3: Conociendo al vecindario.

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Me despierta una ¿discusión?

Resoplo y me levanto de la cama. Estoy a punto de salir por la puerta cuando me miro en un espejito que tengo en la entrada: el moño que me he hecho está prácticamente deshecho. No sé como hacen las chicas normales, que siempre les queda perfecto.

Me lo quito y dejo que mi pelo caiga hadta la mitad de mi espalda. Abro la puerta y salgo fuera. Creo que vienen del segundo piso.

Bajo las escaleras y me encuentro con una pareja de unos veinte años discutiendo. La chica, piel algo oscura y pelo castaño, le recrimina algo al pobre chico pelirrojo.

-¡Hoy hace un mes que nos mudamos! Parece mentira que no te acuerdes...-Grita.

Él chico está a punto de hablar, cuando me acerco a ellos y pongo una mano en el hombro de la chica, y la otra en el del chico.

-Chicos.-Digo como saludo.-Llevo años oyendo a mis padres discutir, y no me acabo de mudar para escucharos a vosotros, así que os agradecería que os callarais de una maldita vez, porque vivo justo encima de vosotros y cuando quiero puedo ser muy ruidosa.-Les digo con una falsa sonrisa en mi cara.-Feliz mesniversario.-Digo con una falsa euforia.

Me doy la vuelta y vuelvo a subir a mi piso. Veo que son las once de la mañana.

No tengo clase porque acaba de empezar el verano (en mi instituto las clases acaban antes). Es 5 de junio.

Quiero prepararme un café,  pero no tengo cafetera. Frunzo los labios.

Tal vez el chico de ayer tenga.

Salgo otra vez fuera y doy unos golpecitos en la puerta de enfrente, en la que entró el chico.

A los segundos me abre la puerta el mismo chico de ayer.

Está con un pantalón de pijama negro y una camiseta también negra.

-¿Que quieres?-Me pregunta, no sin antes mirarme de arriba abajo.

Me sonrojo ligeramente y frunzo el ceño.

-¿Tienes cafetera?-Le pregunto.

-Si.-Se queda callado.

-¿Bueno, me la dejas o no?-Le pregunto segundos después, ya cansada. Me cruzo de brazos.

-Claro. Pasa.-Se hace a un lado y entro.

Su piso es exacto al mío, solo que con las habitaciones en el lado contrario. Me dirijo a la cocina y nada más entrar veo una cafetera en la encimera. La agarro y me dispongo a salir, pero el chico se interpone en mi camino.

-¿Me preparas un café, de paso?-Pregunta con una sonrisa en los labios.

Me muerdo el labio inferior y asiento. Dios, que guapo.

¡¿Pero que estás pensando, Dris!? Apenas lo conoces.

Aunque está realmente bien... BASTA.

Se da la vuelta y sale por la puerta de la entrada, para dirigirse a mi piso.

Cuando entra, no se dirije a la cocina, si no a mi habitación.

-¿Qué leches haces?-Le pregunto. Dejo la cafetera en la mesa y salgo disparada a mi habitación.

Me lo encuentro sentado en mi cama, con las piernas algo abiertas y con los codos apoyados en las rodillas.

-Fuera de mi habitación.-Le digo.

-Bonita colcha.-Dice ignorándome.

-Gracias, ahora fuera. Te invito a un café, no a mi cama.-Me sonrojo al ver el doble- pero no buscado- sentido de las palabras que acabo de decir. No pienso hacer nada con él. Nada. Ni siquiera he tenido novio en mi vida.

Con un rápido movimiento, se levanta y me agarra de las muñecas. Me gira y me tira en la cama, para luego tumbarse sobre mí.

Sigue con mis muñecas aprisionadas. Intento moverme, pero es imposible.

-Suéltame.-Le digo muy seria. Él niega con la cabeza y sonríe.-He dicho que me sueltes... eh...-No sé ni su nombre.

-Adrien.-Dice con los labios a centímetros de los míos.-Y tú eres...

-Alguien que está perdiendo la paciencia.-Suelto.

-Ya, claro.-Mira hacia mi mesilla y vuelve a mirarme.-Conque, Dris Taylor. No aparentas dieciocho años.

Mierda. Tengo el DNI en la mesilla.

-Pues los tengo.-Digo, intentando que no me tiemble la voz.

-¿Segura?-Su sonrisa se ensancha.

Asiento con la cabeza.

-No aparentas más de quince.

-Pues tengo dieciocho.

-¿Quieres que lo discutamos un rato? Si quieres vamos a comisaría a comprobar que todo vaya bien...-Dice guiñándome un ojo.

¿Como demonios lo sabe?

-No se lo digas a nadie.-Digo al cabo de unos segundos.

-Me da que necesitaré algo a cambio...-Dice ensanchando su sonrisa.

-¿Que quieres?-Pregunto con el ceño fruncido.

Él se encoje de hombros.

-Ya iremos viendo durante la marcha.-Su cara se va acercando a la mía, y me da un ligero beso en la comisura de los labios, y se levanta.-Vamos a por ese café.-Dice extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.

Jelouuu :D segundo cap. listo!

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Mi pequeña fugaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora