí. –tomo aire y paso mi mirada por cada una. –Niall no está enterado de esto. Dudo que tengamos el mismo proveedor, ya que él no ha comentado nada parecido. Mañana me iré por la noche y regresare tal vez el domingo por la tarde, dependiendo de cómo vaya todo. Estoy segura de que Niall preguntará por mí hasta el cansancio y tratará de sacarles información. Necesito, les ruego, les imploro, que no le vayan a decir nada. Ni una palabra. Ustedes solo digan que no lo saben y punto. Si alguna de ustedes le llega a comentar algo de donde estoy o lo que estoy haciendo, será despedida inmediatamente. –hablo con toda la seriedad que puedo expresar, destilando un poco de frialdad en mi voz. Esto va en serio. – ¿Entendido?

Todas asienten con sus ojos abiertos a tope, incluso Andy, quien tiene un destello de terror en su mirada.

– ¿Y mientras tanto que haremos nosotras? –pregunta Andy, con confusión en su rostro.

– Ustedes seguirán trabajando normal. Harán de cuenta que no saben nada de nada. Sencillo.

– Sencillo... –murmura Beca.

– Tranquila, Becca. Estoy segura de que podrás sobrevivir un día y medio sin mí. –bromeo tratando de recuperar un poco de humor.

– Pude sobrevivir un año, creo que podré con un día y medio. –responde, pero la forma en que lo dice no me convence del todo.

– Perfecto. Entonces todas de acuerdo con todo lo que se ha hablado aquí, ¿verdad? –todas asienten. –Genial, tengo que ir al ensayo, y otra noticia, no regresaré por la noche, así que si gustan, pueden retirarse apenas terminen lo esencial.

– ¿Qué? ¿A dónde irás, sweetie? –pregunta Andy.

– Me dices que te vas mañana, no te veré el sábado ni la mitad del domingo, ¿y ahora te vas hoy? ¿Podrías romperme más el corazón, primita? –dramatiza Becca. Siempre ha sido una exagerada reina del drama.

– Con el corazón de piedra que tienes, dudo que pueda resquebrajarse un poco con mi ausencia. –bromeo. –Regresaré temprano a casa, no te preocupes.

– ¿Y a donde irás? –me repite Andy, con cierta angustia en su rostro.

– Un amigo me invitó a tomar un café.

– ¿Amigo? –pregunta Pam con una sonrisita en sus labios.

– Puedes retirarte, Hannah. Gracias por esto. –levanto la carpeta donde vienen la invitación, los pases y el boleto de avión. Ella asiente y sale silenciosamente de la oficina. –Sí, hice un par de amigos del grupo de ballet.

– Uh, ¿son guapos? –pregunta Andy con una sonrisita insinuadora de las suyas.

– ¿Quién es? –dice Emily, con genuina curiosidad.

– Se llama Liam. Va en la universidad con nosotras. –solo de recordarlo, una sonrisa invade mi rostro. Me emociona el solo recordar su forma de ser tan caballerosa y educada, además de tierna y sensible. Liam es un chico lindísimo.

– ¿Liam? ¿Payne? –escucho que pregunta Emily, de nuevo. La veo fruncir su ceño, debajo de sus grandes gafas.

– Sí. ¿Lo conoces?

– ¡Claro! Es el representante del grupo estudiantil de la universidad. Va seguido a la biblioteca, es un chico maravilloso de tratar.

– Lo sé. –respondo sin evitar sonreír de nuevo como una boba. –Lo conocí a él y a su hermana, ambos están en el taller de teatro y danza. Hoy me encontré con él y me invitó a tomar un café después del ensayo.

– Vaya... –murmura Becca.

– ¿Pasa algo, Becca?

– Nada, nada. Supongo que aceptarás su oferta.

– Sí. Bueno, si ustedes pueden ayudarme aquí en la empresa mientras estoy fuera.

– ¡Por supuesto! –me dice Pam con entusiasmo. –Nosotras nos encargaremos de avanzar aquí. Es más, yo me dedicaré a confeccionarte el mejor vestido para el evento en Florencia.

– Eso suena fabuloso, Pam. Gracias.

– Yo seguiré con los bocetos, sweetness.

– Supongo que Emily y yo podremos ayudar un poco con ese montón de bocetos que aún esperan. –comenta Becca. Le ocurre algo. Su actitud cambió desde que les conté del plan en Italia.

– Ustedes son grandiosas. –tomo mi bolso y me pongo de pie, lista para salir de la empresa.

– ¿No comerás algo antes de irte? –pregunta Becca.

– Es cierto, linda, hoy solo comiste fruta en el almuerzo. –comenta Emily.

– De nuevo, solo fruta. –me regaña Andy.

– Estás comiendo muy mal, ¿sabías eso? –continua mi prima. Yo ruedo los ojos. Ya no soy una nena pequeña.

– Comeré algo después del ensayo.

– Vale. Pero si mueres de anemia, Abbigail...

– No vayas con tu dramatismo de nuevo, Becca. Suficiente tengo con el que me cargo a diario.

– Vale, vale. Te dejo entonces.

Me despido de las chicas y salgo de la oficina rumbo al ascensor, el cual va vacío. Un pequeño respiro. Apenas las puertas se cierran conmigo dentro, mi teléfono timbra. Es un aviso de mensaje de texto. Saco mi teléfono del bolso y lo leo.

"Me debes muchas explicaciones y muchas respuestas, primita."

Ay, Becca. Pulso "Responder".

"Serán mas tarde. Te quiero."

Su respuesta es casi inmediata.

"Eres una maldita por no contarme nada. Igual te sigo queriendo:)."

Las puertas de metal se abren y salgo del ascensor, entrando en el estacionamiento subterráneo de la empresa, me dirijo a mi auto, que es de la empresa, y subo en él. Estoy ansiosa por que me den mi nuevo auto. El lunes a primera hora podré ir a recogerlo, y tendré oportunidad de recorrer la ciudad e ir a donde me plazca cuando me plazca.

El mero pensamiento de mí en mi nuevo auto me conforta y me relaja un poco, haciendo pasajero mi trayecto hasta el estudio de ballet.



– Si, y luego ella solo se puso de pie y la golpeó de nuevo. –dice haciéndome soltar de nuevo una carcajada.

Liam y yo vamos caminando por la acera hasta la cafetería que se encuentra a unas dos cuadras, mientras él me cuenta algunas de sus malas experiencias en el ballet.

Por suerte el ensayo fue llevadero y tranquilo, todo va a la perfección. Maddy me saludó tan efusivamente como siempre, e incluso algunas de las chicas me saludaron también. Inclusive algunos chicos me saludan, solo el único que me incomoda un poco es el tal Zayn, me lanza miradas profundas cada que tiene oportunidad pero, eso sí, no se me ha acercado más, y tal vez sea mejor que no lo haga.

– No puedo creer que hayas hecho estallar esa discusión. –comento recuperándome de mi pequeño ataque de risa.

– Aclarando, ella no sabía bailar muy bien. Hizo mal un paso y fue a caer encima de aquella otra pobre chica. Desde entonces me da cierto pánico bailar acompañado.

– Debió de verse muy divertido.

– Luego de unos días me reí de ello. Moría de vergüenza al ser yo quien soltó a la chica.

– Yo solo tuve algunas discusiones con las chicas. Me odiaban por ser la favorita de la profesora de ballet.

– Estoy seguro de que fuiste la mejor. –me dice con una sonrisa tímida. Yo solo sonrío de regreso.

– Fue muy lindo mientras duró.

– ¿A qué edad comenzaste?

– A los siete. Recuerdo que era mi prioridad aprender todo respecto al ballet, antes de todo lo que tenía que hacer para el colegio.

– ¿Y no practicas desde...?

– ¡Uf! Desde un poco antes a mis diecisiete.

– Hace un tiempo.

– Algo así. –cinco años, bastante diría. Recuerdo que me salí de ballet para comenzar a ocuparme de mis nuevas responsabilidades como adolecente e hija de dos grandes empresarios.

Liam sigue contándome sobre sus hazañas en su trayecto en el mundo del ballet, hasta que llegamos a la cafetería. Es un bonito lugar con aire bohemio bastante cómodo, desprende un aura de calidez, haciendo que se me haga difícil no salir corriendo sobre los cómodos silloncitos individuales de terciopelo que hay frente a las mesitas distribuidas en el lugar.

Liam ordena un par de capuchinos con mocca y yo me quedo admirando el lugar. Tiene un segundo piso que se puede observar desde aquí. Veo que tiene varias repisas repletas de libros. Me gusta mucho el lugar.

– ¿Vamos? –habla Liam con vos suave y tranquila, llamando mi atención.

– Vamos.

Caminamos entre las mesitas hasta llegar a una al fondo. Liam deja los vasos sobre la mesa y tomamos asiento uno frente al otro.

¿Habrá sido buena idea haber venido? Quizás pudiera haber aprovechado un poco de tiempo para tratar de organizar en mi mente todas las cosas que aún falta por hacer. Tengo que dejar en orden la oficina, sacar justificantes en la universidad en caso de que llegara a extenderse este problema de Italia, hablar con mamá, decirle a Niall que...

Mi mente se detiene de golpe. Niall. Estoy segura de que se molestará cuando se entere de que me fui sin haberle dicho nada. Aún tenemos cosas pendientes por hablar, unas cosas bastante importantes por hablar.

Sacudo mi cabeza levemente, tratando de deshacerme de todo aquello de mi mente. No es momento de pensar en todo esto. Me distraigo observando el lugar. Es muy bonito y tranquilo.

– Lindo, ¿no? –comenta Liam con una sonrisa, haciendo que mi atención regrese a él.

– Bastante. –me gusta para uno de esos días en que necesitas alejarte del mundo cotidiano.

– Lo descubrí hace unas semanas. También descubrí que tienen el mejor té que he probado.

– Suena bien. Espero volver por aquí y tomar un delicioso té.

– Seguro que sí. –dice y bebe un poco de su capuchino. –Así que lograste escapar del trabajo. –comenta con una sonrisa.

– Algo así. –respondo sonriendo. –Hubo quien me supliera un rato.

– Eso es genial. Debes de caerle muy bien a tu jefe para que te dejara ya no regresar.

– Algo así. –repito y mi sonrisa se ensancha al recordar a mi adorada jefa. Extraño bastante a mamá.

– Y parece que también te agrada bastante. –comenta sin mucha emoción esta vez.

– Bastante sería poco. La adoro a más no poder. Es mi madre. –respondo con una sonrisa. Liam me mira sorprendido.

– Vaya. Debe de ser una suerte que tus padres sean tus jefes.

– Al menos en mi caso, sí. Aunque digamos que estamos en un momento donde yo soy mi propia jefa, así que por eso pude venir contigo hoy.

– ¿A caso eres mafiosa o algo parecido? –pregunta fingiendo terror y me hace reír con fuerza. Es increíble.

– Claro que no. –digo limpiando una pequeña lagrima que logra escapárseme a causa de la risa. –Mi mamá es dueña de una compañía de moda.

– ¿De moda?

– Sí. Tiene su propia marca. Diseñamos y creamos prendas de vestir para dama. –digo lo último con tono profesional.

– Ah, eso está mejor. No te veía de mafiosa, la verdad.

– ¿De qué me veo entonces?

– No lo sé... ¿Educación preescolar?

– ¿Me ves cara de maestra? –pregunto sorprendida. No me habían dicho eso antes, y no me molesta, sino me sorprende.

– Si, te veo relacionada con los niños. Me pareces muy tierna.

– Aww, eres un amor. Me gustan mucho los niños pequeños, pero no sé si me dé el cuidar a tantos a la vez. Se rumora que suelen volarte la cabeza.

– No mienten del todo aquellos que rumorean eso. –me dice con una sonrisa. –Pero estoy seguro de que serías muy buena con ellos. –continua y da otro trago a su café. –Entonces, ¿modista?

– Me va más la fotografía.

– ¿Qué marca es? –pregunta con genuina curiosidad.

– White Things.

– ¿White Things? ¿De ropa y accesorios? ¿Ese White Things? –la incredulidad y sorpresa tiñen su voz y rostro.

– Si... ¿Por qué?

– Maddy adora todo lo que se le relacione a esa marca.

– ¿De verdad?

– Sí. Cada vez que tenemos algún evento especial, me arrastra por todos los lugares posibles donde esté disponible esa marca. Nunca sale con las manos vacías de alguna de esas boutiques. –con solo imaginarlo detrás de la hiperactiva Madeline por todas las tiendas de ropa, me hace sonreír. Debe de ser muy buen hermano.

– Eso es grandioso.

– ¿Y solo te ocupas de las sesiones fotográficas de la empresa?

– Lo tomo como mi segundo empleo. Soy la vicepresidenta de la empresa. Mamá quería mantenerme ahí sí o sí.

– ¿O sea que tú apellido es White?

– Sí. Brooks White.

– Suena genial. Debe de ser divertido ser la jefa. –comenta de forma simple y sencilla, no de una forma en la que no le importa, sino de un modo sin morbo o conveniencia.

No puedo creerlo. De las pocas veces que no soy reconocida por mi apellido, y eso me encanta. Las personas siempre se habían acercado a mí por conveniencia, para su propio beneficio. Apenas sabían mi apellido, y no podía sacarlos sin que estuvieran fastidiando, tratando de conseguir algún contacto importante a través de mí.

Pero Liam no, él es diferente. Solo soy una persona más con su propia vida. Es tan lindo que te hagan sentir un poco normal cuando tu vida no va tan bien.

Le pregunto acerca de cómo es que quiere llegar a ser juez y me dice que porque su padre lo es. Me cuenta que su padre, cuando terminó su carrera de derecho, decidió comenzar de cero con una pequeña cadena de abogados, solo que la quería en el pueblo donde siempre vivió durante su infancia. Ahí se instaló en un pequeño despacho y contrataba a los jóvenes abogados, comenzando así con su propio bufete. Como ese pueblo no era tan grande, con la ayuda del alcalde y el comisario, fue nombrado juez. Me cuenta, con el orgullo en su mirada, que su padre siempre ha sido el mejor en su trabajo, y eso lo inspiró a seguir sus pasos.

Me hace recordar mi infancia con mamá y papá. Mi padre siempre fue mi héroe para el mundo. Cuando era pequeña y entraba en su despacho mientras él hablaba por teléfono, yo lo observaba y escuchaba todos sus planes para mejorar el mundo. Todo aquello incentivaba más a mi imaginación y, según yo, lo ayudaba haciendo planos con casas hechas de galletas o gomitas. Y hasta ahora sigue siendo mi héroe. No creo cambiar de opinión.

Y luego estaba mamá, quien siempre me hacía sentir una princesa con todos esos preciosos y únicos vestidos creados por ella. Me gustaba mucho disfrazarme de princesa.

Princesa. Papá siempre me llamaba así. Aun lo sigue haciendo, y me encanta.

La noche llega. Personas entran y salen del lugar, mientras Liam y yo seguimos contando nuestras anécdotas, conociéndonos un poco más entre risas y emociones, encantados de compartir.

Me gusta esto. Saber que puedo salir por un momento de mi realidad me hace sentir tranquila, a pesar de que afuera me esperan mis problemas, listos para cargarse de nuevo sobre mis hombros.

Cuando nos percatamos de que son cerca de las diez de la noche, decidimos salir de la bonita cafetería.

– Parece que todo el mundo se ha esfumado de pronto. –comento mirando a nuestro alrededor. Me pongo mi chaqueta, Liam también.

– Ni siquiera noté cuando el lugar se vació.

– Fue entretenido. –comento con una sonrisa.

Juntos caminamos hacia la salida, Liam frente a mí, pasando entre las mesitas, cuando de pronto Liam se detiene a un lado de la puerta. Me detengo a su lado para ver que sucede.

– Tenía mucho tiempo sin ver una de estas. –comenta Liam sonriendo. Frente a él hay una maquinita de esas a las que le echas una moneda y te da un premio. También las recuerdo.

– Casi no son frecuentes. ¿Qué tienen dentro? –me acerco a la caja de cristal para ver los premios dentro de ella. Veo pelotitas, collares, figuritas de algunos personajes, y otros que no veo muy bien.

– Veamos.

Liam mete su mano en el bolsillo de sus vaqueros y saca una moneda, la deposita en la ranura, luego gira la pequeña perilla de metal y finalmente el premio sale. Liam toma la burbuja de plástico y retira la tapa. Me siento como una pequeña al acercarme a él para ver su premio. Saca un anillo dorado con una piedrita verde en forma de corazón en el centro.

– No sé por qué me esperaba un silbato con forma de estrella. –comenta viendo el anillo.

– Es muy bonito. Creo que es mejor que el silbato. –digo sonriendo, viendo el pequeño anillo entre sus dedos.

– ¿Puedo? –pregunta tendiendo su mano, pidiendo la mía. ¿Qué? Un poco confundida, le doy mi mano izquierda. Con sumo cuidado desliza el anillo alrededor de mi dedo medio. –Sí, también creo que es mejor que el silbato. –murmura observando mi mano.

– Lo es.

– Puedes conservarlo. –me dice con dulzura, y yo levanto mi vista.

– Liam...

– Solo es un recuerdo de veinticinco centavos, Abby. –bueno, no creo que Maddy vaya a quererlo.

– Gracias, Liam. Es un muy bonito recuerdo de veinte centavos. –la ternura de su sonrisa hace que mi pecho sienta una sacudida. Liam parece un oso de peluche, lo ves y te dan ganas de abrazarlo fuerte.

Salimos del local y caminamos de regreso al estudio de ballet, donde hemos dejado nuestros autos. Maddy se fue con un par de amigas a una fiesta, así que Liam regresará en su auto.

– ¿Sabes? No te lo pregunté. –digo cuando estamos a unos metros de llegar. – ¿Por qué Maddy te lleva con ella de compras? –pregunto sin evitar sonreír. Es algo raro que tu hermano te ayude a comprar un vestido para una cena o una fiesta. Para los hombres es una lenta tortura acompañarnos cuando vamos de compras. Liam sonríe con cariño.

– Bueno, no es por falta de amigas, eso lo sabemos los dos. Sino que ella me considera la persona a la que más confianza le tiene. No a cualquiera le da el privilegio de hacer lazos de amistad tan fuertes. Y, dado a eso, digamos que yo la hago de mejor amiga con ella.

Esto me parece de lo más lindo y tierno del mundo. No cualquiera tiene la oportunidad de conocer a una persona como Liam, mucho menos de tenerla a su lado. Debe de ser un hermano excelente. Ojalá mamá hubiera tenido al menos un hijo más. Quizás, y si la suerte hubiera corrido de mi lado, me habría tocado a un hermano como Liam.

Llegamos a donde están nuestros autos y nos despedimos. La despedida no dura mucho, ya que el teléfono de Liam timbra y me dice que debe atenderlo ya que es una llamada importante.

Subo a mi auto y conduzco tranquilamente por las calles de Londres, atravesando la noche iluminada por las farolas.

No tardo en llegar a mi destino, de hecho tardo menos de lo que me habría gustado, pero el tráfico estaba bastante fluido hoy. Aparco el auto frente a la gran residencia y, apenas bajo del auto, me cruzo con Patrick, quien va saliendo de la casa.

– Buenas noches, señorita Abby. –saluda con una sonrisa, cortés como siempre.

– Hola, Patrick. ¿Ya vas de salida? – por lo que veo, no se quedará esta noche.

– Sí. Me quedé hasta tarde por si se ofrecía algo. ¿Usted necesita algo? –me dice con su tono suave y servicial.

– Nada que no sea mi cama. –respondo, a lo que él sonríe de nuevo. –Ve a descansar un poco.

– Gracias, señorita. Que tenga buenas noches.

– Igualmente, Patrick. Ve con cuidado.

– Nos vemos mañana. –me dice antes de desaparecer al final de la calle.

Mañana. Mañana. Mañana.

Mañana será un día poco bastante agotador. Camino hacia la puerta de la casa y entro en ella. No hay silencio como casi todas las tardes y noches aquí. Desde que Becca está aquí, ya casi no hay silencio y tranquilidad. El murmuro de la música se escucha desde el fondo de la casa, así que puedo asegurar que está en la sala de televisión. Camino por el pasillo, hasta llegar a la habitación, donde lo primero que veo es como sobresalen un par de piernas de forma recta sobre el respaldo del sillón. Entro en la habitación y veo a Becca recostada de cabeza sobre el cómodo sillón, mientras juega con el control remoto.

– Te darás un buen golpe en la nariz, y esas no siempre quedan tan bien en las cirugías. –bromeó para tantear su humor.

– Hasta que volviste. Creí que tendría que llamar a la policía o salir a buscarte.

– No saldrías de la habitación si tuvieses todas las golosinas que ya te comiste. –digo observando todas las envolturas. – ¿Acaso quieres tener alguna sobredosis de azúcar? ¿Cuántos de estos comiste? –pregunto mostrándole las envolturas de muchos, bastantes, y un tanto preocupantes, chocolates. Es demasiada azúcar.

– Primera: no, definitivamente dejaría que la policía hiciera el trabajo. Segunda: no creo que eso de sobredosis de azúcar exista. Y tercera: dejó de importarme después del cuarto o quinto, no sé. –finaliza sin siquiera moverse o cambiar su posición.

– ¿Qué te sucede? –ella se endereza y se sienta de forma correcta sobre el sofá.

– Sucede que ya no confías en mí. No sé qué demonios te pasa, no sé qué demonios pasa aquí, si es que la ciudad está llena de locos o solo estoy rodeada de ellos. Siento que no encajo, pero no me quiero ir aun.

– Lo siento por todo esto, Becca. No sé cómo, pero ya no está en mis manos.

– ¡Claro que sí! ¡Qué va! Eres la principal que hace que todo se mueva y esté peor o solo un poco peor. –eso fue como un "Auch" en mi pequeño corazón. – ¡Es que tú eres el problema! Y todo porque los jodidos problemas parecen caerte como lluvia previa a la tormenta. ¡Eres un jodido caos!

– ¿Y eso te molesta? ¡¿Te molesta que mi vida sea un jodido caos?!

– ¡No! ¡Me molesta que ya no quieras contarme nada! Que se lo cuentes mejor a tus nuevos amigos que a mí. –está dolida.

– ¡Eres una maldita loca! ¡No puedo creer que estés así por eso! Y creí que yo era la loca.

– Pues lo eres. Por desgracia es de familia y yo también lo estoy. –la seriedad que trata de mostrar hace que la risa brote de mis labios sin poder evitarlo, y que ella me mire de mala manera, aunque al final también se ríe conmigo. Los momentos serios casi no se le dan. No es de las personas que pueden mantener la seriedad por mucho tiempo.

– ¡Eres una maldita desquiciada! ¡Te estoy hablando en serio!

– Lo sé, lo sé. –respondo entre risas. Sé que no tardará en golpearme con lo que tenga a la mano.

– ¡¿Lo ves?! ¡No se puede nada contigo! –refunfuña con voz chillona. Y no tardo en sentir un cojín contra mi cabeza.

– ¡Auch! Si intentas sacarme el cerebro por un oído, no podré contarte nada.

– ¿Me lo contarás? ¿Todo? –pregunta incrédula, sin gritos. Si esa es la forma en la que se puede quedar tranquila...

– Pregunta.

Me siento en el sofá a su lado y me acomodo, preparándome para todo el interrogatorio al que me enfrento. Espero que su cuestionario termine pronto, porque de verdad necesito dormir.

– ¿Por qué no habías dicho nada del problema de exportaciones?

– Mamá y yo lo estuvimos comentando. Pensamos que si no hacíamos mucho revuelo sobre esto, sería más fácil sobrellevar y resolver.

– ¿Por qué no lo comentaron con la empresa socia?

– Por lo mismo. Además de que las cosas que pasen con nuestra empresa, son nuestro problema, no de los demás.

– Las mismas ideas tan individualistas. –susurra. –Eso quiere decir que, aunque sean amigos, ¿no le comentarás nada a Niall?

– No. No tengo por qué hacerlo. Lo haré en algún momento, pero será después de resolver esto.

– ¿Qué te traes con el tal Liam?

– Nada, apenas comenzamos a conocernos. Es un chico lindísimo.

– ¿Saldrás con él? De novios y eso.

– No lo sé, Becca. Te estoy diciendo que apenas nos conocemos. ¿Otra pregunta?

– Mmm... No, es todo por ahora. –bendito el cielo.

– Gracias a dios. ¿Ya cenaste?

– Comimos cuando llegué.

– ¿Comimos? –mi corazón se acelera con solo imaginar que él puede estar aquí en casa.

– Si, la señora Morrison nos preparó un delicioso espagueti.

– ¿Comiste con Niall?

– Sí. Llegó como a las ocho. Pero se fue hace menos de una hora. –oh, no. La desilusión me inunda, pero consigo seguir con mi expresión impasible.

– ¿Dijo a donde iría?

– No. Solo dijo que no lo esperáramos despiertas.

Demonios. Se fue de nuevo a su secretito de media noche. Me intriga saberlo, pero ya no estoy muy segura de querer hacerlo. Puede que sea algo tonto sin importancia, pero puede también estar en algo peligroso. Puede estar bien, pero puede correr algún riesgo de que algo malo le pueda suceder.

Esto es demasiado.

Necesito dormir, que mi cerebro descanse un poco de todo. Es demasiado para un solo día.

– Bien, iré a dormir. Me muero de cansancio.

– De acuerdo. ¿Salimos mañana a almorzar?

– Por supuesto. Hasta mañana, Becca. –me despido poniéndome de pie.

– Descansa, Abbilú.

Salgo de la sala de televisión y me dirijo a las escaleras, subiendo los escalones con pesadez. Mañana será un día bastante ajetreado. Tengo que preparar y dejar todo listo antes de la salida de mi vuelo.

Pobre Becca. No merece que la deje de lado como lo he estado haciendo. Ella viene de terminar mal en una relación y yo solo la hago a un lado. Debo de dejar de pensar solo en mis problemas. Me consumen por completo.

Mañana le preguntaré a Becca si le gustaría acompañarme al evento en Florencia. Una distracción no le cae nada mal a nadie.

Entro en mi habitación y tan rápido como me pongo mi pijama, ya estoy debajo de las sabanas, saboreando la tranquilidad del silencio a mí alrededor, cayendo dormida casi al instante.

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