| 26 |

9.1K 723 1.1K
                                    

ÁNGEL

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ÁNGEL


—Eso está genial, Shawn, ¿no crees?

El castaño de metro ochenta, soldado experimentado, miraba con desacuerdo la carta entre sus dedos, que iba a mandar a su esposa por su tercer aniversario. El pobre hombre había estado llorando durante toda la mañana, acongojando a Louis.

Ya que era el encargado de las cartas, como labor personal se había propuesto a ayudar a los soldados menos alfabetizados a escribirlas.

—¿Cómo dijiste que era el autor?

—Pablo Neruda.

—¿Y quién es?

Una sonrisa cruzó el rostro del soldado menor.

—Neruda es considerado entre los más destacados e influyentes artistas de su siglo. ¿No te gusta el verso?

El hombre se encogió de hombros, sorbiendo su nariz sonrojada por el llanto.

—¿Puedes leerlo de nuevo?

Asintiendo, Louis toma el papel entre sus finos dedos.

—Te recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma. En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. Y las hojas caían en el agua de tu alma.

—Es precioso, ¿no? Creo que le gustará.

—¿Entonces por qué tienes el ceño fruncido?

El soldado experimentado abre considerablemente sus ojos, como un niño pequeño siendo descubierto en una de sus travesuras.

—Oh, no... No es nada.

—Vamos, Shawn, no la enviaremos si no te gusta, tiene que ser algo tuyo, ¿vale?

Los dedos del soldado se pasean por sus rizos, llevándolos hacia atrás, suspirando pesadamente ante la confusión dentro de su pecho.

—Es sólo que... Ella sabe que las palabras nunca fueron mi don.

—¿Y por qué no vas y se lo dices tú mismo? Lo importante es que sea especial para vosotros, Shawn, no importa si usas una poesía o tus propias palabras.

—¿De verdad?

La ilusión cubría completamente el cuerpo del muchacho, que parecía haber sudo iluminado repentinamente.

—Claro, Camila está en el módulo de mujeres. ¿Por qué no vas?

—Oh, bueno... El teniente Styles...

—Hablaré con él, lo comprenderá. Corre, ve.

—¡Gracias, te mereces el cielo!

Le besó la mejilla con efusividad, haciéndole reír al más bajo cuando le vio correr campo a través, hasta se había dejado la carta sobre la mesita del despacho.

War Camp | L.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora