Theo, Schlesinger II

De ekatherinageorge

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Tras sufrir la pérdida de Sophie meses atrás, Theo decide comenzar de cero. Nueva ciudad, nuevos retos, nueva... Mais

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•Epílogo•
Nota Final
Pheobe, Schlesinger 3

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De ekatherinageorge

El sonido de mi nuevo reloj despertador inunda la habitación, generando un gruñido de parte de Josh, quien avienta una de sus almohadas a un lugar aleatorio de la habitación.

Realmente quiero saber como demonios terminó en mi habitación anoche...

— ¡Maldición Theo! ¿Podrías apagar esa basura? —él habla medio dormido cubriendo su rostro con un cojín felpudo que le dio Phoebe.

Apago el pequeño aparato riéndome entre dientes de él.

El día ésta fresco, no muy frío pero tampoco está ardiendo afuera. Son las siete, el primer día en Harvard comienza a las nueve en punto de la mañana, teniendo en cuenta que vivimos a veinte minutos en auto del campus, llegaremos siempre a tiempo si nos levantamos a esta hora.

Me ducho rápido, y diez minutos más tarde estoy listo.

Me he formulado un horario interno, es solo un borrador, pero hoy probaremos su eficacia.

Es una verdadera suerte que hayan tres baños y medio aquí.

—Levántate holgazán, debemos movernos, no quiero llegar tarde el primer día.

—El primer día nunca hay clases, don perfección, déjame dormir.

Lo observo acomodarse mejor en su sitio y volver a caer dormido mientras salgo de mi habitación sin decirle nada más.

Tom está frente al televisor con un gran plato de cereal entre sus manos, al verme, me sonríe masticando acomodándose en el sofá.

—Buenos días —dice luego de tragar su desayuno — ¿Estaremos solos hoy? —asiento encaminándome a la cocina, me preparo también un plato de cereal y tomo siento junto a él.

— ¿Que miramos? —pregunto prestando atención al show del televisor.

—No tengo idea, creo que es una combinación de Good Morning America y Today Show. Están hablando de una nueva crema anti acné, estoy seguro que ese pobre chico que está de modelo no recibirá más de cincuenta dólares por pasar esa humillación.

—Bueno, las chicas de todo el país lo verán y sabrán que su piel esta tersa y libre de manchas, y gracias a eso ellas querrán sentir sus mejillas libres de impurezas.

— ¡Yo lo hubiese hecho por cuarenta!

Nos reímos mirando la pantalla, y tomo otro bocado de cereal negando con mi cabeza.

—Estás muy mal.

—Se llama necesidad, ¿Sabes cuánto tiempo llevo sin estar con alguien? Bastante, Theo.

El tema de las chicas es un poco delicado para mi, y aunque no quiero parecer el tonto depresivo, aún me duele bastante.

Miro el reloj de la pared en forma de vaca que nos obsequió mamá antes de irnos de Nueva York, y me levanto de un salto.

—Debemos ir saliendo.

Tom se levanta dejando su plato de cereal sobre la mesa, corriendo a su habitación, y sale con las cosas necesarias para el día.

Camino con calma a mi habitación y tomo mis cosas que están cerca de la puerta.

—Ya nos vamos —le informo a Josh que mueve perezosamente su mano, articulando algo que parece más bien un gruñido gutural y salgo cerrándole la puerta.

—¿Listo?

—Vamos.

El camino hasta la universidad es realmente corto. Nos ha funcionado el horario que planteé y con unos cuantos minutos extra, logro conseguir un buen lugar en el estacionamiento y bajar con Tom a tiempo para comenzar a hacer la fila de los nuevos.

—¿Por qué hay tantas personas? —pregunta mi amigo mirando a su alrededor.

—Es el primer día, es normal.

La fila de admisiones es gigante, faltan solo cinco minutos para las nueve, y según tengo entendido «y dice en el pequeño manual para alumnos de primer año» debemos ir a una gran asamblea de bienvenida en uno de los auditorios.

— ¿En dónde es la asamblea? —pregunto mirando al sin fin de personas frente a nosotros.

—Auditorio 18-CC, edificio...no sé cual... —responde Tom mirando los letreros de cada edificio que pasamos.

—Déjame ver eso —observo el pequeño libro en la página del mapa, en donde especifica que CC significa Corte Central, y no tengo idea de lo que sea eso.

Una voz femenina muy cerca de mi comienza a llamar a todos los de primer año a que la sigan. Me volteo en busca de Tom, pero hay tantas personas caminando que mi búsqueda es completamente fallida. ¿En qué momento se ha alejado?

— ¡Theo! Vamos —Tom está adelante de mi, lo que me hace trotar hasta llegar junto a él, siguiendo al río de personas hasta el auditorio.

Antes de venir, papá me había comentado sobre algunos de los seminarios a los que había asistido en su época como estudiante de Harvard, si bien sus primeros cuatro años los pasó en MIT, su doctorado lo sacó aquí y fueron cinco años de su vida. Él comentó que algunos administrativos están tan aburridos de pasar todo el tiempo frente a sus computadoras que cada vez que encuentran una oportunidad para hablar, no la desperdician.

Quiero suponer que una de las Decana es una de esas personas administrativas que aman dar discursos por falta de conversaciones amenas en su vida diaria.

—...y por último, me encantaría darles un pequeño consejo a todos. Hoy inician ésta nueva etapa en sus vidas, independientemente de lo que eligieran, hoy todos inician juntos. No desaprovechen ésta oportunidad que muchos desearían. No desaprovechen el tiempo —ésta mujer lleva aproximadamente quince minutos motivándonos. Algunos dejaron de prestarle atención en cuanto dijo buenos días —. Es impertinente que cada uno de ustedes se dirija a sus respectivas facultades, tendrán un encuentro con sus decanos de facultad y directores de carrera, gracias a todos —dice finalmente sonriendo de manera excesiva.

—Aquí nos separamos —me informa Tom, tomando sus cosas — ¿Nos vemos en un rato?

— ¡Claro, diviértete! —él me guiñe un ojo alejándose.

La facultad de Artes, se me hace vagamente acogedora y familiar. A diferencia de todas las personas que están por fuera y se ven más perdidas que nunca.

No somos una gran cantidad de estudiantes nuevos en ésta carrera, lo cual me parece entretenido porque imaginé que seria algo enorme lleno de muchas personas con los mismo sueños que yo.

Mientras los observo, un hombre alto que reconozco de inmediato llama a todos a uno de los salones de clase.

Fabius Jax Falcone.

—Tomen asiento en los taburetes por favor.

Estoy bastante impresionado con estos salones. Son estudios enormes y todo de la mejor calidad que hay. Si, estoy realmente impresionado, pero no esperaba menos de éste lugar.

—Buenos días, bienvenidos a la facultad de Arte de la universidad de Harvard. Espero que se encuentren tan motivados como yo en este momento, soy Fabius Jax Falcone, algunos me conocerán, algunos no. Los que me conocen saben que mi carácter puede no ser el mejor, al menos si me hacen enojar. Seré su profesor de Dibujo éste semestre, anteriormente me encontraba impartiendo las clases de Historia del Arte y Acuarela, pero este semestre ustedes son los que han topado con suerte. Como información extra y no es para asustarlos, cabe decir que soy el decano de la cátedra de Arte.

Conocí a Fabius cuando vine hace unos meses atrás, es un muy buen amigo de mis padres. Debo admitir que intimida a primer vista, y en este momento realmente espero que me recuerde.

—Como decano me gusta saber sobre la manera de trabajar de cada uno de mis estudiantes, es algo que me gusta hacer cada inicio de semestre. Frente a ustedes encontrarán un pliego de papel y un lápiz de cera negro...

No esperaba dibujar en lo absoluto, al menos no hoy. Esto me tomó completamente desprevenido y fuera de base.

—Quiero que dibujen lo que sientan en éste momento. Este curso se llama Dibujo, pero quiero ver sus interiores. Necesito que plasmen en el papel lo que sus corazones sienten, lo que le quieran gritar al mundo. El ser un artista serio implica sentir. No me importa el tipo de técnica que usen siempre y cuando sea un dibujo realista y que exprese lo que necesito ver, quiero conocerlos a travez de su arte. Tiene el resto de la hora. Pueden comenzar.

¿Ahora que se supone que hago? En éste momento solo siento miedo de fallar en lo que puede ser tal vez uno de los momentos mas importantes de mi carrera... y algo de hambre.

¿Qué siento? ¿Qué sientes Theo?

Tomo el lápiz de cera en mis manos y lo observo cuidadosamente.

Cuando comencé a dibujar de manera seria alguien me dijo que si me encontraba bloqueado, dibujase una sola línea, sin pensarlo.

Tomo un respiro y me concentro en el gran espacio en blanco que tengo frente a mi. Muevo el lápiz de un lado a otro, abajo y arriba. Cierro los ojos observando la imagen que mi cerebro proyecta.

Ciento mi corazón gritar, mi alma salirse de mi cuerpo y sin poder evitarlo una lágrima baja por mi mejilla. Mi respiración se altera y siento que el latir tan acelerado de mi corazón me ensordece. Siento rabia, y mis trazos lo demuestran. Siento tristeza, y las tenues sombras lo representan. El vacío de mi ser explota en el espacio en blanco, ahora con una imagen que he tenido grabada de manera permanente en mi cerebro. Es ella, impregnada en el papel con trazos fuertes y suaves.

La manera en la que su mirada refleja paz hace que yo pierda la mía por completo y así una vez mas siento que estoy cayendo en el vacío.

— ¿Cómo le llamas a esto? —Fabius posa una mano sobre mi hombro.

Elimino la lágrima traicionera que baja por mi mejilla mientras expulso todo el aire que no sabía que contenía en mi interior. Lo miro por sobre mi hombro intentando tranquilizarme.

—Sophie. 

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