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DÉBIL

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DÉBIL.

Harry frente a Louis, tomando su cabello en un moño es un parpadeo. Un rápido destello. Un rayo de sol que deja ciego. Cambia en un instante la forma en que los cuerpos toman aire, y para el tiempo. Sus bíceps apretándose en el momento que su cabellera ondulada es domada por la gomilla oscura y elástica. En cuanto  Harry gira sobre sus talones, Louis cerró los ojos, fingiendo estar dormido.

—Jodido dormilón.

Gruñó en su voz gruesa y ronca, por estar recién despierto, supuso el mentiroso de ojos azules. Louis casi inclina las comisuras de sus labios, casi, pero se recordó a sí mismo que no podía bajar la guardia. 

Escuchó las pisadas gruesas y resonantes de las botas del ojiverde acercándose a su fino colchón. Unos dedos calientes le tomaron una de las muñecas finas y huesudas del muchacho despierto. 

—No ha hecho ejercicio en su vida. 

Le notó suspirar en cuanto notó aquellas huellas dactilares sobre sus pantorrillas, entonces, fingió despertar poco a poco. Pero estaba tan cómodo y cálido que le sería difícil abrir su abanico de pestañas. Tampoco quería encontrarse con los ojos verdes que parecían desnudarlo cada vez que los ponía en él.

—Ni un callo, ¿es una muñeca, o qué? —Gruñó de nuevo, tomando rápidamente tanto una de sus manos como un pie del ojiazul, causándole algunas cosquillas que disimuló increíblemente bien.

Abrió los orbes azules, observando el ceño fruncido de Harry, mientras observa su cuerpo pálido y delgado con detenimiento, intentando encontrar a saber qué. Estaba de perfil, dejando a la vista su mandíbula marcada y tensa, 

Todo la vista frente a él hace que tome una bocanada de aire, antes de estirar levemente sus músculos algo engarrotados, pero no tanto como pensó que los tendría, afortunadamente gracias a la ropa que lo cubría.

—Si no quieres desmayarte luego, ve a desayunar.

Fue lo último que salió de los labios del chico en cuclillas, antes de pasear a sus piernas por la pequeña campaña, para irse, dejando a un chico totalmente solo sobre el colchón. Suspiró, el tono frío como un balde de agua de la mismísima Antártida no dejaba la voz del muchacho de rizos, haciendo sentir aún peor a Louis.

Quería gritarle, decirle que por favor lo llevase a casa, que él no estaba hecho para este mundo, sólo quería leer libros y dedicarse a ser un profesor de literatura, enseñar a pequeños niños las mejores técnicas para aprender y recomendar libros. 

No estaba hecho para arrastrarse por la arena y seguir órdenes de un ojiverde arrogante, frío y... jodidamente atractivo, quizá era lo único bueno en todo aquello, pensaba Louis. Podía haber sido peor, podían sus padres haberlo mandado a un orfanato o cualquier cosa macabra de las ocurrencias de su progenitor.

War Camp | L.SWhere stories live. Discover now