PRÓLOGO

931 50 22
                                    

PRÓLOGO

PERLADO


La helada noche no la siento, soy tan frío como un témpano. Sin prisa, camino contando cada paso, mientras las luces y las bocinas de los vehículos se pierden dispersas en la gran ciudad de Sombraire.

Lo tengo atrapado, «eres mío», casi río por mi victoria, entretanto, el pobre rasguña aquel muro, dejando en la pared el resto de sus uñas, en un intento desesperado por huir.

—¿Dónde está tu Dios ahora?

El corderito volteó casi exasperado y salta sorprendido ante mi cercanía, cuando le insinúo aquello en tono burlón. De manera que me ve con su rostro pálido de un color azul perla, iluminado tenuemente por la clara luna que cerca la noche. Naturalmente, mis botas resuenan en el mohoso callejón para finalmente detenerme más próximo del moribundo insecto.

—No lite putare quoniam veni solvere —digo notándolo temblar, mientras continúo con extenuado humor—. Claritas somnum, dame lo que quiero. Deseo saber acerca del Or. ¿Qué es? ¿Cómo lo encuentro?

Lo veo venir —aún conserva su rapidez—, el sujeto saca por lo bajo un cuchillo zafiro que blande con ligereza, creando un juego de destellos cuando el arma corta el aire, a la vez que dice con voz sujeta casi murmurando entre dientes:

—¡Vos unde sitis discedite, a me omnes operarii iniquitati!

Pero el filo de su hoja ni siquiera roza la piel de mi mejilla, ya que mi espalda se contorsiona a tiempo. Sin preámbulos, con solo mover la mano logro sujetar la suya gracias a la fuerza bruta que mi raza ha heredado.

Mosca muerta, pienso, y al instante aprieto mis dedos juntos, como si hiciera algún tipo de contacto físico con él. Su rostro se contrae por el dolor y al segundo deja caer el arma blanca.

El chico retrocede, pegándose al muro, observando con aquellos angelicales ojos dorados. Percibo una vez más su miedo, y estudio su cuerpo cuando suelta sus manos temblorosas a los lados y el sudor se escapa bajo su cuero cabelludo.

—No sé de qué me está hablando, ya hace un siglo que he caído, n-no sabría decirle, solamente sé... que lo que me cuestiona es una leyenda.

Comienzo a perder la paciencia cuando bramo.

―N-no, s-sí... ¡Ya maldito, dilo sin tartamudear, estoy perdiendo los estribos!

—¡Pietate! ¡Piedad, digo la verdad! Fue y es una leyenda, en todo caso, solo fui un peón de la muerte, de él obtendrá las respuestas. —Sonrío con cinismo.

En el intervalo revelo la autenticidad en sus palabras, puedo olfatear su pánico. Entonces, de todos modos, acortamos su estadía.

—Por favor, no, no lo haga. S-Si lo supiera ofrecería mis servicios a usted.

—Palabras incorrectas, odio a los cobardes.

El pobre se acurruca en el suelo rogando clemencia, pues sin más lo ahogo al apropiarme de su cuello, empezando por estrujar su tráquea. Lo observo desde mi altura y veo cómo sus pies ceden despacio ante la gravedad, y río con soberbia, cuando por mis dedos corre un tibio líquido de color carmesí. Entonces, saboreo su dolor.

—Oh, mmm, el maldito de Azraél debería elegir mejor a su ejército.

Le miro a los ojos rezando a su Dios por él y por su alma traicionera. Me contenta, además de respirar del aire, el olor a su sangre, cuando brota junto a esta el chasquido de los pequeños huesos de su garganta, rompiéndose, igual que si fueran los de una diminuta ave.

Magnet in Dark© Parte I "EL ÓNIX" NUEVA VERSIÓN -#PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora