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SOLO

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SOLO

{ 19 de abril }

Punto de vista del teniente Styles

Acurrucado en mi litera en algún lugar de Italia, con una fina manta de lana y un uniforme raído que no hacía nada para mantener a raya el frío en el aire. 

Era un esqueleto después de más de tres meses de guerra, otra semana después de mi primer balazo. 

Apenas comía, y cuando lo hacía rara vez me quedaba tranquilo, mis oídos sonaban permanentemente por los disparos y los gritos del sargento de instrucción, mis palmas estaban ampolladas por las flexiones y mi cuerpo magullado por los saltos de lugares altos.

Me dieron un arma y me dijeron que fijase al objetivo, dispare, desarme el arma, ahora vuelva a armarla, ahora desarme y que lo hiciese más rápido. 

Me dijeron que saltara más alto, que levantara más, que corriera más rápido, que golpeara más fuerte y que me importara menos.  Me dijeron que en la guerra no hay reglas, que estamos ahí para matar y volver a casa si tenemos suerte. 

Me dijeron que disparara por el chico que estaba a mi lado, que nunca perdonara a nadie.  Me dijeron que disparara primero y luego hiciera preguntas, y que disparara para matar. 

Me dijeron que los hombres de verdad disfrutaban de la matanza, disfrutaban con ella.  Me dijeron que ya no era Harry Styles, era el Teniente Sombra.

Me dijeron que hablara pero que me callara, que me enfadara pero que nunca actuara con descaro, que luchara pero que no sintiera.  Me enseñaron a ser un monstruo. 

Mi apodo vino de otro chico de mi escuadrón llamado James, un luchador feroz, uno de los raros luchadores voluntarios.  Quería matar, languidecía en la emoción de los disparos y los gritos. 

Un día, durante la comida, dio un codazo a sus amigos y se dirigió a mi mesa.

—Hey Styles, ¿qué te está comiendo la cabeza? —Preguntó, esperando expectante a que yo respondiera. 

Le di una mirada en blanco y busqué en mi bolsillo, hojeando sin rumbo fijo la fotografía que me mantenía firme. 

—Te estoy hablando.

Dijo, agitando su mano frente a mi cara.  Todavía no le di la oportunidad de mirarle, solo pensé los pros y los contras de respirar, en mi cabeza. 

—Dios, tu nombre debería ser fantasma, porque eso es todo lo que eres aquí. 

Murmuró la última parte, apartándose de la mesa y acercándose a la suya, volviéndome a mirar, probablemente burlándose de mí. 

No me importaba.  No importaba nada.  Nadie importaba. 

Solo Louis.

{ 28 de abril }

War Camp | L.SWhere stories live. Discover now