La clase continua normal y por suerte logro concentrarme en cada palabra que sale de la boca del aburrido profesor Higgins. Las clases se pasan rápido hasta la hora del almuerzo, en donde Emily y yo nos reunimos con Andy en la cafetería.
– ¡Darling! ¿Pero qué te pasó? ¿Por qué no llegaste temprano? –me dice Andy con un tono preocupado acercándose a mí y envolviéndome en sus fuertes brazos. Para ser del otro bando es bastante fuerte, además de muy atractivo.
– Lo siento, se me complicó un poco el llegar hasta acá. Pero ya estoy aquí.
– ¿Tienes que venir desde temprano? –pregunta Emily con su ceño ligeramente fruncido. Ella es demasiado tierna, aunque parecía realmente hecha una furia con los chicos antes de empezar la clase de estadística.
Los tomo del brazo a ambos y nos formo en la fila del almuerzo. Ya tengo hambre y más me vale comer más que bien para poder sobrevivir hasta el final de clases.
– Sí, tengo que estar aquí desde el primer periodo y quedarme en los periodos de apoyo para reponer las clases que pierda mientras estoy en una de las facultades.
– Sweetness, pero es mucho para ti. Terminarás agotada.
– No tienes idea de cuánto. Últimamente cuando salgo de aquí tengo que ir a la empresa de mamá y revisar los pendientes. Así que digamos que es algo agotador. –no sé cómo haré para no parecer un zombi en menos de una semana.
– Tienes que descansar, Abby. –me dice Emily tomándome el brazo de forma fraternal. De pronto en su delicado rostro se dibuja una sonrisa. Tiene una idea, y si es para bien, estoy más que dispuesta a escucharla. – ¿Qué les parece si este fin de semana nos vamos por ahí y pasamos la tarde en un spa?
Oh, la idea suena más que encantadora y reconfortante. Sería tan grandioso, creo que me hace falta. Desde que llegué a Londres siento que no he tenido un respiro, un momento en el que deje de preocuparme y deje de pensar en todo lo que tengo que hacer. Ya puedo vernos disfrutando de un buen masaje y una fresca mascarilla. Me vendría más que perfecto.
– Es una fantástica idea, sunshine. Sirve que también aprovecho para hacerme un tratamiento en la piel, que la siento horrible.
– Entonces, ¿Qué dices, Abby? –es una tentadora oferta que, por supuesto, no pienso desaprovechar.
– Es una grandiosa idea. –respondo sonriendo enormemente.
– ¡Sí! ¡Tarde de chicas! –exclama Andy aplaudiendo alegremente, o más bien como una foca, no sabría decirlo.
Tomamos nuestros desayunos de la barra y regresamos a sentarnos en una mesa. La mayoría de las mesas están ocupadas, excepto por una que está casi al fondo, nos acercamos y nos sentamos ahí. A un lado de nuestra mesa hay un par de chicos que tocan algunas notas en sus guitarras, me suenan conocidas, creo que es algo de Ed Sheeran. Andy llama nuestra atención y comienza a parlotear sobre los mejores spas de la cuidad, mientras consulta el santo google.
Conversamos mientras comemos de nuestro almuerzo: tiras de pescado fritas, ensalada con betabel y almendras y coctel de fruta. Aunque la verdad me hubiera gustado más una gran hamburguesa con papas al lado.
– Estuve pensando en meterme a trabajar en la biblioteca de la universidad. –comenta Emily antes de meter un trozo de pescado a su boca.
– Me parece genial, teniendo en cuenta que te gusta todo eso de los libros. –le digo sonriendo. Es buena idea que haga algo que le guste, sabiendo que administración no es mucho de su agrado.
– ¿Te gustan los libros, darling? Mira que yo he leído algunos que hasta las lágrimas me han sacado. –dice Andy con una mano en su pecho, imagino que recordando los libros que ha leído. ¿Cuáles habrá leído como para que haya llorado? Aunque, si sabes escoger buenos libros, la pregunta sería, ¿Cuáles no te hacen llorar?
– Sí, bueno, me gustan más las historias del romanticismo, la literatura antigua. –responde Emily.
– Con romances dramáticos y sacrificios mortales. –comenta Andy poniendo los ojos en blanco. –Ay no, honey, eso no es lo mío. Prefiero el "... Y vivieron felices para siempre. Fin." Es más fácil de asimilar que la muerte de alguno de los protagonistas. –finaliza con exageración. Aunque es cierto, a veces es mejor creer que cualquier historia romántica puede terminar en el tan soñado final feliz. Final que difícilmente puedes ver en la vida real.
– Pues yo me quedo con las novelas modernas. Prefiero creer que el final feliz existe, me hace encerrarme en mi propia burbuja ficticia. –digo con sinceridad y meto un bocado de ensalada en mi boca. Está muy buena, creí que tendrían solo comida para esclavos o algo así. Pero bueno, por algo deben de cobrar tanto por la colegiatura.
Seguimos comiendo mientras Andy nos cuenta sobre las novelas que ha leído y las partes en las que lo hacen llorar. Es un sensible, casi en cualquier parte de amor es donde llora.
– Hola, chicas. –nos saluda Adam sentándose a mi lado.
– Hola, Adam. –lo saludo, Emily solo agacha la mirada y Andy lo mira descaradamente y luego asiente en aprobación del muchacho. Por dios, ¿así somos de descaradas las chicas?
– Hola, chico lindo. –saluda Andy por su parte. Por lo que veo no necesita presentaciones ni nada.
– Hola, hermano. –le regresa el saludo Adam, con su ceño fruncido y un toque de curiosidad.
– Adam, él es Andy, de mi facultad de artes plásticas, Andy, él es Adam, de mi facultad de administración.
– Mucho gusto, Andy. –lo saluda Adam con un asentimiento.
– El gusto es mío, galán. –le responde Andy con tono coqueto. Ay no, ¿está coqueteando? ¿Es en serio?
– Bien... –de pronto el ambiente se pone un tanto incomodo, pero a Andy no parece importarle en lo mínimo.
– ¿Nos ibas a decir algo, Adam? –pregunto para aligerar un poco el repentino ambiente seco.
– Oh, sí. El viernes haré una fiesta en mi casa para celebrar nuestra primera semana de este último año de universidad. Así que las estoy invitando oficialmente.
– Eso suena bien, Adam. Por mi parte sería genial. ¿Qué opinan, chicas?
– Yo... yo creo que estaría bien. –responde Emily con repentina timidez y sus mejillas sonrojadas. ¿Y eso de donde? Hace un par de horas quería arrancarles la cabeza a tres chicos.
– Yo estaría más que encantado de ir, fortachón. –responde Andy con un aleteo de sus largas pestañas rizadas.
– Bien... Entonces las espero el viernes a las cuatro de la tarde. Te mandaré la dirección por mensaje, Abby. –me dice sonriendo.
– Por supuesto, Adam.
– Oh, y no olviden llevar su traje de baño. –me guiña un ojo y luego con un movimiento ágil se pone de pie y se aleja de nuestra mesa. Sin duda es el chico más atractivo y guapo que he visto por aquí.
– ¿De qué panadería se escapó ese bizcocho? –comenta Andy, viendo por donde se fue Adam.
– No lo sé. No digas esas cosas, suena raro. –dice Emily con sus mejillas aún encendidas.
– Pero es que mira, sweetie, está para comérselo.
– Eso sí. –intervengo. –Hay que admitir que es demasiado guapo y sexy como para ser legal.
– Lo sé, cariño, y estoy más que disponible para ti. –y con solo escuchar su voz hace que todos mis sentidos se pongan alerta y que al mismo tiempo se pongan a temblar. Me giro a verlo y veo que toma asiento a mi lado junto con su par. Harry se sienta al lado de Andy, Louis también se sienta pero al lado de Emily.
– Horan, ¿qué haces por aquí? –le pregunto con fastidio.
–- Vengo a asegurarme de que comas bien, cariño. Mi socia tiene que estar saludable.
– Estoy más que saludable sin ti, Horan, así que te puedes ir sin preocupaciones. –respondo con sequedad.
– Ya veo que estás de mal humor. ¿Sabes? Conozco una forma infalible que sirve para el estrés y mal humor. –ay no, ya va a empezar con sus perversiones. De pronto siento su mano sobre mi muslo, con la punta de sus dedos vacilando entre el dobladillo de mi falda y mi piel. Abro los ojos como platos. ¡¿Qué demonios se cree que está haciendo?!
– ¡Horan! ¡¿Qué haces?! –murmuro entre dientes. Le gritaría y le lanzaría mi deliciosa ensalada en su bonita cara, pero sería vergonzoso que los demás supieran lo que está haciendo bajo la mesa, y además desperdiciaría mi rica ensalada.
– Nada, nena. Solo estaba quitando un trozo de lechuga que se escapó de tu plato. –mentiroso. Mentiroso y morboso. Tomo su mano y la alejo bruscamente de mi pierna.
– Pues para eso no tienes que estarme toqueteando, Horan. Y te agradecería que tú y tus amiguitos se fueran de nuestra mesa.
– Discúlpame, cariño, pero en ningún lado le veo tu nombre a la mesa, así que yo y mis amiguitos nos quedaremos aquí. –me dice tranquilamente con una sonrisa burlona y desafiante, y yo estoy que hiervo de la furia. ¿Es en serio? ¿Tengo que soportarlo hasta en la hora del almuerzo? ¡Es un arrogante insoportable! –Deberías comer, te espera un largo día. – ¿y ahora se burla de mí?
– Deja de molestar, Horan, o si no te sacaré los ojos con mi tenedor. –murmuro entre dientes tratando de contenerme. Cuenta hasta diez, Abby, cuenta hasta diez. Uno, dos...
– Preferiría que me sacaras la ropa. Con los dientes sería más que sexy, pero me conformo con que sea con tus lindas manos, cariño... –cinco, seis... no, no puedo siquiera concentrarme con su presencia aquí, y menos diciéndome esas cosas de sacarle la ropa con... ¡¿Qué?!
– Eres un sucio y un pervertido. No sé cómo demonios me puedes estar diciendo esas cosas y menos frente a todos.
– ¿Frente a todos? –me pregunta burlón. –Tu amiga y tu amigo están charlando cómodamente con mis amiguitos. –levanto la vista y efectivamente, Louis y Harry están contando algo y Andy está metido de lleno en su relato mientras que Emily solo pone los ojos en blanco con cara de "piedad, ya que se callen y se vayan" Lo sé, Emily, te comprendo. – ¿Lo ves? No tienes de que preocuparte, cariño. Solo estamos tú y yo. –susurra junto a mi oído, haciendo que una corriente eléctrica recorra mi espalda. Odio que tenga ese efecto en mí, es desconcertante.
– Horan, por favor...
– ¿Por favor, que? –susurra de nuevo y acaricia mi cabello, acomodándolo sobre mi hombro y rozándome "accidentalmente" con sus nudillos. Oh mi...
– Nada. –respondo casi sin aliento. Siento como si me faltara el aire y algo creciera en mi estómago. Piensa en otra cosa, Abbigail. – ¿No comerás tu almuerzo? –pregunto notando que no trae nada que comer. Pero si es más comelón que yo, ¿podrá estar sin comer hasta el final de clases?
– Me alegra que te preocupes por mí, preciosa. –comenta con una gran sonrisa. Yo solo pongo los ojos en blanco. No es que me preocupe por él, solo era curiosidad, es solo para pasar el nada cómodo rato con él. –Cuando los chicos y yo entramos en la cafetería vimos que la fila del almuerzo estaba demasiado larga, y luego te vi a ti, acompañada de tu tímida amiga y tu extraño compañero.
– Hey, ¿por qué extraño? –le pregunto un poco molesta. Aunque tal vez ya notó que Andy es gay. Aunque eso no se puede pasar desapercibido tan fácil.
– Pues no sé. ¿Es extranjero o algo así? –dice con su ceño fruncido, mirando a Andy con cara de curiosidad. ¿En serio no lo ha notado o solo está jugando?
– Pues es de Estados Unidos, creo. –le respondo viéndolo fijamente mientras él sigue observando a Andy. No hay duda de que ve algo extraño en él.
– Sí, se ve que no es de aquí. Pero bueno, dejando de lado el tema de tu compañero, quería saber si tal vez quisieras ir a comer a algún lado.
– ¿Me estas invitando a salir? –sinceramente, me tima por sorpresa.
– Supongo, en ningún momento dije otra cosa como ducharnos juntos luego de un buen polvo o de escaparnos juntos a una cabaña lejos de la ciudad para que así tú y yo tuviéramos muchos hijos y los criáramos mientras ellos corren en el prado al atardecer.
– Bien, entiendo lo que es el sarcasmo, gracias. Solo que en ningún momento escuché la pregunta en donde se supone me invitabas a comer. – ¿nuestros hijos? ¿De él y yo? ¿En un prado al atardecer? La última parte me pareció muy cursi, eso le hubiera más que encantado a Andy.
– De acuerdo, lo intentaré de nuevo. –pone los ojos en blanco y se acomoda en su lugar para verme mejor a la cara. –Abby, ¿te gustaría...?–y no termina la frase por culpa del timbre que resuena por la cafetería. Grandioso, no pude terminar mi almuerzo por culpa de cierto rubio.
– Me tengo que ir, tengo clase de animación y arte digital. –digo poniéndome de pie, acomodando mi bolso sobre mi hombro.
– Pero tenemos clase de administración. –me dice confundido también poniéndose de pie.
– Lo sé. La recuperare en los periodos extra. Andy, tenemos que irnos. –llamo a mi amigo quien también se pone de pie junto con Emily, y el par de Niall. Andy se acerca a mi lado.
– Vámonos, linda. –me responde con voz gruesa y varonil. Wow, ¿Qué fue eso? Si no lo conociera diría que es un chico atractivo que podría conseguirse a la chica que quiera con solo decirle algunas palabras. Wow. ¿Dónde quedó mi amigo gay?
– Bien... –respondo confundida y algo fuera de lugar. –Nos vemos más tarde, Horan.
– Adiós, Abbigail. –me dice sin dejar de desafiar a Andy con la mirada. ¿Y eso que? ¿Qué demonios les pasa? Un momento... Niall me llamó Abbigail. Siempre me dice nena o cariño.
– Nos vemos en un rato, Emily. Me dices si este insecto ligador se pasa contigo. –le digo mientras trato de arrancarle la cabeza a Louis con la mirada, él solo se sorprende por como lo llamo, y Harry vuelve a reírse. Este chico es muy risueño.
– No te preocupes, ve tranquila, puedo manejarlo.
Andy me toma del brazo y juntos salimos de la cafetería rumbo al edificio D.
– ¿Qué rayos fue eso? –le pregunto a Andy de camino a nuestro salón.
– ¿Qué fue, que, sweetie? –responde con su voz de siempre, sin nada varonil en ella.
– Eso, cuando me hablaste y estaba con Niall.
– Ay sweetie, solo fue un experimento. –me responde con desenfado.
– ¿Un...? ¿Con que fin? –digo desconcertada. ¿A qué rayos se refiere?
– Solo fue para provocar al muchacho. Por cierto, muy guapo tu galán. No me habías dicho que está como quiere.
– ¡Andy! Concéntrate. ¿Cómo que provocarlo? –sigo sin entender.
– Ay, sweetie, no me digas que no te has dado cuenta. A ese chico lo traes... ¿cómo decirlo?... idiotizado. –uy sí, claro. ¿Me aclaró algo? No, nada.
– ¿Idiotizado?
– Si, sweetie. Le gustas.
– Sí, para tenerme en su cama. –respondo en tono seco. Es cierto, chicos como él le rehúyen al compromiso y todo lo que se le relacione.
Recuerdo el día anterior que fuimos por mis cosas al hotel. En la habitación tuvo la oportunidad de intentar algo conmigo y no la desaprovechó, solo que no contó con que yo no entraría en su juego.
Entramos al salón, el cual está casi lleno por nuestros compañeros. Tomamos asiento en una de las mesas del centro.
– Es más que eso, sweetie. Pero eso no quiere decir que se le quite el deseo de tenerte en su cama.
– Entonces... ¿soy como un capricho para él?
– No sabría decírtelo exactamente, pero creo que sí.
Claro, ya lo imaginaba. Solo me quiere para ser uno más de sus juguetitos sexuales. Es como cualquier hombre, solo me quiere para tenerme entre sus sabanas. ¿Y yo como lo quiero? Pues la verdad, ni yo lo sé. Tal vez si fuera más cariñoso y menos... menos... No, la verdad no le quitaría nada a su forma de ser, él es increíble a su manera, incluso su ego es divertido. Entonces, ¿Qué me impide quererlo? Tal vez el pequeño detalle de que es un mujeriego. Si tuviera una oportunidad de salir con él, ¿podría darle la confianza de que no me engañaría con otra? Es una buena pregunta ya que la mayor parte de una relación se basa en la confianza.
¿Pero qué demonios estoy pensando? ¿Yo y Niall en una relación? ¿Estoy loca? Bueno, tal vez un poco loca. Aunque preferiría teñirme el cabello de rosa a ser novia del pervertido de Horan.
El profesor entra en el salón dejando su maletín sobre el escritorio. Pareciera que acaba de sacar de la ropa sucia el saco negro que trae puesto y podría jurar que esos son los mismos pantalones que traía la última vez que lo vi. ¿Le darán algún sueldo a este hombre como para que se compre algo de ropa decente?
El profesor comienza la clase y ni yo, ni Andy volvemos a tocar el tema de Niall en lo que resta de la clase.