8 ATTENTE

181 17 16
                                    


"Chica con ojos de ayer sé que vibras también,

La extraña sensación...

De no pertenecer a este mundo.

Como en un trance...

Ya tantas veces morí, nunca me pude ir

El arte de vivir por encima del abismo,

estoy condenado a errar (de amor en amor),

Poseídos por el más allá".

Fragmento del tema;

"MEDIUM" De Gustavo Cerati


ATTENTE



Caminaba por la calle, observando el claro del anochecer. Apenas eran las ocho de la noche, pero el cielo mostraba un brillo apagado de estrellas. La tensión me invadía; era viernes y Chloe estaba emocionada por salir, pero yo aún no sabía si quería hacerlo. La idea de encontrarme con ese chico me consumía energía, como si absorbiera cada pensamiento. Desde que se comunicó con Chloe, me dejó confundida y aterrada. Me sorprendía la valentía con la que afrontaba esta situación, considerando cómo me sentía y todo lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

Finalmente, llego al lugar donde trabajo y tomé una profunda inhalación antes de entrar. Hoy, tal vez, todo podría cambiar. Empujé la puerta del local, donde los llamadores resonaban agitados, y en ese mismo instante una voz chocó contra mí.

—¡Buonasera, Iona! —Javier saludó, cambiando su acento de Sombraire por otro.

—¿Cómo estás hoy? —Detuve mi andar y le di un beso sonoro en la mejilla, pero luego titubeé al hacerle una pregunta—. Mmm, Javi, ¿alguien vino preguntando por mí?

Me observó detenidamente.

—No, casi entro contigo, acabo de llegar. Ah, Iona, ¿tienes maquillaje? —Ríe mientras extendía su dedo y tocaba mi pómulo.

Lo esquivé.

—Oh, sí, bueno, gracias. Voy a cambiarme.

Durante todo el camino, mis pensamientos giraban en torno al encuentro con el gótico rockero. ¿Qué debía decir? ¿Cómo debía comportarme? ¿Cómo quería que me viera? La tensión aumentaba. Pasé una hora y media en mi habitación peinando y arreglando mis rizos rebeldes hasta encontrar la apariencia deseada. Me gustaba cómo lucía mi cabello ese día. Opté por un vestido negro de cuello Peter Pan, medias oscuras y unos zapatos de plataforma baja para estilizar mis piernas. Decidí darle un toque de color a mi rostro, algo poco común en mí, pero hoy era una ocasión especial. Sin embargo, decidí dejar mi collar de ónix en la cajonera. Cada vez que me lo quitaba, sentía como si me arrancara algo, como si mi cuerpo se desestabilizara.

Los nervios me dominaban. No era buena en las presentaciones. No sabía cómo actuar y esta situación me sobrepasaba. ¿Él, ese chico misterioso, significaba tanto para mí? Apenas lo había visto una vez en persona (los sueños no cuentan).

El restaurante estaba repleto esa noche, con el ajetreo de personas caminando y corriendo por todas partes. Estaba tan ocupada y concentrada en mi trabajo que poco a poco olvidé el encuentro con el chico y mi teléfono. Horas más tarde, me sentía exhausta y sin ánimo para hablar o ver a nadie más. La gente no dejaba de hablar y comer sin parar. Observé mis pies, que se sentían hinchados como un pez globo, y para empeorar las cosas, mi cabello y maquillaje se habían desvanecido por completo. Suspiré con desgano mientras me retocaba nuevamente en el espejo. Sin prisa, giré sobre mis pies y metí la mano en mi mochila. Tomé el móvil y al revisarlo descubrí una llamada y un viejo mensaje de Chloe.

La tensión se elevó mientras me sumergía en mis pensamientos.

Le di aquella respuesta rápida que no significaba nada e incluso mentí sobre mi falta de interés, pero sabía que me engañaba. Sí, me intrigaba lo que quería decirme sobre él. Consternada, me quedé en silencio, mordiendo la uña de mi meñique, pensando, y quedé verdaderamente en Júpiter cuando una llamada me interrumpió.

El teléfono sonó y su estruendo me sobresaltó. No miré la pantalla porque los nervios comenzaron a abordarme de inmediato.

—Hola, ¿cómo estás? ¿Me has extrañado?

—¡Pá! Si llamaste vos. —Me encogí algo desilusionada.

—Mi chiquita, ¿cómo estás?

Me pareció verlo, su cara, con esperanza de que lo añorara. En realidad, hoy no estaba en mis pensamientos, páxus. No precisamente, lo siento, Arturo.

Después de colgar, me dirigí al salón donde aún encontraba a algunos de mis compañeros.

—Estoy re cansado. —Escuché decir a Javi, sentado sin ánimo en la barra, aferrado a una cerveza.

Lo distraje cuando dejé mi bolso en la barra. Me detuve a tomar un descanso antes de marcharme.

—No, ¿en serio? —le solté burlona, riendo con fuerza. Sentía esa libertad con él, ya que prácticamente empezamos a trabajar juntos en el café hace unos tres años.

Él me lanzó una mirada de soslayo, sonriendo socarronamente y mostrando casi todos sus dientes.

—¡Jo, Jo! Y qué quieres, estoy un poco gastado ―recalcó, al tiempo que levantaba su muñeca para empinar la botella sobre sus labios y beber un gran sorbo.

Pensé dos veces antes de darle la invitación. Tal vez quería ser egoísta y no ser la única tan exhausta en ir con Chloe.

—Javi, ¿quieres ir al boliche conmigo? Me esperan amigas, pero estoy igual que vos. —Agarré una bebida sin alcohol que me ofreció Laura, la de la barra, una de las pocas que aún quedaba dentro del local.

Javier se inclinó por encima de la barra y me observó atento.

—¡Ajá! ¿Amigas, dijiste?

Reí con él; Javier no tendría problema si Chloe o Erika lo rechazaran, porque era encantador y tendría suerte con alguna otra, eso era seguro.

Era un chico de veinticuatro, alto y moreno. Su cabello era lacio y oscuro, lo llevaba largo, pero lo tenía siempre sujetado por una cola de caballo. Sus ojos eran oscuros y penetrantes, con un brillo que se le escapaba de ellos. Era de complexión delgada, pero no le faltaba músculo. Lo recordaba como un flaco desgarbado, pero a medida que fue trabajando y esforzándose, sus bíceps empezaron a notarse más.

Me quedé pensativa un momento, luego de reírme con él, sin saber si debería ir o no. ¿Debía darle una oportunidad a aquel encuentro con el misterioso? ¿Qué podía salir mal? ¿Y si salía bien? ¿Y si resultaba ser alguien completamente distinto a lo que imaginaba? La curiosidad me picaba, pero la inseguridad también me detenía. Tal vez podría hablar con Chloe, obtener su opinión. A fin de cuentas, ella siempre sabía cómo animarme.

Finalmente, decidí ir con ella. Le había prometido que no la dejaría sola y pensé que tal vez podía ser divertido. Quién sabe, tal vez incluso me sorprendiera a mí misma.

Llamamos un taxi y nos quedamos de pie en la acera muriéndonos de frío mientras esperábamos. Observé a un distraído Javier, que daba bocanadas quemando el papel de su cigarrillo.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Magnet in Dark© Parte I "EL ÓNIX" NUEVA VERSIÓN -#PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora