Harry Potter: Historias de la...

By ALeeMar

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¿Quieres saber qué fue de tus personajes favoritos después de la Batalla de Hogwarts? Pequeños one-sh... More

Antes de empezar
El día en el que Percy conoció a Audrey
Antes del nuevo curso [Hanny]
Regreso a Sortilegios Weasley [George y Angelina]
Una cena con los Weasley [Percy y Audrey]
Cartas [Romione]
Victoire
Reencuentro [Oliver y Katie]
Últimos deseos [1/3]
Últimos deseos [2/3]
Últimos deseos [3/3]
Aurores
Lo que probablemente cambió todo [Neville y Hannah]
Sin vuelta de hoja [George y Angelina]
Tal y como debía ser [Hanny]
Nuestro especial comienzo [Rolf y Luna]
En dos mundos distintos [Percy y Audrey]
El Profeta: Edición especial
La elección decisiva [George y Angelina]
La historia no contada de Charlie Weasley
Banquete nupcial
Feliz cumpleaños, gemelos Weasley
Dominique
Aquellos pequeños detalles [Rolf y Luna]
El mayor miedo [Romione]
La magia de una muggle [Percy y Audrey]
Aquel 2 de Mayo de 2002
Nuestro hogar en Grimmauld Place [Hanny]
Una fantástica familia [Neville y Hannah]
El Profeta: Edición especial (II)
Incluso más importante que el quidditch [Oliver y Katie]
Asuntos pendientes
La familia crece
Punto para Charlie Weasley
Velada en El Refugio
Únicos [Rolf y Luna]
Louis
Cuanto más lejos, más cerca [Romione]
No más secretos [Hanny]
Primeros recuerdos
Dos nuevas leyendas
Toujours [Teddy y Victoire]
Un día memorable
Revelaciones [Lee y Alicia]
Grandes noticias
La historia que Charlie Weasley contó
Teddy en Hogwarts [1/2]
Teddy en Hogwarts [2/2]
Comienzan las clases
Navidades en la Madriguera
Cómo crear una tradición familiar
Hogwarts ve una Weasley de nuevo
Nuevos y viejos recuerdos [Rolf y Luna]
Año Nuevo
~Tagg~
El cumpleaños de Lily
Boggarts
Sorpresas por duplicado
Poniendo a prueba a Teddy
Lo que a Charlie Weasley le faltaba por contar
El día en el que Teddy por fin se dio cuenta
Los nuevos alborotadores de Hogwarts
La noche de Halloween
El secreto de Louis
19 años después [1/2]
19 años después [2/2]

La boda que todos esperaban

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By ALeeMar

—Oh, dios mío Ginny, ¡estás preciosa!—exclamó Hermione.

—Creo que podrías complementarlo con una corona de pétalos de Grevillea—dijo Luna—. ¿Lo has pensado en algún momento?

Ginny acababa de probarse el vestido para su boda con Harry. Fleur la había llevado de compras a un par de tiendas muggles hacía ya unas semanas, y aunque al principio no le hizo mucha gracia, tuvo que admitir que su cuñada tenía buen gusto para los vestidos. Estaba entusiasmada con el hecho de poder llevarlo al día siguiente, y que Harry pudiera verla con él puesto al fin.

—Gracias chicas—murmuró ella, mirando a alternativamente a sus damas de honor—. Y, bueno, Luna... Lo cierto es que mi madre me ha propuesto llevar la tiara que llevó mi tía Muriel, así que...

—Como prefieras—sentenció Luna—. Tú eres la novia, tú decides.

Ginny sonrió enormemente. Seguía sin creerse que su boda tendría lugar en menos de veinticuatro horas.

—Hermione, todavía no te he visto con tu vestido—apuntó Ginny.

—Es igual que el de Luna. No tiene nada de especial—trató de excusarse ella.

—Todavía podríamos añadirle algunos girasoles a los vestidos—intervino Luna—. Traen buena suerte.

—Creo que ya están bien como están ahora—dijo Hermione, con una risa nerviosa.

— ¡Pues yo quiero ver cómo te queda!—exclamó Ginny.

—Bueno...

— ¡Venga! ¡Es por la novia!—suplicó ella.

Hermione soltó un disimulado suspiro.

—Bien. Ahora os lo enseño. Esperad un momento—pidió, antes de salir de la habitación.

Al llegar a su cuarto, cogió del armario su vestido morado, que había comprado a conjunto con el de Luna. Una vez se lo hubo puesto, se miró al espejo de arriba abajo. Dio una vuelta sobre sí misma, y los volantes del vestido se elevaron a escasos centímetros del suelo. Cuando volvió a fijarse en su reflejo, se llevó un buen susto al ver a una silueta parada detrás de ella. En seguida lo reconoció, y sonrió. Se giró hacia el muchacho, y este empezó a disculparse.

— ¡Lo siento! ¡Tendría que haber llamado!

—No te preocupes, Ron.

— ¡No! ¡No lo entiendes! ¡Da mala suerte ver a la dama de honor con el vestido antes de la boda!

Hermione dejó escapar una risotada.

—Ron, eso solo se aplica a la novia—le explicó.

—O-oh...—suspiró de alivio—. Menos mal. No quería cargarme sin querer el gran día de Harry y Ginny incluso antes de que empiece...

Hermione volvió a reírse.

— ¿Cómo lo está llevando Harry?—preguntó ella.

Ron se encogió de hombros, sin saber qué responder.

—Al menos, al contrario que Bill y Fleur, Harry y Ginny no tienen que preocuparse por el hecho de que mi familia le odie...

Hermione le dio la razón. Sí que era verdad que, aunque ahora los Weasley se llevaran mejor con Fleur, esta no había encajado demasiado bien al principio. Sin embargo, las cosas habían sido diferentes desde que la pequeña Victoire había llegado al mundo; pues al señor y la señora Weasley les encantaba el hecho de ser abuelos.

—Menos mal que no es mi boda—continuó diciendo Ron—. No me gustaría estar tan agobiado como Harry...

Hermione arqueó una ceja.

— ¿Estás insinuando que no te gustaría casarte?

—Bueno, lo cierto es que sería un pelmazo organizarlo todo... Además de que sería de lo más estresante...—. Vio cómo Hermione fruncía el ceño y le miraba con hastío—. ¿A qué viene esa cara, Herms?

— ¿Cómo puedes decir eso acerca del compromiso? ¡Formar una verdadera familia con tu pareja es lo más maravilloso que le puede suceder a alguien! ¡Pero por lo que veo, al parecer tú no tienes intención de hacer que eso pase nunca!

—Hermione, ¡cálmate!—exclamó él—. ¡Solo he dicho que sería muy desesperante tener que montar toda la celebración! ¡No he dicho que no quiera casarme nunca!—. De repente, a Ron le vino una idea a la cabeza que, en parte, le hizo estremecer—. ¿A-acaso... quieres que nos casemos?

Esa pregunta la pilló desprevenida. Con las mejillas encendidas, bajó la mirada, y murmuró:

—Toda chica sueña con el día de su boda, Ron.

— ¡Entonces es eso!—abrió los ojos de par en par—. ¡Quieres casarte!

— ¡Claro que quiero casarme, Ron!—gritó. Al ver la reacción del pelirrojo, se apresuró a añadir: — Aunque no tiene por qué ser precisamente ahora. Simplemente, quiero hacerlo en un futuro.

—Pero...

—Ron, ¿tenías planeado pedirme matrimonio hoy?

—N-no...—farfulló él, sintiéndose abochornado.

— ¡Pues déjalo estar!—dijo, dando por finalizada la conversación. Salió del cuarto para volver junto con Ginny y con Luna, dejando a Ron con un palmo de narices.

El resto del día fue pasando más rápido de lo que les habría gustado a muchos. La señora Weasley estaba tan ansiosa que la única forma de distraerse era cocinar; así que, para cuando dieron las ocho, la casa estaba a rebosar de platos de comida. Todos se dieron un gran festín aquella noche.

Harry no podía pegar ojo. Ron y sus hermanos no habían hecho más que lanzarle miradas furtivas durante todo el día, y eso hizo que se sintiera todavía más nervioso. Pero, entonces, empezó a pensar en Ginny. Se la imaginó con un precioso vestido blanco y a él esperándola en el altar. Inconscientemente, sonrió ante aquella idea; y sin darse cuenta, se quedó dormido.

***

—¡Venga, no hay ni un minuto que perder!

Harry oyó la voz de la señora Weasley proviniendo del pasillo. Se sentó en el borde de la cama, se colocó sus gafas redondas y se puso en pie de un salto. Se vistió con una camiseta vieja y unos tejanos desgastados; y se dirigió hacia la planta de abajo. Todos los Weasley no paraban de moverse de un lado para otro, dirigidos por Molly:

—Charlie, ve colocando ya los platos. Y tú, Percy, ayúdale con los cubiertos. ¡Ron, por el amor a Merlín, eres el padrino! ¡No te quedes ahí parado sin hacer nada!

— ¿Qué quieres que haga?—inquirió Ron, desde el sofá.

— ¡Podrías ir a ver cómo le va a Harry!—se fijó en que el azabache ya estaba en la sala, y le dirigió una enorme sonrisa—. ¡Oh, hola Harry querido! ¡No sabía que ya estabas levantado!

—Llevo despierto un rato—mintió él, pues no quería decirle a la señora Weasley que sus gritos habían sido los causantes de interrumpir su sueño.

—En fin... ¡Ron!—volvió a dirigirse hacia su hijo—. ¿Quieres hacer el favor de hacer algo de provecho?

—Ya lo estoy haciendo. Estoy evitando que Teddy y Vic se coman la tarta antes de que lleguen los invitados—respondió, señalando hacia los pequeños; los cuales dormían a pierna suelta en el sillón.

— ¡Ronald!—vociferó ella, histérica.

— ¡Está bien, está bien!—dijo, poniendo las manos en alto—. Vamos, Harry. Tienes que ver el jardín.

Harry asintió, y ambos se dirigieron al exterior de la casa. Vieron a Hermione discutiendo con Fleur acerca de algo sobre las flores; y prefirieron no entrometerse en sus asuntos.

—Mejor vámonos de aquí...—murmuró Ron, dando un empujón a Harry. Aunque lo cierto era que no había dejado de buscar pretextos para no tener que hablar con Hermione en lo que llevaban de día; pues todavía se sentía algo avergonzado por su última conversación.

Fueron hasta donde estaban Percy y Charlie preparando las mesas, y Harry se ofreció a ayudarles.

—No te preocupes, Harry. Nosotros nos encargamos—contestó Percy.

— ¡Pues claro! ¡Tú eres el novio, Harry!—continuó Charlie—. Ya ayudaste bastante en la boda de William en su día; ¡solo faltaría que tuvieras que hacer el trabajo sucio también en la tuya!

Percy desvió la mirada, y se siguió concentrando en poner la mesa. Charlie se dio cuenta enseguida de que había cometido un error al mencionar la boda de su hermano; pues Percy todavía seguía arrepintiéndose de no haber estado presente en ella.

—Bueno...— Charlie carraspeó—. Nosotros seguimos con esto. Tú no te preocupes por nada, Harry. Aunque mamá crea que hoy podría acabar el mundo, no sucederá. Te lo aseguro.

—Entonces... ¿Qué hacemos?—preguntó Harry a su mejor amigo.

—Ni idea—respondió este, encogiéndose de hombros—. Papá lleva todo el día metido en el cobertizo; y no le he visto el pelo a George desde hace horas. Me dijo que estaba trabajando en un proyecto súper-secreto...

Harry hizo una risa nerviosa.

— ¿Debería asustarme?

—Es George—le recordó Ron—. Obvio que sí.

Mientras tanto, dentro de la Madriguera, Ginny no dejaba de morderse las uñas, más nerviosa que nunca. No podía soportar más aquella infernal espera. Su madre le había prohibido salir de su cuarto hasta que todo estuviera preparado, y empezaba a estar harta. Vio de reojo a Audrey pasando por enfrente de su puerta.

— ¡Audrey!—la llamó. Necesitaba hablar con alguien. Con quien fuera.

Esta abrió la puerta y entró a su habitación. Llevaba a una dormida Victoire en brazos.

— ¿Cómo estás, Ginny? ¿Ocurre algo?

La pelirroja negó con la cabeza.

—Solo... Necesito pensar en otra cosa...—dijo, dejándose caer en la cama. Audrey sonrió, y se sentó a su lado.

—Tu sobrina es adorable—comentó ella.

—Bueno, prácticamente es tu sobrina también—apuntó Ginny. Audrey se ruborizó levemente.

—Percy y yo...

—No te molestes, Audrey—la interrumpió—. En toda su vida, Perce solo ha tenido dos novias. Tú y una repelente de Ravenclaw llamada Penélope Clearwater. Y créeme, a esa chica no la miraba como te mira a ti.

—V-vaya... Me haces sonrojar, Ginny—rio Audrey—. Pero lo cierto es que tu hermano y yo...

— ¡No me digas que vais a romper!—gritó Ginny, alarmada.

— ¡No! ¡Nada de eso!—se apresuró a tranquilizarla—. Solo digo que nos estamos tomando las cosas con calma. Que yo no sea maga complica bastante las cosas...

—A Percy no le importa que seas muggle—remarcó Ginny.

—Ya lo sé. Pero yo no quiero causarle ningún inconveniente. Ni a él, ni a vuestra familia.

— ¿Entonces es eso?—inquirió Ginny—. ¿Te da miedo que sepan que no eres maga?

—No es miedo. Es más bien... Preocupación. Por cómo vayan a reaccionar otros magos al ver que un sangre-pura sale con una muggle.

—Audrey; ya nos consideran unos traidores de la sangre. No sé qué más podrían decir sobre nosotros.

Audrey no sabía si reír ante eso, pero al ver que Ginny soltaba una leve carcajada, ella hizo lo mismo.

—Hay muchos magos que se han casado con muggles—le aseguró Ginny—. Además, tú y Percy os queréis, ¿no? Yo no veo ningún problema.

Audrey volvió a sonreír. Unos segundos más tarde, Hermione apareció por la puerta, con los pelos alborotados. Dejó escapar un largo suspiro antes de empezar a hablar.

—Hola, Audrey. Ginny, Fleur dice que si estás completamente segura de que no quieres cambiar los narcisos negros de la entrada por rosas naranjas.

—Estoy segura—dijo ella, convencida. Hermione asintió, y se fue de vuelta al salón.
Vic se removió en los brazos de Audrey, y esta optó por llevarla a su cuna.

—Nos vemos luego, señora Potter—bromeó Audrey. Ginny se cruzó de brazos. De nuevo volvía a sentir mariposas en el estómago.

***

El jardín ya estaba lleno de asientos colocados en fila; y los primeros invitados ya habían empezado a llegar. Harry ya se había puesto su smoking y daba vueltas en círculos sin parar en la habitación de Ron.

—Harry, nos estás mareando—soltó Neville; el cual acababa de llegar a la Madriguera acompañado de Hannah Abbot hacía tan solo unos minutos.

—Lleva así desde la hora de comer—musitó Ron, poniendo los ojos en blanco.

Harry se llevó una mano detrás de la cabeza, e hizo una sonrisa algo forzada.

—Lo siento, chicos—se excusó—. Pero en la única boda mágica en la que he estado se torció todo, y...

—No habrá mortífagos esta vez—le confirmó Ron—. Te lo prometo.

—Y en caso de que los hubieran, somos Aurores, ¿no? Nada puede con nosotros—añadió Neville.

Harry asintió con la cabeza; pero seguía nervioso.

— ¿Hay mucha gente ya?—quiso saber él.

—Veamos...—Neville se asomó a su ventana—. Veo a Hagrid... Al padre de Luna... A las compañeras de equipo de Ginny...

—Charlie estará contento—pensó Ron en voz alta. Miró hacia el exterior también y le tomó la palabra a Neville—. ¡Anda! ¡Si está McGonagall! Y Kingsley... Mi tía Muriel... La señora Tonks... Varios miembros del ED, y... ¡Caramba! ¿Esa es Cho?

— ¿¡Q-qué?!—bramó Harry, palideciendo de golpe.

Ron y Neville empezaron a desternillarse.

—Tranquilo, solo te tomaba el pelo—confesó Ron, y el azabache soltó un largo suspiro de alivio.

Por otro lado, Ginny seguía esperando en su cuarto. Ya llevaba puesto su vestido, y Fleur le estaba ayudando con los últimos retoques del peinado. Hermione y Luna también estaban allí, intentando calmar a la novia.

—Ginny, ¿podgías estagte quieta? ¡Así no hay quien pueda peignagte!

—Fleur, no la atosigues—pidió Hermione, tratando de ser lo más educada posible.

— ¡Estoy harta de estar aquí encerrada!—chilló Ginny—. ¿¡Cuándo podré salir?!

—Ya no falta nada, Ginny—le aseguró Hermione, con una pequeña sonrisa.

A Ginny empezaron a llenarse los ojos de lágrimas, cosa que no era muy habitual en ella. Fleur pensó que quizás era a causa del estrés, pero Hermione estaba convencida de que no se trataba de tal cosa. Las lágrimas empezaron a resbalar por el rostro de la pelirroja.

—Ginny, vas a conseguig que se estgopee el maquillaje...

Hermione fulminó a Fleur con la mirada. Corrió a abrazar a Ginny, y esta no podía parar de sollozar.

—No me importa...—murmuró Ginny—. É-él... Él no está. Me prometió... que estaría a mi lado el día que me casara. Q-que no dejaría de hacer bromas durante toda la celebración...—. Cerró los puños con fuerza—. ¡M-me lo había prometido! ¡Y-y no está!

Hermione no supo qué decir para consolarla. Luna se arrodilló frente a ella, y la cogió de las manos.

—Desde dondequiera que esté, Fred te está viendo ahora mismo. Y está orgulloso de ti.

Ginny la miró, sin comprender.

— ¿C-cómo puedes saber eso?

—Simplemente lo sé.

Ginny se secó sus húmedas mejillas con la palma de la mano, y le dio las gracias a Luna, ofreciéndole su más sincera sonrisa. Fleur, todavía sintiéndose algo mal por su comentario, trató de disculparse con su cuñada.

—No pasa nada—murmuró Ginny. Hizo una breve pausa, y se señaló a sí misma—. Esto... ¿Podrías...?

—Yo me encaggo—anunció Fleur. 

Después de darle algunos arreglos al maquillaje de Ginny, esta volvió a estar tan increíble como lo estaba unos momentos atrás. Antes de que pudieran darse cuenta, la señora Weasley entró a su cuarto, informándoles de que ya era la hora de la ceremonia.

—Genial, las mariposas en el estómago de nuevo—se quejó Ginny, justo después de que su madre le entregara el ramo de flores.

Salió de su cuarto, con Hermione y Luna siguiéndola de cerca. Al llegar al jardín, Fleur y Molly se apresuraron a ir a sus respectivos asientos; y Ginny se fijó en que todos sus seres más queridos estaban allí, observándola con gran admiración. Volvió la vista al frente. Allí estaba Harry, esperándola. Se sonrieron mutuamente. El azabache dejó de tener ojos para nadie que no fuera ella.

Avanzó con cierta timidez hacia el altar. La gente iba murmurando: <<Enhorabuena>> cada vez que pasaba por delante. Miró a la fila donde estaba su familia. George no estaba por ningún lado. Ginny no podía creérselo; ¿su hermano iba a perderse su boda? Se enfadó muchísimo. Sin Fred y sin él: aquello era lo único que le faltaba. Le entraron ganas de volver a llorar; pero justo en ese momento, se encontró a Harry frente a ella, y eso hizo que volviera a sonreír.

El oficial de ceremonias que había estado en la boda de su hermano ahora pronunciaba las mismas palabras; aunque esta vez, iban dirigidas a ella y a Harry. No podía prestar atención a lo que decía; no podía dejar de pensar que en unos breves minutos formaría una verdadera familia con el amor de su vida. Solo puso los pies en la tierra cuando el oficial dijo:

—Harry James Potter, ¿aceptas a Ginevra Molly Weasley como tu legítima esposa?

Por una milésima de segundo, Harry recordó su primer encuentro con Ginny en Kings Cross. Seguidamente, la vez que la salvó del Basilisco. Su primer beso. Su declaración. Todo por lo que habían pasado merecía la pena. Ginny estaba de verdad delante de él, esperando a que contestara.

—Sí, quiero.

—Y tú, Ginevra Molly Weasley, ¿aceptas a Harry James Potter como tu legítimo esposo?

Ella no podía dejar de sonreír.

—Sí, quiero.

El oficial levantó su varita por encima de sus cabezas, y de ella empezaron a caer chispas a su alrededor. Harry atrajo a Ginny hacia él, y la besó como nunca antes.

— ¡Sonorus!—gritó alguien al fondo. Todos los presentes se volvieron para ver de quien se trataba. A Ginny se le iluminaron los ojos. Era George—. ¡Bueno, señoras y señores! Como dije en su día cuando cierto chico fue seleccionado para Gryffindor...—cogió aire, y exclamó: — ¡TENEMOS A POTTER!

De pronto, toda una bandada de pequeñas criaturas con alas salió volando por los aires. Al fijarse bien, Ginny se dio cuenta de que se trataban de los gnomos de su jardín, con unas minúsculas alas incrustadas en su espalda.

— ¡GEORGE FABIAN WEASLEY!—se oyeron los gritos de Molly—. ¡CUANDO TE DIJE QUE TE ENCARGARAS DE LOS GNOMOS NO ME REFERÍA A ESTO!

Risas resonaron por todo el jardín. George le guiñó un ojo a su hermana pequeña; se acercó hacia el altar, y le pasó la varita a Ron.

—Ahora, el pequeño Roonie, alias el padrino del novio, os dirá unas palabras.

A Ron se le cortó la respiración.

— ¡Ya sabes que no me he preparado ningún discurso!—le susurró Ron.

—Lo sé—George sonrió maliciosamente.

Ron tragó saliva. Improvisar no era uno de sus puntos fuertes.

—Esto... Gracias, George por este... inesperado espectáculo—empezó a decir, muy inseguro—. Eh... Bueno, veréis, creo que esta es la última boda a la que me habría esperado asistir. No es fácil admitir que tu mejor amigo salga con tu hermana pequeña...—. Algunos asistentes soltaron una carcajada—. Pero no podría estar más feliz por ellos dos, porque...—Ron no tenía muy claro cómo continuar. Miró en todas las direcciones hasta detenerse en Hermione. Hizo una media sonrisa, y notó que las palabras empezaban a salirle solas—. Porque han encontrado a alguien que les complementa. Alguien que estará siempre a su lado, y que le querrá hasta el fin de sus días, pase lo que pase. Su historia ha sido algo complicada y ha sufrido varios altibajos... Pero es genial poder verlos hoy aquí, formando una nueva familia—. Se volvió hacia su hermana—. Estoy orgulloso de ti, Ginny.

La pelirroja lo abrazó con todas sus fuerzas, y Harry le colocó una mano sobre su hombro, dándole las gracias por todo. Los invitados se levantaron de sus asientos y aplaudieron con entusiasmo. La señora Weasley les informó de que era hora de empezar con el gran banquete; así que todos se dirigieron hacia las mesas que habían colocado Charlie y Percy aquella misma mañana, y empezaron a degustar los riquísimos platos que Molly había cocinado.

Ron le devolvió la varita a George; y este anuló el conjuro Sonorus.

—Casi te pierdes la ceremonia entera—dijo Ron—. ¿Dónde te habías metido?

George se llevó las manos a los bolsillos.

—Le debía cinco galeones a cierta persona—explicó él, con la mirada perdida.

Ron no comprendió a qué se refería; así que lo dejó estar y se fue hasta su mesa correspondiente.

Un rato más tarde, después de comer, una dulce melodía comenzó a sonar gracias a los altavoces muggles que llevaba preparando todo el día el señor Weasley. Ginny arrastró a Harry hasta el centro del jardín; y empezaron a bailar al son de la música. Varias parejas no tardaron en unirse a ellos. Ron observaba a su hermana y su ahora cuñado bailar en medio del jardín, causando sensación entre todos los invitados. Sentado en su mesa y sin ganas de probar otro bocado de pastel, empezó a juguetear inconscientemente con una cucharilla de té. Alguien le posó una mano sobre su hombro, y eso le hizo bajar de las nubes.

—Ha sido un bonito discurso—murmuró Hermione, sentándose a su lado. No habían podido mantener una conversación corriente desde el día anterior.

—Tan solo he improvisado—dijo, sin darle demasiada importancia.

Hermione notó que se le veía algo distraído, y un tanto nervioso; o más bien, preocupado.

— ¿En qué pensabas?—preguntó ella, con curiosidad.

Ron volvió la vista hacia ella, y le enseñó la cucharita que tenía entre los dedos.

—Tan solo estaba contemplando mi capacidad emocional—dijo, con una media sonrisa. Hermione soltó una risilla, pensando que era increíble que siguiera recordando esa broma que hizo ella en quinto curso.

—Siento haber reaccionado de aquel modo—trató de ella disculparse—. Fui una exagerada...

—Quizás un poco sí—admitió Ron—. Pero tenías tus motivos. Cuando tu mejor amigo se casa, uno empieza a plantearse en hacer lo mismo...—. Se agachó para recoger un paquete envuelto del suelo y se lo entregó a Hermione.

— ¿Qué es?—se quedó algo extrañada, a la par que agradecida. No esperaba ningún regalo.

—Ábrelo.

Hermione lo desenvolvió con sumo cuidado. Vio que se trataba de una pequeña cajita. Miró a Ron sin comprender, y este insistió de nuevo en que la abriera. Al hacerlo, se encontró con una manecilla de un reloj de color dorado.

— ¿Una manecilla?—soltó, sin molestarse en disimular su decepción—. Ron, ya sabes que me encantan todos tus regalos, pero, ¿para qué diantres necesito yo una manecilla de un reloj?

— ¿La has mirado bien?

La cogió con la mano y la examinó de cerca; y entonces, comprobó que una fotografía suya estaba en uno de los extremos.

— ¿Ron...?

El pelirrojo se aclaró la garganta antes de darle alguna explicación. Sus mejillas se enrojecían por momentos.

—Verás... L-lo que dijiste ayer me ha hecho recapacitar, y-y... Esto es una sencilla forma de decirte que... Me gustaría que tú también estuvieras en el reloj familiar... E-es decir... Formar parte de los Weasley oficialmente...

Hermione abrió la boca de par en par.

—Ronald Billius Weasley, ¿me estás pidiendo que nos casemos?

—Solo si tú quieres, por supuesto—se apresuró a añadir.

—Creí que todo ese rollo de organizar un compromiso era muy estresante para ti.

—Lo sigue siendo. Pero si eres tú con quien tengo que soportar ese rollo, entonces valdrá la pena.

Hermione sonrió enormemente. Besó a Ron en los labios, murmuró:  

—Sería todo un honor ser una Weasley más.

Ron le devolvió la sonrisa, y se sintió aliviado de golpe. No podía dejar de mirar a los brillantes ojos de Hermione, y pensar en que aquella maravillosa chica sería con la que formaría una familia en los meses venideros.

¿Quién iba a decir que todo empezó con el ataque de un trol?

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