SINOPSIS
"Una simple mención de las palabras 'Había una vez' o 'Ábrete sésamo' puede abrir las puertas de la imaginación y desatar una aventura, pero no es así en mi caso. Me llamo Iona Sabatelli, tengo 21 años y soy una chica común que tiende a p...
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EXIT
Un mes después, entre tanto, Jared...
Salida...
Es lo que anhelo desesperadamente una y otra vez. Nunca creí que fuera una persona normal, pero jamás imaginé que terminaría convertido en algo anómalo.
Examinando con desesperación las formas menos confiables de escapar, me encuentro aquí sosteniendo un magnífico objeto tallado de ónix negro, enrollándolo en mi dedo medio y observándolo sin cesar, como si la maldita cosa tuviera las respuestas adecuadas para el caos que me rodea.
Gruño en voz baja mientras recorro la casa solitaria, que me ha visto crecer. Me muevo con irritación, sintiendo las sensaciones que me agobian y bostezo, un completo desastre. Mi cabello rubio ahora se eriza en todas direcciones, aunque ocasionalmente lo llevo así, y sé que luzco lamentable. La ropa parece a punto de ponerse de pie por sí sola, salpicada de tiza por todas partes.
Hago un nuevo intento y regreso a la habitación. A pesar de la derrota, he dejado de dormir, parte de la rutina actual, y ciertamente llevo así cuatro días sin tumbarme. Mañanas, tardes y noches se vuelven una repetición interminable, y los nervios y calambres retorcidos en mis muñecas están empezando a cobrar su precio. Sin embargo, no he abandonado el taller de escultura, ahora lleno de figuras malformadas y cuerpos inacabados de esa mujer. Sé que no podré soportarlo por mucho tiempo, o colapsaré en un estado catatónico en cualquier momento.
Me extiendo sobre el colchón, completamente exhausto y agotado. La sonrisa sin rastro de alegría se desvanece de mi rostro, mientras tanto los ojos se me humedecen, cargados de fatiga. Parpadeo repetidamente, luchando por mantenerme despierto, pero siento cómo la energía se escapa de mi cuerpo, como si fuerzas invisibles me empujarán hacia un profundo abismo.
Tres, dos... uno.
El peso del cansancio se hace cada vez más abrumador, arrastrándome hacia un sueño indeseado. Mi mente se vuelve una batalla entre la resistencia y el agotamiento.
Abro los ojos y rebusco, corriendo desesperado por un lugar amplio y oscuro. Un espeso olor almizclado inunda mi sentido del olfato cuando atravieso las puertas, aberturas de diferentes colores, texturas y materiales.
Me detengo especialmente frente a una de tono ébano, sellando el espacio y quizás mi posible despertar. Pero de inmediato comprendo que una vez más soy incapaz de escapar del sueño.
Con las manos en las caderas, contengo un grito en la garganta, intentando silenciarlo, pero se escapa sin permiso. Estoy tan repugnado por todo que no puedo reprimir esa liberación.
Mientras continúo mi camino, estudio el entorno y solo veo paredes grises. No hay mucho más para explorar, hasta que encuentro unos garabatos singulares; sombras de hombres de piel roja junto a serpientes negras. Me adentro en sus miradas surrealistas, venenosas como el mercurio, y sobre ellas encuentro una infinidad de signos, a veces se repiten una y otra vez.
