Me despierta una ¿discusión?
Resoplo y me levanto de la cama. Estoy a punto de salir por la puerta cuando me miro en un espejito que tengo en la entrada: el moño que me he hecho está prácticamente deshecho. No sé como hacen las chicas normales, que siempre les queda perfecto.
Me lo quito y dejo que mi pelo caiga hadta la mitad de mi espalda. Abro la puerta y salgo fuera. Creo que vienen del segundo piso.
Bajo las escaleras y me encuentro con una pareja de unos veinte años discutiendo. La chica, piel algo oscura y pelo castaño, le recrimina algo al pobre chico pelirrojo.
-¡Hoy hace un mes que nos mudamos! Parece mentira que no te acuerdes...-Grita.
Él chico está a punto de hablar, cuando me acerco a ellos y pongo una mano en el hombro de la chica, y la otra en el del chico.
-Chicos.-Digo como saludo.-Llevo años oyendo a mis padres discutir, y no me acabo de mudar para escucharos a vosotros, así que os agradecería que os callarais de una maldita vez, porque vivo justo encima de vosotros y cuando quiero puedo ser muy ruidosa.-Les digo con una falsa sonrisa en mi cara.-Feliz mesniversario.-Digo con una falsa euforia.
Me doy la vuelta y vuelvo a subir a mi piso. Veo que son las once de la mañana.
No tengo clase porque acaba de empezar el verano (en mi instituto las clases acaban antes). Es 5 de junio.
Quiero prepararme un café, pero no tengo cafetera. Frunzo los labios.
Tal vez el chico de ayer tenga.
Salgo otra vez fuera y doy unos golpecitos en la puerta de enfrente, en la que entró el chico.
A los segundos me abre la puerta el mismo chico de ayer.
Está con un pantalón de pijama negro y una camiseta también negra.
-¿Que quieres?-Me pregunta, no sin antes mirarme de arriba abajo.
Me sonrojo ligeramente y frunzo el ceño.
-¿Tienes cafetera?-Le pregunto.
-Si.-Se queda callado.
-¿Bueno, me la dejas o no?-Le pregunto segundos después, ya cansada. Me cruzo de brazos.
-Claro. Pasa.-Se hace a un lado y entro.
Su piso es exacto al mío, solo que con las habitaciones en el lado contrario. Me dirijo a la cocina y nada más entrar veo una cafetera en la encimera. La agarro y me dispongo a salir, pero el chico se interpone en mi camino.
-¿Me preparas un café, de paso?-Pregunta con una sonrisa en los labios.
Me muerdo el labio inferior y asiento. Dios, que guapo.
¡¿Pero que estás pensando, Dris!? Apenas lo conoces.
Aunque está realmente bien... BASTA.
Se da la vuelta y sale por la puerta de la entrada, para dirigirse a mi piso.
Cuando entra, no se dirije a la cocina, si no a mi habitación.
-¿Qué leches haces?-Le pregunto. Dejo la cafetera en la mesa y salgo disparada a mi habitación.
Me lo encuentro sentado en mi cama, con las piernas algo abiertas y con los codos apoyados en las rodillas.
-Fuera de mi habitación.-Le digo.
-Bonita colcha.-Dice ignorándome.
-Gracias, ahora fuera. Te invito a un café, no a mi cama.-Me sonrojo al ver el doble- pero no buscado- sentido de las palabras que acabo de decir. No pienso hacer nada con él. Nada. Ni siquiera he tenido novio en mi vida.
Con un rápido movimiento, se levanta y me agarra de las muñecas. Me gira y me tira en la cama, para luego tumbarse sobre mí.
Sigue con mis muñecas aprisionadas. Intento moverme, pero es imposible.
-Suéltame.-Le digo muy seria. Él niega con la cabeza y sonríe.-He dicho que me sueltes... eh...-No sé ni su nombre.
-Adrien.-Dice con los labios a centímetros de los míos.-Y tú eres...
-Alguien que está perdiendo la paciencia.-Suelto.
-Ya, claro.-Mira hacia mi mesilla y vuelve a mirarme.-Conque, Dris Taylor. No aparentas dieciocho años.
Mierda. Tengo el DNI en la mesilla.
-Pues los tengo.-Digo, intentando que no me tiemble la voz.
-¿Segura?-Su sonrisa se ensancha.
Asiento con la cabeza.
-No aparentas más de quince.
-Pues tengo dieciocho.
-¿Quieres que lo discutamos un rato? Si quieres vamos a comisaría a comprobar que todo vaya bien...-Dice guiñándome un ojo.
¿Como demonios lo sabe?
-No se lo digas a nadie.-Digo al cabo de unos segundos.
-Me da que necesitaré algo a cambio...-Dice ensanchando su sonrisa.
-¿Que quieres?-Pregunto con el ceño fruncido.
Él se encoje de hombros.
-Ya iremos viendo durante la marcha.-Su cara se va acercando a la mía, y me da un ligero beso en la comisura de los labios, y se levanta.-Vamos a por ese café.-Dice extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.
Jelouuu :D segundo cap. listo!
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Mi pequeña fuga
HumorDris está harta de oir a sus padres pelear y de que nunca le hagan caso, por eso, a sus dieciseis años, decide escaparse de casa y vivir por su cuenta. Al principio todo sale a pedir de boca, pero cuando Adrien, su guapo vecino, descubre que está ha...