ADIÓS
Parte #2
Una ola de adrenalina recorre mi cuerpo, y la ansiedad me abruma. Chloe también está nerviosa, diría que descontrolada, riendo como una tonta. Pero eso es normal, considerando su temperamento siempre excitado.
Con los pies en el suelo, pasamos por el control y nos dirigimos a recoger nuestro equipaje. Me muevo impaciente en el lugar, esperando más de veinte maletas por delante, hasta que finalmente diviso mis peculiares valijas.
Mi mátria insistió en comprar unas maletas exageradas y coloridas, con un diseño de arcoíris, para que no las perdiera entre un mar de maletas similares. Le agradezco su rareza, como siempre, porque tenía toda la razón.
La gente se desplaza rápidamente, observo atónita cómo caminan sin chocar, aislados del mundo y evitando a Chloe.
Ella estira el cuello como una jirafa antes de hablar.
―¡Esto es una locura, Iona! Me pregunto cómo será nuestra guía con un nombre unisex.
La observo mientras mantiene su barbilla en alto, escaneando la terminal, con la lengua asomando por encima de su labio superior. Río al verla y pienso en cómo evitar que diga algo inapropiado frente a la persona que nos ayudará aquí.
—No lo sé, tu pá la describió en detalle —comento, rodando los ojos y haciendo una mueca con los labios.
Chloe se atraganta al ver un cartel más adelante con nuestros nombres mal escritos. Una mujer alta se acerca apresuradamente. Probablemente, Báez le haya dado algunas fotos, ya que Dahian nos enfoca de inmediato.
Sonrío al ver la foto que Dahian tiene en frente: una chica con cabello anaranjado brillante y otra que se asemeja a un rubio puercoespín. ¡Ja! Difícil de olvidar.
Dahian tiene una sonrisa clara y agradable, y me sorprende lo empática que es. Esperaba que fuera más distante, debo admitir. Sus ojos son de un azul celeste puro y su cabello albino cae en suaves ondas sobre sus hombros. Su tez se ilumina con las luces del lugar, revelando la translucidez de sus venas. Sus labios delgados tiemblan nerviosamente en las esquinas, lo que la hace lucir aún más dulce. Y de cerca, puedo ver su atuendo de oficina, como era de esperar. Lleva una falda tubo, tacones altos y un elegante abrigo de color camel que llega hasta la mitad de sus muslos con elegancia.
En Seraphia, el clima es diferente. Aquí estamos a mediados de febrero con una temperatura de seis grados. También caen algunas gotas de lluvia. Trato de no pensar en ello y espero acostumbrarme antes de que llegue el verano.
Llevo unos jeans y en mi bolso de mano he traído unas orejeras por si acaso, ya que mis orejas son sensibles al frío. Solo llevo un suéter mostaza y una chaqueta verde musgo encima, esperando que sean suficientes hasta que lleguemos a nuestro nuevo hogar. Además, tengo puesta mi mejor gorra sobre mi cabello rizado. Un vago recuerdo viene a mi mente: la llevé ese día. ¡Ay, Baco! Solo de reflexionarlo, mis pies comienzan a vibrar.
Nos dirigimos rápidamente por la terminal hacia Dahian. Las pecas de Chloe resaltan en sus mejillas, rebosantes de color rosa, cuando la asistente se presenta y nos habla en su idioma, aunque luego cambia a un serafiano casi torpe.
Apoyo mi codo sobre una de las costillas de Chloe de forma ligera. ¡Se pone aún más roja! Me mira de reojo y me dedica una sonrisa torcida.
Dahian hace un evidente esfuerzo, así que no es justo que Chloe haga un comentario sarcástico. Pero al final, decido no intervenir.
Dahian parece tímida.
―Vengan... ―carraspea su garganta―. Acompáñenme a la salida. Tengo el vehículo estacionado. Tu... Tu páter me pidió que las llevara a su hogar.
Me compadezco y cambio para que ella comprenda.
―Dahian, ¿verdad? ―ella asiente―. Bien, soy Iona Sabatelli. ―Aunque creo que ya lo sabe, me presento educada y amigable.
Chloe levanta apenas los ojos, pero lo noto. Luego hace lo mismo. Nunca es reacia a las presentaciones; puedo decir que lo hace mucho mejor que yo. En realidad, ella siente celos de esta mujer treintañera, celos por su páter. Desde que su mátria falleció, nunca hemos conocido otra relación formal que él haya tenido. Y el duelo aún perdura después de casi diecisiete largos años.
Chloe murmura algo entre dientes, su tono sureño perverso.
―¿Dónde queda? ―Chloe frunce las cejas―. Quiero decir, sé dónde está Angeltown Park. ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar con el tráfico?
La asistente la mira emocionada, sin notar la brusquedad en la voz de Kick. ¡Me agrada esta mujer! Oh, la ha ignorado por completo.
Dahian frota sus manos antes de ofrecerse a llevar una de nuestras maletas. Le entrego mi equipaje liviano para evitar choques o palabras ofensivas de Kick-ass. Como agradecimiento, los labios pintados de rojo coral de Dahian pronuncian un "gracias" seguido de un guiño.
Seguimos a la pomposa rubia hasta su escarabajo rojo. ¡Demonios, ¿cómo vamos a meter toda nuestra carga ahí dentro?!
En las concurridas autopistas, Dahian comenta que si tenemos suerte, estaremos en la isla de Mysthattan en una hora. Escucho con temor, aferrándome al asiento trasero. ¡Dahian es toda una piloto extrema!
En el camino, observo en silencio a través de la ventana mientras cientos de autos se mueven como hormigas. Me siento como una idiota, pero al mismo tiempo me siento majestuosa. Es todo tan exótico y nuevo que incluso lo más simple se convierte en algo increíblemente genial.
El sol brilla tímidamente al escaparse de una mañana nublada. Según la aplicación del teléfono, pronto nevará. Espero con ansias.
Mientras observo la ciudad cubierta por un manto blanco, una sombra pálida llama mi atención cerca del puente. Presto especial atención y veo a un hombre robusto atacando a un anciano indefenso.
Actúo por impulso, sin pensarlo. Me lanzo sobre el asiento de Dahian y Chloe, golpeando con determinación sus lugares para que detenga el auto. Dahian se sorprende y me mira a través del retrovisor, pero no le presto atención. Salgo del vehículo con rapidez y me acerco al agresor sin mediar palabras. Grito cuando el hombre alcanza el cuello del otro y lo arroja con fuerza por encima del puente. Su cuerpo cae hacia las aguas del río mientras me asomo para asegurarme de que aún está con vida y no desaparece en las aguas.
En su caída, su ropa se desprende y su abrigo se abre, revelando una columna vertebral resaltada. ¿Acaso sus vértebras se afilan en una extraña secuencia? Su piel tiene un tono antinatural de ceniza y una larga cola se une a su espalda, consumida por manchas oscuras que arden. Mi respiración se entrecorta al notar que sus piernas se convulsionan en la caída. Me he equivocado, el anciano posee unos definidos y espeluznantes tríceps, y sus pies están equipados con garras afiladas.
Respiro intranquila, sintiendo miedo al ver aquello tan extraño de soslayo, cuando el agresor se queda frente a mí a unos pocos pasos. Mi cabeza da vueltas y escucho el lastimero gruñido de una bestia. Cuando finalmente me aclaro, veo la nada y, al despejarme, un oscuro vapor se disipa con la suave brisa del Río Este.
Aprieto los nudillos en la barandilla mientras me giro para localizar al asesino. Lo veo alejarse con su abrigo negro ondeando detrás de sus rodillas. Su capucha oculta su rostro, pero algo más llama mi atención. Un arco cuelga delicadamente sobre su hombro.
—¡Oye, deténlo! ¡Deténganlo! —grito, buscando llamar la atención.
Escucho zapatillas corriendo detrás de mí, y la voz de Chloe suena agitada al hablar.
—¿Qué estás haciendo, Iona?
Me siento angustiada mientras respondo, tratando de procesar lo que acabo de presenciar.
—¿No lo ves? Ese hombre... Es imposible no notarlo. ¿Acabo de ser testigo de un homicidio? —exclamo, buscando confirmación en los ojos de Chloe.
Las cejas de Chloe se fruncen y su mirada se dirige al espacio vacío bajo el puente. La tensión se apodera de nosotras.
—Uh, Iona, debes estar agotada por el vuelo... —comenta, tratando de encontrar una explicación más racional.
—¡Uhm, no, no, no! —escupo, furiosa y abrumada, incapaz de ignorar lo que acabo de presenciar.
Dahian se acerca, con el teléfono en la oreja, haciendo una llamada a la policía. Observa la autopista, preocupada por nuestra seguridad.
—Chicas, he avisado a la policía, vienen en camino, ellos se encargarán. Vámonos —dice Dahian, intentando calmar la situación.
Mi mente busca soluciones desesperadamente, pero ninguna idea parece sensata. Entonces, opto por lo más lógico en ese instante: fingir.
—Sí, debe ser el largo viaje. No pienso llegar a un nuevo país y ser tan desafortunada para presenciar un asesinato, ¿verdad? —digo, ocultando mi verdadera preocupación.
Chloe mira a Dahian, esperando una reacción que confirme que no estoy delirando y que alguien más ha sido testigo. Dahian me observa detenidamente y, de repente, extiende su mano para sujetarme con cortesía.
—Vamos, aún nos queda un rato para llegar. Ambas están exhaustas —dice Dahian, intentando mantener la calma.
Me detengo antes de entrar al vehículo y miro al vacío donde antes estaba ese terrible hombre con un abrigo inapropiado para el clima. Mi mente está en caos.
La música de la emisora suena como un susurro mientras Dahian se reincorpora a la autopista. Chloe me saca de mis pensamientos con un brusco movimiento.
—¡Ey! Iona, nuestro hogar está cerca de la universidad, pero lo primero que quiero ver es el parque de la película "Momento" con Miles Kill —dice Chloe emocionada.
Intento parecer casual y no aburrida.
—Sí, cómo olvidarla. Me hiciste ver... —hago una pausa y cuento en mis dedos—, un montón de veces.
Dahian no puede evitar una risita divertida ante nuestra conversación.
—Creo que no podrás ir así como así, es privado como en la película. Necesitas una llave, no te preocupes, se la pediré a Luka —informa Dahian a Chloe.
Mis ojos se abren de par en par al escuchar el nombre. Charles se mostrará enardecida. Nadie, ni siquiera los empleados de años que conozco, llaman a su páter por su nombre de pila.
El resto del camino se hace agotador mientras intento evitar que Chloe diga algo inapropiado. Afortunadamente, parece estar absorta en sus pensamientos, al igual que yo, sumida en una creciente confusión, sin notar que el sueño me arrastra hacia un abismo oscuro.
Más tarde, Dahian, nuestra nueva compañera oficial, nos saca de nuestro adormilamiento con su voz.
—Chicas, despierten, ya llegamos.
Refriego mis ojos y, mientras trato de enfocar mi vista, miro a mi lado derecho.
¡Oh, Dios mío!
* Actor ficticio.
* "Páter" es "padre".