7:Mensajes

6K 324 16
                                    

Adri suelta una carcajada.

-Ah, me olvidé de decirte una cosa.

-¿El qué?-Pregunto con un tono de voz doloroso.

-Me besaste.-Sonríe picaronamente y se acomoda en la almohada.

-¡¿QUÉ... QUE YO... QUE YO QUÉ!?-Le pregunto alterándome.-¡MI PRIMER BESO!-Me llevo los dedos a la boca. Por alguna razón, mi enfado desaparece y se sustituye por confusión.-Contigo.

Él se incorpora y se pone serio. No dice nada, tan solo asiente.

Nos quedamos unos segundos callados.

-Yo voy a seguir durmiendo. Solo son las doce.-Dice finalmente Adri. Frunzo el ceño.

-¿Donde está mi ropa?

-En la lavadora.

Frunzo más el ceño. Paso una mano por mi espalda y noto un cierre distinto al mío. Miro hacia abajo y estiro el cuello de la camiseta, para ver mi sujetador. Me encuentro con uno blanco con algo de encaje.

-¿De quién coño es este sujetador?-Exclamo.

-De Keira.

Abro los ojos como platos.

-¿DE ESA TEÑIDA?-Me levanto de la cama y voy hacia la cocina. Me meto en el cuarto de la lavadora y saco mi ropa interior de esta.

Me voy al baño, paso el pestillo y me cambio. Vuelvo a ponerme la camiseta de Adrien y vuelvo a la habitación.

-No quiero nada de esa.-Le digo, pero él se a vuelto a dormir.-¡ADRIEN!

-Calla... quiero dormir...-Dice con los ojos aún cerrados. Refunfuño y me dispongo a irme a mi piso, pero cuando voy a abrir la puerta de la entrada, oigo unas voces en el rellano. Me asomo a la mirilla y me encuentro a dos vecinos hablando animadamente allí.

Mierda, no puedo salir.

Vuelvo a la habitación dando fuertes pisadas.

-Me quedo un rato.-Digo enfadada.

Adrien pone su mano encima de su barriga y se da dos suaves manotazos, dando a entender que me apoye ahí.

La verdad es que tengo bastante sueño... Agh.

Me acerco a la cama y me tumbo a su lado, apoyando mi cabeza en la almohada contigua.

***

Aproximadamente una hora después me despierto en la misma posición en la que estaba.

Giro la cabeza hacia la izquierda y veo a Adrien, todavía dormido. Me quedo observando por un largo rato sus suaves facciones. Cuando duerme, su expresión se vuelve más infantil y no aparenta tener diecinueve años.

Tras unos minutos, abre un ojo y forma una sonrisa.

-Hola.-Dice somñoliento.

-Hola.-Le respondo. Por alguna razón me recuerda al despertar de un niño pequeño, así que le devuelvo la sonrisa.-¿Quieres desayunar?

-Si, porfa.-Vuelve a cerrar los ojos y se pasa un brazo por la cara.

Me levanto y voy hacia la cocina. Empiezo a cotillear en sus armarios, hasta encontrar un par de vasos y un par de tazas.

Abro otro armarito pequeño para ver si hay cereales, pero me encuentro con varias cosas, como celo, tijeras... y un par de cajas de condones.

Me enfurezco ligeramente. Cierro el armario, abro la nevera y cojo la leche y el zumo.

Mi pequeña fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora