La habitación de Lottie en el castillo del duque Green era realmente llamativa.
Todo fue fabricado con la mejor calidad y a pesar de que no parecía una habitación lujosa a simple vista, a Charlotte le encantaba.
Cada cosa en su alcoba fue hecha con simpleza para hacer resaltar los adornos extravagantes que colgaban del techo. La duquesa había supervisado personalmente que aquellas chucherías de cristal se pusieran en los lugares apropiados. Entonces, una vez que la luz del sol se filtraba por la ventana por las tardes, los rayos del astro apuñalaban las decoraciones, provocando que estos explotaran en prismas de múltiples colores.
Era un momento muy esperado por la niña cada vez que se quedaba en el castillo de los Green, pero debido a que ese día volverían con su padre a la mansión de los Raphelle, no pudo evitar entristecerse mientras miraba al techo de su recámara.
Raven y Liam habían estado despertándola temprano por las mañanas y juntos habían estado jugando durante los cuatro días que duro el cumpleaños del hijo mayor y por supuesto ese no día no fue la excepción.
— Hermana... ¿Estas despierta?
— Haaa...
Lottie solo pudo suspirar. Miro al niño que se asomaba por su puerta que daba saltitos mientras esperaba descalzo a que ella le permitiera entrar.
— Liam, entra por favor, te estás congelando.
El niño terminó de abrir la puerta, ingreso corriendo y subió a su cama entre risas. En la puerta aún estaba Raven, quien la miraba como dudando de si debía ingresar tan descuidadamente. Ella le hizo una señal para que se sentara en su cama mientras le hacía cosquillas al niño pequeño.
Un pensamiento nostálgico cruzó por la cabeza del muchacho de ojos rojos, cuando sintió cuanto había crecido el bebé los últimos años.
"Hace poco ni siquiera podía subir a una cama por sí mismo."
Raven se sentó a su lado con el cuerpo un poco tieso y comenzó a mirar fijamente los pedazos de vidrios de colores que llenaban el espacio sobre sus cabezas.
— Amo esta habitación.
— ¿Es así?
El niño ni siquiera la miró. Lottie se sintió extraña. Desde la noche, cuando el chico había sucumbido, podía notar algo extraño en él, pero aún no descifraba que era.
— ¡Hermano!
Liam se abalanzó sobre su espalda abrazando su cuello.
Raven trató de mirar hacia arriba, sonrió ampliamente mientras agarraba con fuerza las manos de su hermanito y se puso de pie alzándolo en el aire mientras daba vueltas alrededor.
La habitación se llenó rápidamente de las risas del pequeño y un sentimiento cálido lleno el ambiente.
Lottie sabía que él era cariñoso con Liam, pero desde aquella noche, notó que se había vuelto extremadamente amoroso. Cuidaba cada uno de los pasos del bebé y actuaba tontamente haciéndolo reír todo el tiempo. Lo más sospechoso de todo fue que desde entonces, el niño le presto cada vez menos atención a ella, como si lo único que importara en el mundo fuera ver reír a su hermano.
Un sentimiento desconocido creció en el corazón de la niña.
"¿Qué es este sentimiento?"
— ¡Hermano, tengo hambre!
El estómago de Liam se quejó fuertemente.
— Deberíamos ir a vestirnos para tomar desayuno con nuestros padres.
El niño asintió con fuerza y se marcharon a paso veloz.
Lottie sintió que era dejada de lado. Los niños estaban inmersos en su propio mundo y la dejaron atrás sin voltear ni una vez.
Con el corazón agrio, llamó a su mucama y pidió que la vistieran.
Después del desayuno el día se hizo muy corto. Ella gastó su tiempo jugando con los niños mientras las doncellas empacaban sus pertenencias.
Debido al cumpleaños de Raven, un montón de nobles se quedaban en los anexos del castillo, por ese motivo no se les permitió salir a jugar afuera sin la compañía de varios escoltas.
El marqués esperó hasta último momento para partir de los terrenos del duque, esto con el fin de evitar la fila de carruajes que se peleaban por salir del ducado.
Liam lloriqueó cuando llegó el tiempo de partir y ella lo abrazó con dulzura mientras el otro niño la miraba con odio.
— ¿Responderás mis cartas esta vez?
— Si tengo tiempo.
Él respondió secamente y ella estuvo a punto de comenzar otra pelea cuando Liam la interrumpió.
— ¡Yo responderé tus cartas siempre! ¡Ya sé escribir!
El niño se había separado un momento de ella para contestar orgullosamente.
"¡Eres tan lindo!"
Ella abandonó el territorio del duque Green sonriendo gracias a la linda imagen del niño de mejillas rosadas en su mente.
*********
Una vez que La chica abandono el castillo, Raven se dirigió al despacho de su padre.
Anduvo por los pasillos en silencio. No pudo evitar pensar en lo diferente que lucia todo el lugar ahora que sus padres estaban vivos.
Una nube oscura cubrió su cabeza cuando se detuvo frente a la puerta de la oficina del duque.
{No lo pienses demasiado o se hará más difícil.}
El niño respiró hondo.
'Toc, toc.'
— ¿Quién es?
— Padr... No, papá. Soy Raven.
— Entra cariño.
Su padre lo miró ingresar con una enorme sonrisa dibujada en los labios.
Raven se congeló en la entrada. La luz del atardecer se filtraba por el ventanal detrás de su padre, quien se servía un vaso de licor y hacía que su cabello plateado resplandeciera dándole un aspecto sagrado. Observó con cuidado los grandes ojos celestes que se curvaban graciosamente cada vez que el hombre reía y miró hipnotizado los dos lunares bajo su ojo derecho que él mismo había heredado.
Sin reflexionarlo tocó la zona donde se suponía tenía las marcas de belleza.
"Me parezco a él."
— ¿Qué ocurre cariño? ¿Por qué no entras?
El chico de diez años pareció despertar de un sueño y caminó hacia Luka mientras intentaba con todas sus fuerzas no ponerse a llorar.
El duque se sentó en un sofá mullido y le solicitó que tomara el asiento a su lado con un gesto a su hijo.
Raven sudó nerviosamente.
Había estado presumiéndole a Tooki que su padre aceptaría el plan para quedarse en el ducado sin problemas, pero cuando llegó el momento de decirle la verdad, todo su valor lo abandonó por completo.
El hombre esperó pacientemente a que su hijo hablara primero.
— Papá...
Sus ojos del color del cielo lo observaron con curiosidad.
— Papá... Creo que es mejor que no vaya a la academia ni este año ni nunca.
Él soltó las palabras rápidamente.
Su padre, que había tomado unos cuantos hielos de la cubeta sobre la mesita con el fin de ponerlos en su vaso de whisky, dejo caer las pinzas cortando ruidosamente el silencio en la habitación.
— ¿Qué acabas de decir?
Su rostro se endureció. Raven estaba en problemas.