Return (en edición)

By KarinaGaztea

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El pasado siempre es dueño de nuestro presente. Hay quienes como yo, intentaron eliminarlo. Pero hay un siste... More

Return (Secuela de Reset)
Prologo
Capitulo 1.
Capitulo 2.
Capitulo 3.
Capitulo 4.
Capitulo 5.
Capitulo 6.
Capitulo 7.
Capitulo 8.
Capitulo 9.
Capitulo 10.
Capitulo 11.
Capitulo 12.
Capitulo 13.
Capitulo 14.
Capitulo 16.
Capitulo 17.
¿¿¿TRILOGÍA???
Capitulo 18.
Capitulo 19.
Capitulo 20.
Capitulo 21.
Capitulo 22.
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27.
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30.
Capitulo 31.
Capitulo 32.
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
¿Libro en físico?
Capitulo 42
Capitulo 43 (Final)

Capitulo 15.

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By KarinaGaztea

Pase dos semanas más postrado en la cama. Quería recuperarme de una maldita vez y salir de aquí para arreglar las cosas allá afuera. Fue duro no salir de ahí durante tanto tiempo. Me exasperaba a tal grado de asfixiarme. Pero todo era por evitar otro episodio como aquel en donde no pude correr detrás de ella por la maldita herida en el muslo.

Como era usual, Gen pasaba a asistirme en lo que necesitara. Esta vez creo que abuse un poco de sus atenciones. No quería hacer el más mínimo movimiento que causara que otra de las heridas se abriera de nuevo. Necesitaba estar lo más pronto posible fuera de esta maldita habitación que cada día se hacía más pequeña.

El día en que Carvin al fin me dio el alta, me había advertido que me mantuviera al margen de la situación con Agnes. Al parecer, ella le hablo de ello antes de enfrentarnos aquella noche. Y por lo que Carvin recalco, como me advirtió ella, no quería tener el más mínimo contacto conmigo.

Intente sacarle información referente al tema, pero ni él, ni Katy, ni Hanz, que habían sido los últimos en visitarme y sabía que tenían relación con Agnes, sabían nada del asunto. Lamentablemente, al confirmarlo vaciando sus cabezas, parecían ser ciertas sus palabras.

-¿Vas a volver a tu antigua habitación? – pregunto Gen mientras terminaba de calzarme las botas.

-Probablemente. – me erguí al terminar. - ¿Alguien lo ha ocupado?

-No. Creo que sigue siendo tuyo. – contesto ella y me ofreció una sonrisa a medias. Nuestra relación se había vuelto más amena a mi parecer. – ¿Quieres que te ayude con algo más?

-No por el momento. – dude en cuestionárselo, pero me aventure a ello. - Aunque… ¿Sabes dónde está quedándose Agnes? – Su rostro cambio por completo del relajado, a uno que era notoriamente frio.

-No tengo idea. – contesto apenas. Desviando la vista a otra parte. Aun me resultaba desconocido porqué Gen se comportaba tan evasiva con el tema.

Sabía que habían tenido diferencias aquella vez que le pedí que se encargara de traerla a la Guarida. Entendía que había utilizado mal las palabras para llevarse a Agnes a costa de su voluntad, y siendo sincero conmigo mismo, yo también había actuado erróneamente. Pero no creí que Genevive se comportara tan reacia después de todo ese mal entendido. Conocía su forma de ser, que como Carvin alguna vez me confeso, era muy parecido al mío.

Para Agnes había causado mucha conmoción la muerte de Amber. Aquella vez comprendí que la chica que se encargó de ella cuando despertó del coma, se había vuelto muy importante en su vida.  Nunca la había visto tan devastada hasta aquel día.

Yo apenas y la observe a la lejanía y charle unos minutos con ella. Fue muy amable, y no miento al decir que incluso me pareció simpática, un tanto parecida a Agnes. Y no hablo del físico, en eso eran totalmente distintas. Me refiero a esa energía cálida que transmitían de formas similares y a la vez tan distintas.

Como lo habrán notado, no soy amigable, y mi carisma para hacer amistades no ha cambiado desde que salí de la Fortaleza. Simplemente no funciona conmigo. He intentado ser amistoso con cualquiera de los que me han llegado a conocer, o incluso Will, que si estuviera vivo, seguro que podría constatárselo a cualquiera.

-Si no necesitas nada más, iré a mi entrenamiento. – anuncio y se levantó de la cama donde permanecía sentada.

-¡Gen! – le llame antes de que saliera de ahí. Regreso la atención a conmigo de inmediato. - ¿Sucede algo? Cada vez que he intentado hablarte sobre Agnes pareciera que evitas hacerlo.

Pude notar como su mandíbula se apretó y, a pesar de que intento con todas sus fuerzas no parecer irritada, también note sus puños cerrarse una y otra vez.

-No sucede nada. Solo no tengo una buena relación con ella. – respondió seriamente.

-No te he agradecido lo suficiente por cubrirme antes. – sabía que le había costado hacerlo. Y que, bueno… a pesar de no tener la mejor relación con Agnes, se había encargado de estar al pendiente de su bienestar mientras yo estuviera ausente.

-No tienes porque, hice lo que me ordenaste. – contesto de igual manera.

Suspire algo incómodo. Siendo sincero, ahora que parecía que nuestra relación se había vuelto un poco más cercana, no me parecía lo correcto simplemente volver a lo de antes. Gen estaba sola. Le había prometido a John que me encargaría de ella si llegara a sucederle algo, y eso es lo que intentaría hacer durante este tiempo.

-¿Sabes? John hizo un buen trabajo contigo. – dije intentando cambiar el tema y enmendar un poco el entorno.

Su mirada se ablando en cuanto toque el tema. Asintió y bajo la vista luego.

-Era un buen hombre. Jamás lo olvidare. Sin él yo… - y no termino lo que iba a decir. Se mantenía con la cabeza agacha y los ojos clavados al suelo.

-Me alegra que te haya encontrado. Era un viejo inteligente y valiente. Y sé que a pesar de todo lo que le sucedió ahí adentro, no tenía miedo de nada de lo que se encontraría aquí afuera. Tenía un gran… - comencé a decir, pero sonaba tan poco yo, que no pude terminar de decirlo. ¿Qué me estaba sucediendo? ¿Todo el asunto de Agnes me tenía tan sensiblero?

Gen sonrió y me miro extrañada. Negó con la cabeza, como si no creyera lo que intentaba decirle.

-Lo sé. – acepto ella. – Fue un buen guía.

-Y te instruyo bien. – complete.

-Sí. – después se quedó pensando unos segundos en silencio, para luego decir. – Pero… me gustaría mejorar. ¿Puedo pedirte un favor?

-Sí, claro. – confirme algo intrigado por lo que me pediría. - ¿Qué necesitas?

-Quería pedirte que me entrenaras.

Me quede procesando su petición. La verdad, le había enseñado algunas cosas básicas, como al inicio. Intente instruir a algunos de aquí, pero como no me veía tan viejo, a veces no me tomaban en serio y terminaba por hartarme. Carvin decidió que era mejor que me encargara de buscar a los modificados que habíamos logrado soltar Agnes y yo.

-Ah, sí, porque no. – afirme.

Después de todo, conocía a Genevive y su dedicación. Además, después de todo, yo le debía el que me haya echado la mano. Rio y asintió por última vez antes de despedirse.

-Gracias, Tyler. – dijo antes de salir. Yo no pude decir nada, así que le hice un ademan de despedida con la mano.

Tome algunas de las pocas cosas que había utilizado y las guarde en una caja para llevarlas a mi antigua habitación en la Guarida.

El resto del día me pase ideando una forma de dar con ella sin tener que recurrir a Carvin o a Genevive. Incluso Hanz y Katy, que hablaban con ella, tampoco me dieron pista alguna de su ubicación. Y bueno, sé que la podría encontrar en el núcleo en donde seguramente podría hallarla, pero necesitaba saber con exactitud que horario.

Y además, ¿Qué tan difícil podría ser? Estábamos en el mismo lugar. Era grande, lo acepto, pero no creo que sea tan difícil, ¿no?

Tres días después, recorrí todo el lugar. No había rastro de ella. Pensé que se había marchado como me lo advirtió, pero cuando le pregunte a Hanz, y me dijo que no tenía idea, pude saber por su cabeza que Agnes aún seguía aquí.

-Sabes que no necesito que me lo digas ¿verdad? – le confesé fríamente.

Estábamos en el comedor. Eran las siete de la tarde y Hanz y Katy recurrían a cenar normalmente a esa hora. Este tosió cuando estaba tomando una botella de agua, como si estuviera atragantándose.

-Tómalo con calma, hombre. Sabes que yo no tengo idea de que horarios le haya implantado Carvin. Lo único que sé, es que ella sigue aquí.

Frustrado y cansado de no hallar la manera de cómo dar con ella. Resople y bufe incontables veces por la estúpida situación.

-Yo no puedo ayudarte mucho. Katy no ha querido decirme nada. Y creo que al igual que todos nosotros, también esta falta de conocimiento sobre ello.

-Esto es una reverenda mierda. – dije furioso, golpeando la mesa con el puño.

-Tómalo con calma. Si te soy sincero, yo mismo la he visto muy poco. No sé si Carvi este entrenándola por su cuenta. A mi apenas y me dirige la palabra.

-¿A qué te refieres? – pregunte intrigado.

-No hablamos mucho. Parece muy cambiada. No sé lo que sucedió ahí adentro, ni que tantos problemas tengan como para que no quiera que la busques, pero pareciera como si estuviera tan distante, tan exhorta en su cabeza. Ni Katy, ni yo, hemos podido saber que le sucede. Creo que el único con el que habla es con el tipo con el que llego aquel día. Cory, creo que lo llaman.

La única mención del idiota me sulfuro más. Me maldecía a mí mismo por haber recurrido a ese bastardo. ¿Por qué demonios se me había ocurrido tal estupidez? Ahora estaba consiente que todo lo que hice había sido un total error.

Estaba harto de tener que mendigar su paradero. Y Carvi estaba tan determinado a ayudarla, que ni siquiera me daría la más mínima pista.

Me levante de ahí y camine hasta el núcleo, más bien, a la oficina de Carvin. Si no podría obtener respuestas mediante él, tal vez podría encontrar algo de información dentro de sus gavetas.

No tarde ni diez minutos en llegar hasta su puerta. Al inicio, di unos golpes para cerciorarme que no hubiera nadie. En efecto, nadie contesto al llamado. Forcé la puerta con mi antinatural  fuerza y esta se abrió de inmediato.

Ya dentro, recorrí todos los cajones, archiveros, y lugares en donde pudiera guardar información importante. Nada. No encontré nada en un ningún lugar que hablara de ella.

-¿Qué haces aquí? – pregunto Carvin, sobresaltándome. Estaba tan concentrado que no lo escuche entrar.

-¿Qué te parece que hago? – le respondí de mala gana para después continuar buscando sin importarme el que estuviera ahí.

-Olvídalo, Tyler. Lo que sea que busques, no lo encontraras. – confeso con prepotencia y se cruzó de brazos mientras observaba desde la puerta.

Me detuve en mi tarea y le ofrecí mi peor mirada. Si no fuera consciente de mis acciones, ahora mismo le patearía el trasero. No me quedo más que cerrar con todas mis fuerzas el cajón del archivero para calmar mi cólera.

-Entonces dime de una maldita vez donde está. – le ordene. Este frunció el ceño y me devolvió la misma versión de mirada que le había proporcionado, pero sin causarme ni un cosquilleo, claro.

-¡Maldita sea! Esto se está volviendo cada vez más imposible. – comenzó su camino hacia dentro. - ¿Qué demonios te sucede? Todo lo que has hecho desde que llegaste, es exigir y gruñir como un completo idiota. Con este temperamento que usas ahora ni siquiera se puede conversar.

-¡Dime de una jodida vez en donde está ella! – volví a demandar.

-Estoy intentando ayudarlos a ambos y tratar de… - comenzó a explicar, pero le interrumpí.

-¡Me importa una mierda!

Y luego de eso, Carvin se abalanzo hasta mí con rapidez y me tomo del cuello de la camisa, empujándome y guiándome hasta su escritorio. Lo único que pude hacer fue intentar quitármelo de encima, pero este logro alcanzarme con su puño en el mentón, aturdiéndome unos segundos.

Después de que me recuperara, le devolví el ataque golpeando su estómago y pateándolo para quitármelo de encima. El cuerpo de Carvin fue detenido por uno de las gavetas que había en el lugar. Como esta vez fue él quien seguía confuso, aproveche y me expulse hasta él para atacarlo.

Carvin era veloz, y acepto que incluso era más fuerte pese a su edad y sus genes modificados. Y mi desventaja por ahora era que estaba oxidado por tanto reposo, que me había vuelto lento y enclenque. Aun así, no me di por vencido.

Continuamos golpeándonos por durante bastante tiempo. Revolviendo su despacho que estaba hecho un caos por la trifulca. Si no hubiera sido porque unos hombres que pasaban por fuera del pasillo, nos escucharon y se adentraron a detenernos.

Solo pude sentir varios brazos estirándome y reteniéndome a no arrojarme sobre Carvin de nuevo. Todo mi sistema estaba tan exaltado que se impulsaba mecánicamente.

Por parte de Carvin, ni siquiera estaba intentando llegar hasta mí. Solo lo vi limpiarse el labio sangrado, con su antebrazo, y jadear mientras recuperaba el aire gastado.

-¡Suéltenme, maldición! – vocifere ante mi impedimento.

Como ninguno de ellos parecía que me escuchaba, volví a arrojarme hacia Carvin.

-¡Suéltenlo! Esto es entre él y yo. – ordeno él, y en el momento que dijo aquello, deje de forcejear.

No fue hasta ese momento que entendí que Carvin no tenía la culpa de todo lo que estaba sucediéndome. Estaba tan frustrado e impotente, que utilice toda esta rabia y la descargue contra el primero en interponerse en mi camino.

Como lo demandó, todos me soltaron, pero ya no pude hacer más que mirarlo liado, mientras recuperar el aliento.

Trague saliva por el cambio total de mis emociones. La adrenalina se iba debilitando conforme me tranquilizaba, y me sentía como un idiota por ocasionar todo este embrollo. Carvin en cambio seguía preparado y en guardia, para recibirme en cualquier momento.  

Y como era de esperarse, cuando intente justificar mi comportamiento, las palabras no salían y el desabrido nudo en la garganta no me dejo decir nada. Fue entonces que decidí largarme de ahí como un cobarde y desaparecerme un buen rato.

Minutos después ya estaba de regreso en mi habitación antigua. Me senté en la cama y tome mi cabeza con mis dos manos para intentar averiguar qué demonios me había sucedido.

Unos golpes ligeros en la puerta me sacaron de mi trance. Me imagine a Carvin regresando a partirme la cara. Y bueno, bien merecido me lo tenía. Había tenido mucha razón cuando me recordó que me estaba comportando como un imbécil.

Cuando permití el pase de quien fuera que estuviera afuera, no esperaba verla a ella aquí.

-¿Qué haces aquí? – pregunte cuando Katy entro a la habitación.

-¡Hola, Tyler! quería saber cómo te encontrabas. – parecía muy tranquila, mientras que yo estaba devanándome los sesos por tranquilizarme ante ella.

-Mejor. Solo que… ahora no es un buen momento.  – me excuse lo mejor que pude. Ella asintió.

-¡Ah, bien! – luego agrego. – Yo solo… quería preguntarte también si… sabias que le sucede a Agnes.

Levante la cabeza inmediatamente y la observe confundido. Seguía al pie de la puerta y parecía realmente interesada. Eso mismo me gustaría saber, me conteste mentalmente.

-Lo más probable es que yo sea el causante de ello. – le confesé y solté un suspiro pesado. – Pero lamentablemente… creo que soy el menos indicado para saberlo.

-¿Has intentado buscarla?

-Si. – respondí afligido. – No he tenido mucha suerte.

Se acercó en donde me encontraba, y como no me había molestado en encender las luces de mi habitación, estaba en completa oscuridad. Cuando mi visión se acoplo al entorno, la vi entrecerrando los ojos y observando detenidamente el rostro.

-Tienes algo de sangre en la nariz. – comento Katy, levanto el dedo y señalo, a lo que yo pase los dedos para limpiarme. – Te vi salir del Núcleo hace unos minutos. Te llame varias veces, pero pasaste como un rayo.

Me quede en silencio rememorando lo sucedido. Ahora mismo no me apetecía hablar de mi remordimiento con nadie. Al menos no por el momento.

-Perdona, pero realmente quisiera estar solo. – me excuse de nuevo. No había sonado osco ni nada por el estilo, solo que estaba agotado de la situación.

-Ya. Lo entiendo. Entonces me voy. Si necesitas ayuda con algo, ya sabes dónde encontrarnos. – se despidió ella.

-Bien. – finalice.

-Y, Tyler… – me llamo y levante la vista de nuevo. – Agnes no está bien ¿sabes? Puedo asegurarte que algo le sucede. Sé que la conozco desde hace muy poco, pero lo puedo percibir.

Intrigado por su confesión, me quede más aturdido que antes. No pude decir nada más. Katy simplemente se dio la media vuelta y se marchó.

Me deje caer en la cama y espere a que me venciera el cansancio, pero lamentablemente esto de descifrar acertijos me daba insomnio y me hacía doler la cabeza. Esto se estaba volviendo un habito últimamente. Como no pude hacer mucho aquella noche, decidí salir.

Camine hacia donde la muralla dividía el bosque y rebusque entre los arbustos la brecha que había derrumbado hace ya más de un año. Camine entre el bosque hasta dar con el lugar de siempre. El lugar en donde casi siempre encontraba esa calma que tanto necesitaba ahora.

Me recosté en el surco conocido, debajo de la sombra de los árboles, mientras la luna me iluminaba el rostro. Y fue entonces que viaje a través del tiempo y...

(Flashback)

-Quiero ir a la ciudad. – aclaro Agnes. Detuve mi paso y fingí no haberla escuchado.

-¿Uhm?

-Quiero que me lleves a la ciudad. – su rostro impasible me corroboraba la seriedad del asunto.

Me quede procesando su petición unos minutos. Siempre era yo quien iba a la ciudad. Me escabullía en las noches porque la fluencia de personas no era la misma que había notado a la luz del día.  Y no era el hecho del que  quisiera evitar que la pisara, si no, para evitarnos problemas.

-No creo que sea buena idea.

-¿Por qué? – pregunto ella, frustrada.

-Sabes que podrían encontrarnos.

-Ni siquiera estamos seguros que estén buscándonos.

Habíamos estado ya desde hace cuatro meses fuera dela Fortaleza. Y como ella lo dijo, jamás nos habían sorprendido. Pero no quería correr el riesgo y volver a ese lugar.

-¿Es tan malo que quiera conocer ese mundo? – insistió una vez más.

-Claro que no. Pero los humanos podrían descubrirnos. ¿Qué pasaría si usaras tu habilidad y uno de ellos se diera cuenta?

Agnes ladeo la cabeza, me miro atentamente, frunció un poco los labios y tomo una bocanada profunda de aire, para luego soltarla y continuar.

-Entonces… tendré que dejar de usarlas. – se acercó y se plantó frente a mí. - ¿Y tú? ¿Vas a dejar de usarlas?

-No creo que pueda evitarlo. – agregue. – Es decir… ¿y que si las necesito?

-Vamos, Tyler. Solo una vez. ¿Qué puedes perder si lo intentas? – siguió insistiendo.

-Nuestra libertad. – dije automáticamente. Ella resoplo y siguió mirándome de esa forma que antes había hecho.

-Solo una. Anda. Y prometo que no volveré a pedirte nada más. – esto de ser la parte sensata a veces me irritaba.

-¡No! – finalice. Le saque la vuelta y continúe con el recorrido.

La escuche andar detrás de mí en total silencio. Sabía que estaba molesta por como sus ojos me habían penetrado la última vez.

Esperaba otro enfrentamiento, Agnes no era fácil de doblegar. Y bueno, debo aceptar que lo único que me divertía ahora eran nuestras peleas sin sentido. Me fascinaba verle el rostro rojo cada vez que la ponía furiosa.

Ya habían pasado varios minutos y no salía nada de su boca, así que le eche un leve vistazo. Continuaba caminando, y como era de esperarse, estaba enfadada porque evito mi visión en cuanto pose los ojos en los de ella.

-¿No me digas que estas molesta? – no respondió. - ¿Mucho?

Por su parte no decía nada. Como me detuve, ella se pasó de largo y ni siquiera me ofreció una mirada de desprecio.

-¿Vas a utilizar el silencio para martirizarme? – no contesto. Iguale nuestro paso y la seguí. – No vas a chantajearme con esto. – No va a resultar.

Continué a su lado. Sabía que esto le sulfuraba el doble, porque la vi tensar la mandíbula. Pero como estaba surtiendo efecto su mudez en la situación, seguí fastidiándola.

-Podrías ayudarme si dices algo. No lo sé… tal vez deberías utilizar los usuales  sobrenombres a lo que sueles recurrir para…

-¡Solo déjame en paz! ¿De acuerdo? – soltó ella de pronto. Ofreciéndome una mirada de disgusto total.

¿Qué podría pasarnos si fuéramos a la ciudad a la luz del día? ¿Podríamos regresar a ese lugar? Esperaba que no.

-¿Quieres ir a la ciudad? – pregunte, pero ni siquiera la deje decir una palabra. – Entonces iremos a la ciudad.

-No es necesario que lo hagas solo porque…

-Iremos a la ciudad. – volví a recalcar rotundamente.

Creo que después de todo, yo también tenía algo de curiosidad en hacerlo. Nunca había topado a un humano de frente y no tenía idea que tan diferente sería. Así que ¿Por qué no hacerlo?

-¿Por qué de pronto has cambiado de parecer? – pregunto entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño. Aún seguía molesta.

-Detesto cuando te pones odiosa. – confesé. Ella no parecía creerme.

-¡Oh, Tyler! ¿Alguna vez te has visto en un espejo? – contraataco. Pero en vez de continuar con su disgusto, ahora parecía divertida. – Odio que me hagas reír cuando se supone que tengo que estar enfadada. – agrego y rodo los ojos.

Aquello me di gracia también, pero no lo demostré. Seguimos en camino y acepte ir a la ciudad a plena luz del día y a la vista de todos los humanos.

Y entonces ya estábamos pisando la ciudad. Serian poco más de las siete de la mañana si mi reloj biológico no me fallaba. Vimos el alba asomarse entre la lejanía y lo tomamos como una confirmación de que era la hora perfecta para entrar en acción.

-Espera… - le dije antes de que pudieran vernos. – Súbete la gorra y enlázate el cabello.

-¿Es real? ¿Voy a entrar a la ciudad pareciendo que estoy escondiéndome? Voy a llamar la atención de todo mundo, Tyler. Deja de ser dramático. – dijo, pero accedió a tomarse el cabello en una coleta.

-Bien. – conteste y resople frustrado. ¿Tan malo era ser precavido?

Y entonces caminamos por las calles. No podía evitar estar alerta con mi habilidad mental. Se que habíamos prometido no usarla mientras no corriéramos peligro, pero ¿se dará ella cuenta de que lo hago?

Al inicio que personas iban de aquí para allá sin prestarnos atención fue un buen comienzo, pero luego de observar el ajetreo de la vida a nuestro alrededor, había personas que se dieron cuenta de nuestra existencia.

No pude evitar tensarme y buscar alrededor de nosotros por alguna actividad anormal, pero  creo que estábamos llamando la atención por nuestros semblantes fascinados, ya que a las personas les resultaba desconocido. ¿Qué cómo lo supe? Por qué los escuche de sus cabezas.

-Relájate. – le advertí en un susurro a Agnes que al igual que yo, intuyo se había enterado.

-Sí, lo sé. – respondió igual. – Al menos podemos simular que no sabemos que es lo que sucede a nuestro alrededor ¿no?

Asentí. Después de ello, intente relajarme también. Funciono de inmediato, porque los humanos dejaron de prestarnos atención y seguir con sus vidas.

Podía notar el asombro de Agnes en cada suceso que pasaba ante nuestros ojos. Y bueno, era de esperarse. Yo también miraba con asombro disimulado.

Había humanos transitando las calles, vehículos en movimiento, el ruido causado por las cotidianas conversaciones matutinas entre las personas, el ajetreo ciudadano constante que había notado a la lejanía.

Entonces, uno de aquellos vehículos presto mi total atención. Era pequeño, dos llantas, rápido y escurridizo, tal vez podía trasportar si acaso a dos personas. Era perfecto para escabullirnos si necesitáramos huir.

-¡Tyler! – escuche llamarme y la busque inmediatamente, pero ya no estaba a mi lado. - ¡Tyler, aquí!

Como estaba a punto entrar en pánico, suspire aliviado cuando la vi unos metros más adelante. Me hizo una señal para que la siguiera, y no me quedo más remedio que hacerlo.

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