Viaje Inesperado [N.H.]© Part...

By Vale_H13

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¿Qué sería de tu vida si cambiara de pronto? ¿Si tuvieras que alejarte de tus amigos? ¿Si tuvieras que dejar... More

Prólogo
1. Nervios y futuro trabajo.
2. Disculpas y lágrimas.
3. ¿Lista?
4. La despedida.
5. Bienvenida a Londres.
6. ¿Casa sola?
7. ¿Pizza, charla y explicaciones?
8. Idiota, voluble y arrogante.
9. Hasta luego, Horan.
10. Universidad, maletas y llamadas.
11. Cena y prisas.
12. No vuelvas a hacer eso.
13. Compras de último momento.
14. Primer día de clases.
15. Nuevos amigos
16. Queso.
17. ¡¿Mi novio?!
18. Galleta de la fortuna.
19. ¿Me darías una oportunidad?
20. Helado nocturno y notas musicales.
21. Hot cakes y tocino.
22. Melodías e instrumentos.
23. Experimento.
24. ¿Celos?
25. Pésima mañana.
26. ¿Quieres jugar?
27.1 Fiesta en casa de Adam: ¿Por qué me besaste?
27.2 Fiesta en casa de Adam: Noche de tragos y lluvia.
28. Descansa, princesa.
29. Una pequeña travesura.
30. ¡Tarde de compras!
31. Niall + Niños + Helado
32. Partituras y más.
33. ¿Un helado?
34. Recuerdos.
35. ¿Nos conocemos realmente?
36. Mas contenta y distraída que de costumbre.
37. ¡Vamos al Karaoke Music!
38.1 Karaoke Music: ¡¿Por qué?!
38.2 Karaoke Music: ¿Biscocho irlandés?
38.3 Karaoke Music: El fin de una gran noche.
39. Muy linda sorpresa.
40. Veinte preguntas.
41. Ahora si son buenas noches.
42. Un gran, gran problema.
43. Una noche llena de sorpresas.
44. Huyendo.
45. Largo día en la universidad.
46. Y el día continúa.
47. Solo un par de días.
49. Un pequeño recuerdo.
50. El regalo perfecto.
51. Encuentro.
52. Regreso.
53. Te necesito, mamá.
54. También me encantas.
55. Apolo.
56. Suspendida.
57. Niall + Mamá = ¿Cariño?
58. Tienda de mascotas.
59. Zayn Malik.
60. Mis amigos, mi familia.
61. Casa llena.
62. Noche de fiesta.
63. Fatídica mañana.
64. Una explicación.
65. Engaño.
Extra.
66. Declaración.
67. Propuesta.
68. ¡¿Dos en una noche?!
69. A tu lado. (Final)
SEGUNDA TEMPORADA
NUEVA PARTE

48. ¿Es una broma?

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By Vale_H13


La semana comenzó a transcurrir, haciéndose pesada con cada día que pasaba.

Luego de que Becca y yo nos quedáramos en casa con Niall, decidí seguir evitándolo. No porque no quiera que me hable, sino porque yo aún no tengo nada por decir, no sé cómo enfrentarlo en una manera que aparente que todo sigue como si nada hubiera pasado desde aquella noche. Pasó, y mucho.

La mañana siguiente desperté antes que todos, Lorane apenas venia llegando para cuando yo ya iba de salida. Me pidió que me quedara a que me cocinara algo para no irme sin desayunar, pero era pérdida de tiempo y me arriesgaba a que Niall se levantara cuando aún no me iba. Así que por las mañana evito a Niall yéndome con el estómago vacío.

En la universidad lo evito en las clases, yéndome a mis clases de artes plásticas, y cuando no estamos en clase, que me ve en cualquier otro lugar en compañía de alguien más, toma su distancia, pero no me pierde de vista.

Mis tardes siguen igual de atareadas: de la universidad a la empresa, de la empresa al ensayo, del ensayo a la empresa y finalmente a la casa de Horan.

En la empresa va todo bien y en orden, los bocetos son cada vez menos. Por suerte, Hannah logró conseguirme una entrada al evento en Italia, aunque tuvimos que hacer una aportación voluntaria, o sea una donación, para que nos dieran el pase. Era una donación partir de diez mil libras, y mamá me permitió que hiciéramos una donación de veinte mil. El evento será en Florencia, el sábado por la tarde, así que el viernes, saliendo del ensayo del recital, me iré al aeropuerto para tomar el vuelo a Italia. Aún estoy muy nerviosa y ansiosa. Solo espero que todo vaya bien y que logremos obtener nuestra mercancía lo más pronto posible.

Hoy es jueves, y me encuentro en los últimos minutos de mi clase de dibujo artístico, ansiando a que suene el timbre para tomarme libre el siguiente periodo.

Por suerte, los profesores han comprendido mi situación, y gracias a eso me he convertido en la nueva favorita del profesor Higgins. Raro. Bastante raro. Lo que quiere decir que Adam ya no es el favorito de Higgins. Y hablando de Adam...

Digamos que todo terminó entre él y Emily. Cuando Andy y yo le contamos a Emily lo que vi en la reunión en el Karaoke Music, bueno, no lo tomó tan mal. Resulta que cuando ella fue al baño esa noche, Adam y una morena muy guapa iban bajando el piso de arriba y entraron al baño de caballeros. Asco. Nunca creí que Adam fuera de esos chicos. Así que ahora nadie sale con nadie. ¡Que viva la soltería!

– Nos vemos más tarde, sweetie. –se despide Andy, al sonar el timbre.

– Claro. Adiós, Andy.

Nos separamos al salir del edificio, él se va rumbo a la biblioteca y yo tomo camino hacia los jardines del campus. No quiero pensar en nada. Y no lo hago. Sigo caminando sin ningún objetivo, solo admirando los bonitos arbustos y grandes árboles con sus hojas amarillas y doradas, hasta que llego al final de los jardines. Frente a mí se extienden los grandes campos de deportes. El primero es el campo de béisbol. Me acerco a las gradas y me siento en el segundo escalón.

No sabía que la universidad era tan grande. No había tenido oportunidad de venir por acá, los partidos de Louis suelen ser en el campus de la gran Cambridge, no aquí. Supongo que porque esta solo es la extensión de la universidad, además de que aquel lugar es enorme.

– ¡Abbigail!

Gritan mi nombre y me giro de inmediato al escuchar la angustia en aquella voz. Mi mirada se fija en la figura de aquel chico que viene corriendo hacia donde estoy, pero esta vez no veo una sonrisa en su rostro.

– ¿Louis? –llega hasta mi con su respiración agitada y cansada.

– Creí que no te encontraría. –dice tomando una gran bocanada de aire.

– Aquí estoy, ¿Qué sucede?

– Niall... –responde agitado.

Un escalofrío recorre mi cuerpo, dejando un sudor frio a su paso, mientras siento que todo a mí alrededor se detiene. Oh, dios...

– ¿Niall? ¿Qué tiene? ¿Dónde está? –la ansiedad tiñe mi voz y mil escenarios pasan por mi cabeza. Por favor, que no le haya pasado nada.

– Está en la enfermería.

Me pongo de pie tan rápido como si hubiese tenido resortes en el trasero. Tengo que verlo. Ya.

Me aferro a mi bolso y atravieso los jardines al punto de casi correr. Tengo que verlo. Tengo que estar con él. Oh, por favor, que esté bien. No sé qué pasaría si algo malo le sucede.

Llego hasta el edificio administrativo y corro por el pasillo hasta el fondo donde se encuentra la enfermería. Pareciera que por un momento el pasillo se alarga y la puerta se aleja de mí. Tengo que llegar a él.

Me detengo en seco cuando estoy frente a la puerta. No tengo idea de cómo lo encontraré, y me da miedo verlo. Quizás se haya metido en una pelea y esté todo golpeado. O quizás algo le cayó del cielo, le rompió la cabeza y está todo cubierto de sangre.

Oh, por dios. Ojala no sea alguna de las anteriores.

Un poco temblorosa, tomo todo el aire que me es posible. Tengo que verlo. Quiero verlo y estar con él. Temerosa de lo que me pueda encontrar del otro lado, abro la puerta.

No veo mucho, así que abro más la puerta y doy un par de pasos en la pequeña habitación. Veo una camilla con sábanas blancas e impecables y a su lado una cómoda silla color verde, a la izquierda una vitrina con marcos de madera donde se puede apreciar un muy completo botiquín, y a la derecha hay dos puertas de madera.

Nada más. Nadie más.

¿Qué? ¿Y Niall? ¿Y la enfermera? ¡¿Y Niall?!

Frunzo el ceño mientras recorro la habitación una y otra vez con la mirada. ¡¿Qué demonios está pasando?! Me adentro más para revisar esas puertas a la derecha. Esto me está asustando. Tiene que ser una maldita broma. La puerta se cierra a mis espaldas, sobresaltándome y haciendo que toda la piel se me erice por el susto.

Me giro de inmediato, solo para encontrarme con un chico con su cabello revuelto y una expresión que no desvela mucho. Pero ya he pasado tanto tiempo con él, que podría jurar que, por su mirada, tiene algo que decirme. Y no creo que sea un buen lugar ni el momento adecuado.

– Abby... –murmura mi nombre con su voz ligeramente enronquecida. Creo que no puedo respirar.

– Louis me dijo que estabas aquí. –respondo con el poco aire que logra escapar de mis pulmones. Creo que si contengo el aire, podré mantenerme firme.

Mi mente se ha quedado en blanco, así que solo me quedo aquí, a la espera de que mi cerebro reaccione y deje a mis pulmones seguir haciendo su trabajo. Solo sé que quiero saber que rayos pasa. No esperaba encontrarme con Niall de una forma tan sana y aparentemente tranquila.

Él agacha su mirada un momento y después vuelve a mirarme.

– Lo sé. Lo lamento. – ¿qué? ¿Qué demonios...? –No encontré mejor manera de tener un momento para hablar contigo. –vuelvo a fruncir el ceño y dejo salir todo el aire en un pesado resoplido.

– ¿Eso quiere decir que no te pasó nada? ¿Estás bien? –digo sin tratar de esconder mi desconcierto y mi enfado.

– No, no estoy bien. No al menos hasta que hable contigo.

– ¿Esto es una jodida broma? –su rostro se relaja, cambiando su expresión de una seria a una confundida. Doy un par de pasos hacia él, quedando frente a frente. – ¡Creí que te había ocurrido algo! ¡Eres un idiota! –dejo caer mi puño sobre su pecho, dándole un fuerte golpe seco, el cual parece no sentir mucho, ya que no se mueve.

¡No puede ser verdad! ¡Me mintió para que viniera a verlo! ¡Me preocupé mucho de verdad! ¡Sentí un horrible peso en el estómago! Y él viene aquí, con la tranquilidad del mundo, a decirme que necesita hablar conmigo. ¡Eso no se hace!

– Quería hablar contigo.

– ¿Y no puedes esperar a que nos veamos en casa?

- ¿En qué momento, Abbigail? ¿Cuándo estés tratando de evitarme o cuando llegues exhausta? –el aire que apenas logré recuperar sale de mis pulmones y siento que mi cuerpo pierde la fuerza. Oh, demonios. – ¿Crees que soy tan idiota como para no darme cuenta de que lo has estado haciendo a propósito? –resopla con una sonrisa irónica. Esto no pinta bien.

Retrocedo un par de pasos, porque siento que necesito recuperar mi espacio, que necesito respirar para lo que viene.

– He estado demasiado angustiado y jodidamente desesperado. Es tan malditamente frustrante no saber qué pasa con... ¡Con todo! ¡Quiero saber cómo estás y no puedo porque tú no me dejas! ¡No me permites hacerlo! –la desesperación inunda su expresión y su mirada se aleja de la mía.

Esto está mal, siento que está mal. Creo que todo se está saliendo un poco de control, al menos más de lo que debería. Ni siquiera sé exactamente en qué momento comenzó a complicarse todo.

Niall pasa su mano por su cabello en un gesto desesperado para recuperar el aire, y es donde me doy cuenta de que tiene unas manchas de sangre en sus nudillos.

– ¿Qué te sucedió? –la pregunta sale de mis labios sin siquiera pensarlo. Me mira confundido y yo le señalo su mano.

– Creo que golpeé muy fuerte el muro de afuera. –suspira pesadamente. Creo que ninguno de los dos la está pasando bien.

– Ven aquí.

Me acerco a él, lo tomo de su muñeca y lo dirijo a la camilla. No puedo seguir con esto, mucho menos si veo que se ha hecho daño. Me giro hacia el gran botiquín de cristal y madera. Saco unas motitas con alcohol y un par de gasas húmedas. Con esto debe de bastar, no creo que pase de un par de raspones. Para cuando me vuelvo hacia Niall, él ya está sentado a la orilla de la camilla.

– ¿De verdad vas a hacer esto? –me pregunta y noto su tono más relajado. Eso es bueno.

– Claro. Además no es grave. No creo que se te vayan a salir los intestinos por un par de raspones. –digo tomando su mano con la mía para examinar sus nudillos. Y confirmo que no me equivocaba.

– ¿Y por qué lo haces entonces? –pregunta con genuina curiosidad.

– Es bueno preocuparse de vez en cuando por los demás. –tomo una de las motitas con alcohol para comenzar mi tarea. –Arderá un poco, ¿de acuerdo? –él asiente en silencio.

Paso con cuidado la bolita de algodón por el primer nudillo, limpiando y curando. Y así lo hago con los tres nudillos restantes, haciendo que los cuatro queden de un color rojizo. Por último, comienzo a pasar una gasa humedecida con agua para quitar el alcohol de su piel y así no le arda más. Debe de estar mejor.

– Gracias. –murmura cuando voy por el segundo nudillo.

– No es nada. No creo que la pared haya sido la culpable de lo que sea que hayas hecho.

– Aun quiero que hablemos. –eso ya no me agradó mucho. –Y si tú no quieres hablar, pues tendrás que escucharme.

No respondo, solo sigo con mi tarea de seguir frotando con cuidado sus nudillos con la gasa. Tomo una gran cantidad de aire, esperando que si mis pulmones están llenos, puedan ayudarme a mantenerme de pie.

Presiento que no será algo muy bueno lo que me dirá. Quizás es algo como que no puedo seguir viviendo en su casa por lo que sucedió aquella noche, o algo como que es mejor que mantenga cerrada mi boca y no trate de decir nada de lo sucedido, o que simplemente olvide aquella noche. Sería lo mejor para los dos.

– Bien. –suspira. –Eres una chica estupenda, y me he dado cuenta de ello desde el día en que te conocí. Eres una gran persona que, aunque puede transformarse en un mini demonio en menos de tres segundos cuando se enfurece, tienes un corazón amable y bondadoso. Y lo que te hace mejor es que logras soportar todas las estupideces que hago y digo, y tengo que agradecer eso y que aun así te quedes conmigo. Yo... –se detiene de pronto, pero yo no levanto mi vista de su mano, solo la sigo sosteniendo mientras limpio torpemente. Que lo diga de una vez, para así ya irme y desaparecer de su vida. Es lo mejor. –Yo no sé cómo agradecerte eso y aún más lo que has hecho. Gracias a ti, logré darme cuenta de unas cosas y conocer otras. Y... me has hecho sentir cosas que no había experimentado desde hace mucho tiempo. Has hecho que sienta más allá de lo que he sentido alguna vez...

Mi estómago se contrae y mis ojos comienzan a picar, mientras mi garganta arde y se hace pesada. Quiero hablar para decirle que se detenga, que no es necesario que diga todo eso y tampoco que continúe. Pero el nudo en mi garganta parece estar asfixiando mis cuerdas vocales, porque de mis labios no sale sonido alguno. No quiero que siga. No puede estarme diciendo todo esto. No. No tiene por qué hacerlo. No... no quiero que lo haga.

– Abby... creo que me estoy enamorando de ti.

La gasa resbala de entre mis dedos, cayendo en algún lugar cercano.

Por un instante no sé dónde cae la gasa, no sé dónde estoy, ni como estoy vestida, no sé lo que me rodea. No lo sé, no lo siento. Solo sé que sus palabras se repiten una y otra vez en mi mente.

"Abby, creo que me estoy enamorando de ti..."

Es algo que no me esperaba. No de esta forma. No de él. Y no reacciono, no sé qué hacer.

Hasta que el miedo comienza a invadirme y se apodera de mí. Muchas cosas llegan a mi cabeza, y no sé qué es lo correcto, no sé a qué hacerle caso, no sé cuál es el siguiente paso. Así que corro.

Salgo de la enfermería dejando a Niall atrás, pronunciando mi nombre una y otra vez, pero no me detengo. Salgo del edificio y me pierdo entre los demás edificios que lo rodean. Sigo corriendo sin rumbo fijo, sin saber a dónde voy ni en donde pararé. Siento que mi corazón late en mi garganta y en mis oídos. Y no es hasta que choco con alguien cuando me detengo.

– Hey, espera. ¿Estás bien? –la voz del chico llega a mí y me hace reaccionar.

Parpadeo un par de veces e inspiro hondo tratando de tranquilizar mi respiración agitada. Y por fin me doy cuenta de lo que sucede. Levanto mi vista y unos bonitos ojos dulces me miran con preocupación, mientras me sostiene de mis brazos con firmeza y cuidado a la vez.

– Liam...

Y es mi salvación en este momento. Es quien me puede ayudar a no caer más e impedir dejarme llegar al límite de mi desesperación. La ansiedad y la impotencia me inundan, llevándome a tal punto de sacar un par de lágrimas de mis ojos.

Ya no quiero seguir con esto. Necesito desahogarme. Necesito hablar, sacar de mi cabeza y de mi ser todo lo que siento, todo lo que me tortura.

Siento como Liam, sin decir una palabra, me acerca a él hasta estrecharme entre sus brazos. Y yo me relajo por un momento, dejando caer mi cabeza sobre su firme pecho. Logro tranquilizarme un poco con su suave respirar y el fresco aroma de su loción. Simplemente no quiero perder este instante de paz que me ha caído como pan del cielo.

– Ven aquí, pequeña.

Me retira suavemente de su pecho. La comodidad y tranquilidad que sentía es reemplazada por la vergüenza. Oh, dios. Pobre Liam, no tenía por qué haberme visto así.

– Lo lamento tanto...

– Shh, no digas nada. Vamos.

Pasa su brazo alrededor de mi cintura y juntos caminamos mientras él me dirige. Hasta que entramos en el edificio E. No había entrado aquí. Es bastante amplio, quizás es un poco más grande que el resto de los edificios. Y también está decorado de diferente forma a los demás. Aquí casi todo es de madera: las puertas, las paredes y algunas decoraciones más. Todo en diferentes tonalidades de madera.

Liam abre una de las puertas y entramos. Una pequeña habitación con un juego de sala en color beige en medio y una mesita de centro de cristal, nos recibe en el lugar. Es todo lo que hay en la habitación.

– ¿Qué es aquí? –pregunto con curiosidad, aunque me siento un poco intimidada en el lugar.

– Se llama Cámara de Giselle. Es una habitación con doble vista. ¿Ves ese cristal? –me dice apuntando al enorme cristal en la pared de enfrente. Yo solo asiento. –Es un vidrio de visión unilateral. Detrás de ese cristal hay otra habitación, y solo de aquel lado puedes mirar para acá. Y de aquí hacia allá no.

– ¿Cómo las habitaciones de las series criminales y eso?

– Exactamente. Aquí la utilizamos en nuestras clases de psicología.

– Guau. ¿Psicología, eh? –comento mientras observo mi austero alrededor.

– Llevo la materia entre mis clases extra. –responde y me giro a verlo.

– ¿Qué es lo que estudias, entonces?

– Derecho penal. De hecho quiero llegar a ser juez, pero digamos que hay niveles para llegar a ese puesto.

– Vaya. –respondo un tanto sorprendida. No creí que estuviera estudiando eso.

– ¿Creías que solo estaba en el grupo de ballet? –me pregunta con una sonrisa divertida.

– Bueno... no exactamente. –respondo avergonzada. De hecho creí que podría estar estudiando educación o algo así.

– No te preocupes, aun no nos conocemos muy bien.

– Lo sé.

– ¿Qué te parece si salimos a tomar un café después del ensayo de hoy? Digo, si quieres y puedes. Solo para conocernos un poco. –me dice con cierta timidez, logrando no tropezar con sus palabras. Este chico es lo más lindo y tierno del mundo.

– Me encantaría. –él sonríe, haciendo que sus ojos se achinen un poco. Y de pronto recuerdo que debo de ir a la empresa después del ensayo. Rayos. –Aunque creo que no podré después del ensayo.

– ¿Por qué? ¿Quieres que lo dejemos para otro día? Si estás muy ocupada, lo entiendo...

– Es solo que debo presentarme en mi trabajo. Pero de verdad me encantaría ir por ese café, así que veré si no hay algún inconveniente si falto hoy. –creo que Andy y Becca me pueden ayudar con eso.

– Bueno, si es que puedes ir, te dejaré mi número. –del bolsillo trasero de su pantalón, se saca una tarjetita en color blanco con detalles azules y me la entrega.

– Gracias. –respondo sonriendo. ¿Qué chico hoy en día trae tarjetas de presentación?

– El timbre está por sonar. –murmura viendo el reloj en su muñeca. –Me fascinaría quedarme contigo un rato más, pero tengo una junta con el resto de la sociedad de alumnos. –comenta apenado. Yo le sonrío de nuevo.

– No te preocupes. Yo tengo que ir al taller de música.

– Cierto. Vamos, te acompaño.

Juntos salimos de la habitación y al salir del edificio me ofrece su brazo como todo un caballero. Es un chico realmente lindo, y me alegra que no me haya hecho preguntas acerca de cómo fue que nos encontramos hace unos minutos. De hecho no supe cómo fue que no se me salieron las lágrimas por todos los sentimientos encontrados que tuve en menos de dos minutos. Y todo gracias a Niall. Todo lo que dijo... Él debió... Debe de ser una mala broma. Pero la forma en la que dijo todo eso... No sé qué pensar, ni mucho menos que hacer. Solo sé que aún no debo de confiar en él. Es un chico mujeriego y con secretos, secretos que creo no está dispuesto a compartir conmigo. Y yo solo soy una chica con traumas que está marcada y destinada a no poder tener nada serio y lindo con alguien gracias a mi falta de confianza.

Un escalofrío me recorre el cuerpo, haciendo que se me erice la piel y ponga los pies en la Tierra. Por más que lo quiera hacer, no creo que pueda seguir evitándolo por mucho. Aun debo de tener en mente que él y yo no podemos estar juntos, por más cuentos baratos que me esté contando, por más que trate de convencerme.

– ¿Te veré en el ensayo?

La voz de Liam y sus palabras me hacen reaccionar y darme cuenta de que nos encontramos frente al salón de música. Necesito relajarme un poco.

– Trata de impedírmelo. –le respondo con una mueca, tratando de sonreír.

– Perfecto. –se acerca a mí y me abraza. – ¿Me lo contarás? –me pregunta al oído, y ya sé a qué se refiere. Suspiro quedamente y asiento sobre su hombro. –Gracias. –se separa de mí y me regala una hermosa sonrisa tranquilizadora. –Nos vemos, Abby.

– Adiós, Liam.

Liam da media vuelta y camina tranquilamente por el pasillo hasta que sale del edificio. Creo que puede ser un gran amigo, se ha preocupado por mí como pocos lo han hecho.

Abro la puerta del salón de música y entro en él. Lo malo de esta clase es que, al parecer, le caigo mal a la mayoría de los de la clase. ¿Por qué? Supongo que Janet tuvo que ver un poco en eso, ya que desde que me dieron el lugar de tocar el piano en el recital, la mayoría me ve como si le hubiera ofrecido algo al profesor a cambio de que me diera ese puesto. Y supongo que Janet estará un poco más que molesta cuando se entere de los cambios que hizo ayer la profesora de ballet con el profesor de música, ya que se eliminaron la mayoría de las notas del flautín para reemplazarlas con el piano. Querrá matarme aunque no sea mi culpa.

Tomo asiento en uno de los asientos al fondo, viendo como los alumnos comienzan a entrar apenas suena el timbre.

Todos entran, menos uno. ¿A dónde habrá ido? Espero que no le pase algo o se le ocurra hacer una locura.

El profesor entra en el salón y comienza a dar su clase, dándonos la noticia del cambio de notas para luego comenzar con el ensayo.

No paso desapercibidas las miradas asesinas cargadas de veneno que me lanza Janet, ni algunos de sus comentarios con indirectas, pero finjo que me pasa desapercibida y continuo con lo mío hasta que la clase finaliza.

Tomo mi bolso y salgo del salón cuando la mayoría de mis compañeros ha salido. Debo llegar a tiempo a mi clase de arte contemporáneo, la profesora Robles no tolera los retardos.

Apenas doy unos pasos por el pasillo casi vacío, cuando de pronto un jalón en mi brazo me hace detenerme de golpe. Me giro de inmediato, solo para toparme de frente con una brillante y teñida cabellera rojiza.

– ¿Qué te crees que eres, estúpida? –gruñe apenas nuestras miradas se encuentran. Pareciera que sus ojos azules flamean, o piensan hacerlo. Y aunque quiera escupir todo el fuego que quiera, hoy no estoy para estarla soportando.

– ¿Ahora qué demonios quieres, Janet? –respondo con fastidio.

– ¡Saber qué fue lo que hiciste! ¡Eres una maldita zorra! ¡Seguro te revolcaste con el profesor Donnovan para que te diera más notas! ¡Debieron ser mías!

– Me pregunto cómo haces para que se te ocurran tantas estupideces. Primero querías que dejara a tu noviecito en paz, cuando era él quien iba detrás de mí, lo alejé, y ahora me vienes con otra de tus idioteces.

– Bueno, te agradezco lo de Niall, mira que es tan bueno en la cama que ya lo echaba tanto de menos. –un dolor en mi pecho hace que sienta como si mil alfileres se incrustaran en él, pero hago todo lo que puedo para seguir con mi rostro impasible. Ella es una más, recuérdalo, Abbigail. –Pero con esto ya te pasaste. Mira que acostarte con el profesor para tener más notas en el recital... Y yo que creí que más zorra y cualquiera no podías ser.

Y reacciono tan rápido como sucede todo.

Impacto la palma de mi mano sobre la mejilla de Janet, dando un limpio y perfecto golpe. Ni siquiera el picor de mi palma hace que mi coraje disminuya. ¡Es una verdadera estúpida! ¡¿Cómo puede formular tremenda ridiculez?! Si eso llega a oídos de la directora Watters, estoy segura de que, sin explicaciones, el profesor Donnovan y yo estaríamos automáticamente fuera de la universidad. ¿A caso no piensa en las consecuencias esta chica? Y de solo pensarlo, el coraje vuelve a mí.

– ¡¿Eres idiota o que te pasa?! –suelto con coraje, mientras ella sostiene su mejilla con ambas manos. – ¿Acaso crees que soy como tú? ¿Qué solo teniendo a los hombres en mi cama obtengo lo que quiero? ¡Pues para que te vayas dando cuenta de que no tengo necesidad de eso para ser mejor que tú!

– ¡Eres una maldita perra! –escupe, dejando caer sus manos, y creo ver la intención de quererse lanzar encima de mí. No creo que pueda ganar esta pelea, no esta vez.

– Solo atrévete a hacerme algo, y verás cómo te va. Aprendí defensa personal, así que sé cómo derribarte en dos segundos y hacer que mañana te levantes con un ojo morado y tu bonito cuerpo hinchado.

Su rostro se enrojece aún más, pero no hace algún movimiento, lo que es muy bueno. Nunca me he metido en peleas físicas, y planeo no hacerlo nunca.

Doy media vuelta y sigo con mi camino hacia la salida.

– ¡Eres una maldita zorra cualquiera! –grita a mis espaldas.

– Funciona mejor si lo gritas frente al espejo, querida. –respondo sin siquiera voltear a verla y sigo caminando.

Salgo del edificio sintiéndome victoriosa y de cierta forma liberada. Es tan hermoso cuando le ganas a alguien en lo que sea. Ojala se le quede marcada mi mano a fondo en su cabecita hueca para que recuerde que conmigo no debe de meterse. Me conformo con que la directora Watters no se entere de esto.

Sigo con mi camino rumbo al edificio B, tratando de controlar la adrenalina que aun siento correr por mi cuerpo.

– ¡Abby! –escucho mi nombre detrás de mí y me giro para saber de quién se trata esta vez.

– ¿Harry? –se dirige a mí, corriendo los pocos metros que nos separan.

– Espera... ya casi... llego. –me dice agitado, y cuando llega conmigo se detiene a respirar profundamente. Creo que a este chico no se le da muy bien el ejercicio.

– ¿Qué sucede? –pregunto divertida, al verlo casi desvanecer por los pocos metros que ha corrido. Toma una gran bocanada de aire y parece que se recupera un poco.

– Vengo a invitarte a una fiesta.

– ¿Fiesta? ¿A que se debe?

– Si, se me ocurrió hacerle una fiesta sorpresa a Niall, ya sabes, por su cumpleaños. – ¡¿cumpleaños?! ¿Qué rayos...?

– ¿Qué? ¿Cumpleaños? –pregunto desconcertada. Pero si Niall cumple años el trece de septiembre...

– Sí, es mañana. ¿No te lo dijo? –me pregunta con su ceño ligeramente fruncido.

– Sí, sí. Solo que... no lo sé, olvídalo. Prosigue.

Escucho como sigue hablando, explicándome algo que no logro entender porque mi cabeza no me deja hacerlo. ¿Niall cumple años mañana? ¡¿Cómo pude haberlo olvidado?! Me gustaría regalarle algo...

– Así que, ¿qué te parece?

– ¿El qué? –respondo distraída, volviendo de mis pensamientos.

– Lo de la fiesta, Abby. Será en el Karaoke Music, mañana a las siete.

– ¿Por qué siempre es en el Karaoke Music?

– Bueno, el lugar es de Louis, así que sale bastante barato el lugar.

– ¿De Louis?

– Si, su padre, por parte de su tío, es dueño de algunos casinos de la ciudad y otros pocos en Monte Carlo. Pero eso no importa ahora. ¿Irás a la fiesta?

El cumpleaños de Niall... la fiesta... Mañana tengo mi vuelo a Italia. Debo de arreglar ese asunto en cuanto antes, así que mañana no podré pasar el día con Niall, aunque creo que tampoco es buen momento para pasarlo con él. Aún tengo cosas que pensar y asimilar.

– Lo pensaré. He estado muy ocupada por muchas cosas, pero veré si puedo hacer un espacio, ¿de acuerdo?

– Está bien. –suspira, insatisfecho por mi respuesta. Lo siento, Harry... –Ojala puedas asistir, sé que le encantará verte ahí. –su respuesta me estruja el corazón y siento un nudo en mi garganta, y solo me queda asentir en respuesta. –Bien, te dejo. Debo de buscar a los chicos.

– Claro. Nos vemos, Harry.

– Hasta luego, linda. –dice y sale corriendo rumbo al edificio A.

Había olvidado por completo el cumpleaños de Niall. El tiempo se pasó tan rápido que ni siquiera lo tomé en cuenta. Han pasado tantas cosas, que el tiempo se me ha pasado desapercibido, casi sin sentirlo. Me encantaría estar bien con Niall, que siguiéramos siendo simples amigos y así poder disfrutar de su cumpleaños, poder disfrutar de un año más de su vida, poder estar juntos y pasarla bien como lo hacíamos hace unas semanas.

Pero ahora parece que todo aquello solo fue un sueño, lo siento tan lejos que no sé si fue real todo aquello, todos los divertidos y hermosos momentos que hemos pasado juntos que, aunque han sido pocos, han sido maravillosos para mi.

¿En qué momento mi vida se convirtió en un caos?

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