Magnet in Dark© Parte I "EL Ó...

By OfrahRox

9.3K 583 405

SINOPSIS "Una simple mención de las palabras 'Había una vez' o 'Ábrete sésamo' puede abrir las puertas de l... More

¡Saludos, lectores!
Magnet in dark ©- Parte I "El ónix"
PRÓLOGO
1 LOS TRES
2 SOFÁ ROJO
3 CREEP
4 FUEGO Y DIENTES DE LEÓN
5 INSOMNIO
6 MÓVIL
7 CAMPOS Y ESPEJOS
8 ATTENTE
9 CHOQUE
10 INTUICIÓN
11 BACO
13 DETRÁS DE LA DEMENCIA
14 OJOS ÁMBAR - Parte#1
OJOS ÁMBAR -Parte#2
MAGNET IN DARK -Comunicado-
15 DISPARA
Cartas amarillas
16 CRUSH -Parte#1
CRUSH -Parte#2
17 ADIÓS -Parte#1
ADIÓS -Parte#2
18 - 1º LUNES
Cartas amarillas -Extra-
19 SOUFFRANCE
20 CAMPANILLA Y EL POLVILLO
21 LÍNEAS DE SANGRE
Cartas amarillas.
22 MI NOMBRE ES JARETH
23 CONTROVERSIA Y RITUAL
24 VISIÓN EN JARETH
25 ENTRE DEMONIOS O FANTASMAS
26 MERCURIO Y EL SOL
27 ISHÀ
...Impasse
28 ALACRANES & ORO
29 MANÍACA
30 JARETH, BUSCA EL ÓNIX
31 FEEL ALIVE
¡Magnet in dark, les desea muy feliz año Wattpaders!
OK... otro impasse
32 FEEL ALIVE P#2
FEEL ALIVE P#3
32 ILUSTRADA
EPÍLOGO
EXTRA
Agradecimientos
MAGNET IN DARK II- Grigori
Curiosidades de MgD

12 RELOJ DE ARENA

146 13 17
By OfrahRox

N.A: Leer con calma, mis Imanes, ya que es un texto muy cargadito...


"Imponente, soy demasiado orgullosa para el amor (...)
¿Pero como movemos A hacia B?
Eso no me incumbe a mí, Porque tú lo sabes
ojo por ojo, diente por diente...
Yo pienso que soy
un pequeño pedacito, 

un pequeño pedacito enamorado de ti.

Pero si solamente tú fueras
Un pequeño pedacito, enamorado de mi." 
Fragmento del tema;

LYKKE LI -LETRA 'LITTLE BIT' (en español.)



12

RELOJ DE ARENA


Más tarde, el tiempo pareció detenerse mientras me encontraba reposando en el sofá de tres cuerpos de color carmesí. Miré hacia el atril y quedé sorprendida al ver el cuadro terminado. Giré la cabeza y observé a mi alrededor. Baco me sostenía mientras descansaba sobre sus muslos, mis rizos dispersos sobre ellos.

De repente, percibí un olor inusual en el lugar, una esencia que reconocí de inmediato: un dulce aroma similar a la miel y a las flores silvestres. Alerta, extendí las manos sobre el sofá y me enderecé rápidamente, sorprendida al ver a Baco a mi lado.

Sus ojos estaban abiertos, con las pupilas dilatadas y las pestañas inmóviles. Toqué su rostro rígido con la punta de mi dedo índice y sentí su piel suave como la cera, perfecta y brillante a la luz, con sus mejillas de un ligero tono rosa.

Un escalofrío recorrió mi nuca, presagiando lo que estaba por venir. En la mesa del salón, había un antiguo reloj de arena. Pero, ¿quién lo había colocado allí?

Una voz interrumpió mis pensamientos y volví la cabeza en su dirección, descubriéndolo no muy lejos.

Un elegante caballero ocupaba el sillón donde Baco había estado minutos antes. Observaba el cuadro terminado con atención, despertando mi curiosidad sobre la obra que había creado y de la cual no recordaba nada.

El hombre hablaba con un ritmo melódico, tranquilo, exactamente como lo recordaba.

Esta vez, sus ropas eran simples, como las de un humano, aunque no de cualquier humano, estaban hechas de hilos muy finos. ¿Era así como se presentaba ante mí? Su cabello de cobre claro y pulido estaba recogido en una coleta suelta en la nuca. Aunque aún tenía barba, era más corta. ¿Los ángeles se afeitaban?

Mi cabeza giraba confundida, la sujeté con mis manos para evitar que estallara en cualquier momento.

Sus ropas oscuras resaltaban en contraste. Llevaba una camisa lisa con cuello redondo, abotonada hasta el cuello, y su pantalón era del mismo color. Era una confección a medida, similar a la que mi pá solía usar, lo reconocía muy bien.

―¿Y sus... alas? ―logré preguntar, con voz apagada―. ¿Cómo es posible? ¿Y qué has hecho con Baco?

Con cautela, se levantó del sillón.

―Me gusta la melodía. ¿Qué es? ―Sacudí la cabeza, junto con mis cabellos, pestañeando dos veces para concentrarme en dar una respuesta.

―Ah, es de The Doors. Él la eligió ―señalé a Baco, quien seguía inmóvil a mi lado.

Me sentí aún más confundida al darme cuenta de que el tiempo no había avanzado, ya que la música seguía sonando, y también al ver al ángel mirar despectivamente al chico a mi lado.

―Mmm, Iona, ¿sabes por qué estoy aquí? ―Cuando me miró, su expresión era indescriptible. ¿Preocupación, tal vez? Tomó el reloj de arena de la mesita al acercarse―. Tienes tiempo, Iona, no lo desperdicies.

―¿Qué quieres decir? ¿Eres la Muerte y me estás amenazando? ―Le hablé con una mueca en el rostro―. ¿Voy a morir?

Arrugó el ceño.

―Eso no te corresponde saberlo, al menos no ahora. No estoy aquí para que me cuestionaras, sino...

―¿Si no qué? ―grité―. ¿Eres mi hada madrina? ¿Hay cámaras ocultas? ¿Dónde? ¿Esto es una broma?

Se puso rígido, con una mirada de irritación.

―¡Basta, niña! No te lo tomes así. ¿Acaso crees que no soy real? ―Se acercó sin caminar, como en un sueño―. Mira, ¡tócame, siénteme, soy real!

Ríe de forma delirante y rocé su hombro con el dedo, apenas rozándolo. Mi cabeza está a punto de estallar.

―¡Ay! ¿Qué quieres de mí? Apenas tengo veintiuno, soy joven y no sé nada de lo que me dijiste en el sueño anterior. Si esto es la realidad, ¿por qué apareces ahora y no antes, por qué solo en mis pesadillas? ―Me encogí. Si fuera posible, me haría aún más pequeña.

―Jovencita, eres más sabia de lo que piensas ―dijo señalando su cabeza y luego mi corazón.

Me atreví a tomar sus dedos y le pregunté.

―¿Has estado en mis sueños? No recuerdo haberme acostado. Lo último que recuerdo es que estaba pintando en mi lienzo con el chico que dejaste petrificado. Respóndeme.

―Iona, en el momento en que el reloj se complete, me marcharé. Solo estoy conectado a tu mente durante una fracción de segundo. No estás dormida, esto está en tu cerebro, estoy dentro de él.

Fruncí aún más el ceño.

―Ah, entiendo... ¡No entiendo! ―Sacudí la cabeza, rozando mi frente con el dorso de mi muñeca, y masajeé mi nuca con desesperación―. ¿Por qué estás aquí? Dilo claramente y en voz alta.

―¡Para advertirte que no estarás a salvo con él! ―Parecía nervioso, dando vueltas detrás del sillón donde Baco permanecía―. Él, Iona, busca lo mismo que yo, algo que quiero que permanezca oculto.

―¿Lo conoces? ¿Cómo?

Mis ojos recorrieron la habitación, sintiendo que todo era irreal. No sabía nada de nada, y mi cabeza dolía intensamente, mientras dijo.

—El verdadero peligro para ti no reside en los monstruos de los cuentos, sino en aquellos que parecen humanos.

Grité y me deslicé al suelo, pues escuché a Azraél correr hacia mí y sujetar mis hombros. Me aferré a él con energía, transmitiéndole mi dolor. Apreté tan fuerte como pude. Mi cerebro estaba ardiendo, no podía verlo, pero lo sentía.

―¡Sácalo, ¡haz que pare! ―grité―. ¡Ah!

―Iona, lamento el dolor que causé. Sé que es peligroso, lo sé. Por eso el reloj, el tiempo es corto. Volveré en tus sueños, te lo prometo. ―Buscó mi mirada mientras bajaba la cabeza.

Su gesto era desesperado, como si rogara que todo esto no volviera a ocurrir. Continuó hablando.

―¡Te lo prometo! Recuerda, aunque él no sepa lo que eres, porque seguramente no lo sabe, es un hecho que se sentirá atraído por ti. No lo entiendo del todo, pero tal vez sea su humanidad lo que... no quiero considerarlo, pero él oculta su lado oscuro. ¡No confíes en todo lo que brilla!

—¡No es oro! —dije sollozando—. ¿Por qué? ¡¿Qué es, qué es?! —Río nerviosamente mientras las lágrimas corren y humedecen mi rostro—. Si no es humano, ¿qué es?

Lloro aún más. Es increíble, acabo de evadir algo que podría ser útil. ¿Qué soy yo? Y lo único en lo que me preocupo es lo que Baco ha dicho. Aprieta mis hombros por última vez y me da un beso débil en la frente.

—Iona, yo no soy tu enemigo, no creas en nada, pero te revelo, ¡ten fe!

Siento que mi cabeza arde. Observo sus ojos con dificultad, su color es tan brillante que contrasta con el marco de sus infinitas pestañas; las arrugas en las comisuras de su mirada parecen surcos de siglos atrás, como si hubiera reído mucho tiempo atrás.

―Pesado, Azraél...

—Lo sé, Iona...

―Estoy tan cansada. Necesito dormir...

—Descansa.

Aparto poco a poco los ojos y veo nubes a mi alrededor.


Cuando mi vista se aclara, frente a mí está el rostro pálido y muy diferente al de Baco. Ahogo un grito al darme cuenta de que mi cuerpo está rígido y, como consecuencia, no siento mis piernas. Me sacude y lo reconozco.

—Iona, reacciona. —Toca mi rostro mientras lo observo—. Tranquila, solo has quedado en mala posición, aún tienes tus pies.

—¿Baco? ¡¿Qué ha pasado?!

—Eso quisiera saber. Parecías poseída, tan absorta en lo tuyo, y luego te desmayaste, justo al final del cuadro, mira.

Apoyo mis codos en el suelo y logro incorporar la cabeza y la espalda.

Caí como una piedra frente al lienzo y casi provoco un derrame de pintura, lo que habría sido un verdadero desastre en todo el lugar. Comienzo a reír.

—Ha salpicado, pero mira, ¡le da color! A algo tan oscuro como eso. —Me sorprendo—. Nunca he pintado así.

El ángel tenía razón acerca de mi cuadro. Volteo mi rostro consternada hacia Baco, que está a centímetros de mí.

—¿No lo pintaste tú, ¿verdad?

—No, no sé dibujar ni un balón con palitos formando un cuerpo.

Lo dice con esa mueca (sonrisa) en la cara que he aprendido que es habitual en él.

—Ah, sí, ¿cómo lo definirías?

Rozó mi mejilla con su pulgar y luego, con una expresión perturbada, cambió su mirada hacia el cuadro.

—Hiciste un buen trabajo, pero ¿por qué la niña, casi mujer, del cuadro se lastima el pecho? Me encanta el escenario que se presenta detrás, es como un infinito gris de arena y más. —Se pausa, arruga el ceño y estrecha los labios, luego me mira de reojo—. Y él, ¿quién es? El del sitio en la colina, junto al árbol...

Su frente se frunce, consternado, pero sus labios quedan entreabiertos.

—El guapo que se aferra a la chica. También me gustaría escucharte decirlo, ¿algo épico, no? Porque reconozco la posición de mi tatuaje. Lo has recreado aquí. —Señala el lienzo y luego me observa—. No te preocupes por las salpicaduras, las manchas rojas le dan carácter, ya que crees que es oscuro.

Le dedico una tímida sonrisa, buscando qué responder, cuando de repente recuerdo mi cabeza adolorida junto al sermón de Azraél. "¡Para advertirte, no estarás a salvo con él!" Resuena en mi mente como un eco en una cueva sin fin."

—Estoy exhausta, Baco. Mi cuerpo y cabeza me duelen mucho —digo sin más.

Me acaricia con ternura dolorida mientras sus manos se deslizan por mi espalda, y rápidamente su otro brazo sostiene mis piernas por debajo. De repente, me levanta y yo me aferro a él como una sanguijuela, temiendo caer de sus brazos, y sofoco un pequeño grito.

—¡Uy! Perdón si te pellizco. ¿Ahora eres todo un príncipe azul?

Mi yo, divertido, se avergüenza de lo que dije, poniéndose roja, y finge tener náuseas, simulando vómitos repentinos.

Le evito e ignoro, mientras él me estudia.

—No, Iona, nada de eso. Soy un monstruo al cual has tocado una cuerda suelta dentro de mí. Y algo... que no sé cómo definir. —Suspira tendido—. Iona, soy oscuro.

Me alejo para analizar sus expresiones.

—¿Monstruo, cuerda suelta? Necesito verte y tocarte hasta que me sangren los dedos. ¡Tú también provocas eso en mí!, pensamientos que nunca antes había tenido. Si algo no va bien contigo, tampoco va bien conmigo.

—Shh, Iona, no, no es así. Tú no tienes nada malo, ¡eso me hace sentirme horrible! —Se detiene nuevamente y se describe con vergüenza. Su cuerpo se tensa y habla con angustia—. Llevo esto conmigo hasta el final de mis días. Estoy continuamente en busca de algo, viajando por todo el mundo, explorando mi suerte. Llego a lugares que ni te imaginas, a remotos rincones donde el alcohol, las drogas, hombres y mujeres libertinos oscurecidos por el poder y la lujuria permiten que los gobiernen. ¡Jamás, jamás te arrastraría a algo tan degradante!

Baja sus yemas hasta mi barbilla, quitando las lágrimas que son imposibles de secar. Me doy cuenta de que su pecho está inquieto mientras me recuesta con dulzura en la cama. Su mano abierta acaricia mi frente.

¿Qué me perdí? ¿Por qué demonios, rayos, estoy llorando?

Sus ojos temblorosos delatan su inquietud—. Iona, debo irme, no estaré mucho más tiempo aquí en Angelonia —niego con la cabeza—. Shh, no digas nada, Iona, cállate, ¡por una vez, cállate de una vez!

Sollozo, oprimiendo mi pecho y sofocando mi voz con las manos.

—¡Por qué diablos...! ¿Por qué a mí? Nunca me había gustado alguien así, ¡me siento como una idiota! Ni siquiera conozco tus preferencias, tus amigos, tus hobbies, todas esas cosas superficiales.

Una lágrima se desliza por su mejilla y él la seca apresuradamente con vergüenza. Luego examina la humedad en el dorso de su mano como si no le perteneciera. Esto es absurdo, somos dos extraños, ¿qué nos está pasando? ¿Qué me está pasando? Alguien debería sacudirme.

Se aleja asfixiado, sin decir más, se levanta de la cama de un salto y golpea la puerta con fuerza, haciendo que yo salte.

—¡Ahgr!

Ruge con toda la fuerza de su garganta. Mirando al vacío con rabia y odio, su comportamiento se descontrola mientras se acerca hacia mí, sus hombros encorvados como los de un perro antes de una pelea. Siento miedo, pero no me muevo, simplemente sigo aquí.

—No puedo lidiar contigo, ¡no puedo! ¡Maldita sea, Iona! ¡Maldito seas, maldito infierno! ¡Diablos!

Deja caer la cabeza sobre sus hombros, frente a mi rostro atormentado. Mi mano temblorosa levanta su delicada cara y veo que todas sus facciones reflejan su sufrimiento. Conmocionada y vacilante, acaricio su cabello. Es reconfortante, como seda. Y me siento como un gusano encerrado en un capullo para siempre, tal vez muriendo para renacer.

—Baco..., Baco. Mira, ¿por qué tanto dolor en ti? No me estás lastimando literalmente —sonríe, es hermoso—. Me gusta verte así, me agrada tu sonrisa.

—Gracias a ti descubro que esta sonrisa es auténtica, y gracias a ti.

Sus profundos ojos negros brillan, en contraste con su rudeza que aún se aferra a su rostro.

Se acerca tanto que logro atraerlo hacia mí, y así Baco me abraza con deseo, desesperación y anhelo, casi sin dejarme respirar. Comienza a besarme y sentimos como si todo a nuestro alrededor estuviera envuelto en llamas. Las cortinas, las sábanas, las alfombras, los muebles son consumidos por completo, lo cercano es devorado por el fuego o la electricidad imaginaria que emana de nuestros cuerpos. Y sus besos son del color de las llamas.

Nos chocamos torpemente y con violencia, fusionándonos como uno solo. Arrodillados frente al otro en la cama, nos acariciamos rápidamente, como si el tiempo estuviera a punto de detenerse y nos forzara a separarnos.

Por Dios, me digo a mí misma, ¿qué es esta sensación? La amo, la he amado desde el primer día en que vi sus ojos y no pude olvidarlos. Apasionados son los besos que se mezclan con nuestras lenguas, liberadas como toros en un coliseo. Impetuosas y atrevidas, les doy las gracias. Finalmente, con gran esfuerzo, porque lucho contra ello, él se aparta.

—¡No, no! No lo hagas, Baco, ¿qué estás haciendo?

Deslizo mi labio por su mejilla. Él retrocede, se quiebra. Veo cómo traga saliva y tensa su mandíbula antes de hablar con calma.

—No puedo. Ya te lo dije, no contigo.

—¿Te refieres a tener sexo? —Río maliciosamente—. Soy adulta, no una niña. Y además, ¡no soy virgen! ¿De acuerdo?

Oh, por todos los dioses, santos y Cristos, ¿me estoy ofreciendo? Me mira tiernamente.

—Ah, Iona, siempre sorprendiéndome.

Comienzo a superar las sensaciones y dolores que me acosan, y también el cansancio de especular, y entonces me doy cuenta de que él quiere irse. Lo detengo y golpeo su pecho.

—¡Entonces, vete, vete, vete!

Sus ojos se oscurecen y su boca se aprieta en una línea dura.

—¡Bien! Pero no me asustas, ¿sabes? Puedes golpearme si eso es lo que pretendes, pero me voy porque soy yo quien quiere alejarse. ¡Ah! Tus deseos, en cambio, son diferentes. ¡Me deseas tanto! —Se tensa, alargando su cuello—. Recuerda que te atraeré sin que te des cuenta en tus sueños... ¡Un día suplicarás que vuelva a ellos!

Me toma suavemente la cara, sosteniéndola con firmeza, y acaricia mi nuca con un movimiento áspero. De repente, recibo su beso rudo e interminable. Finalmente, se aparta y corre hacia el guardarropa donde dejó su chaqueta. Aun confundida, lo sigo.

—Sí, cobarde, huye, ¿es eso lo que eres? ¡Petulante! ¿Qué te hace pensar que te deseo en mis sueños? —casi grito. Nunca antes había maldecido ni levantado la voz de esta manera, liberando toda la frialdad que llevo dentro—. ¡Aléjate! A menudo corres y corres, ese es tu mundo, ¿verdad? —digo con ironía mientras froto mis manos y las hago crujir en mis nudillos, provocándome dolor y una mueca en la cara.

Experimento un estado de nervios insoportable. Él toma sus botas y, en silencio, se las calza con avidez para prepararse para marcharse.

¡No, ahora!, reflexiono mientras mi yo divertido aparece vestido como un guerrillero, con una daga en la boca y pintado de camuflaje.

De repente, Baco detiene su caminata y choco contra su espalda robusta. Maldice entre dientes mientras sacude la cabeza mirando al suelo. No puedo ver su rostro, pero sé que tiene una sonrisa terca.

—Iona, déjalo, ya, basta. ¡Eres una boca suelta!

—Como si esas palabras me afectaran viniendo de ti, ¡señor equis! —lo desafío, clavando la mirada más dura que jamás le he dirigido a nadie.

—Eres insoportable, mi Ishà.

Quedé rígida, helada, con mis huesos entumecidos.

—¡No! No puede ser real... ¿Cómo has dicho? —Deslizo mi lengua en mis labios secos mientras me acerco a él—. ¿Cómo?

—¡Ishà, Ishà! Eso dije. Sí, en hebreo. Conozco un montón de idiomas, tanto antiguos como modernos —dice sin mirarme, y luego levanta la mirada al techo.

Realizo algunos cambios y lo acaricio con miedo. No lo volveré a ver, así como lo conocí, desaparecerá a quién sabe dónde. Digo.

—¿Quién eres?

Muerdo mi labio.

—Baco, por favor, mírame —le pido con los ojos llenos de tristeza—. ¿Quién sabe esos idiomas hoy en día? No te vayas... —Él silencia mis palabras acariciando suavemente mis labios con sus dedos.

—Estoy agotado, eres un huracán que me arrastra contigo. Nos volveremos a ver pronto, lo presiento. Te lo ruego, Iona, déjame ir. Nunca pido nada —su cuerpo se muestra derrotado y agotado, como el de un soldado en retirada.

Yo no debería leer lo que hay en sus pensamientos, su cuerpo lo expresa perfectamente. Es como un muñeco de trapo, un títere.

Doy un paso al costado, en vista de mi derrota, dejando su camino libre.

En frente está mi yo llorando como Magdalena, tajante, al parecer, para impedir su paso. Déjalo, pienso en mi cabeza. Así pues, me mira calmada, detiene su llanto con alaridos bochincheros y se limpia la nariz. Saca una bandera blanca para emprender su retirada.

Cierro los ojos, aborreciendo la manera en que me hace sentir. ¡Estoy triste y todo gracias a un desconocido chico!

Él suelta el aire en un largo y entrecortado suspiro, y cierra los ojos cuando intenta besarme. Levanto las palmas de mis manos en señal de detención.

—Déjalo, no lo hagas, te lo pido —rozo su mejilla y sus labios con mi mano libre—. ¿Podrías marcharte, por favor?

—Está bien, Iona. Así será entonces. Recuerda, aunque no me veas ni me sientas en tus sueños, siempre estaré ahí. Búscame. Yo te buscaría incluso en el infierno, porque eres hermosa. Y créeme, ya soy todo tuyo.

Calla y hace un último intento por acercarse, pero lo interrumpo cuando me abrazo a su pecho. Me aferro a él, como una abeja, a su miel, como un parásito, a su árbol, como una uña, a su carne.

¿Es eso lo que él es para mí? Toda esta situación es desmedida y arrolladora, incluso los sentimientos son abrumadores para ambos.

Él se rinde y deja caer su cabeza en el hueco de mi cuello. Escucho su voz débil.

—Adiós, Iona. Que así sea, y no pelees con nadie para defenderme, sé que lo harás —me dice antes de que lo mire con extrañeza.

—¿Eres brujo? —Río, casi perdida.

—No.

Sonríe junto a mí, y me sorprende ver su angustia. Sin embargo, permanece allí, sin apartarla. Su cuerpo sigue erguido como una estatua.

—Sí, veo que eres obstinada, ambiciosa con tus cosas, y tenemos que trabajar en tus impulsos —susurra mientras su mirada se posa en mi rostro ovalado—. Pero eso fue lo que me atrajo de ti aquella noche de luna de plata... Me voy, Iona. Me marcho. ¿Iona...?

Esta vez lo suelto, mis manos se cierran a los lados de mis caderas mientras le doy un suave beso de despedida. Sin embargo, Baco sujeta mis antebrazos y me devuelve el beso de su propia manera: con un agradable mordisco en mi labio inferior. Sus ojos se friccionan durante el beso y luego me suelta sin titubear.

Entonces, corre hacia la puerta de entrada y desaparece. Deja atrás su aroma y una enorme confusión.




Continue Reading

You'll Also Like

1.5K 241 11
Imagina ser alguien casi invisible para el resto de las personas... Estar ahí, pero que a nadie le importe o siquiera le sirva de algo tu presencia...
12.4K 1.7K 60
Zara acepta el reto de su mejor amigo: invocar a Ashton, el supuesto dueño del circo que se manifestará para reclamarla como suya. *** El Circo de la...
1.6M 134K 43
Todos tenemos una prueba que cumplir. El primer paso es descubrirla. Serena creyó que había perdido todo, pero recibió una segunda oportunidad. Aunqu...
75.2K 3.3K 53
[T E R M I N A D A] E N E D I C I Ó N Tn Denbrough, nueva en Derry y con un gran sentimiento de culpa por haber sobrevivido al accidente que se llev...