29: Erika.

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Camino sin rumbo pero con paso fijo. Tras diez minutos andando apresuradamente, acabo por llegar a un parque en el que varios niños se encuentran jugando, y varias madres mirándolos, asegurándose de que estén bien. Me intento imaginar a mí cuidando de un niño, igual que hacen ellas. Soy muy joven. Me veo demasiado pequeña.

No sé que demonios hacer.

Me siento en uno de los bancos, al lado de una chica algo mayor que yo. Tendrá unos diecinueve o veinte años. Su melena es pelirroja, claramente teñida, y tiene un piercing en la lengua. Lo percibo cuando le saca la lengua al niño pequeño, de apenas un par de años, que tiene sentado en el carrito mientras le da de comer.

-Es muy guapo.-Le digo refiriéndome al niño.

-Gracias.-Me mira y me sonríe.-Se llama Daniel, y es mi hijo. Yo soy Erika.

-Yo soy Sarah. ¿Te puedo hacer una pregunta?-Me muerdo el labio a la espera de que conteste.

-¡Claro! Lo que quieras.

-¿Con que edad lo tuviste?

-Diecisiete.

-¿No te arrepientes?

-Al contrario. Dani es lo mejor que me ha ocurrido en la vida. Desde que el capullo de su padre se fue, solo le tengo a él. Es mi vida.

-¿Te abandonó?-Pregunto horrorizada.

-En cuanto supo que estaba embarazada. Antes de eso, me adoraba. Me trataba como a una princesa. Parecía que nada nos fuese a separar. Pero ya ves. Los hombres son hombres.-Suelta un suspiro.

De repente, siento miedo. ¿Adrien me dejaría?

-Te veo preocupada.-Extiende una mano y la posa sobre mi rodilla.-¿De cuanto estás?

La miro.

-Un par de semanas.

-¿Cuantos años tienes?

-La semana que viene cumplo dieci...-estoy a punto de decir "diecisiete", pero me retracto-...nueve. Y no sé que hacer.

-¿El padre ya lo sabe?

-Si. Se acaba de enterar. No ha reaccionado muy bien. Al menos, no como yo esperaba.

-Al principio suele pasar. Es dificil que reaccionen felices tan jóvenes. Solo piensan en toda la vida que la queda por delante.-Veo que saca una pequeña carta de su bolsillo trasero.-Jonah siempre me escribía una carta al mes, siempre. Era su gesto romántico, a parte de otros, claro. Esta es la última carta que me escribió, unos días antes de que se enterase de que estaba embarazada. Léela.

La tomo entre mis manos. Dirijo mi vista hacia el papel, y percibo que la letra es clara, y un poco curvada.

Erika:

Mi preciosa chica. Ya hemos llegado al mes de diciembre, y a uno de los inviernos más fríos en los últimos años.

El hielo comienza a hacerse presente en todos los lados, en las ventanas, en la escarcha de los coches... en todo salvo en mi corazón.

Ahí, tan solo hay fuego. Fuego que cada día es avivado gracias al amor que me tiendes, y que sin él, moriría congelado.

Sabes que estoy aquí. Sabes que, si lloras, lloro. Si ríes, río. Sin ti no soy nada, tan solo un copo de nieve en mitad del verano. Sería un imposible.

Mi querida Erika; te amo, y siempre lo haré.

                Siempre tuyo, Jonah.

Una lágrima cae por mi mejilla.

-Es preciosa.-Se la devuelvo.

-Lo sé.-Hace una mueca.-Es una pena que todo fuese mentira.

Levanto la vista hacia ella. Me sonríe tristemente y me acaricia la mejilla.

-Si quieres quedamos un día. Puedo ayudarte con el embarazo. Se muchos remedios caseros para las náuseas.-Me guiña un ojo y yo río.

-Me encantaría. Toma, mi número.-Cojo un boli y le escribo en su mano mi teléfono.-Te veo pronto. Ahora tengo que ir a hacer una cosa.-Me incorporo.-Hasta luego, Dani.-Le sonrío y me voy corriendo hacia mi casa.

Abro la puerta y entro.

-¡Adrien!-Lo llamo.

Aparece corriendo hacia mí, saliendo de la cocina con el teléfono en la mano.

-¿Donde estabas? Llevo llamándote media hora.-Está preocupado.

-Fui a dar un paseo. Conocí a una chica muy maja con la que estuve hablando.

-Pues ahora vas a hablar conmigo.-Me agarra de la mano y tira de mi hacia la cocina.

Me sienta en una silla y él se queda de pie.

-Mi amor.-Se arrodilla y me acaricia la cara.-Sé que he reaccionado mal. Lo sé. Pero no estaba preparado.-Toma aire.-Hemos tenido que madurar demasiado rápido, Dris. Las adversidades nos pueden. Pero eso no significa que no quiera a nuestro bebé.-Posa una mano en mi vientre.-Sea lo que sea que pase, estaré a tu lado. Y si finalmente, nuestro hijo nace, tendrá un padre que lo querrá más que a nada en el mundo.-Sonríe de medio lado.-Aparte de a su madre, claro.

No puedo evitarlo y empiezo a llorar. Me lanzo a sus brazos y entierro la cara en su pecho.

-Te quiero muchísimo, Adrien.

-Y yo a ti, pequeña. Y yo a ti.-Susurra con la cara enterrada en mi pecho.

Mi pequeña fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora