4: Solo vamos a tomar café.

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Entramos en la cocina. Adrien se sienta en una silla y yo empiezo a hacer el café.

Saco dos tazas azules y echo leche. Luego añado el café, y por último azúcar.

Le doy una taza y yo me quedo con la otra. Le doy un sorbo, pero como quema mucho vuelvo a escupir en la taza. Saco la lengua y empiezo a abanicarme con la madre libre.

Oigo a Adrien reirse por lo bajo. Levanto la vista y le fulmino con la mirada.

-¿De qué te ries?-Le pregunto.

-¿Yo?-Se señala con una mano.-De nada.-Se hace el indiferente.

-Eso me parecía.-Digo frunciendo el ceño.

Me siento en el suelo con las piernas estiradas, ya que solo llevo una camiseta. Le doy otro sorbo al café.

-¿Cuantos años tienes?-Me pregunta.

-Dieciseis.-Le respondo tras dar un largo trago.-¿Tú?

-Diecinueve.-Sonríe y bebe.-Pareces más pequeña.

-¿Por qué?

Él se encoge de hombros.

-No sé, lo pareces.-Su mirada cambia a más seria.-¿Y tus padres?

-Discutiendo, probablemente.-Pongo los ojos en blanco.

-¿Por eso te fuiste?-Pregunta.

-A parte, nunca me hacían caso. Seguro que ni siquiera se están molestando en buscarme.

Nos quedamos un rato en silencio. Me dan ganas de decirle que está muy bueno. Frunzo el ceño.

-¿En que piensas?-Me pregunta.

-En que estás muy bueno. Pero eres un imbécil. Te aprovechas de mí.-Levanto la mirada y le sonrío sarcásticamente.

Adri suelta una carcajada.

-¿De verdad no quieres que me aproveche de ti?-Pregunta enarcando las cejas.-Yo creo que lo estás deseando.-Dice en un tono de voz ronco.

-Mucho.-Digo sarcásticamente, mientras asiento con la cabeza varias veces.

-Pues empezaré a partir de ahora.-Me sonríe de lado y me mira de forma provocativa.

Deja la taza en la mesa y se levanta.

-¿Que vas a...?-No acabo la frase. Adrien agarra mis muñecas y me levanta de un tirón, haciendo que un poco de café caiga al suelo.

Me saca la taza de las manos y la deja en la encimera.

-Mañana, (igual que cada año) el presidente de la comunidad invita a una cena a todos los vecinos. Hay que llevar pareja.

-Y quieres que yo sea la tuya.-Digo mirándole los labios, sin poder evitarlo.

Él suelta una risita y niega con la cabeza para si mismo.

-No, gracias, no salgo con niñas.

En este mismo instante me dan ganas de pegarle.

-¿Entonces qué?-Le espeto con furia.

-Quiero que vayas.

-¿Para qué?

Se encoge de hombros.

-Por si acaso me aburro.-Dice con una sonrisa malvada.-Bueno, ¿vendrás, no?

¿Una niña? ¿Por si se aburre? Adrien, prepárate, porque cuando mañana me veas te vas a caer de la silla.

-Dalo por hecho.-Le digo con una sonrisa de suficiencia.

Mi pequeña fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora