Cuando abro los ojos, veo que estoy tumbada en la cama de Adrien. Noto un escozor en el muslo, así que levanto un poco la cabeza y veo a Adrien sentado en el suelo, de rodillas, inclinado sobre mi pierna con unas gasas y varias pomadas con nombres raros.
-¿Que haces?-Le pregunto. De repente me acuerdo de todo lo que pasó hace un rato, y recuerdo que llevaba un vaquero. Vuelvo a mirar y veo que Adri me quitó el pantalón. Me sonrojo.-¿No será mejor que vayamos al hospital?
-Te he examinado la pierna en el taxi y la herida no es muy profunda.-Dice sin levantar la vista de su trabajo.
-¿Y tú como sabes que no es profunda?-Le digo frunciendo el ceño. Ahogo un grito cuando pasa un poco de alcohol por mi herida.
-Voy a empezar mi segundo año de medicina.-Dice sin inmutarse.
Enarco las cejas.
-¿Estás estudiando para médico?
-Exactamente. ¿Te sorprende?
-Bueno, esque nunca pensé que un tío que se tira a una fresca por noche tenga tiempo para estudiar.-Digo sinceramente y miro al techo.
Ahora él levanta la cabeza y me mira con una sonrisa.
-Si estás celosa, solo tienes que decirlo.
-No lo estoy.-Digo convencida. Casi.
-No quieres reconocerlo.
-Me suplicas que lo reconozca.-Entrecierro los ojos y me cruzo de brazos. Me quedo mirando al techo.
-Esto ya está.-Dice incorporándose.-Vamos a por tu mejilla.
Se pone de rodillas sobre la cama, para luego pasar una pierna sobre mí e inclinarse, de modo que queda competamente encima de mí, apoyado en los codos.
-Emmm... ¿qué se supone que haces?-Le pregunto.
-Es la mejor postura. Para curarte la cara, digo.-Sonríe picarónamente.
-Pues vale.-Mientras el desliza el algodón por mi mejilla, me quedo prendada en sus ojos, fijos y concentrados en lo que está haciendo. Cuando acaba, se separa de mi y sonríe mordiéndose el labio.-¿Algún problema?-Le pregunto a la defensiva.
-No.-Niega con la cabeza.-Tendrás que quedarte una semana con la pierna vendada. Tienes que quedarte en mi casa para que pueda tratarte.
-Vivo enfrente. Prefiero la mía.
-No. Te quedas aquí.
Al final me resigno y asiento. Me quedo mirando fijamente sus labios sin poder evitarlo. Si se acercara solo un poco más... ¡No!
-A dormir, Adri.-Frunzo el ceño y lo aparto de un empujón. Él se levanta y se quita la camiseta y el pantalón.-¿Que haces?-Abro los ojos como platos.
-Cambiarme. Quítate la sudadera.-Lo hago y me pasa una camiseta blanca suya. Me la pongo y me tumbo. Él se tumba a mi lado.
-Buenas noches.-Dice.
Le respondo con un gruñido. Luego, me quedo dormida aspirando el olor de Adrien, impregnado en su almohada.
***
A la mañana siguiente, cuando despierto, veo que Adri no está aquí. Oigo música de fondo.
Me levanto con pesadez, y noto un suave dolor en mi pierna, pero lo ignoro. Salgo de la habitación y voy al salón, y veo que está la radio encendida, mientras suena Bailando.
Oigo un carraspeo a mis espaldas. Me giro y veo a Adri sonriéndome. No lleva camiseta. Que raro. Ironía.
Extiende una mano hacia mí.
ESTÁS LEYENDO
Mi pequeña fuga
HumorDris está harta de oir a sus padres pelear y de que nunca le hagan caso, por eso, a sus dieciseis años, decide escaparse de casa y vivir por su cuenta. Al principio todo sale a pedir de boca, pero cuando Adrien, su guapo vecino, descubre que está ha...