SINOPSIS
"Una simple mención de las palabras 'Había una vez' o 'Ábrete sésamo' puede abrir las puertas de la imaginación y desatar una aventura, pero no es así en mi caso. Me llamo Iona Sabatelli, tengo 21 años y soy una chica común que tiende a p...
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ADIÓS
Parte #1
—Vamos, Iona, no te vas a deshacer de mí tan fácil. ¡Indícame cómo funciona! ¡Aghr! ¡Dime, niña, que no entiendo este aparato! —Arturo reacciona de mala gana frente a la computadora, en un auténtico ataque de histeria.
—Haz clic aquí para abrirlo y luego espera, ¡voilà! Así nos comunicaremos, ¿de acuerdo? No toques nada más que no te haya enseñado, ¿entendido?
—Sí, sí, mi chiquita.
Ruedo los ojos resignada. No le respondo, porque le causa mucha gracia verme frustrada por cómo me sigue llamando. En ese instante, Amalia nos interrumpe y entra riendo a la sala mientras lucha con mis maletas al bajar las escaleras.
—¿Qué estás haciendo? Deberías haber esperado.
—No, no, Iona, déjalo. Solo están un poco pesadas. —Sonríe y encoge los hombros, soltando la última maleta al suelo—. Quise hacerlo yo, total, después, ¿qué más puedo hacer por ti? Te vas muy, muy lejos.
Para empeorar las cosas, suelta su palabra entre sollozos ruidosos. Por Dios, pienso y rasco mi vista para no llorar, al recordar que ya lo he hecho innumerables veces antes, durante estos días infernales.
—Sabes que pueden ir, es solo un trimestre, luego nos volveremos a ver. Ya está todo planeado. Tienen el visado y los trámites listos. No tienes que preocuparte por el dinero. —Le recuerdo, mientras ella agranda sus ojos casi desorbitados, lo cual la lleva a investigar nerviosa detrás de su hombro, directamente a Arturo, aunque él continúa absorto en la computadora.
—Shh, Iona —susurra—, tu padre no sabe ni la mitad.
Me abstengo de reír. Es cierto, si supiera que deposité parte de los ahorros para ellos, junto a la amable ayuda de Báez, se enfadaría y no me visitaría en una década. Extrañaría el obstinado orgullo de mi Arturo y esa inocente dulzura de mára para ocultarle pequeñas mentiras blancas. En sus años de matrimonio, nunca ha ocultado algo así. Me conmueve lo niña y temerosa que se pone solo porque quiere verme, y lo sé. Esto me recuerda que no estaré a su cuidado, que estoy a punto de volar completamente de aquí, no solo a otra casa, ¡sino a otro país! Me sorprende cuánto deseo esto, cada vez que me veo aferrándome con fuerza al ónix, más de lo normal. Siempre le he tenido aprecio, pero predigo una presencia reconfortante en una simple roca. ¿Es una locura? Bueno, díganmelo a mí.
