Sebastian Stan One Shots

By Mochibiris

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Pequeñas historias del perrito rumano, historias de cualquier tipo. Muchas veces los OS están basados en canc... More

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Actualización de "Vecino"

Job

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By Mochibiris

Advertencia:

Contenido sexual: Si.

Consumo de drogas/alcohol: No.

Violencia: No.

3/3

Canción: Secrete/Sex and candy [Maroon 5]
Si las pueden escuchar una después de la otra, es mejor.

______________________________________

Stan sabía cómo hacer su trabajo, tocaba cada parte de su intimidad que la estremecía y sabía de antemano que haber puesto la temperatura de la habitación tan baja, hacia que toda la piel ajena se mantuvierse erizada.

Por su parte, él cada vez estaba más duro. No había tocado su erección porque, aunque le diera rabia el necesitar tanto el toque de las otras manos, sabía que su antojo mayor era que ella se encargara de eso, de la misma forma que lo hizo esa tarde y de mil maneras más.

Le encantaba el momento, cada sonido que ambos cuerpos emitían hacía que se enamorara más, de su piel, de sus curvas, de su totalidad. No dejaba de pasear sus dedos por las piernas, el abdomen y los pechos de la mujer encima de su escritorio y cada vez que saboreaba y escuchaba lo que ella sentía, tenía más necesidad de entrar, fuerte y ansioso.

Volvió a sentir como mientras la sujetaba,  Kiera llegó por segunda vez a su éxtasis, liberandose todavía él entre sus piernas. Terminó de lamer y disgutarla para luego levantarse y comenzar, despacio, a quitarse la correa, como si nada hubiera pasado.

Kiera tenía la respiración aún más agitada que antes, su cuerpo seguía teniendo pequeños espasmos e intentaba volver a tranquilizarse. Creyó poder hacerlo, levantando un poco la cabeza, entre abriendo la boca instintivamente ante ver a su novio hacerle toda una escena mientras cada vez menos tela cubría su cuerpo.

Y ahí se había ido la poca estabilidad que intentó recuperar.

Sebastian empezó quitándose la camisa, mirando sus botones y desabrochandolos cuidadosamente con los dedos. Por tener la cabeza inclinada, unos cuantos mechones de cabello caían rebeldes, volviendo la escena más descuida. Terminó de desabrochar y comenzó a quitarse la camisa, sus abdominales contrayéndose, haciendo que la menor soltara un ligero gemido deseando cada parte del torso trabajado de Stan. Este sonrió divertido, mirando por sobre sus pestañas a la castaña que le devolvía la mirada con lujuria rebosando de sus pupilas.

Siguió con su juego, dejando caer la prenda superior, llevando sus manos de nuevo al cinturón, terminando de quitárselo, sin prisa. Sus dedos juguetiaron un poco con la cremallera del pantalón de vestir y cuando escuchó la respiración pesada de Kiera, volvió a sonreír, bajándose la última prenda antes de quedar semidesnudo.

La muchacha tomó la oportunidad para detallarlo aún más, sintiendo como el deseo volvía a esparcirse por su cuerpo. Sebastian era alto, unos cuantos centímetros más que ella. Su cabello brilla amarillo por la luz de la habitación y su mandíbula se pronunciaba más de lo normal. Su pecho era fuerte, marcado al igual que su abdomen. No se había rasurado en unos días, haciendo que se viera tal como a ella le gustaba. Y dentro de su última prenda, increíblemente grande, su intimidad estaba erecta, sin poder esperar más para ser liberada.

— Dilo.— Los ojos marrones volvieron a los azules y la conexión fue catastrófica.

Esta vez fue ella quién movió los labios, en una pequeña sonrisa.

— Dilo.— Su voz demandante, ronca y rasposa, rozó las paredes internas de la menor, rasgando un gemido ahogado de la otra garganta.— Dime qué quieres.

La castaña tragó grueso, sintiendo cada vez más nececidad de estar piel contra piel. Intentó respirar mejor y sin dejar de mantener el puente que ambas miradas habían creado, habló.

— Quiero que me toques.— Vió la ceja derecha del mayor moverse hacia arriba, esperando que continuara.— Quiero que me beses.— Sebastian se lamió el labio inferior, sacándolo de quicio la imagen ante sus ojos.— Y quiero que me cojas.

— Eso no es sutil.— Stan comenzó a caminar en dirección a ella, tranquilo, contrastando toda la necesidad que ambos cuerpos gritaban. Era casi un mal chiste lo silencio que estaba el lugar, sabiendo que el caos que sus dos cuerpos pedían no era nada pero ruidoso.

Kiera volvió a sonreír, sentándose en la mesa, esperando que él la volviera a tocar.

— Entonces quiero que me toques. Quiero que me beses. Y quiero que me hagas el amor más fuerte de lo que alguna vez lo hemos hecho.— Sebastian asintió, acunando con ambas manos el rostro de la mujer, rozando con su pulgar sus pómulos, acercando su cuerpo al otro.

— Será todo un placer, querida.— Y volvió a unirlos, ambos labios acostumbrados a la guerra que tanto les gustaba, al sabor dulce, húmedo y lleno de necesidad.

Sus lenguas bailaban al mismo ritmo y sus manos se movían encajando perfectamente en sus cuerpos. La oficina comenzó a escucharse como ambos se sentían y entre las cuatro paredes, la imagen tan íntima y obscena que los dos creaban podría hacer a cualquier persona celosa de no tener algo así.

Piel contra piel, las capas de sudor uniéndose, dedos llenándose de la esencia ajena.

En un movimiento rápido Stan dejó libre a las manos de la menor, haciendo que pudiera sentir como estas comenzaban a trazar su cuerpo, adorandolo de tal manera que se sentía abrumado. Intentaban ser gentiles, alargando más el momento, pero la verdad era que no podían esperar más, ambas pieles ardían, la temperatura había subido en segundos y estaban seguros que si seguían así, podría terminar en un desastre más grande del que ya habían hecho.

Pero la idea de llegar al extremo era demasiado tentadora.

Las yemas de los dedos más grandes presionaban la cadera de la castaña, pasaban a estimular sus pezones y se perdían en la espalda baja de esta. Las manos más pequeñas estaban inquietas, trazando cada curva que los músculos ajenos tenían, besando los lunares que podía ver, lamiendo cada vena que aparecía cuando Sebastian se movía buscando más contacto.

El pene de Stan se presionaba duro contra la entrada de Kiera, palpitante, haciendo que la presión en ambos pechos y la electricidad que los dos sentían cada vez que volvían a chocar, los estuviera delirando por completo.

Sin poder esperar más, Sebastian llevó una mano hasta el pecho de la castaña, haciendo que ambos se separan del beso y siguiendo, empujando con suavidad, hasta que esta estuvo totalmente acostada en el escritorio.

Tenía su motivo para comprar un escritorio tan grande.

Sin despegar las miradas, comiéndose con cada pequeño movimiento que sus pupilas hacían, Stan se quitó la última prenda que liberaba algo que le estaba doliendo desde hace ya un buen rato. Kiera suspiró fuertemente, sin dejar de sorprenderle cuanto le gustaba la erección que cada vez se liberaba frente a ella.

Sebastian sonrió, acomodándose en la entrada de la castaña y agarrando sus costados con la mano, entrando lentamente, sintiendo como las paredes de la intimidad de la menor lo presionaban fuertemente. Gimió, gustandole demás como se sentía.

Comenzó lento, torturandolos a ambos, haciendo que el mueble debajo de ella sonara tenuemente. Sus movimientos eran suaves, dando justo en el punto exacto que hacía que los gemidos se convirtieran en pequeños gruñidos y gritos por parte de ambos. Tomó con sus dos manos cada extremo de la otra cintura y aceleró las embestidas, provocando que el escritorio rechinara aún con más fuerza, en unísono con cada quejido que sus bocas soltaban.

Entraba duro, rápido, queriendo sentir aún más cada extremo de su entrada. Ambos habían dejado sus cabezas caer hacia atrás, cerrando los ojos con fuerza y enfocándose en disfrutar como estaban cogiendo encima del escritorio de la oficina del mayor.

— Dilo.— Después de embestir fuertemente, sabiendo que estaban llegando cada uno a su orgasmo, paró dentro de ella, inclinándose hacia su cuerpo y pasando sus labios por la piel que podía.

— Sigue.— Tan necesitada de seguir, de seguir hasta no poder ni hablar.

— No.— Salió casi por completo, lamiendo la línea que se dibujaba en su abdomen.— Dilo.

Kiera sonrió aún sin mirarlo, sabiendo a que se refería. Abrió los labios, queriendo articular palabra, pero cuando volvió a sentir como la penetraban fuertemente, el único sonido que salió de su garganta fue un sonoro gemido. Sebastian volvió a moverse, más fuerte y rápido que antes, sin dejar de entrar y salir ni por un momento.

— Joder, dilo.

— Sseb— Volvió abrir la boca cuando sintió nuevamente que le tocaba ese punto.— ¡Sebastian!

Y este, sonriendo encima de la piel del cuello ajeno, entró y salió un par de veces más hasta que siendo él el primero, su cuerpo se estremeció y se libero alrededor de su coño y por sus muslos internos, haciendo que se viera aún más mojada y roja cuando esta llegó a su tercer orgasmo de la noche.

Sebastian se inclinó sobre su entrepierna y lamió ambos liquidos, volviendo a pasar por su clítoris, jugueteando un poco con su lengua. Los dos respiraban con dificultad, estaban exhaustos y habían terminado más satisfacidos de lo que habían esperado.

— Si cada vez que me pierda en el trabajo, esta va a ser la manera en que me regreses, te lamento informar que tengo toda la semana ocupada.— La castaña rió aún sin moverse, gustandole como se sentía el aliento de Stan sobre sus muslos, acariciándole el cabello oscuro.

— Y si cada vez que te regrese y luego me escape, este será mi castigo, temo decirte que tendré que ver tu agenda.

Sebastian la ayudó a levantarse, quedando los dos frente a frente, teniendo que nivelarse por la diferencia de tamaño. El mayor volvió a acariciar la mejilla contraria y tomando la mano que estaba en su rostro, besó la palma de esta, para luego besar su labios.

— Te amo.

____________________________________

¿Les gustó? Siento no fue mi mejor.
Me inspiré en una comedia romántica de Netflix y creo que pronto tendrán un One Shot largo.
Comenten y voten.

Lot of love.
TDG.

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